Jugar es la manera más barata de aprender

Cuando se piensa en niños, ¿Qué es una de las primeras cosas que viene a la mente? Para muchas personas la respuesta es “jugar”. Y no se equivocan.

Jugando es como los niños empiezan a entender el mundo que los rodea. Es como aprenden. Jugar, más que una fuente de diversión, es un mecanismo de supervivencia. Jugar es la herramienta con que todos empezamos a desarrollar nuestras habilidades cognitivas.

El juego es un tipo de abstracción que permite entender las leyes de causa y efecto sin tener que pagar las consecuencias que fuera del juego pudieran llegar a ser desastrosas.

Cuando jugamos a las “peleitas” aprendemos a dominar nuestros cuerpo y desarrollamos nuestras habilidades motrices peleando con alguien más sin el riesgo de golpearnos seriamente o ser fuertemente agredidos.

Más adelante aprendemos a jugar Monopoly y entendemos cómo funcionan el dinero y las inversiones sin perder o ganar dinero real. También, aquellos niños que empiezan a jugar algún deporte aprenden que la constancia y dedicación, poco a poco, va dando sus resultados. También, algunos hasta aprenden a ganar y perder.

El mundo es un lugar complejo y los errores que se cometen muchas veces son extremadamente caros. Que a todos los niños les guste jugar no es una casualidad. Tan solo quieren entender cómo es que todo esto funciona cuando aún no hay mucho que sus pequeñitos cerebros puedan procesar.

Afortunadamente, jugar les permite aprender sin tener que pagar por los errores que inevitablemente todos tenemos que cometer para poder aprender.

Jugar es la manera más barata de aprender.

Kaleidoscopios, el proyecto que revivió Conceptos

Hoy, después de más de un año de no hacerlo, volví a grabar un nuevo episodio de mi podcast Conceptos. Entre mucho trabajo, un pívot fuerte en la empresa y un intenso enfoque en estar escribiendo he tenido engavetado este proyecto que tanto me inspira. Realmente lo extrañé.

Es interesante, lo que necesitaba para retomar este proyecto que tanto me inspira era sentirme inspirado. E inspirado me sentí hace un par de días que vi un video de Kaleidoscopios, una empresa fundada con el propósito de difundir las disciplinas STEAM (Science, Technology, Engineering, Art and Math) a niños guatemaltecos.

Resulta ser que tengo el gusto de conocer a una de las socias, Jenniffer Guzmán. Inmediatamente después de ver el video sentí un impulso fuerte de conocer más acerca de el proyecto y su misión. En ese instante le escribí a Jenniffer para preguntarle si ella y su socia Sol quisieran grabar un episodio de Conceptos para compartir lo que están haciendo. Accedieron y hoy, dos días después, grabamos.

Lo que Jenniffer, Sol y todos sus voluntarios están haciendo es realmente inspirador y genuinamente creo que puede cambiar el futuro de nuestro país. Es un proyecto que no solo inspira, también está transformando vidas para siempre.

Hasta acá les dejo la historia por hoy. Si quieren saber más estén atentos de mi Facebook y Linked In para enterarse cuando el episodio de Conceptos con Jenniffer y Sol se publique. Ahí podrán escuchar mi conversación de más de una una hora con ellas.

Gracias por inspirarme niñas, lo necesitaba.

Hace falta que los colegios le enseñen a los niños a construir y vender

El material que se enseña en los colegios es muy amplio. Se enseñan habilidades básicas como la lectura y la escritura. También se enseñan ciencias fundamentales como la matemática y la física. Todo esto es muy importante. Son los cimientos que los niños necesitan para poder operar como seres independientes en nuestra sociedad.

Adicionalmente a estos fundamentos, hay una cascada de conocimientos adicionales a los que los niños son expuestos. Qué tan útiles sean para ayudar a que los niños se preparen para tener un buen futuro, no lo sé. Lo que si sé es que hay dos habilidades que, al menos desde mi punto de vista, están notoriamente ausentes del material que generalmente se está impartiendo.

Creo que toda persona, independientemente de su género, profesión o intereses, debe aprender a construir y vender si es que quiere lograr acumular cierto nivel de éxito profesional. En mi experiencia estas dos habilidades fundamentales no se enseñan de manera consciente y sistemática en los colegios.

Por construir me refiero a la habilidad de poder tomar una idea que se tiene y materializarla en el mundo físico. Podemos pensar en la capacidad de idear un proyecto, planearlo, alocar recursos, ejecutarlo y llevarlo a cabalidad. También podemos pensar en la capacidad de identificar un problema y construir una solución viable al mismo. Construir.

Por vender me refiero a la habilidad de poder influenciar a otras personas para que vean algo desde un punto de vista similar al nuestro. No solo me refiero a vender un producto (intercambiar algo por dinero). Me refiero a poder vender una visión que tenemos para lograr que otras personas nos ayuden a hacerla realidad. Me refiero a poder transferir la urgencia de que algo que es importante y que debe ser resuelto. Me refiero a la capacidad de crear comunidad.

Me resulta muy difícil pensar en una situación en la cual una persona que cuenta con estas dos habilidades no pueda salir adelante y me preocupa lo poco que veo que se desarrollan a nivel general en los colegios. Sí, la literatura es importante. Me fascina leerla. Sí, la música y la cultura son partes elementales del desarrollo espiritual del ser humano. Los deportes nos completan. No quisiera ver qué los niños dejarán de estar expuestos a todas estas maravillas.

Tan solo quisiera ver que los niños aprendan a resolver problemas interesantes de una manera sistemática. A manejar proyectos. A crear soluciones. A liderar a otras personas y a contagiar a otros con el entusiasmo de de sus sueños. Solo así podrán maximizar sus oportunidades de ser exitosos y de construir un mundo futuro mucho mejor.

La felicidad depende sólo de ti

Desde muy pequeños, tanto la sociedad como el sistema escolar, no dejan muy claro con quién nos debemos comparar para ser felices —los demás. Para el pequeño niño o niña en primaria lo más importante no es si se la pasó bien en el colegio y aprendió algo nuevo. Lo más importante es si le va a poder dar a sus papás una foto del cuadro de honor para subir a redes sociales.

Siempre que nuestra felicidad dependa de algo externo (como qué es lo que piensan los demás) estaremos en problemas pues las reacciones de los demás son algo que no podemos controlar. Pero así es como hemos sido programados. Constantemente estamos buscando cumplir con las expectativas e ideales de otras personas para entonces nosotros podernos sentir bien, adentro. Con razón sentimos que tenemos el peso del mundo entero encima todo el tiempo.

La felicidad debe ser algo intrínseco, debe venir de adentro. Es algo que necesariamente debe nacer adentro de cada persona, con plena libertad. La felicidad nunca debe depender de tener que cumplir con las expectativas de alguien más. Tampoco puede depender de los resultados o situaciones que se desarrollen a nuestro alrededor.

Todo lo que realmente necesitamos para ser felices es pasar nuestro tiempo haciendo lo que nos hace felices, a nosotros. No a los demás. No necesitamos de nada más. Por ejemplo, si alguien sabe que al pasar su día leyendo, escribiendo y pasando tiempo con su familia puede ser feliz y así pasa la mayoría de sus días, entonces esta persona ha encontrado el cielo en la tierra. Puede ser que esto no sea lo que “los demás” consideren necesario para ser felices o esperen que esta persona haga por ellos pero para él o ella esto es suficiente.Y eso es lo único que realmente importa.

El segundo primer día de clases

Cuando yo era niño el primer día de clases del año era algo especial. Nunca pude tener dos en un mismo año. Aunque la resistencia de querer ir día tras día al colegio era grande, las ganas de volver a ver a los amigos después da las vacaciones de fin de año siempre ganaban. Volver al colegio dolía, pero al menos estaríamos ahí en buena compañía, eso era lo especial.

Hoy fue el segundo primer día de clases en el año para mi hijo —espero que ya no tenga más. El brillo en sus ojos, la alegría en su voz y la ilusión en su corazón me dicen que para él regresar a clases hoy fue más dulce de lo que jamás lo fue para mí.

La mano invisible dicta que la escasez es lo que hace que algo sea valioso. Pareciera ser que los niños que no han podido asistir regularmente a clases valorarán su privilegio de ir al colegio mucho más que cualquier generación anterior a ellos. Y esto es algo maravilloso.

Muchas personas que me conocen dicen que soy un optimista perdido y que a todo le veo algo positivo. ¡Acá voy otra vez!

El impacto que el último año ha tenido en nuestro hijos no se podrá cuantificar hasta dentro de algunos años. Lo que si sé es que estos niños valorarán infinitamente a sus amigos, profesores y oportunidades académicas. Después de todo, lo que cuesta vale y para ellos la pandemia convirtió al colegio en un lingote de oro que siempre querrán cuidar.

¡Feliz regreso a clases Chris!

Nuevas habilidades

Conforme una persona avanza en su carrera profesional, los proyectos en los que participa exigen cada vez más habilidades.

Por ejemplo, un contribuidor individual avanza a un puesto gerencial. En ese momento los proyectos y funciones requieren el desarrolle de nuevas habilidades. En este caso hablamos principalmente de habilidades gerenciales y de manejo de personal.

Es inevitable, con el crecimiento profesional viene la necesidad de desarrollar nuevas habilidades y el desarrollo de nuevas habilidades abre las puertas del crecimiento profesional.

Hay momentos en la carrera de toda persona en los que se presenta una oportunidad o un cambio abrupto que requiere de un cambio dramático de dirección —crecimiento profesional. Muchas personas se paralizan en estos momentos y no hacen más que ver la oportunidad o la crisis pasar. Estos son momentos decisivos que tan solo se pueden aprovechar si se adquieren nuevas habilidades.

Cada situación es diferente y que habilidades se deben adquirir para salir adelante son específicas a cada oportunidad o crisis. Es de vital importancia tener la capacidad de autoanálisis para que cada quién pueda identificar de una manera honesta que puede hacer ahora y que habilidades nuevas necesita aprender. Sin este conocimiento personal es imposible identificar qué habilidades nuevas se deben desarrollar.

Es importante mencionar que este es el paso crucial en el proceso de adquisición de nuevas habilidades. Es muy fácil que una persona se engañe a sí misma y que crea que no necesita desarrollar nuevas habilidades para seguir adelante. Una vez que una persona acepta que debe cambiar para lograr más, el proceso de aprendizaje es posible.

Tanto por aprender

Cada pequeña cosa que hacemos que nunca antes hemos hecho implica aprender algo nuevo. Si somos honestos y nos detenemos a pensar un poco debemos reconocer que esto significa que tenemos mucho por aprender.

Si tomamos las cosas que ya sabemos hacer y las comparamos contra el universo total de cosas que se pueden hacer nos daremos cuenta que en realidad sabemos hacer muy pocas cosas. Y de esas pocas cosas que ya sabemos hacer, ¿Cuántas de ellas sabemos hacer realmente bien?

Creo que hacer algo con mediocridad es muy diferente que hacerlo con excelencia. Por ende, llevar nuestro nivel de experticia de mediocre a espectacular también es aprender algo nuevo. Este proceso de mejora también implica que debemos aprender los detalles escondidos de lo que queremos perfeccionar.

¿Qué es lo que da miedo de verdad? Que dejar de aprender significa congelar nuestras vidas y quedarnos tal y cómo estamos. Es seguir haciendo todo lo que hacemos exactamente igual que como ya lo sabemos hacer. Nada sería mejor y tampoco nada sería peor. Sin importar qué pase, siempre reaccionaremos de la misma manera. Si me lo pruebo se siente cómo vivir la vida de una planta. Mmm, prefiero seguir aprendiendo.

Hay tanto por aprender y tantas cosas nuevas que vivir. Hay tanto por aprender y tantas caídas por sufrir. No dejemos que la comodidad nos impida construir. Podemos ser mucho mejores si tan solo seguimos aprendiendo hasta que llegue la hora de morir.

Una carta en pro del futuro de nuestra nación (no cerremos los colegios)

Sé que cuando un gobierno toma decisiones que no son populares se generan muchas publicaciones en su contra por medio de las redes sociales. La gran mayoría de estas publicaciones son acusadoras, divisivas y muchas veces cruzan la línea para convertirse en insultos denigrantes.

No creo que este comportamiento sea correcto. Tampoco lo apoyo de ninguna manera. Aunque parezca difícil de creer, hay otras maneras de encontrar soluciones. Espero que este post sea un testamento a que aún cuando hay desacuerdo pero HAY EDUCACIÓN, se puede trabajar en conjunto para encontrar una mejor solución.

Afortunadamente he tenido la oportunidad y privilegio de recibir una educación constante durante toda mi vida. En este momento quiero recurrir a todo el aprendizaje que he tenido para solicitar de una manera cordial y asertiva a nuestro gobierno que en este decisivo momento priorice la educación. No cerremos los colegios si no es necesario.

Como emprendedor sé lo difícil que es dirigir una organización y tomar decisiones que afectan a otras personas. Sé lo difícil que es tomar la responsabilidad cuando hay mucho en juego. También sé que si el presente no se balancea con el futuro, tarde o temprano habrán problemas. Pero también sé que siempre hay una solución, incluso a aquellos problemas que parecen insuperables. Requiere de trabajo, apertura, humildad y mucha colaboración. Mientras estemos vivos siempre se puede resolver.

Estamos en un momento en el que la ciencia, afortunadamente, nos ha dado una vacuna. Lamentable ésta aún no ha sido distribuida masivamente en nuestro país. Al mismo tiempo, gracias al incansable trabajo de miles de científicos y educadores ya tenemos guías muy confiables de cómo mitigar la propagación del COVID en los colegios. Ya sabemos bastante acerca de cómo se comporta el virus.

Lo que aún no conocemos con certeza es el efecto que el confinamiento, aislamiento y falta de interacción social está teniendo en las personas que nos ha tocado vivir esta pandemia. Especialmente no sabemos cómo está afectando a los niños y adolescentes. En este momento tan solo podemos especular pero el panorama no es para nada alentador.

Compartiendo mi experiencia personal, les puedo decir que a pesar de todos los privilegios que mi hijo tiene (no me puedo imaginar lo que están atravesando otras familias con menos recursos que nosotros), su bienestar psicológico se ha visto seriamente comprometido durante este último año. ¿Cómo lo sé? Él ha tenido la oportunidad de asistir en un modelo híbrido al colegio durante los últimos dos meses y su comportamiento, patrones de sueño y bienestar en general han mejorado dramáticamente. No se necesita ser un experto para ver cuándo un niño entra y sale de una “niñez” normal. Con el regreso a clases lo vi, en cuestión de días, transformarse en otra persona. Una persona más completa, plena y llena de vida. Incluso, una persona más humana.

Señores del gobierno de Guatemala, el desarrollo integral y bienestar de las personas debe ser prioritario. Especialmente el de los niños, son nuestro futuro. Los exhorto a actuar de acuerdo. Les comparto mis pensamientos.

No tengo duda alguna de que estamos a las puertas de un posible rebrote. La semana que viene es Semana Santa. Debemos pensar, cuál va a ser nuestra prioridad, ¿Paseo y vacaciones o el bienestar y desarrollo a largo plazo de los niños guatemaltecos? Pareciese ser, al menos desde donde yo estoy viendo, que la decisión tomada hoy prioriza el paseo y las vacaciones. De lo contrario se hubiera procedido a tomar medidas de contención “turística” y no el cierre de los colegios en donde, hasta donde yo sé, ha habido pocos problemas y mucha recuperación psicológica.

El otro tema que quisiera resaltar es el ritmo de la distribución de la vacuna. Sin conocer la interioridades ni la logística, estoy convencido de que se pueden lograr mucho mejores resultados y que se debiera redoblar el esfuerzo para que nuestros maestros en todo el país puedan ser vacunados cuanto antes. Ante mis ojos, ellos son los guías de la Guatemala del futuro y eso los convierte también en trabajadores de “primera línea”. Hagámosles llegar la vacuna lo antes posible.

Señores del gobierno, hoy estamos ante una situación compleja. Creo que la única manera de salir adelante es tomar el camino difícil y defender el futuro de nuestra nación, luchar por el bienestar de nuestros niños. Como lo he dejado claro, no estoy de acuerdo con las medidas que se tomaron hoy y pretendo manifestar mi desacuerdo de una manera pacífica y EDUCADA. Creo que están respondiendo a prioridades equivocadas. También creo que hay muchas opciones de resguardar la salud de los guatemaltecos y permitir al mismo tiempo un modelo híbrido de clases presenciales. Les pido, al igual que otros miles de padres y madres guatemaltecos, que dediquen un poco más de tiempo a evaluar las posibles soluciones que tienen a la mano y actúen de una manera coherente con el bienestar de nuestros niños. La Guatemala de hoy y la del mañana se lo agradecerán por siempre.

Los padres carpinteros versus los padres jardineros

Cuando se está guiando a una persona, particularmente a un hijo o hija, básicamente hay dos posturas que se pueden tomar —la del carpintero o la del jardinero.

El carpintero tiene un plano de lo que quiere construir. Ya tiene una visión en su mente de cómo será el producto final. Lo que quiere construir tiene un propósito definido en el mundo. Si lo que construye no corresponde al plan que tenía, entonces habrás fracasado. Por ejemplo, si va a construir una silla, la silla está hecha para que la gente se siente en ella. Si por cualquier razón se requiere que la silla sirva de mesa será difícil adecuarla. Es decir, el proceso del carpintero es rígido. Finalmente, el carpintero trabaja todo el tiempo en un ambiente muy controlado, su taller en donde siempre habrán pocas sorpresas. También sabe que lo que está construyendo está destinado para ser utilizado bajo condiciones muy predecibles que ya conoce desde antes de siquiera empezar a trabajar. El carpintero siente la necesidad de controlar todo el proceso para llevarlo a un final predeterminado.

Por el otro lado está el jardinero que trabaja con plantas en el jardín. Al trabajar en un ambiente impredecible el jardinero debe interactuar con sus plantas para ayudarles a sobrevivir a los cambios climáticos que se dan en el exterior. Deberán afrontar lluvias, radiante sol, hormigas y cuántas cosas más les tire la naturaleza encima. El jardinero no puede dictarle a las plantas como crecer, todo lo que puede hacer es “guiarlas” para que puedan florecer de acuerdo a su verdadera naturaleza. El jardinero no puede saber cómo se verá exactamente su jardín cuando sus plantas terminen de crecer, y la verdad es que tampoco le debe importar. Puede tener una idea de como quiere que se vea el jardín al final pero la maravilla de su obra la dará la individualidad que cada planta y flor que ha sembrado traiga independientemente de la intención de aquel quien inicialmente la sembró. El jardinero se siente cómodo limitando sus intervenciones a guiar y tiene el corazón abierto a deleitarse con su jardín sin importar como quede al final.

Como padres de familia es muy importante tener esto muy presente. ¿Qué le quieres regalar a tus hijos? La predictibilidad, seguridad y rigidez del carpintero o la flexibilidad, adaptabilidad y oportunidad de florecer del jardinero?

El maestro que no falla

No hay mejor maestro que la cruda realidad. Sin importar cómo se le quiera llamar, consecuencias o experiencia, afrontar los efectos directos de nuestras acciones es lo único que nos cambia de verdad. Comprender claramente cómo, lo que hicimos llevó la situación a donde ahora está, es la única manera de realmente aprender.

Nos es lo mismo que le diga yo a un niño “si comes muchos dulces te vas a enfermar” que dejarle comer hasta que se sienta mal. El malestar y la identificación de la causa / efecto de lo que hizo con como se está sintiendo será una mucho mejor lección que cualquier advertencia que se le pueda dar.

Sí, aprender a veces duele y muchas veces quisiéramos evitarle el dolor a los demás. ¿Pero qué pasa si por evitarle el dolor de fallar a alguien lo que estamos haciendo realmente es quitarle la oportunidad de aprender? ¿Será posible que lo único que estamos haciendo al protegerle es privarle de crecer?

La realidad es el maestro que no falla. Si me quemo con la hornilla caliente una vez, difícilmente la volveré a tocar después. A veces nos tenemos que quemar un dedo para después no morir en una llamarada que nosotros mismos decidimos prender.

La realidad a veces duele pero siempre enseña. Evitarle el dolor del contacto con la realidad a alguien es lo mismo que quitarle la oportunidad de aprender, incluso cuando se trata de nosotros mismos.