Creo que…

Hay días en que me pregunto si estaré solo o si habrán millones de personas allá afuera que comparten mi sentir. Pareciera ser que a pesar de estar en medio de tanta gente estoy rodeado por paredes invisibles que me alejan de los demás. La sensación de exilio es bastante real.

Ya no sé si aún habrá algo de todo lo que pienso que tenga sentido alguno. No sé si es mi manera de ver el mundo la que está torcida o es el mundo en sí el que está perdiendo la cordura. ¿Seré yo él loco o estarán locos todos los demás?

Creo que ser feliz es una decisión y que no hay nada en este mundo que pueda quitarnos esa decisión.

Creo que enseñar es la mejor manera de aprender.

Creo que la vida no es fácil pero que tampoco es difícil. La vida es un experimento que se debe disfrutar, eso es lo que no podemos olvidar.

Creo que la libertad y la confianza pueden lograr más que la fuerza y la cohersión.

Creo que la responsabilidad es el camino más directo a la felicidad.

Creo que mientras menos necesitamos de los demás, más los podemos apreciar. Nadie puede apreciar a aquel del qué se siente dependiente.

Creo que los sueños que nos evaden se nos escapan por el miedo que tenemos de llegarlos a alcanzar.

Creo que hablar es más fácil que hacer —pero hacer no es es tan difícil cuando se tiene un poco de convicción.

Creo que la gran, gran mayoría de personas son buenas.

Creo que todas las personas usualmente tienen buenas intenciones.

Creo que los caminos de la persistencia y la perseverancia nos llevan a un reino lleno de libertad.

Creo que el mundo es maravilloso y que todo lo que nos hace falta para poderlo disfrutar es quitarnos las vendas que alguien más nos puso sobre los ojos cuando éramos muy pequeños.

Y finalmente, creo que voy a estar escribiendo más seguido.

¡Qué bien se siente escribir!

Estamos dormidos y el abecedario nos lo puede demostrar

A,b,c,d,e,f…. Todos nos lo sabemos de memoria. La N va después de la M y la Z lo termina todo. Antes de la Q va la P. El abecedario es cómo es y así funciona bastante bien. Pero…

Quiero que se tomen un par de minutos y que se imaginen que por alguna razón tuviéramos que cambiar el orden de las letras del abecedario. Quédense conmigo, solo es un experimento mental.

¿Qué tanto esfuerzo tendríamos que hacer como sociedad para institucionalizar un nuevo abecedario con las mismas letras solo que en diferente orden? Creo que nos llevaría al menos unas cuantas generaciones lograr el cambio. Mi impresión es que sería un esfuerzo titánico.

Ahora, visualicen la R después de la G. Véanla en su mente. Si son como la mayoría de personas, tan solo pensarlo les genera una fuerte reacción. “La R no vea después de la G. La R va después de la Q y después de la G va la H”, se están diciendo muchos de ustedes. “La R simplemente NO va después de la G”.

Pero la realidad es que las letras del alfabeto no están en el orden que las aprendimos por una razón práctica en particular. El orden es mayormente aleatorio. Una casualidad. Algo que a alguien se le ocurrió. Después todos nos pusimos de acuerdo en que eso estaba bien y empezamos a cantar al unísono:

Y así, durante miles de años el proceso se repitió. Una persona le enseñó el orden a otra. Y el a,b,c se fue propagando por todo el mundo. El a,b,c se volvió en una forma de vida. Se volvió nuestra incuestionable realidad.

Tener este orden (pero en realidad cualquier otro orden hubiera funcionado) es una de las cosas más maravillosas que el ser humano ha descubierto porque nos ha permitido comunicarnos de manera escrita. No estoy discutiendo eso.

Lo que quiero decirles es qué tenemos que pensar. Estamos dormidos. Aceptamos todo tal y como nos lo dicen. No cuestionamos. Nuestros padres, maestros, amigos, guías espirituales y la sociedad nos dicen cómo “son” las cosas. Pero muchas veces las cosas no son como nos dicen que son y eso nos causa mucho sufrimiento en nuestras vidas. Les digo esto porque quiero que haya menos sufrimiento en el mundo.

Al igual que resulta casi imposible ver la R después de la G, hay tantas otras cosas que no podemos ver de manera distinta porque siempre hemos creído que así son. Así nos las enseñaron.

Pero, ¿Y qué tal si hay cosas en nuestras vidas que realmente pudieran funcionar mejor si tan solo las ordenáramos de otra manera?

Cuestionalo todo. TODO.

Para algunos, el dinero no lo es todo

Hace unos momentos estaba leyendo un poco de noticias. Como es de esperarse, dentro de mi feed de noticias hay bastante contenido deportivo (baseball).

Entre todos los resultados del día, comentarios sobre el rendimiento de ls jugadores y mucha especulación, hubo un encabezado que me llamó mucho la atención: “José Ramírez deja millones sobre la mesa para quedarse en Cleveland”.

Aunque no es común, muy de vez en nunca hay jugadores que firman contratos “amigables” para el equipo porque les gusta el equipo en el que juegan. Hay veces que la relación con los fans es muy buena. Otras veces los jugadores se sienten muy bien con los entrenadores y la organización. Hay veces que la decisión de dónde firmar no se toma principalmente por el dinero.

El caso de Ramírez es especial. Él es uno de los mejores bateadores de toda la liga y es esperaba que manejaría un contrato por arriba de los 200 millones de dólares. Cómo se puede ver en la imagen del post, firmó por $150 millones con Cleveland.

Hay un par de cosas que hacen que el intercambio entre Ramírez y los Guardians sea tan especial:

  1. Los Guardians fueron transparentes con Ramírez y le dijeron que aunque les gustaría que se quedara a jugar con ellos no tienen el presupuesto para pagarle lo que saben qué él vale.
  2. Ramírez les respondió que que su vida sería básicamente igual si gana $150 millones ó $200 millones y que prefiere tener $150 millones en Cleveland que $200 millones en otro lado

Es cierto que los montos que manejan estos atletas elite son monstruosos y que son cantidades de dinero absurdas. A mí ni se me ocurre que haría si tuviera tanto dinero. Es más que suficiente para que cualquier persona y sus siguientes x generaciones puedan vivir muy bien.

Pero también es cierto que $50 millones o más también es muchísimo dinero. Dejarlo sobre la mesa no ha de ser fácil.

Es refrescante ver que todavía, en el mundo de hoy, hay personas para las que que dinero no lo es todo. Me resulta fácil identificarme con ellos.

Un día completo

Conforme voy avanzando en mi camino de crecimiento personal, estoy empezando a medir los días más en términos de la calidad de mis experiencias que de mis resultados. Un paso a la vez estoy empezando a disfrutar lo que hago por la oportunidad de hacerlo y no por cómo me fue.

Hoy para mí, fue un día completo. Puede hacer 4 actividades que disfruté mucho:

  • Puede investigar acerca de hacía dónde va la industria del comercio conversacional y destilar lo que aprendí en una presentación. Generé varias buenas ideas para robustecer aún más nuestra propuesta de valor.
  • Pude presentarle Reach a 22 potenciales clientes. Me gusta ver como lo que hemos construido está por simplificar la vida de miles de comercios.
  • Pude ayudar a una persona que estoy “coacheando” a ver que su vida puede ser mucho más de lo que cree posible.
  • Pude jugar Softball!

Ahí lo tienen, un día completo. ¿Qué si estoy cansado? Claro que sí. Pero no todos los cansancios son iguales. El cansancio que viene de un día bien vivido siempre debe ser bienvenido.

Cuando lo que importan son las experiencias que vivimos y que tan intensamente las experimentamos, podemos garantizar que todos los días serán “buenos”.

Si podemos hacer esto día tras día, realmente viviremos una vida digna de admirar.

El arte de debatir

Me parece increíble lo rápido que muchas conversaciones se convierten en competencias para ver quién puede gritar más recio y perder el control más rápido. Cuando dos personas tienen puntos de vista diferentes, especialmente alrededor de temas que les son importantes, la apertura a la postura de la otra persona es prácticamente nula.

Escuchar, debatir educadamente y tratar de buscar una postura más sensata a la que ya se tiene. Ese es el objetivo al que se aspira al momento de tener un debate con otra persona. Nunca se debe perseguir tener la razón o buscar validar lo que ya se asume que es cierto. Nada de esto. La meta siempre es buscar aprender uno del otro. Descubrir algo nuevo. Cambiar la manera en que se piensa.

Debatir es un arte —y requiere de mucha práctica. También necesita de mucha humildad. Las personas arrogantes, inseguras y llenas de ego no pueden debatir. Su inclinación es pelear. No tienen otra opción. Siempre se están tratando de defender.

El arte de debatir:

  • Aprender es más importante que tener la razón
  • Reconocer que todos saben algo que nosotros no es seña de fortaleza
  • Sentirse herido cuando se descubre que algo que se creía cierto es, en realidad falso, solo es querer seguir viviendo engañado
  • No importa cuan recio se grite, la realidad sigue siendo la realidad
  • Escapar de un debate sobre algo importante solo es restarle importancia. Es decir, “mi comodidad emocional es más importante que lo que se está debatiendo”.

Relevancia

Mantenerse relevante es vital. Mantenerse relevante en este mundo tan cambiante es difícil. ¿Qué se debe hacer cuando algo vital se vuelve tan difícil? Entender.

La relevancia es vital porque el acceso a la información se ha democratizado a pasos agigantados. Hoy, la persona promedio maneja mucho más información que los más avanzados científico de hace 20 años atrás.

El acceso a la información amplia la cantidad de opciones que tienen disponibles las personas. Y cuando alguien tiene más opciones, lo más relevante es lo que gana. Ante tantas opciones, las personas se sienten más cómodas cuando encuentran lo que les es más relevante.

Cuando hay tanto ruido es difícil encontrar un poco de señal. En esta analogía, el ruido se refiere a las opciones irrelevantes y la señal es lo que es relevante. Nadie quiere ruido. Todos estamos buscando una señal clara.

Nadie se quiere perder una muy buena ensalada de pollo (el secreto para empezar a recibir más)

La habilidad de pedirle a los demás lo que queremos es un tipo de músculo. Mientras más lo utilizamos, más fuerte se pone. Las cosas que podemos o no obtener están muy correlacionadas con nuestra capacidad de pedir.

Por alguna extraña razón muchas personas crecen con una connotación negativa alrededor del verbo “pedir”. Dependiendo de la situación en que se encuentren, las sensaciones que experimentan al momento de pedir algo pueden ir desde no existentes hasta llegar a una fuerte ansiedad.

Experimentar emociones negativas al momento de querer pedir algo puede limitar severamente nuestra experiencia de vida. Aún así, asumimos que estas emociones están justificadas y llegamos a la conclusión de que es mejor quedarnos callados y ni siquiera preguntamos si lo que queremos pudiera ser posible. Perdemos sin siquiera haber jugado.

Por ejemplo, hace unos días estaba compartiendo con el equipo de Ubiquo y llegó la hora de almuerzo. Todos nos pusimos de acuerdo en a donde ir a comer. Yo lo único que quería era ir a un lugareño donde hubieran ensaladas. Pues resulta ser que en donde paramos NO habían ensaladas en el menú 😠.

Bueno, pues después de revisar el menú varias veces me convencí, “acá no hay ensaladas”. Mientras tanto, el mesero diligentemente iba tomando las ordenes de todos y rápidamente se acercaba a mí. Y yo, sin saber qué jodidos pedir.

Bueno, finalmente llegó mi turno. Todavía no sé porque las siguientes palabras salieron de mi boca pero eso es lo que salió. “Disculpe, ¿Sé que en el menú no hay pero quisiera saber si tendrán algún tipo de ensalada?”

“Sí tenemos, el chef prepara una muy buena ensalada de pollo.”, llegó la inesperada respuesta. —“¿Quisiera ordenar una?”. ¿Que si quería ordenar una? ¡Por supuesto que sí!

En fin, la ensalada que llegó estuvo muy, muy buena. De hecho, he regresado 3 veces a ese restaurante a pedir una ensalada que ni siquiera está en el menú. ¿Quién lo diría?

La moraleja es que si los demás no saben qué es lo que realmente queremos, no nos lo pueden dar. Muchas veces decidimos callar y conformarnos con cosas que no queremos o nos acomodamos con algo que no es lo que consideramos ideal.

Esto nos sucede en el trabajo, en la casa y con nuestras familias y amigos. Al final del día estamos limitando nuestra experiencia de vida por permanecer callados. Creo que esto es vendernos barato.

Los invito a hacer un inventario de todo lo que han dejado de recibir por simplemente no pedirlo. Es cierto, no todo lo que se pide se obtiene pero también es cierto que nada de lo que se deja de pedir se recibe.

¿Se animan a hacer un listado de todo lo que se han perdido por no pedir? Seguro que tan solo leer este listado les fortalecerá el músculo de “pedir”.

Al fin, a nadie le gusta perderse las mejoras cosas en la vida, como las muy buenas ensaladas de pollo que no están en el menú.

La píldora amarga (ánimo Fluffy)

Muchas de las medicinas y tratamientos médicos son desagradables. Las medicinas saben mal y a veces tienen fuertes efectos secundarios. Los tratamientos a menudo son dolorosos y muy incómodos. Aún así, tomamos las medicinas y nos sometemos a los tratamientos porque sabemos que son el precio a pagar para luego disfrutar de la cura.

Pareciera ser que en una broma de muy mal gusto que el universo nos está jugando, este patrón de molestia -> mejora está presente en todos lados. Como que no hay cura sin molestia previa.

Para tener un cuerpo fuerte, antes debemos pagar con la incomodidad e incluso, el dolor del ejercicio. Poder tener las cosas que queremos requiere de arduo trabajo. Todo en este mundo tiene un precio, incluyendo la salud.

La píldora amarga no es agradable, de hecho, es espantosa. Pero a veces es necesario tomarla. Es muy sabio aceptar que todo lo bueno en la vida tiene un precio que hay que pagar.

No es lo mismo ver una situación difícil como un derecho de piso a pagar que como una injusticia del universo. Anda, tómate la píldora amarga, es el único camino para llegar a donde sea que quieres ir.

Pd. Cómo me gustaría que el Fluffy se pudiera sentar a leer este post. Así entendería que su rasurada y medicina de hoy (píldora amarga) fue necesaria para que su piel pueda estar mejor de hoy en adelante.

¡Ánimo gatito!

La capacidad de violencia

Anoche, después de la respectiva maratón de baseball, vimos Finch en Apple TV . Qué buena película. Bueno, eso es algo que era de esperarse con Tom Hanks haciendo el papel principal al lado de un perro y un robot.

Me interesa bastante que entiendan el contexto general de la película para que entiendan a lo que me refiero con “capacidad de violencia”. Acá les dejo el trailer para que lo puedan ver antes de continuar leyendo.

Ahora, a lo que venimos. No sé en que campo caigan ustedes pero yo creo que dadas las condiciones correctas, todos los seres humanos somos capaces de ser violentos. Ya sea por defensa personal, presión, miedo, o algo similar, el recurso de la violencia es algo que todos estamos dispuestos a utilizar en algún momento.

Si me imagino viviendo en un mundo post-apocalíptico como en el que se desarrolla Finch, uno en el cual tuviera que luchar por comida para mi familia, si tuviera que usar violencia para conseguirla, probablemente lo haría.

Claro, todo esto son solo ejercicios mentales. Realmente no puedo saber cómo me comportaría en una situación en la que nunca he estado. Tan solo puedo especular.

Quisiera poder sentarme aquí a decir que bajo ninguna situación recurriría a la violencia pero para ser completamente honesto, creo que todos, en un momento de desesperación, podríamos jalar la palanca de la violencia. Incluso yo.

Cuando los días se sienten diferentes (son lo que queremos que sean)

No sé si a ustedes les pasa lo mismo pero para mi cada día de la semana tiene su propia personalidad. Los domingos se sienten distintos que los viernes. Los miércoles no son lo mismo que los martes, y así con cada día de la semana.

Creo que el tinte de cada día, esa personalidad que percibo en cada uno de ellos, nace con la rutina y las actividades que normalmente se dan durante cada intervalo particular de 24 horas. Los lunes son días de reuniones con mi equipo y durante una temporada del año, de Monday Night Football. Los sábados y domingos probablemente habrá Baseball con Chris. Los jueves por la noche entrenamos bateo con los niños. Y así sucede con cada día.

Esas actividades y cómo las experimentamos son las que le dan un color único a cada día. No son los días en sí los que que tienen personalidad. Por ejemplo, hoy es domingo por la noche y usualmente a esta hora ya me estoy preparando para ir a dormir. Pero hoy, cómo mañana empieza mi descanso de Semana Santa, se siente más como un viernes. Me acabo de tomar un café y me estoy preparando para ver una película con la familia.

Los días se sienten diferentes por lo que hacemos con ellos. Los días se sienten diferentes por cómo nos escogemos sentir.

Los días realmente no son ni buenos ni malos. Los días siempre son como nosotros queremos que sean.