La venta siempre se cierra

Vender es una de las actividades más incómodas que un emprendedor va a afrontar. El corazón corre, las las mariposas revolotean en el estómago y el sudor frío se resbala por las manos; tan solo pensar en levantar el teléfono causa náuseas. Estos son sólo unos cuantos de los síntomas que se experimentan cuando se está empezando a vender.

La posibilidad del rechazo está siempre presente. La no compra de un cliente se interpreta como una desaprobación personal. La experiencia se vive a un nivel muy visceral. Por evitar estas sensaciones muy pocos llegan a desarrollar sus habilidades como vendedores y limitan seriamente su carrera.

Pero hay buenas noticias. No hay por qué temer. En realidad es imposible que no se dé la venta. Poniéndolo en términos positivos, siempre se va a dar la venta. Lo único que queda por definir es quién es el que va a vender y quien va a comprar.

Si se logra la venta, el vendedor es quien cerró. Logró su objetivo. Si no se logra la venta, el comprador es quien cerró la venta. ¿Cómo? Convenciendo al vendedor de por qué no le quizo comprar.

Moraleja de la historia, siempre se va a cerrar la venta. ¿Qué vas a hacer para ser el que vende y no el que compra? No aceptes no como respuesta.

Detector de emociones

El cuerpo está tenso. La respiración es agitada, las pupilas están muy dilatadas y el pulso es acelerado. Todos estos son indicadores que apuntan a que la persona puede estar experimentando alguna emoción intensa.

Estos cambios en la fisionomía pueden durar días, semanas y hasta meses antes de que la persona se llegue a dar cuenta que están siendo generados en respuesta a su estado emocional.

Puede ser la falta de conciencia, o el miedo a sentir, en realidad no sabría decir por qué, pero las personas estamos más desconectadas de nuestras emociones que nunca. Claro, la pandemia y el tiempo en casa están retando esta condición.

Llega un momento en el que sin el habitual escape y las distracciones de la acelerada vida que llevábamos no nos queda más remedio que sentarnos, pensar y sentir.

Poco a poco la sensibilidad va regresando y nos vamos familiarizando con ese extraño estado de estar presentes con lo que estamos sintiendo. Al principio puede ser incómodo, en especial si las emociones que se están experimentando son negativas; también la incomodidad puede estar presente con emociones positivas.

Sentir no es malo. Es lo más natural que hay. Y se debe recordar que cada emoción que se experimenta siempre está diciendo algo. Hay que aprender a escuchar y perder al miedo a sentir.

Recuerda, sentir es sentir. No se pueden reprimir las emociones negativas y luego querer vivir plenamente las emociones positivas. No funciona así. Para poder experimentar plenamente las emociones positivas hay que estar dispuestos a sentarse y sentir plenamente las negativas.

Para sentirse realmente vivo el único camino que hay es ser un detector de emociones. Hay que desaprender todo lo que hemos aprendido acerca de protegernos, ser vulnerables y volver a sentir.

Conversaciones difíciles

Las conversaciones difíciles forman parte de la vida cotidiana. Regularmente todos las tenemos. Definitivamente tener estas conversaciones no es agradable, sino no tendría sentido que les adjuntemos el adjetivo de “difíciles”.

En los últimos días he estado pensando mucho en esto. ¿Qué es lo que hace que una conversación sea difícil? ¿De dónde vienen esos nervios y ansiedad que causan nudos en el estomago? ¿Qué diferencia una conversación normal de una difícil? ¿Cómo hacer para tener una buena conversación difícil?

Una conversación es difícil porque queremos dos cosas al mismo tiempo. Por ejemplo, una conversación es difícil cuando le queremos decir a alguien que su trabajo no está a nivel Y no queremos que nos vea cómo exigentes. Una conversación es difícil cuando le queremos decir a nuestra pareja que ya no queremos estar con él o ella Y queremos seguirles agradando. Cuando queremos decirle a alguien que ya no puede trabajar en la empresa Y queremos que nos sigan viendo como una “buena persona”, entonces tenemos una conversación difícil.

Pensemos un momento, al tener un solo objetivo con la conversación, el conflicto desaparece:

Lamento comunicarte que consistentemente no has dado los resultados para los que se te contrato en esta empresa, entonces ya no puedes trabajar acá.

Esta no es una conversación difícil. Es directa, simple y no tiene ambigüedad. No hay carga emocional. El mensaje es fácil de entender y se puede entregar de una manera compasiva y respetuosa. Está atada a un set de expectativas pre-existentes —los resultados esperados en el contrato de la persona—. Puede que sea algo incómoda, pero no es una conversación difícil.

El problema viene cuando se agrega complejidad y un segundo interés: ¿Cómo lo puedo despedir sin que se enoje conmigo? ¿Cómo lo digo para seguirle agregando? ¿Qué excusas puedo dar? Esto ya es una conversación difícil. La tensión viene de la necesidad de querer 2 cosas que en la realidad no pueden coexistir. Escoger solo una resuelve la situación.

Muchas de las conversaciones difíciles nacen por no operar dentro de una cultura con expectativas bien definidas. Al mismo tiempo, un buen porcentaje de estas conversaciones tienen que ver con exigirle más a alguien o pedir cambios de comportamiento. Esto no siempre tiene por qué ser así.

Si un entrenador le dice a su jugador de beisbol que está haciendo mal su movimiento y que debe accionar más con las caderas para batear la pelota más lejos, nadie se va a molestar. Esto no es una conversación difícil. ¿Por qué? Porque ambos quieren que el bateador batee más fuerte. Están de acuerdo en que los dos quieren mejorar. Esa es la cultura bajo la que están operando.

La otra razón por la cual las conversaciones son difíciles es por qué resulta más importante lo que los demás piensen de nosotros que lo que sabemos que tenemos que decir. Si hay algo que se debe decir, hay que decirlo. No puedes esperar decirlo y que los demás sigan actuando igual hacia ti. Especialmente si lo que se debe decir es importante.

Así que para reducir las conversaciones difíciles hay que tener una cultura con expectativa claras y darle prioridad a lo que se debe decir sobre la reacción de la otra persona. No se pueden tener las dos cosas.

El arte y las emociones

Confieso que todavía no soy una persona que experimente sus emociones profundamente. Pero tampoco esto tan lejos cómo antes. Vamos poco a poco.

Hoy por la tarde vi el final de la película Mi Amigo el Dragón. Me sentí bastante conmovido, inspirado y motivado. Si fue una experiencia fuerte de emociones. Me gustó.

El arte, ya sea cine, música, pintura, poesía, etc. tienen ese mágico poder de despertar ese mundo secreto que podemos experimentar los humanos a través de sentir nuestras emociones.

Y la relación entre el arte y las emociones es recíproco. Cuando experimentamos emociones profundas naturalmente buscamos una manera creativa de expresarlas y esto usualmente culmina en un proceso creativo artístico.

Es cierto, no todas las emociones que experimentamos son positivas. Tampoco todo el arte que existe inspira. Esto realmente no importa. Lo que importa es que estemos abiertos a sentir plenamente nuestras emociones en el momento que lleguen y que tengamos las vulnerabilidad necesaria para expresar eso que sentimos.

Solo asó podemos regalarle al mundo un poco de ese arte que todos llevamos dentro.

Los fantasmas que no podemos ver y nos están deteniendo

Todos enfrentamos situaciones que no manejamos como quisiéramos. Es esto, creo yo, lo que nos impide lograr las cosas que queremos. Cuando nos enfrentamos a algo que no podemos controlar o algo que no sale como queremos nos enfocamos en lo que está sucediendo y nos enfocamos en como eso es lo que nos está frenando.

Mis experiencias de estas últimas semanas me están llevando a creer que haya algo mas. Cosas que nos podemos ver y que tienen un poder casi sobrenatural sobre nosotros. Casi se siente como que si los fantasmas a los que les tenía miedo de niño pudiesen ser reales.

¿A que me refiero? A queso lo podemos ver de manera directa las cosas que suceden allá afuera en el mundo. Sin embargo las interpretaciones y las reacciones, principalmente emocionales, que tenemos a esas situaciones no las vemos. Y en mi experiencia personal, estos fantasmas son los que realmente nos impiden llegar a donde queremos.

Estas últimas semanas me he estado topando con muchos de estos fantasmas. Y he decidido pelear contra ellos. Ya empecé a ganar una que otra batalla. Y es esto precisamente lo que me lleva a creer que estos fantasmas son reales. ¿Por qué? Porque al lograr ver y cambiar algunas de mis reacciones y comportamientos también han cambiado y mis logros y cumplimiento de objetivos.

Agua con los fantasmas!

Mente o cuerpo? pruebas de quien realmente manda

Hace frío, es temprano en la mañana y está obscuro. Dijiste que ibas a salir a correr. En este momento el cuerpo está cómodo y no quiere salir. Empujas, usas tu fuerza de voluntad y finalmente sales.

Sientes el frío en las manos y en el resto del cuerpo. Igual, sigues adelante y empiezas a correr. Después de unos  2 kilómetros ya no sientes frío. ¿Por qué? Los latidos de tu corazón, tu respiración, etc. han naturalmente calentado tu cuerpo. Ya estás bien aunque no estás en tu cama. Tu cuerpo tiene la habilidad de mantenerte bien en condiciones que muchas veces no crees posibles.

Pero, quien causó todo esto. La mente y la decisión de salir. El cuerpo puede lograr cosas maravillosas, y en muchos casos, casi que milagrosas. Sin embargo, el cuerpo nunca las hará sin que la decisión sea tomada por la mente. Nuestra determinación lo es todo.

De igual manera sucede con el miedo. El miedo es una sensación visceral. Muchas veces tu cuerpo te grita con todas sus fuerzas que no hagas algo (como salir a correr en el frío) pero es tu mente la que debe tomar las riendas. Al igual que el cuerpo se caliente cuando corres en el frío, la sensación del miedo desaparece cuando te convences que estás haciendo lo correcto.

Así que tu vida puede ser controlada por tu cuerpo o por tu mente. Tu escoges. Mi experiencia es que mientras mas entiendo mis pensamiento y mis emociones, mejor control tengo sobre mi cuerpo y su constante necedad de estar cómodo. Esto me está dando mejores resultados!

Que te está deteniendo: la falta de habilidad o el miedo?

Veo a mi alrededor y cada vez veo mas cursos especializados enfocados en cómo aprender a hacer esto y como mejorar las habilidades que se tienen para hacer aquello. Todos centrados en mejorar la capacidad técnica de las personas.

Mi experiencia ha sido que, aunque las habilidades técnicas (skills) son muy importantes, incluso necesarias, rara vez son lo que están deteniendo el desarrollo / avance de una persona. Esto aplica para cualquier área de su vida. Lo que yo mismo he experimentado, y lo he visto ya en cientos de personas, es que las limitaciones casi siempre son emocionales y muy relacionadas al miedo.

Ejemplifico con una historia de una persona que conozco.

Ella es una persona que la gusta mucho nadar. De hecho, tiene mas de 4 años de entrenar formalmente varias veces por semana en una piscina que está por acá cerca. Un entreno promedio puede estar entre 1,600 – 2,000 metros. Es bastante.

Esta persona decidió inscribirse en un mini-triatlón como parte de un equipo y hacer el tramo de la natación. Tan solo 400 metros. Pan comido, ¿no? Pues la realidad es que no. Aunque ella tenía toda la habilidad técnica para nadar esta corta distancia se retiró a los 25 metros. ¿Por qué? La competencia era en un lago, agua abierta. No había corriente ni olas. Simplemente era agua abierta y el agua estaba tan transparente que se podía ver el fondo. Sintió miedo e incapacidad de seguir adelante.

¿Que tal si no necesitamos como aprender a hacer MAS cosas? ¿Que tal si todo lo que necesitamos para potenciarnos es entender nuestras emociones y miedos para hacer lo que ya sabemos que debemos hacer?

Si quieres saber mas de como lograrlo, deja un comentario con tu correo.

Contando historias tan solo para sobrevivir

Ya varias veces había escuchado que uno de los factores determinantes que han permitido la evolución de los seres humanos fue la habilidad de transmitir el conocimiento por medio de contar historias. También he notado la fuerte correlación que hay entre líderes visionarios muy exitosos y su habilidad de contar historias (Steve Jobs, Jef Bezos, Elon Musk, George Washington, Winston Churchill, etc.)

Todo esto me hace sentido, más aún con lo que escuché de Brene Brown en una entrevista que hizo en el Virgin Podcast. Su argumento va algo así: Cuando algo nos ocurre, el cerebro trata de entender que fue lo que ocurrió. Si no entendemos que pasa a nuestro alrededor nos sentimos en peligro. Si lo podemos entender, entonces nos sentimos seguros. Siempre nos queremos sentir cómodos y seguros. Este es el mecanismo de supervivencia que nuestro cerebro utiliza.

Claro, nuestro cuerpo se quiere mantener vivo. Entonces que hace el cuerpo cuando el cerebro crea una historia? Lo premia liberando químicos que generan ciertas emociones! Químicos que nos hacen sentir bien. Y acá está el punto. El cuerpo solo se quiere sentir bien. No le importa si la historia es real o no. Es decir, cuando algo sucede, usualmente vamos a buscar la historia que mas fácil sea para nosotros aceptar con tal de sentirnos seguros.

Esta es la razón de por qué culpamos y no asumimos nuestras responsabilidades. Esto es por qué nos inventamos historias sobre nosotros mismos y por qué hicimos o no hicimos algo. Nuestro cuerpo nunca va a validar que la historia real. El tan solo quiere una historia. Es por eso que está en nosotros resistir esas emociones incómodas que sentimos cuando fallamos y desglosar la historia para encontrar la verdad.

Como bien lo menciona Brene en la entrevista, aquel que puede estar más incómodo, es el que más rápido próspera.

Escucha la entrevista completa acá.