La inspiración no “llega”, se crea

Cuando uno habla con personas “creativas” es muy frecuente escuchar que no se ha avanzando porque la inspiración aún no ha llegado. Un corolario de este tipo de comentarios es que estas personas empiezan a hacer inversiones gigantes para tratar de crear ambientes que les fomenten la creatividad —pero siempre les hace falta algo más.

Con el paso de estos 533 días seguidos en los que he logrado publicar un post diario he aprendido que la inspiración no “llega”, uno la crea. O esto es cierto o he tenido una gran suerte y la inspiración ha llegado a mí sin falta cada día durante todo este tiempo.

Es innegable que un buen café, buena música, la luz adecuada y 0 interrupciones es algo que ayuda muchísimo. Pero esto no quiere decir que estas cosa sean necesarias para poder ser creativos. Lo único que se necesita para crear es sentarse a trabajar, vencer esa sensación de inseguridad que surge cada vez que vamos a hacer algo creativo. Después de todo, siempre que hacemos algo creativo existe el riesgo de que no vaya a funcionar. Esto puede ser una experiencia bastante incómoda.

Decir que la inspiración no ha llegado no es más que una excusa. Es una manera de evitar la responsabilidad de traer algo nuevo al mundo. Es la máscara tras la que tantas veces nos escondemos para no correr el riesgo de probar algo nuevo que pudiera fracasar. Aunque sé que la presión de estar sentados frente a una página en blanco (literal o metafórica) es grande, no debemos sucumbir. El mundo necesita de nuestra creatividad y de nuestros proyectos. La única manera en que constantemente podremos cumplir es aceptando que la inspiración no “llega”, se crea.

No tienes por qué recibir el correo

¿Qué haces cuando llega una carta que no deseas en el correo? Por supuesto que la desechas. Nadie se siente obligado a recibir una carta que no pidió o que no le interesa. Para aquellos de ustedes que son más jóvenes, lo mismo aplica con el correo electrónico. Nadie se sienta a abrir e-mails que no le interesan. No importa cuanto correo no deseado se reciba, cada quien es responsable de abrir solo lo que quiere.

Creanme, esta es la mejor analogía en que puedo pensar para describirles el cambio más importante que pueden hacer en sus vidas. Internalizar este cambio es lo que los llevará a encontrar la paz que sé que todos están buscando.

Digamos que vas por la calle y alguien que ni siquiera conoces te insulta. Dependiendo de que te haya dicho este evento te puede molestar durante todo el día, o tal vez dos. ¿Quién sabe? La cosa es que ese insulto, y todos los demás eventos que ocurren en tu vida son el equivalente a cartas que el mundo te está enviando y al igual que con tu correo, no estás obligado a abrir estas cartas. Si las abres, esa fue tu decisión, no de alguien más.

¿Qué quiero decir con esto? Que no estás obligado a reaccionar o engancharte con nada de lo que pasa en tu vida. Ningún evento o persona tiene el poder de afectarte, si tú no le dejas. Sí, yo sé, sueña un poco extraño y difícil de creer.

La realidad es que nada ni nadie te puede afectar pero desde pequeño, cuando te golpeaste con la mesa, te enseñaron que hay que regañar a la mesa, que ella es la responsable. Mala mesa, eso no se hace! Ah, qué rico se siente culpar afuera y así tratar de sentirse mejor. El problema es que cuando se culpa afuera se le entrega completo y total control sobre las emociones a cualquier evento que ocurra. Este es un territorio muy peligroso sobre el cual caminar.

La alternativa es reconocer, por difícil que sea, que cada quien es responsable de cómo reacciona ante los eventos que ocurren en su vida. Si cometes un error y te sientes mal, eres responsable. Si tienes un gran éxito y te sientes dueño del mundo, eres responsable. Si alguien te insulta y te enojas, eres responsable. Si alguien te dice “te amo” y decides pasar flotando en las nubes, eres responsable.

La cosa es que ninguna de estas respuestas es predeterminada. Todas estas respuestas son aprendidas y en el momento que aceptas eso eres libre. Si las respuestas emocionales que tienes a los eventos que ocurren en tu vida son aprendidas, las puedes desaprender y cambiar. No tienes por qué seguir recibiendo el correo.

“What if..” y el poder de las decisiones

Ha llegado el momento de admitirlo. Ya veo series de televisión de manera regular. La verdad lo estoy disfrutando bastante y creo que al menos las series de Disney/Marvel que estoy viendo están bien escritas y dejan algo en que pensar. Tanto así que ya antes me he visto motivado a escribir sobre algo de lo que me han enseñado.

Bueno, pues ayer en la noche vimos con mi familia el primer episodio de “What if…” y los tres quedamos muy contentos con lo que vimos. Y claro, yo me quedé pensando toda la noche en toda esta idea de los multiversos que está tomando protagonismo central en esta nueva era de producciones de Marvel.

Es increíble ver como TODA la historia de este primer episodio cobra vida debido a que alguien toma una decisión diferente a la que todos sabemos que tomó en la historia (universo) original. Osea, hay una única decisión, una elección diferente, que ocasiona una nueva serie de eventos y prácticamente genera un nuevo universo en donde cualquier cosa es posible —tal cual ocurre en la vida real.

Imagina un padre de familia que decide no tomar de más en la fiesta en que está con sus amigos y en lugar de morir esa noche en su camino a casa puede regresar con vida a desearle buenas noches a su hija de tres años. 22 años después aún está a su lado para acompañarla en el día de su boda. Eventualmente llega a ser un gran abuelo.

O imagina este joven con una vida muy difícil en casa (ambos padres son drogadictos), un futuro muy obscuro por delante y un vecindario muy peligroso como el único lugar en el cual se puede refugiar. Y aún así, con mucho valor, decide decir “no” cuando sus únicos amigos y la necesidad de dinero lo presionan a vender drogas. Gracias a esta única decisión no es arrestado esa noche y poco a poco empieza a ganar confianza en sí mismo. Con esfuerzo logra terminar la secundaria y con un poco de ayuda logra llegar a la universidad. 15 años después es un exitoso emprendedor y un cariñoso padre de 3 maravillosos hijos.

La verdad que si uno se detiene a pensar un poco, esta idea del multiverso de Marvel no es tan de ciencia ficción. Es como realmente funciona el mundo. Hoy, cada uno de nosotros, en este preciso instante tiene millones de posibles futuros (o universos) a su disposición. Las decisiones que tomemos en este momento son las llaves de las distintas puertas que abrirán los universos en que viviremos más adelante. Es vital que hoy tomemos las decisiones adecuadas para mañana poder vivir en el universo en el que realmente queremos pasar el resto de nuestros días. “What if…”

Comodidad y responsabilidad

El peor enemigo de la responsabilidad es la comodidad. ¿Cuántas veces dejamos de hacer todo lo que está bajo nuestro control para solventar una situación sólo porque preferimos estar un poco más cómodos?

Dejar la comodidad para buscar un poco más de responsabilidad e injerencia en una situación no siempre garantiza que se vaya a lograr el resultado deseado. Pero al menos maximiza las probabilidades de éxito y nos deja dormir bien por la noche al recordarnos que hicimos lo correcto.

En caso de fracaso, cambiar la comodidad por responsabilidad nos da una tranquilidad mental qué tan solo puede venir de saber que hicimos todo lo humana posible para lograr lo que queríamos. Si las cosas no resultan, pues bien. No había nada más que hacer. Hicimos todos lo que se podía. Y eso es lo que al final del día realmente cuenta —saber qué hicimos lo correcto.

El peso de decidir

Decidir implica responsabilidad. Toda decisión viene con un vinculo indestructible hacia los efectos que inevitablemente causará. Todas las decisiones pesan.

Todas las decisiones pesan porque una vez tomadas cambian el futuro para siempre. Las cosas jamás son iguales después de que una decisión es tomada. Si una persona decide usar una camisa blanca para su entrevista de trabajo ya no podrá impresionar al entrevistador con su camisa negra. Si un político decide iniciar una guerra miles o millones de personas morirán y sus vidas no se podrán recuperar. Ya no habrá paz.

El peso de decidir es grande porque decidir nos da un poder indescriptible. Decidir es lo que los seres humanos usamos para moldear el mundo a nuestro antojo. El uso de este poder conlleva una gran responsabilidad —la de forjar el futuro.

En medio de todo el ruido

Hay días que pasó horas deseando que todo fuera diferente. Esos días quisiera que las cosas fueran tal y como quiero sean, que las condiciones a mi alrededor fueran idóneas para lo que quiero hacer. Reconozco que esto es una seña de debilidad y una gran perdida de tiempo. Desear esto no me lleva a ningún lugar.

Hoy es un buen ejemplo. Quería que no hubiera habido tanto tráfico y poder haber pasado más tiempo haciendo otras cosas que no fueran estar sentado en el tráfico. La realidad fue otra y no había nada que yo pudiera hacer para cambiarla.

Así que después de mucho tráfico finalmente llegué a casa y me senté, cómo lo hago todos los días, a escribir. Ya sentado enfrente de la computadora hubiera querido tener unos 35 minutos de silencio para poder concentrarme y meterme de lleno en mi escritura. Una vez más, el mundo tenía algo muy diferente planeado para mí.

Mientras escribo esto tengo a un niño jugando Minecraft ene la computadora que está a mi lado. Está hablando con un amigo por FaceTime y creanme, no a bajo volumen. Adicionalmente la televisión está prendida y hasta hace unos 20 minutos mi mente estaba distraída enfocándose en la frustración.

Afortunadamente hace unos 20 minutos tuve la lucidez de recordar que soy yo el que está en control y en lugar de seguir culpando mis circunstancias reforcé mi voluntad y me di a la tarea de escribir el post de hoy independientemente de cuanto ruido hubiera a mi alrededor.

Creo que esta es una muy buena lección de vida en general. Siempre nos podemos concentrar un poco más y hacer lo que debemos hacer, incluso cuando estamos metidos en medio de mucho ruido.

Felicidad sin condiciones

Ayer escribí sobre cómo todos queremos lo mismo, ser felices. Hoy escribo sobre cómo, aunque todos queremos ser felices, también condicionamos nuestra felicidad.

Si le pregunto a cada uno de ustedes, ¿quieres ser feliz?, la respuesta de más del 99% de ustedes será un rotundo “sí”. Ahora, si vuelvo a preguntar, ¿quieres ser feliz más que cualquier otra cosa?, una vez más la mayoría de ustedes responderían que sí. Entonces, si ser felices es lo que más queremos, ¿Por qué tan pocas personas en el mundo reportan ser verdaderamente felices?

Porque insistimos en condicionar nuestra felicidad. Cada uno de nosotros tiene un conjunto de reglas internas que determinan cómo queremos que sea el mundo para que nos demos permiso de ser felices.

“Ser feliz es lo más importante para mí pero solo si mi ropa no se mancha en el camino al trabajo. Lo que más quiero es ser feliz pero solo si mi hijo saca buenas calificaciones en el colegio. Quiero estar feliz cuando regreso del trabajo a mi casa pero solo si todo salió bien en la oficina.” Y así una y otra vez. Quiero ser feliz pero antes “necesito” que el mundo se alinee a mis expectativas.

La realidad es que nos importa más que las cosas sucedan tal y como queremos que sean que ser felices. Si la felicidad fuera nuestra prioridad número uno, escogeríamos ser felices a pesar de que las cosas no salgan como queremos.

¿La moraleja de la historia? Si quieres ser feliz, ve y sé feliz —sin condiciones. Congela una sonrisa en tu corazón y experimenta felicidad independientemente de lo que pase. De lo contrario lo que estás buscando es que algo salga cómo quieres y no ser feliz. Recuerda, en el fondo lo que todos queremos es ser felices.

Las migajas correctas

Cada acción que tomamos es una migaja que dejamos regada por el mundo. Estas migajas que van quedando tiradas por todos los caminos por los qué pasamos son utilizadas para identificarnos. En otras palabras, lo que constantemente hacemos es la referencia que los demás utilizan para inferir quienes somos.

El rastro de migajas puede ser corto o largo. Puede ser que una acción que tomemos por la mañana nos alcance por la tarde. O puede ser que sean décadas completas las que se requieran para vincular la migaja con nosotros. En realidad no importa. Todo lo que hacemos, o incluso, todo lo que dejamos de hacer tiene nuestra huella y tarde o temprano se nos atribuirá.

Esto es magnifico. Nos da la oportunidad de enviar señales a todo el mundo todo el tiempo. Las señales que enviamos le indican a las otras personas qué tipo de personas somos. Son estas señales las que abren y cierran puertas. Son las migajas las que nos traen las oportunidades y nos cierran caminos. Si quieres que las mejores personas y oportunidades te encuentren asegúrate de que estás dejando tiradas las migajas correctas.

Hacia dónde ir mañana

Nos guste o no cada decisión que tomamos afecta nuestras vidas. Cada acción que ejecutamos, e incluso las que no ejecutamos, determinan el rumbo hacia dónde vamos. Para bien o para mal somos los protagonistas centrales de nuestras vidas y para este rol simplemente no existen suplentes.

Y es cuando recordamos que nadie más que nosotros es el que está al volante cuando logramos las más grandes cosas en nuestras vidas. Es en esos momentos cuando recordamos que somos nosotros los que escribimos nuestra propia historia que la tragedia se convierte en una historia heroes.

No importa que tan mal o bien estén las cosas en este momento, pronto cambiaran y puedes estar seguro que el sentido en el que van a cambiar depende únicamente de lo que decidas hacer. Así que escoge bien hoy hacia dónde quieres ir mañana.

El trabajo de cambiar

El trabajo de cambiar siempre es nuestro, no de los demás. Un día nos despertamos y nos damos cuenta que no soportamos a una persona con quien interactuamos todos los días. ¡Qué pena! Es en este momento cuando empieza la batalla campal de ver quién va a cambiar a quien.

Pero al igual que muchas otras, esta es una batalla sin sentido. Para empezar, es imposible que una persona logre cambiar a otra. ¡Qué fácil se nos olvida que los otros también tienen libre albedrío!

Un mejor camino es reconocer que el problema está en nosotros y no en la otra persona. ¿Acaso no es cierto que hay otros que interactúan con esta persona y no tienen el mismo problema que tenemos nosotros con ella? De hecho, hay personas a quienes les fascina compartir con las personas que nosotros aborrecemos. Algo anda mal.

Esto no es fácil de digerir. Es difícil reconocer que esas abominables reacciones que tenemos ante otras personas son responsabilidad nuestra, solo nuestra. No tienen nada que ver con la otra persona. Si la otra persona realmente fuera “defectuosa” de alguna manera todos reaccionarían igual que nosotros en su presencia. Esto simplemente no es así. Sí, somos nosotros.

Las reacciones que tenemos ante otras personas y todo lo que ocurre a nuestro alrededor son nuestras, solo nuestras. Es lo más sagrado y personal que tenemos. Es de acá de donde nace nuestra libertad. Con esta libertad también se origina una gran responsabilidad, la responsabilidad de decidir cómo queremos experimentar nuestras vidas pues nuestra experiencia de vida solo está determinada por cómo decidimos reaccionar ante las personas y eventos a nuestro alrededor.

Así que la invitación es la siguiente: deja de tratar de cambiar a las demás personas. Deja de tratar de cambiar todo lo que ocurre a tu alrededor. Eso es un proyecto imposible de lograr.

Empieza a ver hacia adentro y trata de entender. Trata de entender de dónde vienen tus reacciones y tus emociones. Aquí si hay tierra fértil pues son tus reacciones y emociones lo único que está bajo tu total control. Una vez que las logres entender muy pronto las podrás cambiar y con esto mágicamente habrás cambiado todo el mundo a tu alrededor.

Si quieres cambiar tu vida este año que está empezando, solo hay un camino. Hacer el trabajo de cambiar tú.