Alguien que te recuerde

Los comportamientos más importantes que queremos cambiar en nosotros mismos son precisamente los comportamientos que más enraizados tenemos. Es decir, son tan parte nuestra que ni siquiera nos damos cuenta cuándo los estamos haciendo.

Es por esto que es tan importante que tengamos a alguien a nuestro lado en nuestro camino de crecimiento personal. Necesitamos, al menos en un inicio, una persona que constantemente nos esté observando y que nos despierte cuando estamos cayendo en ese viejo patrón conductual que tanto queremos romper.

El rol de esta persona no es el de un guardián que está respirando en nuestro cuello todo el tiempo. Su rol es más como el de un guía compasivo que con mucha presencia nota cuando hemos caído y nos ayuda a levantarnos una y otra vez. Es una persona que nos llega a conocer tan bien que muchas veces nos puede ayudar a no caer incluso antes de que pensemos en hacerlo.

Alguien que te recuerde todo el tiempo que quieres ser mejor es invaluable. Alguien que te recuerde lo que dijiste que quieres ser no tiene precio. Alguien que te recuerde que puedes ser mucho más de lo que tu mismo crees que puede ser vale oro. Si tienes una persona en tu vida que haga esto por ti, aférrate a ella con todas tus fuerzas y jamás la dejes ir.

Triangulo de condición humana

Mente, cuerpo y alma. El triangulo de la condición humana. Un triangulo deja de ser triangulo en la ausencia de cualquiera de sus lados. Algo similar ocurre con la condición humana. Cuando uno de sus tres componentes se encuentra débil, los otros dos lo pueden cargar —durante un tiempo. Si dos de los tres componentes están flaqueando la situación es difícil pero, al igual que todo lo que tiene que ver con la naturaleza humana, mientras haya vida, hay esperanza.

Se puede entrar en tecnicismos, buscar definiciones e incluso calcular fórmulas para definir lo que es el triangulo de la condición humana. Tal vez esto pueda funcionar hasta cierto punto con el cuerpo, el componente físico. Con los otros dos componentes, la experiencia de cada persona es el único punto de referencia que se puede utilizar.

Todos los días, en todo segundo, cada persona está teniendo una experiencia de vida única que es construida sobre la base de su triangulo de condición humana. Si el triangulo es fuerte, la experiencia de vida es buena. Si el triangulo tiene alguna debilidad, la experiencia no será plena. Si el triangulo es disfuncional, la experiencia de vida será mala.

Reconocer los tres componentes del triangulo de condición humana y poder hacer un auto-análisis de cada uno de ellos es un ejercicio muy poderoso. Al momento que se reconoce que la vida que se tiene es producto directo de la fortaleza de cada uno de los lados de el triangulo, entonces se puede empezar a fortalecer uno a la vez.

Los tres componentes son diferentes y se deben trabajar por aparte. Cada uno de ellos necesita un cuidado especial. Al mismo tiempo, el triangulo no se puede separar. Tampoco, como ya lo dijimos, los componentes del triangulo se pueden circunscribir a definiciones o métricas numéricas. Lo único que nos queda es trabajar todos los días en nuestra mente, cuerpo y alma.

Dicho versus hecho

Solo nosotros sabemos lo que realmente ocurre tras vestidores —que es lo que estamos haciendo en realidad. Esto nos da una gran herramienta que podemos utilizar a nuestro favor. Nos permite comparar todo lo que decimos que hemos hecho y lo que prometemos que vamos a hacer versus lo que en efecto hacemos. Nuestro porcentaje de efectividad.

Imaginemos, solo por unos momentos, la vida que tendríamos si tan solo cumpliéramos con el 50% de lo que decimos que vamos hacer. ¿Y con el 30% de lo que le decimos a los demás que ya hemos logrado hacer?

El secreto para tener una vida mejor no está en hablar más o hacer más promesas que el viento se llevará. El secreto está en cumplir con un porcentaje más alto de lo que ofrecemos hacer y reducir la brecha entre lo que decimos que hemos hecho y lo que realmente estamos pudiendo hacer.

Hablemos ⬇️ y hagamos ⬆️.

Los tres tipos de cansancio

Los seres humanos experimentamos el mundo en tres distintas dimensiones, física, emocional y de pensamiento. En la dimensión física experimentamos todas nuestras sensaciones corporales, en la emocional experimentamos las respuestas emocionales que despertamos en nuestro interior y en la de pensamiento “el observador” interno experimenta nuestros pensamientos como que si fueran sucesos reales.

Usualmente el cansancio se asocia con el cuerpo. Cuando decimos, “estoy cansado”, la gran mayoría de las veces nos referimos a una sensación debilidad o desgaste corporal. Es decir, experimentamos el cansancio en la dimensión física. ¿Pero qué hay del cansancio en las otras dos dimensiones?

Si alguna vez alguien ha estado angustiado por días sabe lo cansado que se puede llegar a sentir un persona en el ámbito emocional. Si alguien ha tenido un problema extremadamente complejo o un examen como los que yo recuerdo de análisis matemático en la universidad, podrá dar testimonio de lo real y agotador que puede ser el cansancio mental.

Pareciera ser que la mayoría de personas estamos más conectados con nuestra experiencia corporal del mundo que con la de pensamiento o la emocional. Por eso no resulta sorprendente que cuando estamos cansados en cualquiera de las tres dimensiones la mayoría de las veces lo interpretamos como cansancio corporal.

Pero si tan solo nos detenemos un poco y prestamos un poco de atención nos podemos llegar a dar cuenta que algunas veces cuando nos cuesta despertarnos por la mañana es porque nuestra mente estuvo trabajando subconscientemente toda la noche (cansancio mental) en resolver un problema que nos tiene preocupados. Con un poco más de presencia podemos llegara identificar que el agotamiento y dolor que sentimos en el cuerpo al final del día se debe a la tensión (cansancio emocional) que almacenamos durante todo el día.

Al igual que cada una de las dimensiones a través de las cuales experimentamos el mundo (física, emocional y de pensamiento) es diferente, cada tipo de cansancio también es singular. Esta realización es simple pero muy poderosa. Cuando podemos llegar a distinguir entre los distintos tipos de cansancio que existen es posible descansar la mente, las emociones o el cuerpo según sea necesario. No todos los tipos de cansancio fueron creados iguales.

Deja fluir tu energía emocional

El cuerpo humano es una máquina orgánica. Necesitamos energía en forma de comida para subsistir. Si no comemos no tenemos ni fuerzas ni energía. Pero somos más complejos que un simple “robot” orgánico. Somos seres emocionales.

Ya sea que le queramos llamar alma, espíritu o estado de ánimo, hay un componente adicional al cuerpo que determina la cantidad de energía que tenemos en cualquier momento. Voy a tomar prestado un ejemplo de Michael A. Singer, autor de “The Untethered Soul”, para ilustrar el punto.

Imagina que tienes 23 años y que tu novia te acaba de dejar. Te ha dicho que la relación ha terminado y que ha encontrado a alguien más. Empiezan a pasar los días y encuentras muy difícil salir de tu casa. De hecho, con el paso de los días no tienes energía ni para salir de la cama. Las cortinas siempre están abajo y la luz escasamente entra a tu habitación. Por momentos, al ver cajas de pizza vacías a tu alrededor, recuerdas que tienes hambre pero no tienes fuerzas para comer. Así pasan un par de semanas. Tus amigos se empiezan a preocupar por ti y te invitan a salir. Tampoco tienes la energía necesaria para acompañarlos. No tienes fuerzas para hacer nada.

Pero de repente recibes una llamada de tu exnovia que te dice “Me he dado cuenta que he cometido un grave error. Nunca debí haber terminado contigo. ¡Soy una tonta! Espero que me puedas perdonar. Me gustaría verte en una hora”.

¿Cuánto tiempo te lleva saltar de la cama, darte una ducha y ordenar tu apartamento? Sientes el corazón latir a mil por hora y tienes toda la energía del mundo concentrada en tu ser. Llega tu novia y todo se arregla. Deciden salir de fiesta hasta el amanecer. Son las 7:00 de la mañana del día siguiente y sientes que podrías seguir sin dormir otros 3 días seguidos.

¿Qué fue lo que pasó? Simplemente decidiste dejar de obstruir el flujo de la energía emocional que todos tenemos adentro. La energía emocional es constante e infinita y no necesitamos crearla. Siempre está a nuestra disposición. Todo lo que debemos hacer es no bloquearle y dejarla fluir.

¿Para qué esperar a ser felices?

Esperamos y esperamos hasta que todo sale tal y cómo queremos para darnos permiso de ser felices por unos cuantos minutos.

Nos abstenemos durante años hasta que terminamos exitosamente un desgastante proyecto para poder sentirnos bien acerca de nosotros mismos durante unos cuantos días.

Pero la vida es mucho más que estos breves momentos en los que llegamos a algún destino justo y como lo imanginamos. La vida realmente es un proceso que se está desenvolviendo todo el tiempo. Es como decidimos vivir este proceso lo que determina la calidad de nuestras vidas.

No tiene mucho sentido asignar solo los breves momentos en donde “todo está como queremos” para sentirnos bien. La verdad es que todo el tiempo hay algo que no está bien y siempre nos estamos enfrentando a más de algún problema. Así que, ¿por qué no aprender a disfrutar todo el camino? Después de todo, pasamos mucho más tiempo caminando que descansando en nuestros laureles.

Si en realidad queremos disfrutar nuestras vidas, ¿Para qué seguir esperando a ser felices?

Cambia tu vida al estilo Waze

Para poder calcular la ruta hacia cualquier destino Waze primero necesita saber en dónde está el usuario al momento de querer iniciar el viaje (punto A).

Luego Waze necesita saber hacia dónde quiere ir el usuario (punto B). Ya con estos dos datos la aplicación puede empezar a analizar el tráfico y las vías disponibles para optimizar la ruta, no antes.

Llevar nuestra vida en una nueva dirección no es tan diferente.

Primero necesitamos reconocer con mucha claridad en dónde estamos (punto A). Noten que dije en dónde estamos, no en dónde creemos estar. Esto requiere de mucha introspección y honestidad interior.

Al igual que lo hace Waze, el siguiente paso es definir a dónde queremos ir (punto B). Esto requiere de visión, claridad y un entendimiento de cuales son nuestras prioridades. Solo así podremos tener un destino bien definido hacia dónde caminar.

Finalmente necesitamos reconocer durante todo el viaje cuales son las situaciones, obstáculos y posibles rutas alternas y atajos que podemos tomar para llegar bien a nuestro destino. Esto requiere de perseverancia, atención y aprendizaje continuo.

Así que ahí lo tenemos, así es cómo podemos cambiar nuestras vidas al estilo Waze.

El trabajo importante está adentro, no afuera

He estado pensando mucho en cuál es el factor decisivo que determina que tanto podemos lograr en la vida. Para buscar una respuesta honesta he estado reflexionando sobre mi propio trayecto de vida y esto es lo que he encontrado hasta el momento.

Por alguna razón el mundo físico (externo) nos parece bastante más real que el mundo mental (interno). Por ejemplo, creemos que una reja puede hacer un mejor trabajo de limitarnos que el miedo. Nada podría estar más lejos de la verdad. Solo imaginate estar parado en un avión con la puerta totalmente abierta frente a ti. ¿Qué tan fácil te resulta saltar?

Ahora, a la parte personal del asunto. Como algunos de ustedes sabrán, nací sin el antebrazo derecho (mundo externo). Afortunadamente todas mis facultades mentales y emocionales (mundo interno) parecieran estar más o menos dentro de los parámetros de lo que se puede considerar normal —al menos eso me gusta creer :-).

Lo interesante es que a pesar que mi “limitante” principal pareciera ser física (externa) todavía no me he topado con algo que no haya podido hacer por no tener el antebrazo. He jugado baseball a nivel de selección nacional, toqué guitarra en un grupo de rock con el que grabamos 3 discos, estuve en los equipos de basket ball, volleyball y baseball del colegio, puedo manejar carros mecánicos y hasta cambio los garrafones de agua en la casa.

Aún así, no todo es color de rosa ya hay muchas cosas que aún no he podido hacer. Y cada una de ellas se debe a algún miedo o creencia limitante dentro de mí (mundo interno). Hay conversaciones difíciles que no puedo tener o decisiones que postergo porque no quiero enfrentar las consecuencias si algo llegará a salir mal. Veo pasar oportunidades que podría aprovechar pero no tengo el valor de perseguir. En fin, todas las cosas que quiero lograr y aún no he podido alcanzar es porque algo dentro de mí me está limitando. Es evidente que lo que puedo o no lograr tiene más que ver con mi capacidad de manejar mi mundo interno que mi mundo externo. Mi experiencia y recomendación es que el trabajo que hay que hacer está adentro de nosotros, no afuera.

Espero que esta reflexión le ayude a más de alguien y quiero que sea una invitación para pensar un poco más en qué es lo que realmente está limitando la vida de cada uno de ustedes.

Las promesas que más debes de sostener

Las promesas que más debes de sostener…

…son aquellas pequeñas promesas que haces contigo mismo. Cosas como “mañana me despertaré temprano a hacer ejercicio”, “ya no voy a comer tanta azúcar”, o “ahora sí haré el reporte que debo entregar”, etc.

Estas pequeñas promesas que nos hacemos todos los días, y que muchos rompemos a diario, son la razón por la que muchos de nosotros dejamos de creer en nosotros mismos. ¿Qué tipo de confianza puedo tener en mí cuando sé, por experiencia de primera mano, que rara vez cumplo lo que digo?

Para desarrollar confianza interior en nosotros mismos es necesario reconstruir nuestra palabra interna. Empezar a reprogramar nuestro cerebro y mostrarnos que cuando decimos que vamos a hacer algo, esto sucederá.

El camino para lograr recuperar esa confianza en nosotros no es complicada pero tampoco es fácil. Requiere de constancia, perseverancia y de mucha disciplina. Es un proceso de condicionamiento que es bastante simple pero, una vez más reitero, no es fácil.

Todo lo que hay que hacer es escoger una actividad que podamos hacer todos los días. Debemos tener todos los recursos necesarios para completarla a diario y no puede depender de otras personas. Debe ser algo simple de hacer. Luego debemos hacer una promesa con nosotros mismos de que pase lo que pase, haremos esa actividad todos los días —sin excepción alguna. Luego simplemente debemos cumplir nuestra palabra y hacerla todos los días. Eso es todo.

Después de un tiempo empezamos a internalizar que esta promesa particular que nos hicimos se cumple día tras día. Y con el paso del tiempo empezamos a creer cada vez más en nosotros mismos. Después de un tiempo de no fallar cambiamos por dentro y empezamos a creer en que lo que decimos que haremos sucederá porqué sabemos que somos personas que sostienen su palabra.

Como referencia les comparto que yo estoy escribiendo y publicando un post al día (288 días sin fallar), meditando por lo menos 20 minutos cada día (322 días sin fallar) y leyendo por lo menos 10 minutos cada día (364 días sin fallar).

Herido, pero no de muerte

No es una mala posición en la cual estar. Si alguien está herido pero no de muerte, seguro hay algo que puede aprender porque está herido y también tiene oportunidad de volverlo a intentar porque no ha muerto. ¡Lo mejor de ambos mundos!

Estar herido, implica que algo no salió bien. Algo sucedió que no se esperaba y de cierta manera hizo algún tipo de daño. Estar herido no se siente bien y muchas veces trae consigo dolor (físico o emocional). Sea como sea, estar herido siempre es una oportunidad para aprender y no volver a llegar a la misma situación y experimentar el mismo dolor. Es una puerta al cambio positivo.

A veces la herida es tan grande que puede causar la muerte. Una vez más, como en el caso del dolor, la muerte puede ser física o emocional. En cualquier de los dos casos, la oportunidad de intentarlo una vez más deja de existir. El aprendizaje estuvo ahí pero ya no hay nada que se pueda hacer para corregir rumbo.

Otras veces la herida es fuerte pero no es de muerte. El aprendizaje es grande y las lecciones que llegan pueden cambiar una vida para siempre. Es este punto medio en donde, si se va a experimentar una herida, se quiere estar porque al seguir viviendo la persona puede aplicar el aprendizaje y salir aún más fuerte del otro lado de su lesión.