¿Qué es lo importante para ti?

Empecemos por reconocer que lo que es importante para una persona puede no serlo para otra. Es decir, la importancia es totalmente subjetiva. Lo que es una prioridad para mí probablemente no lo sea para ti.

Con esa aclaración inicial hecha, podemos pasar a decir que cuando una persona decide que algo es importante para ella hará todo lo posible para trabajar en ello. Le dedicará todo el tiempo y recursos que tenga disponibles. En casos extremos esa prioridad so volverá el mundo completo de la persona. Lo importante siempre pasa a primer lugar.

En este punto es importante hacer la distinción entre audio y video. Lo que realmente es importante para una persona no es lo que dice que es importante sino qué aquello que hace de primero, a lo que le aloca más recursos. Aquella empresa que dice que el desarrollo de su personal es lo más importante pero no reinvierte sus ingresos en capacitaciones no puede seguir diciendo que el desarrollo de su personal es lo más importante. Aquella persona que dice que su familia es lo más importante en su vida pero pasa los fines de semana de fiesta con sus amigos tampoco puede seguir diciendo que su familia es lo más importante que tiene.

Lo importante se hace de primero. Lo importante merece nuestra atención. Lo importante recibe nuestros recursos. Lo importante nos quita el sueño y nos energiza al mismo tiempo. Nada que se diga, piense o insinué vale. Lo único que cuenta cuando se habla de la importancia de algo es que eso se esté haciendo de primero.

¿Habrán cosas que no se pueden aprender?

Los que me conocen saben que soy un fiel creyente en el crecimiento personal. Creo que todos podemos cambiar (para bien o para mal) y que si nos lo proponemos podremos lograr casi cualquier cosa que nos propongamos. Pero hoy no me deja de dar vueltas la siguiente pregunta en la cabeza: ¿Habrán cosas que no se pueden enseñar? Y para también ver el otro lado de la moneda, ¿habrán cosas que no se pueden aprender?

Debemos empezar por reconocer que cada persona en este planeta es única. Eso hace que todos seamos diferentes. El ser diferentes necesariamente implica que cada uno de nosotros tienes capacidades distintas. Mmmm, creo que si todos somos únicos, necesariamente habrán cosas que no todos podemos aprender. Esto implica también que hay cosas que no se pueden enseñar. No todos podemos aprender a correr los 100 metros en menos de diez segundos al igual que no todos podemos entender la física cuántica.

Esto es fantástico. Qué bueno que no todos podemos aprender todo. Eso significa que cada uno de nosotros es irrepetible e infinitamente valioso. Además, eso no quita que hay cosas muy importantes que sí todos podemos aprender y enseñar:

  • Querer a los demás
  • Querernos a nosotros mismos
  • Ser compasivos
  • Tener empatía
  • Ser buenas personas
  • Hacer del mundo un mejor lugar

Así que ya he llegado a mi conclusión. Definitivamente hay cosas que no se pueden ni enseñar ni aprender. Lo bueno es que todas esas cosas no son las más importantes para vivir una vida llena de felicidad.

En las buenas y en las malas

En la parte más importante de la ceremonia Católica del matrimonio se menciona “estar ahí para la otra persona, en las buenas y en las malas, hasta que la muerte los separe”.

Cuánta sabiduría hay en esta pequeña frase. Sé que cada quien la interpreta como desea (esto es una característica de la gran mayoría de escrituras religiosas), quedan ampliamente abiertas a la interpretación personal. Para mí es un mensaje acerca de cómo vivir la vida. Significa hacer lo que hay que hacer, incluso cuando no es conveniente.

Todos eventualmente moriremos y eso no es algo malo. Es el curso natural de todas las cosas. Entre hoy y el final de nuestros días habrán “buenas” y “malas”. Qué importante es no bajar la guardia y hacer lo que tenemos que hacer todos los días sin importar cómo nos estamos sintiendo o si es conveniente o no. Haz lo que debes, en las buenas y en las malas.

Siempre hay que romper huevos para hacer un omelette

Hoy por la tarde nuestro gato Fluffy tuvo cita en el veterinario. Como ya es de costumbre, meterlo en su pequeña jaula para poderlo transportar fue una batalla campal. Una vez que entre dos personas lo logramos asegurar empezaron los maullidos de desesperación. Es algo que al menos para mí es complicado de manejar.

Lo difícil del momento me recordó que muchas veces la medicina más amarga es la que más ayuda al paciente. En otras palabras, para poder hacer un omelette siempre hay que romper algunos huevos. Para que el gato pudiera tener sus vacunas y así prevenir alguna enfermedad fue necesario para por ese mal momento.

Lo mismo ocurre cuando entrenamos nuestro cuerpo para hacerlo más fuerte y saludable. Levantamos pesas, corremos, nadamos o nos levantamos desde antes de que salga el sol. Estas actividades a veces duelen, y duelen mucho —son precisamente los huevos que rompemos para luego poder tener un cuerpo saludable (el omelette).

Cuando dejamos que alguien que trabaja con nosotros cometa un error también estamos rompiendo algunos huevos. Lo dejamos caer porque sabemos que en unos meses la experiencia que esa persona ganará de el error aportará mucho a la productividad del equipo.

Finalmente puedo pensar en un hospital que salva miles de vidas al año. Probablemente para construir ese hospital algunos arboles fueron talados y el ecosistema natural sufrió un desequilibrio. Sin duda alguna se destruyó algo de valor para poder construir el hospital pero eso está bien porque el valor que agrega el hospital es mayor que el que se destruyó. Es decir, sé tuvieron que romper algunos huevos para poder hacer el omelette.

Regresar al principio

Hay veces que con el inevitable paso del tiempo olvidamos de dónde venimos. La memoria se puede deteriorar y los recuerdos de por qué fue que empezamos se empiezan a desvanecer.

Detenernos de vez en cuando y tomarnos un tiempo para regresar al principio es muy renovador. Se siente bien y nos reconecta con nosotros mismos. Nos recuerda por qué fue que empezamos en primer lugar. Regresar al principio hace que el presente se siente mucho mejor.

Regresar al principio puede ser volver a ver familia que no se había visto en mucho tiempo. Regresar al principio puede ser pasar una noche completa hablando con un amigo de la niñez. Regresar al principio es es usar la memoria para vivir con intensidad el sueño que alguna vez nos despertó el corazón.

Regresar al principio es traer las sensaciones y la ilusión de un momento especial de regreso al presente. Es utilizar toda nuestra mente y corazón para evitar que el tiempo degrade nuestros sueños. Regresar al principio es mantenernos firmes en el camino hasta que lleguemos al final.

En un segundo

En un segundo todo puede cambiar. Un impulso, un descuido, un acierto, una decisión. Nada de esto toma más de un segundo pero puede darle forma al resto de la eternidad. Sí, me gusta creer que el mundo entero y toda su historia se pueden contener en tan solo un segundo.

En algún lugar, en otra vida que hoy ya no es, leí una frase que decía algo así, “¿si la decisión que estás a punto de tomar fuera a impactar a toda la humanidad por el resto de los tiempos qué harías? Ten mucho cuidado porque así es.”

En un segundo, en momentos de adversidad se construyen los castillos que llegan hasta el cielo. En un segundo, en momentos de debilidad se construyen las cárceles que llegan al séptimo circulo del infierno de Dante.

No se requiere de mucho tiempo para construir el paraíso. Tampoco se requiere de mucho tiempo para destruir todo lo que la humanidad ha construido. Todo esto se puede lograr en tan solo un segundo.

Nuestra participación en el ciclo de la vida

La vida es una constante sucesión de ciclos. También se puede decir que la vida en sí es un ciclo. Todo los ciclos empiezan y todos los ciclos terminan. Nada es permanente y todo tiene que nacer al igual que todo tiene que morir. Es la naturaleza de todas las cosas.

Muchas veces no empeñamos en luchar en contra de el flujo natural de las cosas y nos reusamos a colaborar con los ciclos que naturalmente se están desarrollando a nuestro alrededor. Nos hacemos los de la vista gorda y oídos sordos. Simplemente ignoramos lo que ocurre a nuestro alrededor y lo único que nos importa es que el mundo cumpla con cada uno de nuestros deseos.

Es de esta manera de ver las cosas, o mejor bien dicho, de no ver las cosas, que nacen la mayoría de obstáculos y frustraciones en nuestras vidas. Las cosas no serían tan difíciles si tan sólo prestáramos un poco más de atención y escucháramos un poco más. Si dejáramos de estar peleando y resistiéndonos a lo inevitable.

Hay tanta energía que desperdiciamos en no aceptar que las cosas son como son. Si tan sólo pudiéramos direccionar esa energía de una manera constructiva a activamente jugar nuestro rol en lo que queremos cambiar no solo lograríamos mucho más sino que también tendríamos una mucho mejor experiencia avanzando por nuestro ciclo de vida en este breve tiempo que tenemos para caminar en la faz de este bello planeta Tierra.

Deja que el momento llegue, pequeño saltamontes

Paciencia pequeño saltamontes, el momento llegará. Cuando eras niño querías ser adulto. Cuando estabas en el colegio querías estar trabajando. Cuando eras soltero querías estar casado. ¿Y mientras tanto? Te perdiste todos los grandes momentos que has vivido hasta hoy.

Vivir esperando que el futuro llegue no tiene sentido alguno. Especialmente si en el proceso te estás perdiendo tu vida hoy. Deja que el momento llegue. No lo vayas a buscar. Cierra los ojos, respira profundo y siente el infinito manantial de felicidad que tienes a tu disposición en este preciso instante.

El futuro llegará a su debido momento. No antes y no después. Llegará justo cuando debe llegar. No hay nada que ni tú ni nadie pueda hacer para alterar el paso del tiempo. Las cosas se darán con la misma perfección con que siempre se han dado. El futuro no necesita de la ayuda de nadie para llegar.

Dejar que el momento llegue es lo mismo que disfrutar él ahora. Dejar que el momento llegue es lo mismo que encontrar la felicidad hoy. Dejar que el momento llegue es lo mismo que experimentar el presente con toda su magnificencia. Dejar que el momento llegue es ser uno con la naturaleza y saber bailar con ella. Dejar que el momento llegue es vivir bien.

Leer para escribir, aprender para enseñar

Hoy que me senté enfrente de mi computadora a escribir sentí un pequeño vació que pronto se convirtió en pánico. Una desorientación muy extraña se apoderó de todo mi cuerpo. Me sentí perdido y no sabía qué hacer. Con un profundo respiro y un rápido abrir y cerrar de ojos pronto regresé a enfocarme en lo que vine a hacer: escribir.

Después de unos minutos de silencio y una reflexión profunda entendí qué me estaba pasando. Hoy por la mañana cambié mi rutina habitual. Salí muy temprano a la oficina y no tuve tiempo de leer. Usualmente después de despertarme y haber preparado mi café leo entre 45 minutos y una hora. Este simplemente no fue el caso el día de hoy.

Sé que no todos los días escribo sobre lo que leí en la mañana. Es más, pensándolo bien creo que la mayoría de los días no escribo sobre lo qué leí en la mañana. Lo que sí aprendí hoy es qué leer algo es muy importante para poder escribir. Alimentar la mente con nuevas ideas e información nos permite sintetizar material, generar nuevas ideas y despertar la creatividad. Esto es lo que me hizo falta hoy. No haber leído por la mañana estaba afectando mi capacidad de escribir.

Ya después de haber entendido que me estaba pasando no me parece nada extraño lo que ocurrió. Tratar de escribir sin materia prima y un estado creativo adecuado es como tratar de enseñar algo que aún no hemos aprendido. Para poder crear antes nos tenemos que alimentar.

Un lugar de encuentro

Bajo una cortina de niebla, en una montaña fría por donde el viento helado corre hay un lugar caluroso y muy acogedor. Por estos lejanos pueblos a este místico lugar se le conoce como “la pérgola”. Es un lugar que nunca se puede olvidar.

Para los forasteros de este recóndito pero mágico lugar la pérgola, a través de los años, se ha convertido en un santuario de amistad. Es una lugar en donde los amigos se reúnen a reír y llorar. A veces se cuentan chistes y otros días son las historias de dolor y los llantos los que se apoderan de la conversación.

Realmente no importa si el día fue bueno o malo, finalmente llegar a la pérgola es un alivio que todos sus visitantes pueden apreciar. No hay ninguna otra manera de poderlo describir pero cruzar las puertas de la pérgola es como entrar a un paraíso terrenal. Todas las preocupaciones desaparecen y solo prevalece la amistad. Pareciera ser magia, aunque todos sabemos que no lo es. Por fantástico que parezca ser este místico lugar en el fondo todos sabemos que solo es la pérgola en donde todos nos juntamos a disfrutar.