El trabajo de cambiar

El trabajo de cambiar siempre es nuestro, no de los demás. Un día nos despertamos y nos damos cuenta que no soportamos a una persona con quien interactuamos todos los días. ¡Qué pena! Es en este momento cuando empieza la batalla campal de ver quién va a cambiar a quien.

Pero al igual que muchas otras, esta es una batalla sin sentido. Para empezar, es imposible que una persona logre cambiar a otra. ¡Qué fácil se nos olvida que los otros también tienen libre albedrío!

Un mejor camino es reconocer que el problema está en nosotros y no en la otra persona. ¿Acaso no es cierto que hay otros que interactúan con esta persona y no tienen el mismo problema que tenemos nosotros con ella? De hecho, hay personas a quienes les fascina compartir con las personas que nosotros aborrecemos. Algo anda mal.

Esto no es fácil de digerir. Es difícil reconocer que esas abominables reacciones que tenemos ante otras personas son responsabilidad nuestra, solo nuestra. No tienen nada que ver con la otra persona. Si la otra persona realmente fuera “defectuosa” de alguna manera todos reaccionarían igual que nosotros en su presencia. Esto simplemente no es así. Sí, somos nosotros.

Las reacciones que tenemos ante otras personas y todo lo que ocurre a nuestro alrededor son nuestras, solo nuestras. Es lo más sagrado y personal que tenemos. Es de acá de donde nace nuestra libertad. Con esta libertad también se origina una gran responsabilidad, la responsabilidad de decidir cómo queremos experimentar nuestras vidas pues nuestra experiencia de vida solo está determinada por cómo decidimos reaccionar ante las personas y eventos a nuestro alrededor.

Así que la invitación es la siguiente: deja de tratar de cambiar a las demás personas. Deja de tratar de cambiar todo lo que ocurre a tu alrededor. Eso es un proyecto imposible de lograr.

Empieza a ver hacia adentro y trata de entender. Trata de entender de dónde vienen tus reacciones y tus emociones. Aquí si hay tierra fértil pues son tus reacciones y emociones lo único que está bajo tu total control. Una vez que las logres entender muy pronto las podrás cambiar y con esto mágicamente habrás cambiado todo el mundo a tu alrededor.

Si quieres cambiar tu vida este año que está empezando, solo hay un camino. Hacer el trabajo de cambiar tú.

El dolor cómo información faltante

El dolor es una de las sensaciones más viscerales y primarias que experimenta el ser humano. Pensándolo bien, el dolor es algo que todos los animales comparten pero para los efectos prácticos de hoy, nos estaremos centrando en la experiencia humana.

A nivel biológico el dolor no es nada más que el disparo de nervios especializados. Es algo que se siente en el cuerpo y existe para avisar que algo no está bien. En el siguiente nivel, el nivel psicológico, está el significado que cada quien le asigna al dolor que siente. El significado personal que se le asigna al dolor es el sufrimiento. El dolor es mandatorio, el sufrimiento es opcional.

Ahora bien, está claro que el dolor es una herramienta evolutiva invaluable. Sin él, ninguno de nosotros estaría acá. El dolor es necesario para sobrevivir, es el encargado de avisar que el cuerpo está dañado. Pero hay algo aún más importante que el dolor puede hacer. Avisa que se está recibiendo información que antes hacía falta.

La manera más fácil de entenderlo es con un ejemplo. Imaginemos que estás caminando hacia el baño de tu dormitorio a media noche y las luces están apagadas. Estás medio sonámbulo y pateas la pata de la cama. El dolor es inmediato y muy intenso. Hay información que te hacía falta. Sino no hubieras pateado la pata de la cama. No sabías que estaba ahí. El dolor te da la información que hacía falta: la pata de la cama está ahí.

Siempre que hay dolor se recibe información que hacia falta. No importa si el dolor es físico o emocional. Cuando se experimenta dolor es por qué hay información desconocida que se está haciendo presente de manera inmediata. El dolor es nueva información. En otras palabras, el dolor es aprendizaje experiencial.

Guía básica para decidir que tipo de vida quieres llevar

Todos, en algún momento u otro, debemos responder la pregunta “¿Qué tipo de vida quiero llevar?” de manera consciente. Mientras no la respondamos estaremos llevando vidas sin intencionalidad ni propósito. En este estado el tipo de vida que llevamos es definido por las acciones que tomamos al azar.

Ha llegado el momento de decidir qué tipo de vida quieres llevar.

La vida envidiable

Esta es una vida fácil y hasta cierto punto cómoda. Para definirla mejor, detengamonos a pensar y respondamos:

¿Qué tipo de vida es la que envidio yo?

Usualmente envidiamos las vidas de los “ricos y famosos”. Aquellas vidas que parecieran ser glamorosas, exitosas y llenas de reconocimientos. Este tipo de vida aparenta no tener problemas o dificultades y la percepción que transmite es que se tiene todo lo que se quiere todo el tiempo. Aunque tengamos nuestras reservas sobre lo significante que puede ser este tipo de vida es justo el tipo de vida que quisiéramos tener. Esto es lo que la hace envidiable.

Las vidas de las estrellas de rock, grandes emprendedores, deportistas de clase mundial o figuras públicas vienen a la mente.

Tómate unos minutos y haz un listado de las personas que envidias. ¿Cómo son sus vidas?

La vida admirable

Esta es una vida que pocas personas logran llevar, esto es lo que la hace admirable. Es escasa, valiosa y auténtica.

¿Qué tipo de vida es la que admiro yo?

Normalmente admiramos la vida de las personas que han logrado cambiar el mundo y han sobrellevado grandes adversidades. Son vidas de personas que han luchado durante mucho tiempo y con toda su fuerza por alcanzar sus sueños. Cuando analizamos la vida de alguien que es admirable, definitivamente concluimos que no es una vida que quisiéramos tener nosotros. Requiere demasiado esfuerzo, lucha, dificultad y adversidad. El precio a pagar nos parece muy caro.

Seamos honestos, ¿Quién de nosotros quisiera llevar la vida de la Madre Teresa de Calcutta? Sí, es una vida muy admirable pero, ¿querer llevar una vida así? Eso es otra historia. Acá no hay envidia.

Tómate unos minutos y haz un listado de las personas que admiras. ¿Cómo son sus vidas?

Decide

Creo que queda claro cuales son los dos tipos de vida que podemos escoger llevar. Ahora decide si quieres llevar una vida que los demás envidien o que los demás admiren. Empieza actuar acorde.

Actuar sin ansiedad

Por mucho, la ansiedad es el motivador principal que la mayoría de personas utilizan para llevarse a actuar. Si voy a estudiar para el examen lo voy a hacer para evitar la ansiedad que genero al pensar que voy a perder la clase y no por la ilusión que siento por aprender algo nuevo. Ya saben cómo es.

El precio que se paga por actuar con ansiedad en los momentos más importantes de la vida es demasiado caro. El desgaste psicológico y emocional es desproporcionado a lo que se gana. Aparte de esto, tampoco es sostenible. Cualquier persona que esté operando en base a miedo y ansiedad está sujeta a colapsar tarde o temprano.

Utilizar la ansiedad como motivador principal es algo que se aprende desde pequeños y todo lo que se aprende se puede desaprender. La ansiedad se puede sustituir, con mucho trabajo y reflexión, por visión y entusiasmo. Es posible, al enfrentar cualquier situación, visualizar un resultado alineado a los valores más profundos que tenemos y motivarnos por sostenerlos en lugar de generar ansiedad y miedo por tratar de evitar un desenlace que no queremos. Es posible actuar sin ansiedad.

Una nueva etapa

Una nueva etapa, ya sea en el mundo profesional o personal, es usualmente detonada por un cambio en la manera de pensar. Algo hace “click” y no hay marcha atrás. Las excusas se desvanecen y con una convicción inquebrantable nos lanzamos hacia el gran vacío de lo desconocido.

La siguiente etapa de tu vida te está esperando. Bueno, está más bien esperando que cambies tu manera de pensar. Mientras sigas viendo el mundo con los mismo ojos, seguirás defendiendo que las cosas sigan como están. No podrás hacer los cambios fundamentales que son necesarios para arrancar la nueva etapa de tu vida.

En términos prácticos, arrancar una nueva etapa tan solo requiere de una decisión. La decisión tan solo se puede tomar después de haber cambiado tu manera de pensar. Muchas veces basta con decir “suficiente” o “ya no más”. Otras veces se necesita un “quiero más de mi vida” o “sé que hay algo más para mi”. Sea la situación que sea, la nueva etapa que te está esperando está justo al otro lado de ese miedo que no te está dejando cambiar.

Aprender versus hacer

Si lees algo en un libro que te serviría y no lo estás aplicando, ¿realmente estás aprendiendo? Esto es algo que me he estado preguntando mucho en los últimos días. Si aplicara un 10% de todo lo que he leído en mi vida, sé que estaría totalmente en otro nivel. Definitivamente he leído bastante más de lo que estoy aplicando —y definitivamente no es por qué lo esté olvidado.

Saber cómo hacer algo y entender por qué funcionan las cosas de cierta manera nunca es suficiente. Tan solo es el comienzo. En realidad existen dos razones principales por las que no llevamos nuestras vidas de mejor manera:

  1. Desconocemos cómo hacerlo mejor. No sabemos.
  2. Conocemos una mejor manera de cómo hacerlo pero no tenemos la fortaleza emocional para poner en práctica lo que sabemos. Nos resulta demasiado incómodo aplicar lo que hemos aprendido. No queremos.

La primer barrera al crecimiento y la superación (el desconocimiento) es fácil de remediar y la gran mayoría de personas la logramos superar. Basta con dedicarle tiempo y cerebro a un tema y, en la gran mayoría de casos, lo lograremos entender. Aprender a nivel intelectual es relativamente fácil.

¿Pero qué pasa con todas esas cosas que ya hemos aprendido y aún así no podemos aplicar? Digamos por ejemplo que, he aprendido todas las técnicas para responsabilizar de manera firme y efectiva a otra persona pero cuando llega el momento de hacerlo, simplemente no lo puedo hacer. No se siente bien hacerlo. Hay una fuerza invisible que me detiene. Tengo el conocimiento pero no la convicción emocional para actuar. Es acá en donde la gran mayoría de personas topamos.

Saber a nivel racional qué cierta acción o decisión dará los mejores resultados no es lo mismo que sentir que eso es el mejor curso de acción. Al final del día los seres humanos, siempre escogemos lo que se siente mejor a nivel emocional. ¿Alguna vez has hecho algo que sabías que seguro no te iba a convenir pero aún así te convenciste de hacerlo? Sí, yo también.

Aprender algo y “saber” tan solo son el principio y nunca son suficientes. Adicionalmente debemos programarnos emocionalmente para actuar en base a lo que hemos aprendido que es mejor. Es la única manera de darle vida y honrar el conocimiento. De lo contrario tan solo estamos haciendo ejercicios inútiles de clonación de información.

Lo más difícil de aceptar

Lo más difícil de aceptar también resulta ser lo más cercano que tenemos. No, no es nuestra familia ni nuestra forma de caminar. Es algo que es aún mucho más personal que eso. Es algo tan íntimo que nos causa mucha ansiedad y sufrimiento las 24 horas de cada día.

Es algo que es más sólido que el titanio pero a la vez más maleable que la plasticina. Esto es algo que no se puede poner en palabras y en su ausencia no podemos estar realmente en paz.

Cada mañana luchamos por esconder a este prisionero ya que si logrará salir nos condenaría a morir. Constantemente cuidamos nuestras espaldas ante el hecho de que pudiera escapar. Nos aterra que pudiera salir y nos llegara a desnudar.

Estoy hablando de nuestro auténtico ser. De ese ser humano único, vulnerable y maravilloso que se esconde detrás de la falsa construcción mental que hemos desarrollado para poder sentir seguridad. De esa alma eterna que está muerta en vida por qué queremos fingir ante los demás que somos algo mejor. De acá es que nace el impulso a dedicar todo nuestro tiempo a fingir ser aquello que creemos que los demás quieren admirar.

Por alguna razón nos cuesta tanto aceptarnos tal y como somos. Es algo tan incómodo que dedicamos la mayoría de nuestro tiempo y energía a construir y presentarnos como alguien más. Alguien que consideramos que es suficiente para los demás. Si tan solo nos detenemos a pensar cómo vivimos en realidad nos daremos cuenta de lo ridícula que es la situación.

Nos despertamos y estamos preocupados que pensarán los demás de como está nuestro pelo hoy. Manchamos nuestra camisa antes de una reunión y el mundo se acabó. Viene el verano y o nos matamos por vernos bien en traje de baño (por qué eso es lo que realmente queremos, nunca queremos bajar de peso) o empezamos a hacer planes para noaparecernos en la piscina. Alguien nos pregunta algo y mentimos antes de decir no sé por qué queremos aparentar ser más inteligentes o capaces. La verdad que es una mentira tras otra todo el bendito día.

¡Esto no tiene por qué ser así!

Aquello que es lo más difícil de aceptar es a su vez el regalo más grande que tendremos en todas nuestras vidas. Soltemos el miedo y abramos ese regalo que está clamando por dejarse mostrar.

ps. Un muy buen amigo que me ha ayudado en este camino de aceptación me envió hoy la foto que acompaña este post. ¡Gracias por ayudarme llegar hasta acá y poder escribir sobre el tema!

Energía

La cantidad de energía que sentimos de un momento otro puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Recibimos una mala noticia y pareciera ser que el universo completo consume hasta la última gota de energía en nuestro cuerpo y alma. Nos enteramos que esa noticia era falsa minutos después y sentimos que tenemos suficiente energía como para noquear a Mike Tyson de un solo golpe.

Nuestra energía y subsecuentemente nuestro estado de ánimo vienen de cómo decidimos experimentar los eventos que ocurren a nuestro alrededor. Si quieres vivir con más energía empieza por cambiar la manera en que ves el mundo.

Interpretación y verdad

Hoy pasé por una televisión en donde estaban dando una película de Harry Potter. La película tenía el audio y los subtítulos en español prendidos al mismo tiempo. Por si alguien no supiera, todo el material de la serie de Harry Potter se generó originalmente en inglés. ¡Qué problema!

No vi más de 3 minutos. Tampoco puedo recordar exactamente cuales fueron las palabras que confundieron mi cerebro. Lo que sí tengo muy presente es que las palabras que estaba escuchando no eran las mismas palabras que estaba leyendo. ¿Cuales son las palabras correctas? ¿Cuales debo tomar como “verdad”?

Si no hubieran estado prendidos los subtítulos, ni siquiera me lo hubiera cuestionado. En ese caso hubiera asumido —como lo hacemos con casi todo en nuestras vidas— que esa es la única y “verdadera” narración que existe. Pero al tener los subtítulos al mismo tiempo que el audio surge la duda.

Qué se acerca más a lo que JK. Rowling quiso decir, ¿los subtítulos o el doblaje? Quién será mejor traductor, ¿el que subtituló o el que dobló? ¿Que versión es mejor? Estás son todas preguntas sin respuestas. Todo es un juego de interpretación. Lo que sí queda muy claro es que ninguno de los dos pudo replicar de manera exacta lo que J.K. Rowling quiso decir en sus libros originales.

Este fenómeno no solo ocurre con la traducción de películas. Ocurre en la traducción y edición de libros. Ocurre cuando una persona le cuenta a otra lo que alguien más dijo. Ocurre cuando un publicista comunica lo que un político dijo. Ocurre cuando le contamos una historia a alguien. La comunicación no es perfecta y debemos tener mucho cuidado con lo que decidimos hacer con ella.

¿Qué hacer? La única salida sensata a este enredo es saber que no tenemos acceso directo a la verdad absoluta. Todo lo que vivimos es solo una interpretación personal de una realidad que es tan compleja que simplemente no podemos experimentar de manera directa. En todo momento estamos corriendo nuestro proceso personal de interpretación.

Ahora, volviendo al tema de Harry Potter. Seguro que la persona que dobló la película vio exactamente la misma película que la que vio la persona que la subtituló. Lo único que pasó es que cada una de ellas interpretó de manera distinta lo que vio y esa interpretación quedó plasmada en el doblaje y en los subtítulos respectivamente.

Millones de personas han visto la versión doblada y millones de personas han visto la versión subtitulada —cada una siendo una película totalmente distinta. Cada persona que ha visto la película, sea cual sea la versión que haya visto, la ha interpretado de manera única e irrepetible. Es complejo. Muy complejo.

Y aún así nos esmeramos en pelear a la muerte por defender algo que leímos en Internet o algo que creemos que es cierto por qué alguien más nos dijo que es verdad.

Cuidado, todo es una interpretación.

La falsa ilusión de la necesidad

El concepto de necesidad es interesante. Según Wikipedia necesidad es: “El estado de un ser en que se halla en carencia de un elemento, y su consecución resulta indispensable para vivir en un estado de bienestar corporal (y a veces espiritual) pleno.” En otras palabras, si no tenemos algo que necesitamos, no podemos estar bien.

Es en la parte de “no poder estar bien” que nace la falsa ilusión dé la necesidad. Y es por esta falsa ilusión que existe tanto dolor y frustración en la humanidad.

Hay tantas cosas que experimentamos como necesarias que en realidad solo son preferencias. La ilusión de creer que las necesitamos es la fuente de mucho sufrimiento. Es difícil de explicar pero vale la pena intentarlo.

Puede ser que lo mejor sea compartir un ejemplo. Con un ejemplo se podrá explorar la confusión a nivel intelectual.

Un ejemplo muy común es que alguien piense: “Hoy tengo que ir al supermercado por qué ya no hay comida”. Oook. ¿Qué lo peor que podría pasar si no se va al supermercado?

  • Puede ser que sí haya comida en la casa pero no la que se prefiere comer ese día. Si este es el caso la necesidad desaparece y lo que se quiere decir es: “Prefiero ir al supermercado hoy que comer lo que ya tengo en casa.”
  • A lo mejor en realidad ya no hay nada de comida en la casa pero sí hay recursos para ir a un restaurante o pedir comida a domicilio. Sin embargo por alguna razón se prefiere traer comida a casa y cocinarla. No se necesita ir al supermercado. Se prefiere comer comida casera que comida de restaurante o pedir a domicilio.
  • Si realmente no hay nada de nada comida en la casa y no hay acceso a comida a domicilio, no se puede ir a un restaurante, no se tienen recursos en ese día, etc., lo que pasa es que se comerá hasta mañana. Nadie va a morir de hambre en este, el peor de los escenarios. Se pasará hambre por un tiempo —algo que no es nada agradable y no se debe menospreciar— pero todo estará bien eventualmente. Claro, prefiero ir al supermercado hoy para no pasar un día de hambre pero no lo necesito. Después de todo, el ser humano puede pasar semanas sin comer antes de morir.

Uso este ejemplo para evidenciar la distinción entre una necesidad real y una preferencia. Pasamos tanto de nuestro tiempo sufriendo por no tener cosas que sentimos que necesitamos cuando en realidad solo son preferencias que hemos decido crear en nuestras mentes.

“Paso mucha ansiedad por qué siento que necesito cambiar mi teléfono que está en perfectas condiciones y que tiene solo una año de uso. Necesito tener el más nuevo.” “Vivo endeudado por qué siento que tengo que tener el carro del año para encajar en mi círculo social.” “Necesito que mis hijos sean abanderados o los mejores de la clase para sentirme orgulloso de ellos.” Etc.

Realmente los seres humanos necesitamos muy, muy poco. En países como el mío es más que evidente. Necesitamos comer, una vez cada 3 ó 4 días. Necesitamos agua. Necesitamos algo de albergue. Necesitamos compañía. Todo lo demás son preferencias. Prefiero comer lomito que comer lechuga. Claro, obtener algunas de estas preferencias cambia totalmente nuestra experiencia de vida. Pero reconocer que preferimos algo y que no lo necesitamos nos permite manejar situaciones adversas con un estado emocional mucho más positivo.

Un “truco” simple que se recomienda hacer es cambiar el lenguaje que usamos y sustituir la palabra “necesidad” por la palabra “preferencia” en todos nuestros diálogos, tanto externos como internos. Si piensas “Hoy prefiero ir al supermercado” y no puedes ir te sentirás mucho mejor que si estabas pensando “Hoy necesito ir al supermercado”.

Pruébalo y veras la diferencia.