Ampliando tus horizontes: El poder transformador de competir con los mejores

Vivimos en un vasto tapiz de realidades y percepciones, cada uno de nosotros tejiendo nuestra propia versión de la realidad dentro de nuestras cabezas. Esta personalización de la realidad, si bien nos ayuda a dar sentido a nuestro entorno, a menudo limita nuestro entendimiento de lo que es verdaderamente posible.

Lo que creemos posible, imposible, bueno, malo, etc. se define en gran parte gracias a lo que vemos día tras día a nuestro alrededor. En otras palabras, nos resulta prácticamente imposible creer que algo que nunca hemos visto es posible.

La mayoría de personas creen que las cosas son como las ven y que no pueden ser de otra manera. Creen que las cosas se hacen de la mejor manera posible y que el rendimiento que admiran en las personas que los rodean es el “non plus ultra”. El límite de lo que creen que es posible está circunscrito a aquello que pueden ver.

Pero nada podría estar más lejos de la realidad. Recordemos que el mundo es grande, muy grande y que lo único que en realidad tiene limites son nuestras percepciones y creencias.

Lo bueno en esta parte de la historia es que nuestras percepciones y creencias se pueden cambiar.

¿Cómo superar una creencia limitante?

Estar en la presencia de los mejores es lo que más rápido puede cambiar una creencia limitante. ¿Por qué? Porque nos muestra en carne propia lo que es posible. Nos hace real la noción de que si algo se hace de manera distinta, de una manera que nunca antes imaginamos, los resultados pueden ser infinitamente mejores.

Nos materializa esa ya trillada idea de que si tan solo trabajamos más fuerte, nos empujamos más lejos o nos dedicamos un poco más, entonces podremos lograr esos mejores resultados que minutos antes no creíamos que eran posibles.

Así que ahí es que está el secreto, en estar la presencia de los mejores y decidir competir contra ellos. En salir de ese mundo parroquial, limitado, y expander nuestros horizontes hacia una visión más global del mundo. En viajar lejos a buscar la mejor competencia que podamos encontrar. En cuestionar todo el tiempo los límites de la habilidad humana. En buscar a los mejores hasta encontrarlos en el último rincón de esta tierra.

Pero un momento, encontrarlos no es suficiente. Para que este proceso de crecimiento realmente pague dividendos es necesario elegir competir contra los mejores cuando los encontramos.

La naturaleza nos exige que nos midamos contra ellos y experimentemos de primera mano nuestras debilidades para que así podamos entender en donde es que tenemos que trabajar para crecer. Una vez tenemos esta información de que es lo que nos hace falta, entonces podemos regresar a entrenar para desarrollar nuestras habilidades de una manera precisa y eficiente.

Así es como, el crecimiento trascendente y la superación de nuestras barreras percibidas solo se logran al buscar activamente la presencia y la competencia con aquellos que representan la excelencia en su esencia más pura. No es suficiente con admirar a los mejores; debemos desafiarnos a nosotros mismos a alcanzar y superar esos estándares, redefiniendo constantemente lo que consideramos posible en nuestras propias vidas.

El Arte de Elegir Bien: Una Guía Práctica para Decisiones Importantes

Sin duda alguna, hay unas decisiones que son más importantes que otras. Con quien te casas, en que decides trabajar y en que proyectos te involucras parecieran ser más importantes que qué vas a almorzar.

Es vital contar con una metodología clara y concisa que permita tomar mejores decisiones importantes. Aunque la toma de decisiones se puede poner muy compleja muy rápido, hoy abordaré el principio básico en dónde la buena toma de decisiones inicia: tener claro que es lo que se quiere optimizar con la decisión.

Cada decisión que se tome se considerará “la correcta” si los resultados de la decisión se alinean con aquello que desde un inicio se quería lograr. Es por esto que para decidir bien lo más importante es tener claro que resultados se quieren obtener o como me gusta decirlo a mi, que es lo que quiero optimizar con esta decisión.
Por ejemplo, tomemos la decisión de escoger a que trabajo / proyecto le quieres dedicar la mayoría de tu tiempo. Lo primero que debes hacer es un listado de todo aquello que se podría optimizar (que es lo que realmente te importa obtener) de el trabajo / proyecto:

Listado de todos los posibles factores a optimizar
Ingresos financieros, ¿cuanto?
Libertad
Escala de proyecto, tamaño del impacto
Relaciones personales
Velocidad de crecimiento
Seguridad / Estabilidad
Transformación personal
Plenitud
Disponibilidad de tiempo
Prestigio

Con la lista hecha de todos los posibles factores que se pueden optimizar, piensa muy bien cuales son los 3–4 factores más importantes para ti. Reflexiona bastante al respecto y encuentra los 3–4 que más resuenan con tus valores. Por ejemplo, mi tabla personal pudiera verse algo así:

Factores que más resuenan con mis valores
Disponibilidad de tiempo
Seguridad / Estabilidad
Libertad
Transformación personal

Y voila! Después del arduo proceso de encontrar que es lo que quieres optimizar en tu vida ya tienes un punto de partida sólido para decidir bien. Ya sabes contra que debes evaluar cada opción disponible. Ahora ya puedes ver cada opción y encontrar cual es la que más posibilidad tiene de alinearse con lo que realmente quieres en tu vida.

Con tus listas hechas es momento de ir y tomar las decisiones que forjarán el camino hacia la vida que siempre has querido tener.

Lo que hacen los demás, inspiración

Hace un par de semanas empecé a leer la biografía de Elon Musk escrita por Walter Isaacson. Ambas son personas que admiro mucho, Musk por las empresas que ha construido e Isaacson por las biografías que ha escrito.

Conforme he ido avanzando y conociendo un poco más las interioridades de la vida de Musk me he sentido muy inspirado. No tanto por la manera en que ha tratado a tantas personas con las que ha trabajado sino por la claridad de visión que logra construir.

Y no solo es la claridad de visión que me inspira, también es la casi infinita capacidad de resiliencia que ha desarrollado ante tanta adversidad que ha tenido que afrontar.

Me queda claro que ver a alguien lograr cosas maravillosas (Tesla, SpaceX, Solar City, etc.) inspira pero realmente es el entender de donde viene alguien y que ha tenido que hacer para lograr sus metas lo que es aún más inspirador.

Hay ciertas cosas en las que no estoy de acuerdo con Musk, en particular su manejo de X (anteriormente conocido como Twitter). Y he de este desacuerdo otra gran realización que he tenido al leer este libro: Que uno tengo que estar 100% de acuerdo con todo lo que hace alguien para poderlo admirar!

Química, por qué la capacidad de convivir en harmonía es tan importante

Un grupo de personas que interactúan de manera armoniosa logrará mejores resultados que un grupo que está en discordia. La cantidad de entornos en los que encontramos ejemplos que respaldan este argumento es grande:

  • Familiar
  • Deportivo
  • Político
  • Empresarial
  • Religioso
  • Educativo
  • Recreacional
  • etc.

No es casualidad que los equipos deportivos muchas veces atribuyen sus campeonatos a la buena “química” entre sus jugadores. Y justamente ocurre lo opuesto cuando pierden —“es que tenemos problemas en el camerino”.

Realmente no importa cuál sea la finalidad de un grupo de personas, la capacidad de colaborar y mantener un ambiente agradable entre sus miembros es una habilidad importante que se debe desarrollar si se quiere llegar lejos.

Desde que nacemos estamos expuestos a la realidad de que los seres humanos no podemos subsistir solos. A mí me gusta llamarle interdependencia a esta ley natural. La cosa es que a pesar de que la capacidad de convivir en harmonía es necesaria para subsistir, nadie nos enseña cómo desarrollarla. Muy pocos de nosotros hemos construido la habilidad de convivir y colaborar con los demás conscientemente.

Pareciera ser un chiste pero la gran mayoría de personas aprendemos a convivir en harmonía (o en falta de) por imitación. Simplemente copiamos los comportamientos que vemos a nuestro alrededor. Lastimosamente los comportamientos que la gran mayoría de nosotros tenemos a nuestro alrededor no son muy harmoniosos que digamos.

Creo que vale la pena detenernos un momento y pensar cómo queremos que sean nuestras interacciones en cada una de las áreas más importantes de nuestras vidas. Con esta visión clara, podemos empezar a dar los primeros pasos hacia vivir vidas un poco más harmoniosas, productivas y felices.

Estamos dormidos y el abecedario nos lo puede demostrar

A,b,c,d,e,f…. Todos nos lo sabemos de memoria. La N va después de la M y la Z lo termina todo. Antes de la Q va la P. El abecedario es cómo es y así funciona bastante bien. Pero…

Quiero que se tomen un par de minutos y que se imaginen que por alguna razón tuviéramos que cambiar el orden de las letras del abecedario. Quédense conmigo, solo es un experimento mental.

¿Qué tanto esfuerzo tendríamos que hacer como sociedad para institucionalizar un nuevo abecedario con las mismas letras solo que en diferente orden? Creo que nos llevaría al menos unas cuantas generaciones lograr el cambio. Mi impresión es que sería un esfuerzo titánico.

Ahora, visualicen la R después de la G. Véanla en su mente. Si son como la mayoría de personas, tan solo pensarlo les genera una fuerte reacción. “La R no vea después de la G. La R va después de la Q y después de la G va la H”, se están diciendo muchos de ustedes. “La R simplemente NO va después de la G”.

Pero la realidad es que las letras del alfabeto no están en el orden que las aprendimos por una razón práctica en particular. El orden es mayormente aleatorio. Una casualidad. Algo que a alguien se le ocurrió. Después todos nos pusimos de acuerdo en que eso estaba bien y empezamos a cantar al unísono:

Y así, durante miles de años el proceso se repitió. Una persona le enseñó el orden a otra. Y el a,b,c se fue propagando por todo el mundo. El a,b,c se volvió en una forma de vida. Se volvió nuestra incuestionable realidad.

Tener este orden (pero en realidad cualquier otro orden hubiera funcionado) es una de las cosas más maravillosas que el ser humano ha descubierto porque nos ha permitido comunicarnos de manera escrita. No estoy discutiendo eso.

Lo que quiero decirles es qué tenemos que pensar. Estamos dormidos. Aceptamos todo tal y como nos lo dicen. No cuestionamos. Nuestros padres, maestros, amigos, guías espirituales y la sociedad nos dicen cómo “son” las cosas. Pero muchas veces las cosas no son como nos dicen que son y eso nos causa mucho sufrimiento en nuestras vidas. Les digo esto porque quiero que haya menos sufrimiento en el mundo.

Al igual que resulta casi imposible ver la R después de la G, hay tantas otras cosas que no podemos ver de manera distinta porque siempre hemos creído que así son. Así nos las enseñaron.

Pero, ¿Y qué tal si hay cosas en nuestras vidas que realmente pudieran funcionar mejor si tan solo las ordenáramos de otra manera?

Cuestionalo todo. TODO.

“Cambiar de Cassette” es bastante caro

“Cambiar de Cassette” es una expresión que sin duda alguna revela mi edad. Aunque la expresión ya casi no se usa, lo que significa sigue igual de relevante hoy que en los 80’s.

“Cambiar de Cassette” se utilizaba para hacer referencia a aquellas situaciones en las que el cambio de contexto requiere de un cambio fuerte en la manera de pensar. Un ejemplo puede terminar de clarificar la expresión:

Si por ejemplo, yo estoy concentrado escribiendo sobre el manejo de emociones y de repente entra mi hijo y me pide que lo ayude con su tarea de algebra, entonces tengo que "Cambiar de Cassette".

Como queda claro para cualquiera que haya pasado por una experiencia como la que acabo de describir, “Cambiar de Cassette” es muy caro. Por caro me refiero a que tiene un alto costo mental. El tipo de enfoque y estado mental que funciona para un tipo de tarea no es el mismo que funciona para otra. Cambiar el estado mental y el tipo de enfoque es una tarea compleja que requiere de mucho tiempo y energía.

Estar realizando estos cambios de contexto y adecuando la mente a distintos tipos de tareas cansa el cerebro. También reduce la productividad ya que un cambio de contexto de este tipo puede requerir de hasta 20 minutos para poderse completar. Cambiar de contexto es cansado y quita tiempo.

Es por esto que muchos expertos en productividad recomiendan alocar bloques largos de tiempo ininterrumpidos (de por lo menos una hora) para hacer tareas que al menos sean similares en el tipo de contexto cerebral que requieren para poderse hacer. También, evitar interrupciones, que al final del día son “Cambios de Cassette”, es otra recomendación muy común ya que cada interrupción probablemente requiera de dos cambios de contexto (uno cuando sucede la interrupción y otro para regresar a la tarea que se estaba haciendo).

“Cambiar de Cassette” es caro. Es algo que hay que tratar de evitar.

Bloques continuos de tiempo y menos interrupciones = más productividad. Una formula simple que realmente funciona.

Tan solo reparar es mediocridad

Es inevitable, más de algo de lo que hemos construido se va a romper. Siempre haremos algo que está mal y que necesita reparación. Todo el tiempo las cosas se están degradando y se necesita esfuerzo y energía para mantenerlas funcionales. ¿Entropía alguien?

Así que con eso ya establecimos que la necesidad de estar reparando cosas es constante. Es parte de la vida. Ahora lo que quiero que evaluemos es la actitud y propósito con que usualmente se percibe tener que hacer una reparación.

Para empezar, el tener que reparar es algo se considera negativo. Como una pérdida de tiempo. ¿A nadie le gusta reparar las cosas que ha construido. Pero, ¿Qué tal si reparar algo es una oportunidad para volver a hacerlo, mejor? ¿Cómo sería la calidad de nuestro trabajo si cada vez que tenemos que arreglar algo lo volviéramos a hacer pero con otro nivel de calidad?

Tener que reparar algo es una oportunidad de construir sobre la experiencia que obtuvimos al hacerlo la primera vez para ahora construir algo mejor. Reparar algo nos permite volver a hacer el trabajo ya sabiendo qué fue lo que falló la primera vez y así poderlo corregir para no volver a fallar de la misma manera.

Reparar por reparar y volver a llevar lo que hicimos a donde todo empezó es mediocridad. Imaginemos, por un instante, la calidad de trabajo que haríamos si cada vez que reparamos algo usáramos todo lo que aprendimos desde la primera vez que lo hicimos para ahora hacerlo mejor. Todo estaríamos taaaan orgullosos de el trabajo que haríamos.

De verdad, tan solo reparar sin mejorar es mediocridad.

Algo siempre es mejor que nada

Aspirar a la perfección nunca le ha servido a nadie. Al contrario, esta idea ilusoria de la perfección no solo ha paralizado a cientos de miles de emprendedores, también ha sepultado millones de empresas a través de la historia.

Para empezar, nada puede ser perfecto. Todo siempre tendrá más de alguna deficiencia, ya sea percibida o real. Pero aún así, hay personas que prefieren no hacer nada que hacer algo que no sea lo “suficientemente bueno”.

Hacer algo siempre será mejor que no hacer nada. No importa qué tan corto se quede el esfuerzo, al menos haberlo intentado más de algún aprendizaje dejará.

Realmente no importa que lo que estés haciendo no llegue a acercarse a la perfección. Lo que importa es que lo hagas a lo mejor de tu capacidad con las condiciones que hay. No hacerlo solo porque el resultado no será el mejor que se puede esperar tan solo es una justificación para poderte quedar sentado de brazos cruzados viendo cómo otros toman las oportunidades que desfilan frente a ti.

Haz algo. No importa qué sea. Lo único que te puede matar es no hacer nada. Algo siempre es mejor que nada.

Siempre se puede volver a empezar

Hay caídas, hay fracasos.

Hay momentos difíciles y también hay pasadizos que se pueden llegar poner muy obscuros.

Pero siempre se puede volver a empezar.

Hay éxito, hay metas que se cumplen.

Hay momentos de gloria y también hay resultados que nos hacen sentir invencibles.

Pero, una vez más, siempre se puede volver a empezar.

Cada día trae algo nuevo. Cada vez que despertamos, volvemos a empezar.

“¿Qué la rutina me está ganando la partida?”

¡Mentira! ¿Qué rutina?, te pregunto yo. Si cada día es diferente. Cada hora es diferente. Tal vez el del problema eres tú que con cada nuevo inicio, una y otra vez, vuelves a escoger ir a tu mismo refugio que siempre te lleva al mismo lugar.

Siempre se puede volver a empezar. Espera un momento. Eso no es cierto. Ahora que lo pienso bien, nos guste o no, siempre estamos volviendo a empezar. No tenemos opción de NO volver a empezar.

En cada segundo. Con cada respiro volvemos a empezar. Lo aceptemos o no, así es.

Todo lo que tenemos que hacer es darnos cuenta que en este instante podemos empezar algo diferente y en esa diferencia es dónde volveremos a encontrar la chispa de la vida.

¡Siempre se puede volver a empezar!

El precio de poder escoger (manejo de prioridades)

Escoger una cosa implica no escoger otra. No hay manera de darle la vuelta a esta realidad. El acto de elegir, por definición, trae consigo una pérdida: todas aquellas opciones que no fueron seleccionadas.

Escoger algo es una gran responsabilidad. Es decirle que sí a uno para decirle que no a otro millón. Cerrarle la puerta a todas las demás opciones es algo que a veces no se siente bien.

Y esto nos lleva a hablar acerca de las prioridades. Para que algo sea una prioridad algo más debe dejar de serlo. Para que una prioridad se pueda cumplir, tengan por seguro que algo más va a pagar el precio y se quedará sin hacer. Esta es la naturaleza de lo que llamamos prioridades.

Muchas veces planear se puede sentir como algo que nos limita. Que nos quita libertad. Pero, ¿Qué pasa si planear y fijar prioridades es todo lo contrario? ¿Qué pasa si priorizar y tener un plan bien estructurado realmente es libertad?

En este momento no tengo una respuesta que darles pero al menos suena a que es algo interesante en que puedo seguir pensando.