Las migajas correctas

Cada acción que tomamos es una migaja que dejamos regada por el mundo. Estas migajas que van quedando tiradas por todos los caminos por los qué pasamos son utilizadas para identificarnos. En otras palabras, lo que constantemente hacemos es la referencia que los demás utilizan para inferir quienes somos.

El rastro de migajas puede ser corto o largo. Puede ser que una acción que tomemos por la mañana nos alcance por la tarde. O puede ser que sean décadas completas las que se requieran para vincular la migaja con nosotros. En realidad no importa. Todo lo que hacemos, o incluso, todo lo que dejamos de hacer tiene nuestra huella y tarde o temprano se nos atribuirá.

Esto es magnifico. Nos da la oportunidad de enviar señales a todo el mundo todo el tiempo. Las señales que enviamos le indican a las otras personas qué tipo de personas somos. Son estas señales las que abren y cierran puertas. Son las migajas las que nos traen las oportunidades y nos cierran caminos. Si quieres que las mejores personas y oportunidades te encuentren asegúrate de que estás dejando tiradas las migajas correctas.

Nuevas habilidades

Conforme una persona avanza en su carrera profesional, los proyectos en los que participa exigen cada vez más habilidades.

Por ejemplo, un contribuidor individual avanza a un puesto gerencial. En ese momento los proyectos y funciones requieren el desarrolle de nuevas habilidades. En este caso hablamos principalmente de habilidades gerenciales y de manejo de personal.

Es inevitable, con el crecimiento profesional viene la necesidad de desarrollar nuevas habilidades y el desarrollo de nuevas habilidades abre las puertas del crecimiento profesional.

Hay momentos en la carrera de toda persona en los que se presenta una oportunidad o un cambio abrupto que requiere de un cambio dramático de dirección —crecimiento profesional. Muchas personas se paralizan en estos momentos y no hacen más que ver la oportunidad o la crisis pasar. Estos son momentos decisivos que tan solo se pueden aprovechar si se adquieren nuevas habilidades.

Cada situación es diferente y que habilidades se deben adquirir para salir adelante son específicas a cada oportunidad o crisis. Es de vital importancia tener la capacidad de autoanálisis para que cada quién pueda identificar de una manera honesta que puede hacer ahora y que habilidades nuevas necesita aprender. Sin este conocimiento personal es imposible identificar qué habilidades nuevas se deben desarrollar.

Es importante mencionar que este es el paso crucial en el proceso de adquisición de nuevas habilidades. Es muy fácil que una persona se engañe a sí misma y que crea que no necesita desarrollar nuevas habilidades para seguir adelante. Una vez que una persona acepta que debe cambiar para lograr más, el proceso de aprendizaje es posible.

Un día a la vez

Al momento de empezar un proceso de cambio muchas personas caen en la trampa de querer hacer demasiado en poco tiempo. No darle suficiente tiempo al proceso es la razón principal por la que muchas personas dejan sus sueños tirados.

Al igual que el maratonista que dosifica su carrera para llegar en buen estado al final, cualquier persona buscando hacer un cambio positivo en su vida debe saber llevar un ritmo sostenible que vaya de acuerdo a sus capacidades.

El entusiasmo de empezar algo nuevo o la ilusión de tener una nueva vida son emociones poderosas que pueden traicionar. Es imprescindible saber mantener el ritmo y no tratar de hacer demasiado desde la salida. Caer presa de las emociones y la energía del arranque usualmente tiene consecuencias negativas —como no poder terminar la carrera.

Po eso es recomendable ajustar las expectativas de acuerdo a un proceso gradual que gane momentum un día a la vez. Hay que estar atento a que habrán días buenos y habrán días malos. Se debe reconocer que las habilidades necesarias para llegar a obtener los sueños que queremos alcanzar no se desarrollan de la noche a la mañana. El camino de la grandeza se debe recorrer un día a la vez.

Tanto por aprender

Cada pequeña cosa que hacemos que nunca antes hemos hecho implica aprender algo nuevo. Si somos honestos y nos detenemos a pensar un poco debemos reconocer que esto significa que tenemos mucho por aprender.

Si tomamos las cosas que ya sabemos hacer y las comparamos contra el universo total de cosas que se pueden hacer nos daremos cuenta que en realidad sabemos hacer muy pocas cosas. Y de esas pocas cosas que ya sabemos hacer, ¿Cuántas de ellas sabemos hacer realmente bien?

Creo que hacer algo con mediocridad es muy diferente que hacerlo con excelencia. Por ende, llevar nuestro nivel de experticia de mediocre a espectacular también es aprender algo nuevo. Este proceso de mejora también implica que debemos aprender los detalles escondidos de lo que queremos perfeccionar.

¿Qué es lo que da miedo de verdad? Que dejar de aprender significa congelar nuestras vidas y quedarnos tal y cómo estamos. Es seguir haciendo todo lo que hacemos exactamente igual que como ya lo sabemos hacer. Nada sería mejor y tampoco nada sería peor. Sin importar qué pase, siempre reaccionaremos de la misma manera. Si me lo pruebo se siente cómo vivir la vida de una planta. Mmm, prefiero seguir aprendiendo.

Hay tanto por aprender y tantas cosas nuevas que vivir. Hay tanto por aprender y tantas caídas por sufrir. No dejemos que la comodidad nos impida construir. Podemos ser mucho mejores si tan solo seguimos aprendiendo hasta que llegue la hora de morir.

Cuando finalmente se ve lo que no se puede ver

Todos hemos estado ahí. Alguien nos ayuda a ver algo que era invisible para nosotros y una vez que lo logramos ver no lo podemos dejar de ver jamás. Nuestras vidas no volverán a ser las mismas. Este es el poder de los cambios de paradigma.

Todos tenemos un set de creencias fundamentales de cómo consideramos que funciona el mundo. Todo lo que creemos verdadero y posible en el mundo lo construimos sobre estas hipótesis que creemos que son verdades. No podemos ver nada que esté más allá de estos paradigmas y todas nuestras acciones reflejan la congruencia de estas creencias. Es decir, no nos podemos comportar de una manera que no esté alineada con nuestras creencias fundamentales —si creo que soy malo para matemáticas no podré resolver problemas matemáticos.

Un ejemplo nunca está de más. Si yo tengo la creencia de que solo las personas extrovertidas son buenas para vender y resulta de que yo soy una persona introvertida, sin duda alguna tendré problemas para vender cualquier cosa. Es más, ni siquiera intentaré aprender a vender. Pero, ¿Qué pasa si en realidad vender tiene que ver más con la cantidad de tiempo, esfuerzo y estudio que alguien le dedica a ser un buen vendedor que con el tipo de personalidad que tiene? Entonces me habré perdido de poder llegar a ser un gran vendedor simplemente por que no podía ver que con tiempo y esfuerzo lo podía lograr. Para mí ser un gran vendedor simplemente no era posible por qué creía que mi personalidad no era la adecuada.

Y así una y otra vez estaremos chocando contra las paredes invisibles de como creemos que funciona la realidad hasta que una experiencia o una buena conversación con alguien nos ayuda a ver un poco más de cerca lo que es real y nos hace un poco más visible aquello que no se puede ver.

El trabajo importante está adentro, no afuera

He estado pensando mucho en cuál es el factor decisivo que determina que tanto podemos lograr en la vida. Para buscar una respuesta honesta he estado reflexionando sobre mi propio trayecto de vida y esto es lo que he encontrado hasta el momento.

Por alguna razón el mundo físico (externo) nos parece bastante más real que el mundo mental (interno). Por ejemplo, creemos que una reja puede hacer un mejor trabajo de limitarnos que el miedo. Nada podría estar más lejos de la verdad. Solo imaginate estar parado en un avión con la puerta totalmente abierta frente a ti. ¿Qué tan fácil te resulta saltar?

Ahora, a la parte personal del asunto. Como algunos de ustedes sabrán, nací sin el antebrazo derecho (mundo externo). Afortunadamente todas mis facultades mentales y emocionales (mundo interno) parecieran estar más o menos dentro de los parámetros de lo que se puede considerar normal —al menos eso me gusta creer :-).

Lo interesante es que a pesar que mi “limitante” principal pareciera ser física (externa) todavía no me he topado con algo que no haya podido hacer por no tener el antebrazo. He jugado baseball a nivel de selección nacional, toqué guitarra en un grupo de rock con el que grabamos 3 discos, estuve en los equipos de basket ball, volleyball y baseball del colegio, puedo manejar carros mecánicos y hasta cambio los garrafones de agua en la casa.

Aún así, no todo es color de rosa ya hay muchas cosas que aún no he podido hacer. Y cada una de ellas se debe a algún miedo o creencia limitante dentro de mí (mundo interno). Hay conversaciones difíciles que no puedo tener o decisiones que postergo porque no quiero enfrentar las consecuencias si algo llegará a salir mal. Veo pasar oportunidades que podría aprovechar pero no tengo el valor de perseguir. En fin, todas las cosas que quiero lograr y aún no he podido alcanzar es porque algo dentro de mí me está limitando. Es evidente que lo que puedo o no lograr tiene más que ver con mi capacidad de manejar mi mundo interno que mi mundo externo. Mi experiencia y recomendación es que el trabajo que hay que hacer está adentro de nosotros, no afuera.

Espero que esta reflexión le ayude a más de alguien y quiero que sea una invitación para pensar un poco más en qué es lo que realmente está limitando la vida de cada uno de ustedes.

Construir y crecer

Todo el tiempo estamos construyendo. Podemos construir cosas buenas o cosas malas. Ya que construir siempre requiere tiempo y esfuerzo, creo que es mejor construir cosas buenas —me parece un mejor uso de nuestro tiempo en este planeta.

La capacidad que tenemos para construir está limitada por el tipo de personas que somos. Si queremos construir cosas más importantes antes debemos convertirnos en las personas que lo pueden construir. Es decir, debemos construirnos por dentro primero.

Todo lo que hacemos en el mundo es un reflejo de lo que somos. Simplemente no podemos manifestar algo allá afuera que no tenemos por dentro. Lo que podemos y lo que no podemos hacer es un espejo de lo que somos. Mientras más crecemos como personas, más podemos hacer.

Si en este momento hay algo que queremos pero no lo estamos pudiendo alcanzar hemos recibido un verdadero regalo. La realidad nos ha entregado la posibilidad de construir algo en nuestro interior que nos convertirá en las personas que si lo pueden alcanzar. La realidad nos ha regalado la oportunidad de crecer.

Tensión

Es muy probable que al leer la palabra “tensión” muchos de ustedes experimentaron algo de incomodidad. La tensión se relaciona con situaciones que muchas personas calificarían como indeseables.

Por ejemplo, las personas experimentan “tensión” cuando tienen conversaciones difíciles, cuando le exigen a sus cuerpos y cuándo ponen su cerebro a trabajar. A la vez, es la tensión la que hace que las relaciones se fortalezcan, que los músculos crezcan y que las mentes se desarrollen. Sí, la tensión no se siente bien pero es necesaria para el crecimiento.

Estar atento a en donde hay y en donde no hay tensión ayuda a una persona a identificar las áreas de su vida en donde puede estarse estancando. Regularmente, si no hay tensión en algún área de la vida, esa área no está progresando. La falta de tensión es una bandera roja.

Al mismo tiempo, el exceso de tensión tampoco es sano. Experimentar tensión intensa o prolongada es a su vez otro tipo de bandera roja. Usualmente este tipo de situación indica que la persona está realizando actividades que no están alineadas con sus valores.

La tensión es algo bueno cuando se sabe manejar y se entiende que es un componente indispensable para el desarrollo de una persona. Es una buena idea estar atento a el nivel de tensión que se está experimentando en todo momento. Si no hay tensión no se está creciendo. Si hay demasiada tensión, probablemente se está caminando por el camino que no es.

El momento es ahora

No el año que viene. Tampoco mañana. Mucho menos “algún día”. Ahora.

Es en este preciso momento que tienes el poder de decidir, el poder del compromiso. Tal vez no vas a lograr lo que quieres ahora pero si puedes cambiar la dirección de tu vida en este instante. Todo lo que tienes que hacer es decidir, comprometerte.

¿Decidir qué? Cómo quieres que sean las cosas. Si quieres cambiar, primero tienes que definir hacia dónde quieres marchar. Si no tienes esto claro, no hay camino en esta tierra que te pueda llevar hacia allá. Ya sabes en dónde estás hoy (a menos que no tengas la honestidad interior de reconocerlo) pero aún no tienes claro a dónde quieres ir. Y esa es parte del problema. La parte del problema que puedes resolver ya.

Tómate un tiempo ahora para hacer un compromiso contigo mismo. Un compromiso de cambiar. Un compromiso inquebrantable. Toma la decisión de no tolerar mas las cosas como son. Decide nunca más volverte a dar por vencido ante el miedo que por siempre te ha logrado paralizar.

Siéntate a pensar en que tipo de futuro quieres para tu vida. Visualiza, de la manera más clara que puedas, como quieres que sea todo a tu alrededor. Cuando tengas una visión clara, que te mueva desde lo más profundo de tu ser, ha llegado el momento de hacer tu plan y construir. Pero por ahora, en este preciso momento, todo lo que tienes que hacer es decidir y comprometerte a cambiar. Nada más.

Herido, pero no de muerte

No es una mala posición en la cual estar. Si alguien está herido pero no de muerte, seguro hay algo que puede aprender porque está herido y también tiene oportunidad de volverlo a intentar porque no ha muerto. ¡Lo mejor de ambos mundos!

Estar herido, implica que algo no salió bien. Algo sucedió que no se esperaba y de cierta manera hizo algún tipo de daño. Estar herido no se siente bien y muchas veces trae consigo dolor (físico o emocional). Sea como sea, estar herido siempre es una oportunidad para aprender y no volver a llegar a la misma situación y experimentar el mismo dolor. Es una puerta al cambio positivo.

A veces la herida es tan grande que puede causar la muerte. Una vez más, como en el caso del dolor, la muerte puede ser física o emocional. En cualquier de los dos casos, la oportunidad de intentarlo una vez más deja de existir. El aprendizaje estuvo ahí pero ya no hay nada que se pueda hacer para corregir rumbo.

Otras veces la herida es fuerte pero no es de muerte. El aprendizaje es grande y las lecciones que llegan pueden cambiar una vida para siempre. Es este punto medio en donde, si se va a experimentar una herida, se quiere estar porque al seguir viviendo la persona puede aplicar el aprendizaje y salir aún más fuerte del otro lado de su lesión.