Unos minutos al día

La vida se mueve a un ritmo bastante acelerado. La presión puede ser grande. Puede ser fácil perderse en todo lo que se “tiene” qué hacer. Si no tenemos cuidado, podemos pasar demasiado tiempo sin parar.

Tomar unos minutos al día es una buena idea. Estos minutos serán un manantial de energía interior que nos revitalizará una y otra vez. La idea es invertir estos minutos en nosotros mismos.

Algunas de mis actividades favoritas a realizar durante este tiempo son:

  • Meditar
  • Leer
  • Escribir
  • Correr
  • Pasar tiempo en la naturaleza
  • Escuchar podcasts

No importa realmente qué sea lo que cada uno de nosotros decida hacer. Lo importante es tomarnos el tiempo diario y recordar que somos nosotros los que siempre estamos al centro de nuestras vidas. Si nosotros estamos bien, nuestras vidas y aquellos a nuestro alrededor también estarán bien. Tomemonos unos minutos al día.

Un toque de magia

Cada uno de nosotros es un ser verdaderamente mágico. Tenemos la capacidad de regalar un toque de magia en cada interacción que tenemos con alguien más. Tan solo debemos estar abiertos a entregarnos. También podemos encontrar un toque de magia hasta en las cosas más cotidianas de nuestras vidas. Tan solo debemos estar abiertos a ser receptivos.

Un corazón abierto a aceptar el mundo como es, eso es magia. Un corazón que no necesita que las cosas ocurran según sus caprichos para ser feliz, eso es magia. Un corazón que encuentra la maravilla escondida en cada detalle y en cada obstáculo, eso es magia.

Cada respiro que se nos ha regalado es un toque de magia. Hay un toque de magia en cada amanecer y en el último respiro antes de perecer. Todo es magia. Que nos reusemos a querer verlo así —eso es otra cosa.

Hay un toque de magia en ese problema que no nos deja dormir. De lo contrario ¿cómo podríamos descubrir de que estamos hechos? Hay un toque de magia en ese dolor que a duras penas nos deja respirar. De lo contrario, ¿cómo conoceríamos lo más profundo de nuestra humanidad?

Estamos rodeados de magia. Y nosotros mismos somos magia. Hay magia por todos lados. Tan solo hay que creer. Cada segundo que pasa en el que no queremos abrir nuestros corazones a la magia que nos rodea es un segundo perdido. Cada segundo que pasa en el que no queremos regalar nuestra magia al mundo es otro segundo perdido. Ya no perdamos más tiempo, ¿sí?

La recta final

Todo proceso en la vida tiene una recta final. Sin importar si el trayecto fue un sprint desenfrenado o una larga y tediosa maratón, todo termina con una recta final.

El año escolar tiene su recta final —quien no recuerda la presión infinita por ganar el final y no “dejar retrasadas”. El proceso de venta mensual tiene su recta final —90% de las ventas se cierran en lo últimos 3 días del mes. Los entrenos físicos tienen su recta final —esas últimas repeticiones en las que cada músculo del cuerpo está que prende fuego.

Como todo, la vida en sí también tiene su recta final. En este caso particular hay dos problemas. Primero, nunca se sabe cuándo llegará esa recta final ya que no podemos saber cuándo vamos a morir. Y segundo, pasamos los días olvidando por completo que nuestras vidas tienen una recta final.

Pareciera ser que las rectas finales obedecen al principio de Paretto. Su duración aproximada es del 20% del proceso total y requieren un 80% de la energía utilizada. Es por esto que son tan emocionantes.

Entrar a la recta final significa que estás cerca de la meta. No es el momento para abandonar. Este momento requiere que des lo mejor de ti. Si no completas la recta final no cumplirás tu objetivo. Ahora piensa, ¿como vivirías hoy si estuvieras en la recta final de TU VIDA?

La práctica no siempre hace al maestro

Un consejo prácticamente universal que se escucha muy seguido es “la práctica hace al maestro”. Comprendo de donde viene la idea y sé que la intención de las personas que lo dan es buena. También creo que el consejo está equivocado, al menos debo decir que es incompleto.

Lo que sucede es que si se hacen 500 repeticiones de un movimiento pero cada una de esas repeticiones está mal hecha lo único que se está logrando es instalar un mal hábito. Este mal hábito será muy difícil de romper después.

Así es que quiero complementar el consejo y modificarlo un poco a “La práctica perfecta hace al maestro.” En inglés suena aún mejor “Perfect practice makes perfect”.

Así es que la calidad de las repeticiones es más importante que la cantidad. Primero asegúrate que cada repetición esté bien hecha e incorpore la técnica ideal. Una vez que logres una repetición bien hecha es momento de repetir y repetir y repetir.

Si quieres

Si quieres dormir, abraza el insomnio.
Si quieres calma, acepta la ansiedad.
Si quieres felicidad, baila con la tristeza.
Si quieres amor, busca dentro de el odio que tienes dentro.
Si quieres llorar, rie.
Si quieres seguridad, aprende a tomar más riesgos.
Si quieres una vida fácil, toma las decisiones difíciles.
Si quieres ir por el buen camino toma los senderos más difíciles que puedas encontrar.
Si quieres estar bien, disfruta la incomodidad.
Si quieres riqueza, aprende a dejar ir con facilidad.
Si quieres algo, búscalo por donde no es…

Pensar

El mundo en el que vivimos es complejo, muy complejo. Incluso, nuestros sentidos no pueden capturar la inmensidad de cosas que están ocurriendo a nuestro alrededor. Por ejemplo, no podemos ver la luz infrarroja o escuchar las frecuencias de los silbatos para perros. Pareciera ser que estamos en desventaja pero no es así. Podemos pensar.

Pensar es una de las actividades más desgastantes que un ser humano puede hacer. Es realmente difícil y gasta mucha energía. Tanto así, que la evitamos lo más que podemos. Son muy pocos los momentos en que realmente enfocamos toda nuestra mente a pensar en algo que queremos entender.

Es tan difícil que hay industrias de millones de dólares que se han construido alrededor de ayudar a las personas a no pensar. “No leas el libro, acá está el resumen.” “No te preocupes por el plan de negocios de la empresa, esta herramienta lo genera en base a un modelo probado.” “Inscribete a este curso y soluciona tu vida personal en 2 semanas.” “Hazte millonario en un año con este revolucionario programa.”

Lo siento mucho pero las cosas no funcionan así. Agarremos el ejemplo de todos los cursos, talleres y libros que prometen ayudar a las personas a hacer mucho, mucho dinero. ¿Realmente creen que si las personas tuvieran los secretos que prometen de cómo hacer tanto dinero estarían usando su tiempo en venderles los cursos? Yo tampoco creo. Creo que si tuvieran las respuestas, las estarían aplicando y haciendo todo ese dinero ellos mismos.

No hay substituto para pensar. El éxito requiere determinación, inteligencia, trabajo duro y mucho pensamiento. Si queremos un mejor mundo es importante que aprendamos a pensar. Y una vez que aprendamos a pensar qué le enseñemos a otros a hacerlo también.

La mente es el regalo más grande que cada uno de nosotros tiene simplemente por el hecho de que es el órgano que nos permite pensar.

¿Qué tan poderoso es el pensamiento? Tan solo piensa con todas tus fuerzas en la comida favorita que comías en las casa de tus papás cuando eras pequeño. Acabas de viajar en el tiempo modificado tu realidad.

Ver a alguien hacia abajo

“Una persona solo debe vera a otra hacia abajo para ayudarle a levantarse.” Esta es una de las frases más célebres que nos regaló Gabriel García Márquez. Aunque no sé exactamente en donde la escribió, acabo de revisar en Internet y todo parece indicar que si es el quien la escribió. En caso que no haya sido él, me disculpo con al autor original.

En este punto le quiero pedir a cada uno de ustedes que se detenga y vuelva a leer detenidamente la frase. “Una persona solo debe vera a otra hacia abajo para ayudarle a levantarse.” Ahora les quiero pedir por lo menos 30 segundos de reflexión y que mediten sobre lo que significa esta frase para cada uno de ustedes.

Ahora que ya lo evaluaron un poco, les comparto que es lo que yo he estado reflexionando. Primero que nada me di cuenta que una de mis estrategias favoritas para sentirme valioso es comparándome con los demás y que muchas veces veo a alguien para abajo con él solo fin de sentirme superior.

Otras veces veo alguien para abajo —corrigiendo sus acciones o criticando sus resultados— para tratar de obtener algún beneficio para mi. Si you pude corregir su error, obtendré alguna recompensa o reconocimiento.

En muchas otras ocasiones —y realmente espero que sean la mayoría— genuinamente veo las caídas de los demás como una ocasión para ayudarles a volverse a levantar.

Haber leído hoy esa frase mas ver todo el atropello sin sentido que hay en redes sociales realmente me puso a pensar, ¿Cómo sería el mundo en que vivimos si todos usáramos esos señalamientos que hacemos a las faltas de los demás para poder ayudarles a mejorar?

Antes de querer emitir cualquier juicio pasé el día de hoy pensando primero en mi forma de ser. Me di cuenta que tengo mucho trabajo por hacer. Que frecuentemente utilizó las fallas y errores de los demás para sentirme superior u obtener un beneficio personal. No quiero seguir siendo ese tipo de persona y no me gusta hacer eso. Estoy dispuesto a cambiar.

Como bien lo dice Márquez, estaré dispuesto a criticar las fallas o errores de alguien más si, y sólo sí, estoy dispuesto a ayudar.

Espero que haber decidido publicar esto hoy lleve a más de alguien a ayudar y no solo emitir crítica tras crítica. Sé que el mundo lo necesita hoy más que nunca.

No hay nadie más

Hay una tarea de la que ninguno en el mundo puede escapar. Esa tarea es la de vivir nuestras propias vidas. Es una tarea que no se puede delegar y, por lo menos en vida, no se puede evadir.

Por momentos la tarea se puede poner extremadamente difícil y pueden dar ganas de renunciar. Vivir no es nada fácil pero siempre podemos encontrar consuelo en el hecho de que es de las pocas cosas que a todos nos toca hacer.

Sin embargo, todo este peso es en sí la recompensa más grande que hay. Vivir nuestras propias vidas nos permite encontrar quienes somos. Nos invita a profundizar y así poder encontrar nuestro camino. Vivir nuestras vidas nos diferencia de todos los demás, nos hace únicos. Cada uno de nosotros vive una vida particular.

Cada uno de nosotros es el héroe de su propia vida. Somos lo actores principales en la obra que escribimos todos los días. No hay nadie más que nos pueda sustituir, nadie más puede jugar nuestro papel.

En realidad es algo muy especial: ha todos se nos ha confiado algo que es imposible para alguien más poder hacer. Para bien o para mal, con respecto a vivir nuestras vidas, no hay nadie más.

Prisionero de la rutina

4:45 am. Un sonido extraño suena a lo lejos. Tiene un ritmo constante que me recuerda la primer oficina en donde trabajé. No sé si aún estoy durmiendo o ya desperté. No puedo seguir ignorando que algo fuera de lo normal está pasando. Finalmente veo mi teléfono. 4:49am.

“Igual ya solo faltan 11 minutos para las 5:00”, me dije somnoliento. “Voy a ir a ver qué es ese ruido.” No tuve que ni salir de la cama para reconocer que era el ruido que me despertó; tan solo necesitaba recuperar un poco la conciencia. Pronto también supe por qué el sonido lejano me recordaba de la primer oficina en que trabajé.

Hubo un corte de electricidad y la alarma del UPS de la computadora de la casa estaba sonando. “Perfecto, son las 4:56 am y no hay electricidad”, refunfuñe en mi interior. Camine hacia el estudio en donde está la computadora, apagué el UPS, abrí el estuche donde guardo mis lentes para leer, me los puse lentamente, prendí el Kindle y me senté en el sillón en donde durante los últimos 4 meses he empezado todos mis días leyendo.

No podía dejar de pensar en aquella primer oficina en donde empecé aquella empresa hace más de 25 años. Puedo jurar que el sonido del UPS que me había despertado 15 minutos antes es idéntico al que sonaba tantas veces cuando perdíamos la electricidad en aquella pequeña habitación llena de servidores.

El delicado sonido de la lluvia, que tiene ya más de 7 días de no parar, me regresó de aquella oficina al sillón en donde estaba terminando de despertar. Enfoqué mi vista y mi concentración en el Kindle y empecé a leer.

Pasaron los minutos y me fui metiendo cada vez más en la lectura. La concentración no duró mucho. Como un relámpago en plena tempestad, una sensación de que algo hacía falta se apoderó de mi cuerpo. Era una sensación de que algo hacía falta, algo no estaba bien. Hacia falta el café.

Subconscientemente, al saber que no había electricidad, decidí no bajar a preparar café y fui directamente al estudio a apagar el UPS. Retome mi rutina de todas las mañanas al sentarme a leer pero hacía falta la primer parte, la taza de café.

A partir de este momento no pude seguir. Se me dificultó muchísimo seguir leyendo. Mi mente se debilitó y no pude dejar de pensar en cuando iba a regresar la electricidad para poder hacer el café. Caí prisionero de mi rutina.

Las rutinas tienen muchos beneficios. Nos dan familiaridad y permiten que seamos muy eficientes para hacer actividades en las que mejoramos con la práctica.

Sin embargo, como con todo en la vida, se debe tener precaución. Si no tenemos cuidado, podemos caer prisioneros de nuestras propias rutinas. Es en ese momento que la rutina ya no nos sirve a nosotros. Nosotros empezamos a servirle a la rutina.

Yo diseñé mi rutina de la mañana para tener un tiempo para mi crecimiento, aprender y poder reflexionar. Hoy caí preso de la rutina y por eso pasé más de una hora de ansiedad esperando que regresará la electricidad para poder completar la rutina.

A la larga, que importa más, ¿completar la rutina u obtener lo que queremos lograr con ella?

El paso del tiempo

Sin piedad y con la misma constancia de el agua que pacientemente se ha abierto paso desde el principio de la eternidad, el tiempo sigue su marcha sin voltear a ver atrás.

Pasan los días, los años y seguimos tan distanciados de nosotros mismos que no recordamos que el tiempo existe y está siempre presente. Pero tarde o temprano llega el momento en que algo, por sutil que sea, nos despierta y nos alerta una vez mas de su presencia. “¿De verdad eso fue hace tantos años?”, nos empezamos a preguntar.

Y es en estos momentos que recordamos la importancia de despertar. Empezamos a apreciar de nuevo todo lo que hemos podido vivir y cada experiencia que ha dejado su huella en la historia de nuestro existir. Nos conectamos y empezamos a sentir. Ponemos atención y estamos presentes con el mundo que nos rodea. Nos sentimos vivos por qué recordamos que en cualquier momento podemos morir.

Gracias al paso del tiempo es que tenemos la oportunidad de construir nuestras vidas. Somos nosotros los que muchas veces pasamos años viviendo sin realmente vivir —desconectados. El paso del tiempo no se detiene y la vida avanza, queramos o no.

El precio de dejar escapar los días que se nos regalan es alto, extremadamente alto; nunca vale la pena. Sin importar lo doloroso que sea el momento, no lo dejes ir. Vuélcate sobre el regalo más preciado que se nos ha entregado a todos: el paso del tiempo.