Motivación y aprendizaje

Van de la mano. Aprendizaje es lo que sucede cuando la persona tratando de adquirir nuevos conocimientos logra comprender. Para que una persona logré aprender debe estar motivada. El aprendizaje es un proceso interno que no se puede lograr por medio de la obligación. El aprendiz debe querer aprender.

Aprender no es lo mismo que tener éxito dentro del sistema educativo. Aprender va más allá de simplemente recitar, sin un entendimiento claro, el contenido de un libro, video o lección. Lograr cumplir con un estándar de acreditación (ganar un examen u obtener un título) se puede lograr sin aprender. Para lograr esto no se necesita motivación.

Esto no es cierto para el verdadero aprendizaje. El verdadero aprendizaje requiere de pasión y curiosidad. Necesita que haya motivación y un fuerte deseo de comprender lo que se está estudiando. El aprendizaje es incómodo y exige cambiar la forma en que se piensa y en que se ve el mundo. Esto es muy difícil y si la motivación no compensa la dificultad, el aprendizaje no será muy efectivo.

Esto no quiere decir que aprender no sea divertido. De hecho, al hacerse de la manera correcta, aprender es una de las actividades que más disfrutan los seres humanos. Ojo, que algo pueda ser divertido y que se pueda disfrutar no quiere decir que por momentos no sea difícil y frustrante. Al contrario, es justamente la dificultad y la frustración lo que lo hace divertido. Y donde hay dificultad y frustración se requiere de un poco de motivación para perseverar.

Aprender no puede ser impuesto. Deba nacer desde adentro y todo lo que nace desde adentro necesita motivación para crecer. La motivación y el aprendizaje van de la mano.

Herido, pero no de muerte

No es una mala posición en la cual estar. Si alguien está herido pero no de muerte, seguro hay algo que puede aprender porque está herido y también tiene oportunidad de volverlo a intentar porque no ha muerto. ¡Lo mejor de ambos mundos!

Estar herido, implica que algo no salió bien. Algo sucedió que no se esperaba y de cierta manera hizo algún tipo de daño. Estar herido no se siente bien y muchas veces trae consigo dolor (físico o emocional). Sea como sea, estar herido siempre es una oportunidad para aprender y no volver a llegar a la misma situación y experimentar el mismo dolor. Es una puerta al cambio positivo.

A veces la herida es tan grande que puede causar la muerte. Una vez más, como en el caso del dolor, la muerte puede ser física o emocional. En cualquier de los dos casos, la oportunidad de intentarlo una vez más deja de existir. El aprendizaje estuvo ahí pero ya no hay nada que se pueda hacer para corregir rumbo.

Otras veces la herida es fuerte pero no es de muerte. El aprendizaje es grande y las lecciones que llegan pueden cambiar una vida para siempre. Es este punto medio en donde, si se va a experimentar una herida, se quiere estar porque al seguir viviendo la persona puede aplicar el aprendizaje y salir aún más fuerte del otro lado de su lesión.

Aprender jugando es mejor

Hace unos días atrás escribí acerca de la gran cantidad de tiempo que he pasado jugando Civilization VI con mi hijo y mi cuñado. Las cosas no han cambiado y hoy volvimos a pasar la mayor parte del día jugando.

Sin entrar en los detalles de cómo funciona el juego quiero relatar cómo Civilization VI ha despertado el interés por la historia, política, ciencia y economía en mi hijo de 11 años.

Realmente no hay nada como aprender jugando. Creo que se aprende más cuando no se “sabe” que se está aprendiendo. Cosas maravillosas ocurren cuando el aprendizaje viene sutilmente disfrazado como algo más. En este caso, como un juego.

Conforme nos hemos ido adentrando en el juego el domino de los conceptos que se presentan como sistemas de gobierno, políticas económicas, estructuras sociales y técnicas de negociación se vuelve necesario para seguir avanzando. Y seguir avanzando es tan divertido que los tres hemos pasado horas de horas leyendo, comprendiendo y aplicando estos importantes conceptos.

También quiero mencionar cómo los círculos de retroalimentación cortos que ofrecen los juegos son importantes en el aprendizaje. Por ejemplo, si dentro del juego elijo un sistema de gobierno que no es apto para mi situación, en un par de turnos me puedo dar cuenta que me equivoqué ya que mi situación no irá para bien. De igual manera, cuando el sistema encaja, el progreso es evidente. Este tipo de retroalimentación rápida cimienta el aprendizaje y los conocimientos de una manera experiencial.

Aprender no tiene que ser aburrido y jugar no tiene que ser “una perdida de tiempo”. Se puede jugar para aprender y aprender jugando es mejor.

El dolor cómo información faltante

El dolor es una de las sensaciones más viscerales y primarias que experimenta el ser humano. Pensándolo bien, el dolor es algo que todos los animales comparten pero para los efectos prácticos de hoy, nos estaremos centrando en la experiencia humana.

A nivel biológico el dolor no es nada más que el disparo de nervios especializados. Es algo que se siente en el cuerpo y existe para avisar que algo no está bien. En el siguiente nivel, el nivel psicológico, está el significado que cada quien le asigna al dolor que siente. El significado personal que se le asigna al dolor es el sufrimiento. El dolor es mandatorio, el sufrimiento es opcional.

Ahora bien, está claro que el dolor es una herramienta evolutiva invaluable. Sin él, ninguno de nosotros estaría acá. El dolor es necesario para sobrevivir, es el encargado de avisar que el cuerpo está dañado. Pero hay algo aún más importante que el dolor puede hacer. Avisa que se está recibiendo información que antes hacía falta.

La manera más fácil de entenderlo es con un ejemplo. Imaginemos que estás caminando hacia el baño de tu dormitorio a media noche y las luces están apagadas. Estás medio sonámbulo y pateas la pata de la cama. El dolor es inmediato y muy intenso. Hay información que te hacía falta. Sino no hubieras pateado la pata de la cama. No sabías que estaba ahí. El dolor te da la información que hacía falta: la pata de la cama está ahí.

Siempre que hay dolor se recibe información que hacia falta. No importa si el dolor es físico o emocional. Cuando se experimenta dolor es por qué hay información desconocida que se está haciendo presente de manera inmediata. El dolor es nueva información. En otras palabras, el dolor es aprendizaje experiencial.

Descubrir Windows 10

Hasta este fin de semana tenía más de 15 años de no usar Windows formalmente en una computadora. Desde que compré mi primer Mac he estado trabajando todo lo que hago en MacOS. De vez en cuando instalé una máquina virtual para correr unos archivos de Excel que solo corrían en Windows pero nada mas.

Si mal no recuerdo la última versión de Windows que utilicé fue Windows Vista. Mis memorias de ese sistema operativos no son buenas.

El domingo pasado, por solicitud de mi hijo, que está mostrando indicios de Gamer, instalé Windows 10 en mi iMac sobre su propia partición de Boot Camp. Déjenme decirles qué después de una hora de uso ligero Windows 10 parece no estar tan mal como Windows Vista.

Aparte de instalar Steam y un par de juegos que ya me habían comentado que “no corren en la Mac”, dediqué una hora a explorar el sistema operativo. Sigue habiendo algo fundamental que no me gusta de Windows. No puedo poner en palabras que es pero es algo relacionado al paradigma de diseño de cómo funciona el sistema que no me gusta.

Pero esto no importa. Durante esa hora estuve descubriendo una versión de Windows totalmente diferente a las que conocí años atrás. Pude ver muchos avances y mejoras. Encontré maneras nuevas de hacer operaciones comunes en la computadora y decisiones de diseño totalmente distintas a las que estoy ya acostumbrado a usar. Y esto es bueno.

Es bueno porque hay algo mucho más importante que el hecho de que el sistema operativo me haya gustado o no. Pude cuestionar mi manera de pensar sobre cómo se “debe” usar una computadora. Tuve la oportunidad de descubrir otra manera de trabajar en la computadora bajo un set de decisiones de diseño fundamentalmente diferentes. Embarqué en el proceso de descubrir y cuestionar la manera en que he venido haciendo las cosas desde ya hace mucho tiempo. Esto siempre es útil.

El proceso de descubrir es incómodo. A nadie le gusta cambiar la manera en que hace las cosas con las que se siente cómodo —y esto es lo que precisamente es descubrir. Se requiere de un incentivo fuerte para empezar este proceso. De lo contrario seguimos haciendo lo mismo y no descubrimos mayor cosa. En este caso el incentivo fue ayudar a mi hijo a jugar estos juegos que simplemente no corren en MacOS.

Así que este fin de semana volví a descubrir Windows, aprendí a usar Boot Camp, instalé Steam e instalé a mano los Drivers para Windows de la tarjeta de red Broadcom de la iMac. Tuve un incentivo, me embarqué a descubrir algo nuevo y aprendí bastante sobre algo que es importante para mí. Voy a empezar a hacer un poco más de eso.

Enseñar preguntando

El silencio es un regalo muy difícil de dar. Ver luchar a alguien con algo que le cuesta cuando sabemos que se lo podemos resolver tampoco es fácil. Con razón enseñar es algo tan difícil. Va en contra de las programaciones más arraigadas que tenemos.

La mejor manera de enseñar es por medio de hacer preguntas. Las preguntas estimulan el pensamiento y nos invitan a buscar nuestras propias soluciones. Ante una pregunta las conjeturas, ya sean correctas o falsas, empiezan a desfilar por nuestras mentes. No lo podemos evitar. Es gracias a este proceso que aprendemos.

Un verdadero maestro dejará a su alumno luchar con lo que no sabe. Lo verá con compasión y lo acompañará durante el proceso pero nunca le dará la respuesta pues sabe que dar la respuesta interrumpirá el proceso de aprendizaje. El maestro siempre será un guía y buscará hacer las preguntas correctas que ayuden al alumno a concluir su proceso.

No hay nada más gratificante en este mundo que ver cuando los ojos de otra persona se prenden en el momento en que entiende algo por sí misma —y saber que nosotros jugamos un pequeño rol facilitando su proceso. El momento en que se da esa conexión es mágico. Pero para poder llegar a ese momento es necesario pasar por el calvario de ver a alguien luchar con buscar su propia respuesta.

Para poder ayudar a crecer a los que nos rodean tenemos que estar dispuestos a enseñar preguntando. Y para hacer esto tenemos que destruir nuestra programación que nos lleva a no querer ver a los demás luchar cuando sabemos que les podemos ayudar.

Lectura y estudio

Este año, por mucho, he leído más que nunca antes. Entre la cuarentena activada por la pandemia y una sed insaciable de querer descubrir más, la cantidad de páginas que he leído a crecido sin parar.

Este año ha sido muy especial respecto a mi proceso de lectura. Y esto no es sólo por la gran cantidad de libros que he leído. Es porque este año he escogido varios libros y los he leído más de 4 veces cada uno (nunca antes había hecho esto en mi vida). Puedo decir que no solo los he leído, los he estudiado. ¡Y qué diferencia ha hecho!

Mi relación con estos libros ha sido muy íntima. Las lecciones que me han dejado son muy poderosas. Los cambios que están provocando en mí son muy profundos. Cada vez que los leos descubro algo que simplemente no pude ver la vez anterior. Es como que si cada vez que termino de leer el libro me convierto en una persona diferente y cuando esa persona lo empieza a leer de nuevo, lo hace con ojos totalmente frescos que encuentran algo nuevo cada vez.

Durante este proceso he podido ver cómo los libros y sus conceptos parecieran ser cebollas. Puedes llegar entender en un primer nivel pero si tan solo sigues escarbando, siempre habrá otra capa abajo esperando enseñarte algo más. Cuanto puedes aprender de un libro tiene que ver más con la actitud con que lo estudies que con el contenido del libro mismo.

Claro que no todos los libros se deben leer así. Hay libros que se leen por el simple placer de disfrutarlos y poderse transportar a un mundo totalmente ajeno a nuestra realidad en donde podemos pasear por la mente de un autor con que nos hemos llegado a identificar. No hay nada malo con esto y es justo lo que estoy por hacer al leer la serie de Foundation de Isaac Asimov.

La caja de pizza que se convirtió en plato

Desde que tengo uso de memoria recuerdo he comido Pizza Vesuvio. También puedo recordar la icónica caja de medio metro que tanto caracteriza esta marca. Hoy a medio día, en plena reunión con todo mi equipo de trabajo, aprendí algo acerca de esta caja que me maravilló y a la vez me pareció genial.

Antes de contarles sobre la maravillosa invención que hoy descubrí les quiero contar por qué creo que el proceso de cómo lo descubrí es tan importante.

El proceso de transmisión de este conocimiento se dio de manera totalmente orgánica. Alguien más del equipo, que ya sabía sobre la invención, la utilizó de manera totalmente natural y todos los que estábamos a su alrededor nos maravillamos de lo que hizo. Con tan sólo hacer algo que para él era totalmente natural enfrente del grupo nos regalo a todos un importante aprendizaje que ahora podremos usar de ahora en adelante. Estos encuentros casuales son una importante parte del aprendizaje que una organización puede tener. A más encuentros, más aprendizaje.

¿Pero qué fue eso tan maravilloso que hizo esta persona con una caja de pizza? Es algo tan simple que es genial. Todo empezó cuando alguien preguntó, ¿dónde están los platos? Pronto el conocedor del secreto dijo “no se preocupen, la tapa de la caja se puede rasgar y de ahí salen los platos”. Tomó la tapadera de la caja de cartón y empezó a rasgar rectángulos perfectos que pronto compartió con todos. La caja de pizza se convirtió en platos.

El proceso es gradual

Esta es una de las cosas que más me cuesta manejar en mi vida —aceptar que el proceso de mejora es gradual. Me cuesta mucho sentirme cómodo cuando yo o alguien más hace algo por primera vez y el resultado no es “el mejor”.

Por alguna razón que aun no he logrado comprender siento una necesidad muy intensa de que las cosas tengan un alto grado de perfección desde su concepción. Quiero todo de una vez. Me cuesta encontrar comodidad en aceptar que el proceso de mejora es gradual.

Nada en este mundo va de 0 a 100 en un instante. Todo necesita de aceleración y tiempo para llegar a su máxima expresión —especialmente el aprendizaje y la evolución. Tengo que dejar de pretender que yo soy el catalizador que puede romper con esta ley natural.

Sé que esto no quiere decir tolerar un paso de tortuga y el constante tropiezo contra la misma piedra una y otra vez. También sé que llevar un ritmo constante es mucho mejor que hacer un sprint corto e inmediatamente después querer abandonar la carrera. Sé que el proceso es gradual para todo, incluso para poder cambiar mi limitación de querer que todo sea perfecto desde la primer vez.

Las dos maravillas de recordar

Cuando nuestros pensamientos viajan hacia el pasado, muchas veces algunos experimentamos remordimiento. Pareciera ser que nuestro pasatiempo favorito es analizar nuestras vidas con el único propósito de querer que fueran diferentes. También pasamos demasiado tiempo queriendo que nuestras vidas actuales fueran como fueron antes o queremos haber tomado decisiones diferentes para que nuestras vidas hoy fueran mejores. Si jugamos a este juego, no hay cómo ganar.

Pero hay otra manera de experimentar nuestro pasado. Hay formas de poder utilizar nuestro paso por la vida constructivamente. Aunque no nos resulte fácil, podemos utilizar nuestro pasado para mejorar tanto nuestro presente como nuestro futuro. Podemos visitar los rincones de nuestro pasado con la intención de aprender y agradecer.

Es totalmente válido querer cambiar cualquier aspecto de nuestras vidas en cualquier momento. Para realizar cambios necesitamos más información, necesitamos aprender. Si viajamos hacia el pasado no con remordimiento pero con la intención de aprender y entender que podemos hacer mejor podremos ver nuestro pasado como un eterno maestro que está siempre disponible para enseñarnos algo.

Para poder recordar nuestro pasado primero tenemos que estar vivos y luego debemos tener tiempo disponible para voltear a ver hacia atrás. Aunque no lo parezca, hay tanto que agradecer en cada momento. En especial hay mucho que agradecer respecto a las vidas que hemos tenido. Después de todo, es este camino lo que nos ha hecho las personas que somos hoy. Y si por alguna razón no nos gusta la persona que somos hoy, siempre podemos cambiar aprendiendo de la persona que fuimos ayer (nuestro pasado).

Nuestro pasado es un regalo que siempre podemos escoger aceptar o no. Tenemos la opción de tomar este regalo, abrirlo y utilizarlo para construir el resto de nuestras vidas. No lo sigamos desperdiciando.