Nuestra participación en el ciclo de la vida

La vida es una constante sucesión de ciclos. También se puede decir que la vida en sí es un ciclo. Todo los ciclos empiezan y todos los ciclos terminan. Nada es permanente y todo tiene que nacer al igual que todo tiene que morir. Es la naturaleza de todas las cosas.

Muchas veces no empeñamos en luchar en contra de el flujo natural de las cosas y nos reusamos a colaborar con los ciclos que naturalmente se están desarrollando a nuestro alrededor. Nos hacemos los de la vista gorda y oídos sordos. Simplemente ignoramos lo que ocurre a nuestro alrededor y lo único que nos importa es que el mundo cumpla con cada uno de nuestros deseos.

Es de esta manera de ver las cosas, o mejor bien dicho, de no ver las cosas, que nacen la mayoría de obstáculos y frustraciones en nuestras vidas. Las cosas no serían tan difíciles si tan sólo prestáramos un poco más de atención y escucháramos un poco más. Si dejáramos de estar peleando y resistiéndonos a lo inevitable.

Hay tanta energía que desperdiciamos en no aceptar que las cosas son como son. Si tan sólo pudiéramos direccionar esa energía de una manera constructiva a activamente jugar nuestro rol en lo que queremos cambiar no solo lograríamos mucho más sino que también tendríamos una mucho mejor experiencia avanzando por nuestro ciclo de vida en este breve tiempo que tenemos para caminar en la faz de este bello planeta Tierra.

Mientras haya tiempo

Mientras haya tiempo hay que usarlo bien. El único tiempo que realmente perdemos es el que se escapa de nuestras manos cuando ya no podemos dar marcha atrás. Mientras tanto, el tiempo que aún tenemos por vivir tan solo lo podemos perder si así lo decidimos hacer.

Mientras haya tiempo hay esperanza. Mientras haya tiempo podemos mejorar. Mientras haya tiempo podemos cambiar las cosas que queremos que sean diferentes y apreciar las que ya son parte de nuestro ser. Mientras haya tiempo podemos escoger ser felices. Mientras haya tiempo podemos soñar. Y también hacer nuestros sueños realidad.

Mientras si quiera haya un poco de tiempo que aún podamos aprovechar todo lo que queremos lograr sigue siendo totalmente posible de alcanzar. ¡Mientras aún haya tiempo, no hay nada que no podamos conquistar!

Siempre habrá algo mejor

Es indudable. No importa qué sea lo que estemos evaluando, siempre habrá algo mejor. Ya sea que estemos evaluando nuestro rendimiento, la calidad de nuestro carro, la modernidad de nuestra computadora o nuestros resultados, la realidad es que si nos comparamos contra el futuro, siempre habrá algo mejor.

Claramente esta no es un receta efectiva para encontrar felicidad. Después de todo, si constantemente estamos evaluando todo contra “lo que pudiera ser” nunca estaremos satisfechos. Siempre habrá algo que haga falta. Esta no es una manera sana de vivir.

Se me ocurre que una manera más efectiva de vivir puede ser estar constantemente evaluando lo que hoy somos contra lo que alguna vez fuimos. Si hoy evalúo lo que sé hoy contra lo que sabía hace 10 años obviamente me sentiré bien al ver todo el progreso que he realizado. Si comparo el carro que hoy tengo contra el primer carro que pude comprar la diferencia es abismal. Etc., etc.

La realidad es que siempre habrá algo mejor. Lo único que podemos hacer es dejar de mantenernos atados a esa sensación de carencia por no tenerlo y empezar a sentir una profunda gratitud de haber podido llegar hasta donde estamos hoy. En el momento que enfocamos nuestra atención en lo mucho que ya hemos logrado y nos dejamos de enfocar en lo que aún no tenemos nuestra experiencia cambia y liberamos energía infinita que nos permitirá hacer el trabajo necesario para llegar al siguiente nivel.

Sí, siempre habrá algo mejor y si hoy hacemos lo que nos toca hacer, mañana nosotros también seremos mejores.

¿Cómo sería vivir sin aquello de lo que te quejas?

Hay tantas cosas de las que nos quejamos. Personas, situaciones, eventos, resultados. En un buen día casi que nos podríamos quejar de todas estas cosas.

En esos momentos de frustración, negatividad y francamente, de berrinche, estamos dispuestos a hacer casi cualquier cosa para eliminar aquello de lo que tanto nos estamos quejando.

Detesto a mi jefe. Ya no aguanto a mi esposa. Mi trabajo es una porquería. Me vuelven loco mis hijos. Mi carro es una basura. Ya saben cómo es.

Pues hoy los quiero invitar a reflexionar brevemente en lo siguiente.

Si nos detenemos por un momento a contemplar cómo serían nuestras vidas sin tener aquello de lo que nos quejamos podemos empezar a apreciarlas y a cambiar todas esas quejas por un profundo sentido de gratitud. Algunos ejemplos:

¿Cómo sería su vida si no tuvieras ese trabajo de porquería? Tal vez no podrías pagar tus cuentas y estarías endeudado. A lo mejor no hubieras construido tu curriculum y no tendrías la experiencia necesaria para saltar a tu siguiente trabajo.

¿Cómo sería tu vida si nunca hubieras conocido a tu esposa? Esos niños que tanto quieres nunca hubieran nacido. Todos esos maravillosos recuerdos que tal vez no quieres revivir por despecho desaparecerían para siempre.

¿Cómo sería tu vida sin esa basura de carro? Seguro te mojarías de vez en cuando cuando llueve y tienes que caminar desde el bus hasta a tu casa. También tendrías que salir una hora antes para llegar al trabajo y regresarías una hora después todos los días.

Sí, vivir sin aquello de todo aquello de lo que te quejas sería peor. Mucho peor. Una de las decisiones fundamentales que todos tenemos que tomar es cómo vemos cada situación. Podemos escoger ver lo que le hace falta a lo que ya tenemos o podemos escoger ver cómo lo que tenemos es mucho más que nada.

Cómo una vez dijo un caballero templario en Indiana Jones: “Escoge sabiamente o morirás una muerte terrible”.

Existe un lugar, yo lo he visto

Hay un lugar en donde el sufrimiento no existe. Hay un lugar en donde todo está bien y en donde el sufrimiento no puede entrar. En este lugar el cielo siempre es azul, las tormentas no existen y la paz se respira desde que se nace hasta el último suspiro que llega antes de morir.

He visto este lugar. Es un lugar real y no es un sueño utópico que creemos que tan solo puede existir en las palabras de esa novela perfecta escrita por un escritor con una gran imaginación. Créanme, este lugar existe y está mucho más cerca de lo que nos han enseñado a creer.

El sufrimiento es una creación humana y fuera de la mente que lo crea el sufrimiento no puede subsistir. Si nos detenemos a contemplar la naturaleza que nos rodea muy pronto nos daremos que en ella el sufrimiento no existe. Su existencia está reservada para los seres humanos que deciden sufrir.

Este lugar, maravilloso y perfecto, en donde el sufrimiento no puede llegar a tomar prisioneros es pequeño, muy pequeño. Es tan pequeño que hasta se podría decir que es imperceptible. Este lugar, aunque existe y es totalmente real, nadie lo puede ver pero todos los pueden habitar. Este lugar del que hoy les estoy hablando está dentro de cada uno de nosotros y todo lo que tenemos que hacer para poder vivir en el es descartar la idea de que necesitamos que el mundo exterior se de esta o aquella manera para que nosotros podamos estar completamente bien en donde realmente importa: adentro.

La primera es la que cuesta

Hoy pasé una buena parte del día tratando de actualizar la versión de Mattermost que utilizamos en la oficina. Para ser más preciso, estuve trabajando en actualizar la versión de Mattermost que corre en nuestros servidores.

En mi rol como CEO de la empresa esta no es una actividad que usualmente haga. De hecho, ya habían pasado más de 5 años en que yo no entraba a un servidor per al ser hoy feriado y yo siendo una persona a la que le gusta todo lo que tiene que ver con servidores me di a la tarea.

Cómo era de esperarse el camino no fue fácil. Para empezar tuve que hacer muchas cosas por primera vez:

  1. Conectarme por VPN al Wiki de la empresa para encontrar la documentación de cómo actualizar el servidor.
  2. Identificar en qué servidor está corriendo el servicio.
  3. Conseguir una llave privada para conectarme al servidor por SSH.
  4. Identificar el directorio activo de la instalación.
  5. Hacer backups y actualizar el servicio.

El mayor aprendizaje que tuve hoy es a no tener miedo de hacer algo por primera vez. Sí, la primera vez es la que más cuesta. Hoy me habré tardado unos 20 minutos en lograr mi primer conexión por SSH al servidor. Ahora que lo acabo de hacer lo hice en 15 segundos. Algo similar me ocurrió con todos los demás procesos. La primera vez, cuando no sabemos que estamos haciendo, es la que más cuesta.

Cuando no sabemos hacer algo el proceso nos cuesta y nos lleva tiempo. Es en estos momentos que debemos recordar que la única manera en que podremos llegar algún día a dominar algo nuevo es invirtiendo el tiempo para aprender a hacerlo bien hoy.

No querer pagar el precio

Muchos de los descontentos que experimentamos vienen del simple hecho de que no queremos pagar el precio que cuestan las cosas.

Queremos tener más dinero pero no queremos más trabajo o responsabilidad.

Queremos salud pero no queremos cuidar nuestra dieta ni hacer ejercicio.

Queremos aprender pero no queremos estudiar.

Queremos amor pero no queremos perdonar.

Queremos felicidad pero no queremos soltar nuestros apegos.

Queremos tener una nueva vida pero no queremos soltar la vida que ya tenemos.

Queremos innovación pero no nos queremos equivocar.

Queremos ser los mejores pero no queremos fracasar.

Queremos vivir en paz pero no queremos soltar el enojo que está en nuestro corazón.

Todos tenemos muchas cosas que queremos. Muy pocos estamos dispuestos a pagar el precio que esas cosas cuestan. Esto causa una situación de descontento pues cuando pensamos así creemos que el mundo es injusto y que nos está privando de lo que queremos cuando en realidad lo que está pasando es que somos nosotros mismos los que estamos escogiendo no poner el esfuerzo necesario para aprovechar las oportunidades que el mundo no está dando todos los días.

Ver todas estas oportunidades ir y venir sin sentir que podemos hacer algo para tomarlas no se siente bien, no es una buena forma de vivir. No querer pagar el precio nos limita. Es mucho mejor terminar el día exhaustos y adoloridos pero sabiendo que tarde o temprano esa oportunidad que estamos persiguiendo será nuestra pues estamos trabajando duro para alcanzarla.

Una mejor pregunta

¿Qué me va a pasar? es una pregunta que está llena de miedo. Asume que no tenemos injerencia sobre lo qué va a pasar y que de alguna manera somos víctimas de lo que está ocurriendo. Niega la ley de causa-efecto y crea mucho temor.

¿Qué puedo hacer? es una mejor pregunta porque está llena de posibilidades. Nos pone en el centro de la acción y nos fuerza a buscar una solución. ¿Qué puedo hacer? no está construida con miedo, esta construida con valentía y responsabilidad. ¿Qué puedo hacer? es la pregunta que nos debemos hacer para encontrar el camino hacia adelante.

Construir nuevas habilidades

El tiempo pasa y nuestros roles cambian. Lo que hoy nos toca hacer definitivamente no es igual a lo que nos tocaba hacer hace tan solo unos cuantos años. Claro está que esto aplica a cada una de las diferentes áreas de nuestras vidas: familia, personal, profesional, hobbies, etc.

Definitivamente que lo que nos trajo hasta acá no nos va a llevar para allá. Lo que en épocas pasadas nos funcionó ya no nos funcionará ahora. El mundo esta en constante crecimiento y si hemos hecho bien las cosas lo que ahora nos toca hacer es más complejo que lo que anteriormente hacíamos. Es así como nos damos cuenta que estamos avanzando —con cada paso que damos se nos exige un poco más.

Cuando alguien empieza a correr se le pide que corra 200 metros y que descanse 100. Luego, después de un poco de entreno se le pide que corra 500 y que descanse 100. Después de varios meses de esto la persona podrá correr 10 kilómetros sin parar. Si esta persona quiere correr una media maratón o quiere correr los 10 kilómetros en menos de una hora el entreno sin duda alguna será otro. Será más difícil, más complejo porque la meta es más grande y la persona ya ha avanzado. Que el entreno le exija más es la evidencia de que ha progresado al punto en que ya puede correr 10 kilómetros sin parar.

Lo mismo ocurre en todo lo que hacemos en la vida. Primero desarrollamos la habilidad de sumar 2 2. Años después aprendemos a derivar y hacer integrales. Primero fundamos una empresa con un amigo y cableamos un par de redes. Años después lideramos un equipo de personas altamente calificadas que están convirtiendo los chats de miles de empresas en puntos de venta digitales.

Cada paso hacia adelante requiere que aprendamos nuevas habilidades. Si no estamos aprendiendo no estamos avanzando y esto es muy peligroso porque no avanzar es cómodo y si no tenemos cuidado puede ser adictivo. Así que hoy te recomiendo que te preguntes, ¿que nuevas habilidades he aprendido en los últimos 3 meses? Si la respuesta es ninguna es hora de despertar y aprender algo nuevo para poder seguir creciendo.

Todo o nada

Hoy me di cuenta de algo que hago todo el tiempo y que hasta hoy no había identificado. Muchas de las evaluaciones que hago sobre lo que ocurre a mi alrededor son absolutas. O califico algo como un éxito rotundo o lo tacho como un fracaso abismal. Usualmente no hay un punto medio.

Aparte de esto me di cuenta que también tengo una manera muy similar de trabajar en mis actividades. O las práctico de una manera extremadamente diligente hasta llegar a dominarlas o simplemente no las hago. Me cuesta pensar en algo que haga a medias.

Haber visto esto hoy es un gran paso en mi crecimiento. Tener presente este patrón de conducta me ayudará a cambiarlo. Sé que ver el mundo a través de este lente no me ayuda para nada. Definitivamente es algo que quiero dejar atrás.

El mundo fue creado a colores, no en blanco y negro. Todo lo que hago, incluso mis fracasos, tienen algo de positivo. Nada es totalmente malo al igual que nada es completamente bueno. Este es un buen momento para dejar de vivir mi vida en binario —eso solo le sirve a las computadoras. Soy un ser humano y para disfrutar de mi mejor vida tengo que cambiar los unos y ceros por los maravillosos matices de color que la naturaleza me está regalando.