Como nos veíamos unos meses atrás

Tan solo hace unos cuantos meses atrás todo era diferente. Yo era diferente. Tú eras diferente. El mundo ha cambiado tanto que cuesta reconocerlo; a estas alturas probablemente nosotros también ya somos irreconocibles.

El ser humano tiene una capacidad casi infinita de adaptarse a su entorno. Los seres humanos se han adaptado a vivir en todo tipo de ambientes como: cárceles, desiertos sin agua, planchas de hielo con solo 6 meses de sol al año, lujosos apartamentos, trincheras en la guerra, junglas en el amazonas y zonas rojas que no debieran existir.

Por supuesto que no debe ser una sorpresa que después de 2 a 4 meses de cuarentena ya estamos adaptados a las nuevas condiciones de vida que el Covid–19 vino a imponer.

Estoy convencido que estás nuevas condiciones de vida en pandemia traen los regalos de grandes lecciones y aprendizajes escondidos en su interior. Recordemos que:

  • Hace unos meses atrás nos poníamos histéricos por qué un paquete de Amazon estaba 1 día atrasado. Hoy nos damos cuenta que aparte de estar un poco incómodos, podemos ir al supermercado en un horario restringido.
  • ¿Recuerdan lo enojados que podíamos ponernos con el retraso de 30 minutos de un vuelo internacional? Hoy podemos aceptar pasar meses sin ver a algunos de nuestros seres más queridos.
  • A principios del 2020 podíamos escupir bilis por que nuestro equipo favorito había perdido y no iba a jugar en la final. Hoy nos damos cuenta que podemos pasar más tiempo conversando con la familia en el fin de semana y que la cancelación de los eventos deportivos no fue el fin del mundo.

En fin, no quiero menospreciar todas las cosas importantes que cada uno de nosotros aprecia y que ha perdido. Pero tampoco puedo ignorar lo “mal acostumbrados” que estábamos a que todo estuviera a nuestra disposición en todo momento.

Estoy aprendiendo que puedo vivir muy bien y muy feliz con mucho menos. Especialmente cuando me detengo a pensar en todos aquellos mucho menos afortunados que yo.

No puedo hablar por los demás, pero si yo me veo como estaba unos meses atrás, debo confesar que me veía como un niño “berrinchudo”.

¿Me quisieran dejar un comentario con cómo se veían ustedes unos meses atrás?

Que podría ser mejor que un buen café?

Hay muy pocas cosas que disfruto en la vida tanto como un buen café. Un espresso intenso, de tueste obscuro y un poco de acidez. Preferiblemente café de Antigua.

El latte es una de mis bebidas favoritas y no me creerían cuantos me solía tomar todos los días. Algunos en la casa y muchos otros en reuniones o cafeterías. Debo confesar que en ese momento de mi vida llegué a tener un problema con el café.

Era adicto. Me despertaba a las 5:00am no para empezar mi día con entusiasmo. Me despertaba alas 5:00am con un dolor de cabeza fuerte por qué NECESITABA tomar café. Era dependiente de la cafeína.

Esos días ya quedaron atrás y no le desearía ni a mi peor enemigo tener que pasar por el proceso de desintoxicación de la cafeína. Realmente fueron cuatro días nefastos que aunque quisiera, nunca podré olvidar.

Como se podrán imaginar tengo todo lo necesario para preparar café de todo tipo en mi casa. Así que es natural que más de alguno de ustedes se esté preguntando en este punto de la historia, ¿qué ha pasado ahora que este “cafeinomano” en rehabilitación ha estado en cuarentena durante más de 28 días con su cafetera prácticamente al lado de su cama en la casa?

Pues orgullosamente les puedo contar que estoy tomando la mitad de café comparado a lo que venía tomando después de la desintoxicación. Estoy tomando 2 lattes al día, cada uno con un solo shot de 1oz. Antes usaba 2 shots (doble shot) por cada latte.

Es increíble creerlo pero hay algo maravilloso que he descubierto en todo este proceso de aprender a medirme con al café. Descubrí que hay una solo cosa en el mundo que puede ser mejor que un buen café: Un buen café que te tomas por que lo quieres disfrutar y no por que necesitas otro poco de cafeína.

Cuarentena: tiempo muerto o tiempo vivo

Para bien o para mal, la situación actual en el mundo le está regalando bastante tiempo a muchas personas. Me considero muy afortunado por estar en el grupo de personas que podemos decir que tenemos más tiempo en las manos, estamos seguros y no estamos luchando por sobrevivir.

Y creo que tener este tiempo regalado en las manos es una gran responsabilidad. No pasa más de un día en el que no piense en todas las veces que me he quejado diciendo: “todo lo que podría estar haciendo si no perdiera tanto tiempo en el tráfico”. La verdad que en un par de días me di cuenta que el problema no era el tráfico. ?

Y es así que después de mucha lucha interna contra mi propia comodidad, he decidido retomar con un gran entusiasmo algunas actividades que me hagan más productivo, contribuyan a el mundo a mi alrededor, me ayuden a crecer y le den un buen ejemplo a mi familia.

Algunas de las actividades que he decidido empezar son:

  • Escribir en este blog todos los días al menos un artículo que pueda aportar algo de valor a las personas que me leen
  • Producir un episodio semanal de calidad en mi Podcast Conceptos
  • Ayudar a las personas a mi alrededor a afrontar la situación por medio de sesiones de coaching
  • Incorporar a mi ejercicio una rutina diaria de calistenia para fortalecer más aún mi cuerpo

El tiempo ya nos lo regalaron. Ahora la única pregunta que queda es, ¿que vamos a hacer con ese tiempo? Va a ser tiempo muerto o tiempo vivo? Sólo tú puedes escoger.

  • Tiempo muerto: tiempo utilizado para escondernos en la comodidad, quejarnos, lamentarlos, entregarnos al miedo, ver el vaso medio vacío, debilitarnos física y emocionalmente, reforzar malos hábitos, danos “permisos” que no necesitamos, contar las horas y querer que las cosas no fueran como inevitablemente son.
  • Tiempo vivo: tiempo utilizado para empezar nuevos proyectos, ayudar a las personas a nuestro alrededor, ser generosos, crear, compartir, vivir la vida que nos está tocando vivir con una sonrisa en todo momento, buscar soluciones creativas, fortalecernos, aprender, leer, cuidarnos más que nunca, dejar vicios, construir nuevos hábitos positivos, innovar, y, más que todo, comprometernos a hacer lo que debemos hacer para ser mejores personas cuando todo esto termine.