Las decisiones que matan la probabilidad de éxito

Hoy estoy acá para decirles que alguien los ha estado engañando toda su vida. La persona que los está engañando son ustedes mismos. ¿Y cómo se están engañando? Contándose una y otra vez la historia de que las decisiones que toman las toman para maximizar las probabilidades de éxito de lo que quieren hacer.

No me gusta ser el portador de malas noticias pero siento que tengo el deber de decirles que cuando toman la gran mayoría de decisiones las toman para sentirse bien en el momento y no para maximizar sus probabilidades de éxito. ¿A qué me refiero?

Todos hemos estado ahí. Sabemos que hacer algo va a ir en contra de nuestros mejores intereses y aún así decidimos hacerlo. ¿No me creen? Bien, ¿Recuerdan esa vez que tenían un compromiso importante pero estaban en una fiesta o muy a gusto con unos amigos y decidieron quedarse más tiempo y llegar tarde al compromiso dañando así su profesionalismo y reputación? ¿O recuerdan esa vez que tenían una duda que necesitaban resolver para completar ese importante proyecto que nunca se terminó pero prefirieron callar para no sentirse ignorantes? ¿O recuerdan la vez que tenían esa oportunidad de oro enfrente y decidieron dejarla pasar por qué el miedo de fracasar al hacer algo nuevo era demasiado grande? ¿O recuerdan la vez qué se comieron ese pedazo de pastel de chocolate al salir de la clínica del doctor que recién les había dicho que tenían riesgo de diabetes?

Así es, tristemente ninguno de nosotros es tan racional para tomar decisiones como nos gusta creer. Usualmente tomamos la decisión que nos hace sentir bien en el momento, no la que más nos conviene. Es por esto que nos metemos en tantos problemas. ¿Mi recomendación? Cuando tengas una decisión importante que tomar, toma la decisión que maximiza tus oportunidades de éxito y no la que te hace sentir bien en ese momento.

Uno de los beneficios de escribir

Acabo de borrar un artículo que recién escribí. Lo tiré a la basura digital sin remordimiento alguno. Al momento de sentarme a escribir estaba convencido de que mi reflexión era 100% correcta. Cuando terminé el artículo y me puse a revisar las conjeturas y argumentos que estaba haciendo me di cuenta de que estaba totalmente equivocado y que mi manera de ver el problema no hacía sentido alguno.

Fue un momento de iluminación muy poderoso cuando el proceso de ordenar mi ideas y revisar lo que estaba tratando de decir me dijo “esto no es así”. En ese momento recapacité, aprendí y corregí mi manera de pensar. Pude ver la falta de lógica en mi pensamiento y ahora nunca más volveré a pensar igual.

El proceso de tomar un torrente de ideas, conceptos y pensamientos para ordenarlo en un secuencia lógica de palabras que transmiten le representación interna de lo que queremos comunicar (esto es lo que es escribir) no es fácil. Y por el mismo hecho de que no es fácil es tan poderoso. Si lo hacemos bien nos obliga a pensar, evaluar, simplificar y razonar. Desafortunadamente esto no es algo que hagamos muy seguido.

Es por esto que me gusta escribir todos los días. Ejercito mi proceso de pensamiento. Clarifico mi manera de ver el mundo y poco a poco voy desarrollando mi capacidad lógica de razonar.

Cuando lo familiar es enemigo de lo mejor

Hay algo maravilloso en que las cosas nos sean familiares. Esto es precisamente lo que llamamos zona de comodidad. También sabemos que las mejoras están fuera de esta zona de comodidad pero más vale viejo conocido que nuevo por conocer.

Dejar algo familiar causa una sensación de perdida. Es como que si al cambiar algo que ya tenemos por algo nuevo —aunque lo nuevo sea mejor— estuviéramos perdiendo algo.

Esta sensación de perdida me ha estado acechando ya durante las últimas cuatro semanas. La historia es la siguiente.

Desde el 2,011 he estado usando la aplicación Runkeeper para dar seguimiento a mi progreso cuando corro. Recientemente empecé a pagar el servicio de Runkeeper Go (servicio premium pagado) para tener acceso a planes de entreno personalizados para carreras. He estado cómodo con la aplicación, no me falta nada, todo mi historial está ahí y la conozco a la perfección.

Al mismo tiempo, varias personas me han estado comentando acerca de la aplicación Nike Running Club. Me dieron muy buenas recomendaciones y me estuvieron alentando a que la probara. Lo más importante, Nike Running Club ofrece programas de entreno muy similares a los de Runkeeper pero sin cobrar. Runkeeper cobra $40.00 por el acceso a los planes.

La información, al menos en temas de costo, estaba clara. Gratis es mejor que $40.00. ¿Y la funcionalidad? Pues eso solo era tema de salir a correr con la nueva aplicación y comparar. La cosa es que pasaron semanas y no lograba soltar la familiaridad —hasta hoy.

La intención de este post no es hacer una reseña de las aplicaciones ni de comparar las funciones. Pero sí les puedo decir que mi primer experiencia con Nike Running Club fue muy buena. No le envidia nada a Runkeeper. Incluso, hay varios aspectos que están mucho mejor. Estoy bastante contento con esta prueba inicial y ya la carga emocional está empezando a pasar.

Por ratos aún pienso en esos 8 ó 9 años de datos almacenado en Runkeeper y cosas así. Duele. Pero eso no importa en realidad. Solo es un apego a la familiaridad que tengo. Es no querer dejar ir lo que ya conozco y ya hice. Pero, ¿si puedo tener algo mejor a un mucho menor costo ($0.00) por que no hacerlo?

Muchas veces no somos racionales. Especialmente cuando se trata de dejar atrás lo que nos es familiar.