¿De qué somos responsables y de qué no?

El concepto de responsabilidad es fascinante: es el factor determinante en la calidad de vida que una persona llevará. Todo lo demás cae en un distante y lejano segundo lugar. Aún así, la responsabilidad es un concepto que es constantemente malinterpretado. Veamos por qué.

La primer confusión que se da alrededor del concepto de responsabilidad es la creencia de que una persona puede ser responsable por la decisiones y acciones de alguien más. Por ejemplo, muchos padres de familia creen que las decisiones que ellos toman cuando crían a sus hijos determinan la calidad de vida de sus hijos. Aunque es imposible negar que lo que los padres de alguien hagan o no por él o ella influenciará su vida, nadie más que uno mismo puede determinar la dirección de su propia vida.

En otras palabras, la calidad de vida que cada uno de nosotros llegue a tener tan solo dependerá de lo que nosotros decidamos hacer, no de lo que nuestros padres decidieron hacer por nosotros. Es decir, ninguno de nosotros puede ser responsable por las acciones de alguien más.

Otra confusión común es la falsa creencia de que la responsabilidad está de alguna manera vinculada a las circunstancias. ¿A qué me refiero con esto? A que hay ciertas decisiones que no tomamos bajo un set de circunstancias, pero que sí tomamos bajo otras. Por ejemplo, me rehuso a mentir hasta que mi trabajo está en juego. Es casi como que si la responsabilidad de decir la verdad cambiara de alguna manera solo porque el precio de ser honesto ha cambiado; sin embargo, se mantiene intacta independientemente de las circunstancias.

Hay cientos de miles de páginas que se pueden escribir acerca de la responsabilidad. Hoy no hay tiempo para eso porque también quiero atender la responsabilidad de compartir con las personas que están por acá. Decido dejar eso para otro día.

Y tú, ¿de qué vas a responsabilizarte hoy?

Las expectativas pasan de moda

Cada generación crece con la tecnología y expectativas que se respiran a su alrededor. El mundo evoluciona y rápidamente deja atrás generación tras generación. El paso de la tecnología marcha hacia adelante y al cabo de unos años una generación ya no entiende a las que vienen atrás.

La tecnología que tenemos disponible a nuestro alrededor determina en gran parte las expectativas que tenemos de cómo “debieran” ser las cosas a nuestro alrededor. Por ejemplo, para mi es obvio que yo debiera poder ir al otro lado de mi país en mi propio carro en cuestión de unas cuantas horas. Esta es una expectativa que ni siquiera se le hubiera ocurrido a una persona de hace unas cuantas generaciones.

Lo mismo ocurre con las nuevas generaciones. Hay veces que simplemente no entendemos sus expectativas. El hecho de que ellos hayan crecido con otras tecnologías y por ende, otras expectativas, a veces los hace parecer Aliens de otro planeta. Simplemente no los podemos entender.

Para la nueva generación el e-mail es demasiado lento y ya no lo usan. Un párrafo es demasiado texto y 5 minutos es demasiado tiempo para un video. Estas son las expectativas de la nueva generación y si no las entendemos nunca nos podremos comunicar con ellos.

Las brechas entre generaciones existen por la diferencia en expectativas que hay entre una generación y la otra. Para poder trabajar juntos de mejor manera es importante sentarnos a evaluar dónde nuestras propias expectativas pudieran estar “fuera de moda”.

Un mensaje claro es mejor

Par mi escribir es un hobby. Es un ejercicio diario que hago para aprender a comunicarme mejor. Escribir me ayuda a clarificar mis pensamientos, me ayuda a ordenar mis ideas y simplificar lo que quiero decir. ¿Qué obtengo de regreso por escribir todos los días? Pues aún no cobro por lo que escribo pero sí estoy empezando a construir mensajes más claros y concisos.

No importa si estamos teniendo una conversación personal, redactando un copy de marketing, preparando un pitch de ventas o pidiendo ayuda a un compañero, un mensaje claro siempre es mejor. Los beneficios de clarificar nuestros pensamientos son infinitos.

Es importante recordar que la única razón por la que un ser humano se comunica con otro es para tratar de poner una idea que tiene adentro de su cabeza adentro de la cabeza de la otra persona. He aquí la importancia de una comunicación clara y concisa. Es lo que nos permite que las otras personas puedan ver el mundo de una manera similar a la nuestra.

Para que otra persona pueda ver algo que está adentro de nuestra cabeza con unos lentes parecidos a los nuestros, lo primero que tiene que suceder es que nosotros debemos tener claros nuestros propios pensamientos. Si nosotros mismos no podemos clarificar nuestros propios pensamientos estamos perdidos. Luego nosotros debemos articular esos pensamientos de la manera más clara y concisa que nos sea posible. Solo al llegar acá estaremos en un punto en el cual tendremos la oportunidad de que la otra persona reciba nuestro mensaje y lo pueda reconstruir de una manera similar a lo que queríamos decir. De lo contrario, la comunicación fracasará.

Definitivamente que un mensaje claro es mejor.

Todo va a pasar

A veces es dolor y sufrimiento. Otras veces es placer y felicidad. No importa. Todo va a pasar. Nada es para siempre. El tiempo fluye y no se puede detener. No tiene sentido aferrarnos a que las cosas sigan siendo como son. Tampoco tiene sentido ahogarnos en ansiedad deseando que las cosas cambien antes de que llegue su hora de cambiar.

Todo va a pasar. Mañana nada será igual. El universo está en constante cambio y, nos guste o no, esta es una ley universal que ninguno de nosotros puede cambiar. Lo que sí podemos cambiar es nuestro entendimiento de la impermanencia de las cosas. Tenemos que tener muy claro que si estamos a gusto en este momento, esa grata sensación pasará. También tenemos que tener claro que si estamos experimentando dolor, eso también pasará.

Cuando lo tenemos presente, esto es lo más obvio del mundo. Pero la gran parte del tiempo lo olvidamos y creemos que el sufrimiento que hoy no nos deja dormir estará ahí para siempre. También creemos que la felicidad que ahora alegra nuestra corazón nunca se extinguirá. Ambas son falsas expectativas que nacen en nuestro ser por la falta de conciencia con que vivimos.

Todo va a pasar y eso es algo bueno. El universo está en constante expansión. Nuestro planeta gira y se mueve por el espacio. La sangre en nuestros cuerpos fluye. La vida es movimiento, es cambio. Y si la vida es movimiento y cambio, entonces estar vivos significa que todo esto, bueno y malo, eventualmente pasará.

Participar no es fácil pero es necesario

El dialogo que se da en redes sociales es interminable. La cantidad de temas que se tratan es infinito. El perfil de las personas que argumentan para un lado o para el otro es tan diverso como los anuncios con que nos bombardean la mismas redes. Hay mucho ruido y poca señal.

Participar en este mar de confusión y ataques personales no es fácil. Aunque la cantidad de contenido que se genera es enorme, debemos reconocer que solo la minoría de personas deciden participar en el dialogo que se da en línea. Recordemos, es este dialogo el que le está dando forma a nuestra cultura y sociedad. Este silencio priva al mundo de tantos puntos de vista que urgentemente necesitamos escuchar. Los mensajes y posturas que dominan las redes son las de los mismos actores de siempre. Urgentemente necesitamos de algo nuevo, algo fresco.

Participar no es fácil pero es necesario. Sé de tantas personas que tienen pensamientos muy valiosos pero deciden callar. Sé de tantas personas que piensan diferente pero deciden no compartir lo que piensan. Sé de tantas personas que saben debatir con integridad y sin atacar a nadie, personas cuyo objetivo es buscar la verdad. Ellas tambien, en muchos de los casos, deciden ver desde fuera sin hacer el esfuerzo de guiar a los demás. Y también sé que yo muchas veces callo cosas que sé que se debieran decir. Participar no es fácil pero es necesario.

Reflexiones de cumpleaños 2022

Hoy de nuevo estoy cumpliendo años. No sé claramente que pensar al respecto. Tengo presente una frase con la que bromea mi hijo cada vez que cumple años, “No sé porque me felicitan si lo único que hice para cumplir años es no morirme en un año.” Obviamente no ha estado muy cerca de la muerte. Muchas personas sí mueren en entre cumpleaños. Aún así, hay cierta sabiduría escondida en esa broma.

Así que acá vamos. Mi primer reflexión es una de agradecimiento, estoy agradecido por estar vivo. Creo que este es el lugar en donde todos debemos iniciar. Una persona que reconoce el privilegio de estar vivo es más propensa a aprovechar mejor su vida. Así que empiezo reconociendo que estoy agradecido por estos 46 años de vida.

Mi siguiente reflexión tiene que ver con la falta de intencionalidad en el diseño de mi vida. Tengo una vida muy buena. Me fascina. Tengo una familia excepcional, una empresa que me provee de todo lo que necesito y me llena profesionalmente, un pequeño circulo de amigos que aprecio mucho y una constante motivación por seguir siendo mejor. Aún así, reconozco que es momento de diseñar los siguiente 10 años d mi vida. Hay cosas que me hacen falta y que quiero incorporar. Es hora de hacerlo. Este es un proceso que aún no he iniciado y es algo que quiero empezar hoy.

También hoy quiero pensar un poco sobre lo mucho que he logrado durante el tiempo que he estado vivo. Mi tendencia natural es ver siempre que es lo que hace falta y que toca hacer para llegar. Rara vez me doy el tiempo para disfrutar y maravillarme de lo mucho que he logrado. Esto es algo en lo que quiero me quiero enfocar bastante este año. Sin duda alguna cambiara mi experiencia de vida.

Finalmente estoy pensando en los grandes cambios y saltos tecnológicos que se avecinan. Vienen olas de cambio como las que nunca antes hemos visto. La manera en que interactuamos, hacemos negocios y subsistimos están por cambiar dramáticamente. Estoy convencido de que el mundo de hoy será prácticamente irreconocible para cuando llegue mi siguiente cumpleaños. Quiero tratar de entenderlo a lo mejor de mis capacidades para poder navegarlo bien y así intencionalmente diseñar mi vida acorde a lo que viene.

En resumen este siguiente año quiero ser más agradecido, lograr más de lo que me proponga y ser una mejor persona para todos lo s que me rodean.

Así que esas son mis reflexiones de cumpleaños hoy 11 de enero 2022. Me interesa mucho dejarlas por acá registradas para que si llego a tener la oportunidad de leerlas dentro de un año pueda decir algo más que “¿Por qué me felicitan si lo único que hice en este último año fue no morirme?

pd. Feliz cumple Naisi! Te quiero miles.

Los riesgos que nunca se deben tomar

Regularmente soy alguien que opera con bastante cautela. Al mismo tiempo, soy una persona que de vez en cuando se empuja para tomar riesgos calculados. El camino ideal usualmente es un camino balanceado (Tao). Saber cuándo arriesgarse y cuándo no es más arte que ciencia.

Pero no todo el tiempo. Hay un tipo de riesgo que nunca se debe tomar, el riesgo existencial. Un riesgo existencial es aquel en el cual el resultado del fracaso es catastrófico y no existe una segunda oportunidad. En el caso de las personas es la muerte. En el caso de las empresas es la quiebra.

Un riesgo existencial nunca se debe tomar. No importa que tan bien nos haga sentir o cuánto dinero o éxito podamos llegar a ganar, el hecho de existe una probabilidad considerable de que si fallamos nunca más lo podremos volver a intentar es suficiente contra peso para decir que “no”. En este caso, la idea de que lo más importante que hay es siempre vivir para pelear otro día, vale oro.

La buena noticia es que los riesgos existenciales son escasos. Las situaciones en las que el resultado es un “game over” definitivo son pocas. Usualmente también son extremadamente obvias. La parte fácil es aprender a identificarlas. La parte difícil es tener la disciplina para resistirse a la tentación. Las personas que no logran identificar los riesgos se pueden perdonar. Los que no pueden resistirse a la tentación no.

Mi estúpida necesidad de perfección

Las cosas se descomponen, las personas envejecen. Las imperfecciones son parte de la perfección del errático mundo en que vivimos. Aunque no lo parezca así, vivir en un mundo en el que todo fuera perfecto y en donde nada fallara sería muy aburrido.

Comprendo todo esto. Sé que así es y no hay fuerza en el universo que lo pueda cambiar. Y aún así estoy limpiando el monitor de mi computadora cada 30 minutos. No me gusta que la pantalla tenga ni la más mínima mancha. Lo mismo con mi teclado. Cualquier “anomalía” me incómoda. Lo mismo ocurre con el vidrio y la pintura de mi carro. Y mi teléfono. Y la televisión. Y así, sucesivamente hay unas cuantas cosas más que desearía que siempre estuvieran en un estado de “perfección” y que durarán para siempre. Cuando el curso natural de la realidad las altera, me descompongo.

Hasta hace muy, muy poco ni siquiera me había dado cuenta de lo pesado que es cargar con esta estupidez de un lado para el otro. El desgaste emocional y mental que experimento tratando de controlar todo esto es demasiado. ¡Ya tuve suficiente! Tanto de mi bienestar emocional depende de que todos estos objetos que se encuentran a mi alrededor, objetos que yo de ninguna manera puedo controlar, estén siempre en perfecto estado y que nunca se deterioren o fallen. Esta no es una receta recomendada para poder estar en paz.

Sé que tengo mucho trabajo por hacer. Los impulsos que siento cuanto algo se “daña”, raya o “arruina” son muy fuertes. Definitivamente cuidar las cosas tiene muchos beneficios pero saltar de eso a que el más mínimo rayón arruine todo mi día no tiene mucho sentido que digamos. Es hora de dejar esta pesadilla atrás.

Bajo un cielo lleno de estrellas (la historia de la camisa manchada)

Aún puedo recordar claramente cómo todo se desbarato en el día en que tuve una reunión“crucial” con un cliente muy importante. Ese día que quedó marcado en mi memoria para siempre, fue muy duro. Justo antes de llegar a la oficina en donde todo iba a salir de acuerdo a plan, manché mi camisa. Claro, la camisa tenia qué ser blanca.

Sin haber encontrado alguna otra opción, me tuve que presentar a la reunión con una gran mancha que no solo ensuciaba mi vestimenta, también ensuciaba mi auto imagen, mi autoestima y mi amor propio. Esta mancha fue suficiente para quitarme las ganas de vivir por al menos un par de días.

Exactamente no sé por qué hace una hora que estaba sentado frente al mar, viendo un precioso cielo lleno de estrellas, este recuerdo saltó con tanta claridad a mi mente. Creo que puede ser que ver tan de cerca la majestuosidad de la galaxia y el universo en que vivimos pone en perspectiva lo que son nuestras vidas. Acá estamos todos, parados sobre un pedazo de tierra que gira alrededor del espacio y tenemos la oportunidad de pasar un número infinitamente corto de años acá. Es maravilloso. Conectar con la infinita dimensión del cosmos nos ayuda a poner las cosas en perspectiva.

Esta sensación de asombro y pertenencia a algo tan grande me trajo este recuerdo a la mente por algo. Para recordarme de que no me debo de tomar las cosas tan en serio. Al final del día, todo pasará. Yo pasaré. Es un pensamiento tan liberador. Nunca más volveré a arruinar mi viaje bajo este bello cielo de estrellas solo porque vuelva a manchar otra camisa.

Mientras esperas

Haciendo cola para pagar. Esperando que te entreguen lo que compraste. Haciendo cola en el banco. Esperando en el tráfico. ¡Tantos momentos que tenemos todos los días para hacer algo que tenga un impacto positivo en nuestras vidas!

Cada tiempo de espera es único. Hay unos más largos que otros. Hay unos que se pasan a solas mientras que hay otros que se pasan en la compañía de alguien más. Hay unos que son planeados y hay otros que son imprevistos. Lo que es un hecho es que durante los últimos años todos estos tiempos de espera se han convertido en los momentos preferidos para enterrarnos vivos las redes sociales.

¡Pero esto no puede ser todo! Tiene que haber más.

Mientras esperas puedes reflexionar o leer un libro. Mientras esperas puedes recordar a ese ser querido que tanto quieres pero que ya falleció. Mientras esperas puedes cambiar la vida de un indigente al iniciar una conversación con él. Mientras esperas puedes leer un muy buen libro o escuchar un Podcast que te enseñe aquello que pudiera llegar a cambiar tu vida. Mientras esperas puedes pensar en cómo llevar alegría a tu hogar y sorprender a tu familia cuando regreses por la noche. Mientras esperas puedes estar a solas contigo mismo y reflexionar sobre que es lo qué realmente quieres en tu vida. Mientras esperas puedes solo respirar viendo las nubes pasear por el cielo. Mientras esperas puedes soñar. Mientras esperas hasta puedes pensar en lo que vas a escribir mañana para que por la noche no estés batallando por encontrar las palabras que llenen la página en blanco a la que a veces tanto le temes.