Todo lo que quieres ver (2022)

Este 2022 será todo lo que quieres ver. Lo que no quieras ver, lo que ignores, no podrá ser parte de ti. Pero, todo aquello en lo que decidas enfocarte, todo aquello a lo que le prestes atención, eso es lo que será tu realidad durante los siguientes 365 días. Nosotros decidimos.

Si deseamos ver el mundo como una amenaza siempre estaremos a la defensiva y probablemente seremos hostiles y agresivos. Viviremos con ansiedad. Si deseamos ver el mundo como una oportunidad seremos receptivos, abiertos y curiosos. Si deseamos ver a los demás como ajenos a nosotros nos sentiremos solos. Si deseamos ver a los demás cómo una parte importante de nuestra existencia nos sentiremos completos.

Nadie sabe qué nos depara este 2022. Es imposible saberlo. Lo que sí podemos saber es que estos siguientes 365 días, al igual que todos los demás días que ya hemos vivido, serán todo lo que queremos ver.

“Sé el cambio que quieres ver en el mundo”

— Gandhi

Un buen ritmo de vida para el 2022

Una buena vida es más maratón que sprint. Nadie sabe cuánto tiempo tendrá para vivir y vivir corriendo porque es “lo que toca” no tiene sentido alguno. Si la vida que estamos viviendo es la nuestra, ¿Por qué vivirla al ritmo que alguien más nos impone? Hoy es un buen momento para sentarnos a reflexionar sobre el factor más determinante en la calidad de vida que experimentamos, el ritmo al que vivimos.

“La gran pausa” le llaman muchos a esa extraña sensación que todos tuvimos en el momento más crítico de la pandemia. A esa agridulce experiencia que todos vivimos de estar secretamente agradecidos de estar encerrados por qué finalmente pudimos respirar. A esa confusión de sentir tanto miedo por no saber qué iba a pasar pero al mismo tiempo estar eternamente agradecidos de tener más tiempo para pasar con nuestras familias.

Cada persona en este planeta es única y esto significa que cada quién tiene su propio ritmo. No hay dos personas que se sientan igual de cómodas de llevar el mismo paso. Es por esto que hoy, en este último día del año, los exhorto a sentarse a reflexionar sobre cuál es el ritmo de vida que quieren llevar en este 2022. Independientemente de qué pase con la pandemia, sus trabajos y presiones externas es importante que encuentren el ritmo que ustedes quieren llevar.

Si quieren correr, corran. Si quieren pausar, pausen. Si quieren parar, paren. Pero por favor, háganlo porque es lo que ustedes quieren y no porque es lo que alguien o algo más espera de ustedes. ¡Feliz 2022 a todos!

Un poco más de tiempo

Date un poco más de tiempo. Sí, sé que todos tenemos un tiempo finito en este planeta y que estamos viviendo contrarreloj pero esto no quiere decir que seas impaciente con los resultados. Como dice Naval Ravikant, “Sé paciente con los resultados pero impaciente con la acción.” Es decir, dale tiempo a que lleguen los resultados pero empieza a moverte YA.

Sentir que todo tiene que suceder ahorita nunca le ha ayudado a nadie. Hacer lo que se debe hacer en este momento y dejar que las cosas se den a su propio tiempo es mucho más efectivo y saludable. Dar el siguiente paso nunca se debe postergar. Tener la mente puesta todo el tiempo en que el objetivo final tiene que llegar ya se debe evitar. Cumplir con lo propuesto en el día es un imperativo. Querer comerte todo el elefante de un solo bocado solo te va a abrumar.

Eso que quieres lograr es majestuoso. No es para nada un accidente de la historia. Construirlo requiere un poco más de tiempo. No dejes de avanzar. Has algo hoy que te acerque a la meta final. No te detengas. Pero no olvides recordar que tienes un poco más de tiempo para eventualmente llegar.

Nadie se enoja si una silla no puede hervir agua

Es increíble lo mucho que todos tratamos de ser como otras personas. Para empezar, muy pocos conocemos realmente quienes somos. Esto por definición nos coloca en una posición de tratar de buscar nuestra identidad en intentar ser alguien más. Dedicamos nuestras vidas a inútilmente tratar de ser alguien quien no somos.

Pero nadie se enoja si una silla no puede hervir agua. Todos entendemos de una manera muy intuitiva que la silla no puede hervir agua pues no fue creada para ese propósito. Conocemos cuál es la naturaleza de la silla y es obvio lo ridículo que sería enfadarnos porque la silla no pueda hacer algo para la que no fue creada. Aún así, nos enojamos y frustramos tanto con nosotros mismos cuando no podemos hacer algo para lo que no fuimos destinados.

¡Qué importante es conocernos! Encontrar nuestra verdadera naturaleza y el propósito por el que estamos dispuestos a lucha deber ser una de nuestras principales prioridades. Sin tener esto claro no podremos ser más que sillas que pasan toda su vida tratando de hervir agua todo el tiempo.

Todo vivimos dos vidas

La idea de llevar dos vidas al mismo tiempo usualmente tiene una connotación negativa. Muchas veces, cuando se habla de una persona que tiene dos vidas, se hace referencia a alguien que está escondiendo algo en su segunda vida que no quiere que sea conocido. Puede ser una infidelidad, un negocio ilegal o incluso algún tipo de actividad criminal aún más seria. Pero, ¿Y qué pasa si todos llevamos dos vidas y saberlo manejar es algo bueno?

En realidad, todos llevamos dos vidas. Una no tiene nada que ver con la otra aunque es la misma persona la que las está viviendo. Todos llevamos una vida externa y una vida interna. La vida externa se define por nuestras interacciones con el mundo externo. Esta vida esta compuesta por nuestras relaciones con otras personas, nuestros éxitos y fracasos, las cosas que nos suceden, nuestras posesiones materiales, etc. Realmente tenemos muy poco control sobre lo que ocurre en nuestra vida externa.

Por el otro lado, y aún más importante, está nuestra vida interna. Esta vida está definida por la experiencia interna que generamos respecto todo lo que está pasando “allá afuera”. Está vida está definida por el significado que le decidimos dar a todo lo que pasa en nuestra vida externa. Es como que sí nuestra vida interna es la vida de alguien más que está viviendo todo lo que ocurre en nuestra vida externa. Este “observador” puede realmente, si se desidentifica de la vida externa, tener una experiencia de vida interna magnifica todo el tiempo, independientemente de que esté ocurriendo “allá afuera”. Es esta vida interna la que está totalmente bajo nuestro control y al final del día la que determina el tipo de experiencia que tenemos en este planeta.

La mente engaña

Estás ahí sentado, esperando un trágico desenlace que lo más probable es que nunca llegará. Sientes la ansiedad invadir cada rincón de tu cuerpo y con cada segundo las historias en tu cabeza se alimentan de tu incertidumbre para crear desenlaces cada vez más nefastos. Esto es normal. Tu mente solo está haciendo su trabajo.

¡Por supuesto! Evolutivamente el trabajo principal de la mente es mantenernos seguros y ayudarnos a sobrevivir. La mejor manera de lograr su objetivo es ser excesivamente exagerada. La mente todo el tiempo está buscando qué podría salir mal y cuándo lo encuentra lo exagera exponencialmente. Así es como ella nos trata de mantener vivos.

Aunque esta ardua tarea que no tiene descanso es muy noble si no se controla causa una gran cantidad de sufrimiento innecesario. Como bien lo dijo el gran filosofo estoico Seneca, “sufrimos más en nuestros pensamientos que en la realidad”.

El peligro y las amenazas son reales. Es importante estar atentos y alertas. De lo contrario en cualquier momento una amenaza nos podría tomar por sorpresa y causarnos mucho daño. Pero ojo, esto no es lo mismo que imaginarnos cosas terribles que están muy lejos de lo que realmente podría pasar. Esto ya es sufrir por gusto. El miedo a lo desconocido fácilmente se puede salir de control. Es importante mantener una mente clara y enfocada en la realidad. Así sufriremos mucho menos y al mismo tiempo estaremos lo más seguros posible.

Nuestra participación en el ciclo de la vida

La vida es una constante sucesión de ciclos. También se puede decir que la vida en sí es un ciclo. Todo los ciclos empiezan y todos los ciclos terminan. Nada es permanente y todo tiene que nacer al igual que todo tiene que morir. Es la naturaleza de todas las cosas.

Muchas veces no empeñamos en luchar en contra de el flujo natural de las cosas y nos reusamos a colaborar con los ciclos que naturalmente se están desarrollando a nuestro alrededor. Nos hacemos los de la vista gorda y oídos sordos. Simplemente ignoramos lo que ocurre a nuestro alrededor y lo único que nos importa es que el mundo cumpla con cada uno de nuestros deseos.

Es de esta manera de ver las cosas, o mejor bien dicho, de no ver las cosas, que nacen la mayoría de obstáculos y frustraciones en nuestras vidas. Las cosas no serían tan difíciles si tan sólo prestáramos un poco más de atención y escucháramos un poco más. Si dejáramos de estar peleando y resistiéndonos a lo inevitable.

Hay tanta energía que desperdiciamos en no aceptar que las cosas son como son. Si tan sólo pudiéramos direccionar esa energía de una manera constructiva a activamente jugar nuestro rol en lo que queremos cambiar no solo lograríamos mucho más sino que también tendríamos una mucho mejor experiencia avanzando por nuestro ciclo de vida en este breve tiempo que tenemos para caminar en la faz de este bello planeta Tierra.

Deja que el momento llegue, pequeño saltamontes

Paciencia pequeño saltamontes, el momento llegará. Cuando eras niño querías ser adulto. Cuando estabas en el colegio querías estar trabajando. Cuando eras soltero querías estar casado. ¿Y mientras tanto? Te perdiste todos los grandes momentos que has vivido hasta hoy.

Vivir esperando que el futuro llegue no tiene sentido alguno. Especialmente si en el proceso te estás perdiendo tu vida hoy. Deja que el momento llegue. No lo vayas a buscar. Cierra los ojos, respira profundo y siente el infinito manantial de felicidad que tienes a tu disposición en este preciso instante.

El futuro llegará a su debido momento. No antes y no después. Llegará justo cuando debe llegar. No hay nada que ni tú ni nadie pueda hacer para alterar el paso del tiempo. Las cosas se darán con la misma perfección con que siempre se han dado. El futuro no necesita de la ayuda de nadie para llegar.

Dejar que el momento llegue es lo mismo que disfrutar él ahora. Dejar que el momento llegue es lo mismo que encontrar la felicidad hoy. Dejar que el momento llegue es lo mismo que experimentar el presente con toda su magnificencia. Dejar que el momento llegue es ser uno con la naturaleza y saber bailar con ella. Dejar que el momento llegue es vivir bien.

Existe un lugar, yo lo he visto

Hay un lugar en donde el sufrimiento no existe. Hay un lugar en donde todo está bien y en donde el sufrimiento no puede entrar. En este lugar el cielo siempre es azul, las tormentas no existen y la paz se respira desde que se nace hasta el último suspiro que llega antes de morir.

He visto este lugar. Es un lugar real y no es un sueño utópico que creemos que tan solo puede existir en las palabras de esa novela perfecta escrita por un escritor con una gran imaginación. Créanme, este lugar existe y está mucho más cerca de lo que nos han enseñado a creer.

El sufrimiento es una creación humana y fuera de la mente que lo crea el sufrimiento no puede subsistir. Si nos detenemos a contemplar la naturaleza que nos rodea muy pronto nos daremos que en ella el sufrimiento no existe. Su existencia está reservada para los seres humanos que deciden sufrir.

Este lugar, maravilloso y perfecto, en donde el sufrimiento no puede llegar a tomar prisioneros es pequeño, muy pequeño. Es tan pequeño que hasta se podría decir que es imperceptible. Este lugar, aunque existe y es totalmente real, nadie lo puede ver pero todos los pueden habitar. Este lugar del que hoy les estoy hablando está dentro de cada uno de nosotros y todo lo que tenemos que hacer para poder vivir en el es descartar la idea de que necesitamos que el mundo exterior se de esta o aquella manera para que nosotros podamos estar completamente bien en donde realmente importa: adentro.

Aprender a bajar las revoluciones como emprendedor

Saber cuándo bajar la intensidad es tan importante como poder darlo todo en un momento crucial. La vida es una maratón, no un sprint. Si no aprendemos a “desconectar” de manera regular, tarde o temprano nos vamos a quemar.

Al igual que el motor de un carro que después de mucho tiempo de estar trabajando con las revoluciones en rojo se funde, nuestra salud mental también puede en cualquier momento colapsar.

Es cierto que el mundo moderno requiere de mucha intensidad para poder sobresalir. Sin embargo, que por momentos sé requiera de intensidad no quiere decir que todo el tiempo debemos estar revolucionando a fondo nuestro motor. El secreto está en saber cuándo apretar y cuándo dejar ir.

Mucho se ha escrito sobre las habilidades “duras” que se sugieren aprender para tener éxito en el mundo del emprendimiento. Todo ese conocimiento es muy bueno pero creo que hay algo muy importante que constantemente se deja fuera: cómo manejar nuestro estado emocional y mental mientras emprendemos.

En mi experiencia es bastante común encontrarme con personas que creen que este manejo interno emocional/mental es imposible de lograr. Muchas personas lo ven como una caja negra a la cual no se puede tener acceso. Esto no es cierto y la pruebas está en que sí mañana de verdad te propones bajar un poco las revoluciones aliviaras un poco la presión.