Jugadores de alto impacto

Messi, Cristiano, Jeter, Báez, Lebron, Jordan. Cada uno de ellos, en su respectivo deporte, es un jugador de alto impacto que puede alterar el resultado de un juego en cualquier momento.

Ellos son ejemplos vivientes de lo mucho que una sola persona puede mejorar los resultados de un equipo. Su presencia, en adición a las contribuciones que hacen en el terreno de juego, trae algo casi mágico e intangible al equipo para el que juegan —hacen mejores a sus compañeros de equipo.

Este tipo de jugadores estrella no solo existen en los equipos deportivos profesionales, también existen en algunas de las empresas y emprendimientos en los muchos de nosotros estamos trabajando. Estas son personas que son mucho más productivas que sus compañeros de trabajo y que a la vez aportan un set de habilidades únicas que le dan una ventaja competitiva a la empresa. El solo hecho de que estén alrededor del equipo hace que todo marche exponencialmente mejor en todas las áreas de la empresa.

Ya sea en los deportes o en la empresa este tipo de persona es muy difícil de encontrar. Es por esta escasez y valor desproporcionado que se obtiene al tenerlos en el equipo que una vez que se encuentra un jugador de alto impacto no se debe escatimar en contratarlo. Estas estrellas fugases valen cada centavo que sus equipos y empresas les deciden pagar.

No es lo mismo verla venir que bailar con ella

Aunque no me lo crean, estoy viendo un juego de los Chicago Cubs. En este momento estoy muy consciente de lo fuerte que es el impulso de decirle a los jugadores lo que deberían hacer o reprocharles por algo que hicieron mal. Sin duda alguna, es más fácil ver que hacer.

La tendencia a evaluar el desempeño de alguien más sin siquiera considerar las dificultades o circunstancias particulares que está experimentando es fuerte. Es tan fácil juzgar a la distancia.

Y como que si la emisión de estos juicios no fuera suficiente, muchas veces también tenemos el descaro de comentarle al mundo como nosotros lo hubiéramos hecho mucho mejor. No es lo mismo verla venir que bailar con ella.

Banderas y grama

Ahora que ya es tarde y me estoy preparando para dormir, el dolor en mis piernas me trae a la mente la imagen de banderas y grama. Pareciera no haber relación alguna entre el dolor de piernas y las banderas y grama. ¡Pero sí que lo hay! Déjenme les cuento.

La goma que une al dolor de piernas con las banderas y la grama son los niños. Llenos de energía y entusiasmo, con ganas infinitas de vivir la vida y sin reparo a ensuciarse, los niños pueden pasar horas jugando con banderas en la grama. Para un adulto la situación es diferente. No importa que regularmente haga ejercicio como lo hago yo, las horas de banderas y grama tienen un efecto muy real en las piernas.

Así que hoy tomaré las 2 horas que pasé jugando Flag Football con mi hijo y sus amigos como una advertencia. Si quiero seguirles el ritmo de acá en adelante tengo que entrenar aún más y seguir fortaleciendo mi cuerpo.

Puedo ver muchas horas más de banderas y grama en nuestro futuro y no me las quiero perder por nada. A entrenar se ha dicho.

Rendirse no es una opción

Es el medio tiempo del Super Bowl LV y todo parece apuntar a que Tampa Bay va a ganar el juego. Kansas City se ve vulnerable por las lesiones en su línea ofensiva y su estado anímico está mal. Han cometido muchos errores mentales que han terminando en penalidades que han beneficiado a Tampa Bay.

Mientras escribo esto los Chiefs tienen 15 minutos para reagruparse y recordar que rendirse no es una opción. Si aún quieren ganar no se pueden sabotear, a nivel subconsciente, a ellos mismos. No pueden creer en la narrativa que dice que no pueden ganar sin sus jugadores lesionados. No pueden dejar que su frustración los siga llevando a tomar decisiones que perjudican a su equipo. No pueden creer que no le pueden ganar a un equipo con la leyenda de Tom Brady al frente.

Si logran hacer esto aún existe una pequeña posibilidad de que puedan ganar. Lo que no pueden hacer es rendirse porque si deciden hacer eso este juego ya se acabó.

A veces gana y a veces se pierde pero cuando se pierde siempre se puede perder con dignidad y esto significa no tomar el camino más fácil. Para siempre tener la cabeza en alto, independientemente del resultado final, hay que decidir que rendirse no es una opción.

La satisfacción de perder bien

Cuando se participa en un juego finito, un juego en donde al final alguien gana y alguien pierde, obviamente se corre el riesgo de perder. Pero no todas las derrotas son creadas igual y hay algunas que son mejores que otras.

Hay veces que se pierde porque uno se da por vencido antes de que el juego termine. Hay otras veces que se pierde por que simplemente no se jugó con corazón y se dejó ir la oportunidad. También se puede perder por descuido o cometer errores no forzados. Nada de eso pasó hoy. Hoy perdimos porque el otro equipo ejecutó mejor que nosotros en un momento crucial. Y eso está bien.

Enfrentarse a una rival que en papel es más fuerte que uno es motivante. Si uno tiene la actitud correcta este tipo de enfrentamientos sacan lo mejor que uno tiene para dar. Al final del día, independientemente del resultado, uno crece, mejora e identifica los limites de su habilidad.

Hoy aprendimos mucho y podemos estar muy satisfechos con lo que hicimos. Sí, el resultado final que buscamos no se dio pero peleamos y dimos todo lo que teníamos hasta el final. Aunque la pizarra al final mostraba 1–0 en nuestra contra podemos estar satisfechos de cómo fue que perdimos hoy.