Tan fácil qué es olvidar

Invertimos tiempo en aprender, en conocer cosas nuevas. Luego utilizamos todos los recursos a nuestra disposición para cambiar nuestros comportamientos y así poder afirmar que estamos aplicando lo que ya hemos aprendido. Y las cosas mejoran, por uno cuántos días. Luego olvidamos lo que hemos aprendido y regresamos a buscar refugio en nuestros antiguos patrones de conducta.

Tan fácil que es olvidar aquello que es nuevo y tanto beneficio trae a nuestras vidas. Los viejos hábitos pesan tanto más que las ganancias que llegan con los nuevos aprendizajes que prontamente descartamos lo recién aprendido.

Aprender no es fácil pero aplicar lo ya aprendido es aún más difícil. Conocer algo nuevo requiere de esfuerzo, cambiar la manera de actuar en base a esa nueva información muchas veces es imposible.

La integración de nueva información, a un nivel profundo, es necesaria para la transformación. Aquella persona que realmente desea empezar a vivir una nueva vida no solo necesita aprender, también debe transformar su manera de actuar. En otras palabras, no puede olvidar todo lo que tanto ha invertido en aprender.

Se mejora haciendo

La única forma de mejorar como se hace algo es claro, haciéndolo. No existe otra forma de lograrlo. Los grandes escritores se hacen escribiendo, al igual que los grandes deportistas se hacen entrenando. Los grandes emprendedores se hacen emprendiendo y los más grandes músicos se hacen tocando sus instrumentos.

¿Qué quieres hacer con tu vida? No importa cual sea tu respuesta a esa pregunta, la única manera en que lo vas a lograr es empezando a hacerlo ahora. Sí, vas a fracasar y te vas caer cientos de veces. En un principio no lo vas a hacer bien, al igual que cuando aprendiste a caminar tampoco lo hacías bien. Pero para aprender a correr, primero hay que lograr caminar.

Cada fracaso trae dentro de sí un aprendizaje y con cada aprendizaje nos acercamos a la perfección de lo que sea que estamos haciendo. Para ser de los mejores en nuestros respectivos campos hay que invertir mucho tiempo y dedicación. Infinitas repeticiones y largas horas de práctica. “Este es el camino”, diría Mando.

Llegar a dominar cualquier habilidad es una larga tarea que no es fácil ni inmediata. Pero la recompensa es dulce. En el camino aprendemos a apreciar la sutilezas de lo que sea que estemos aprendiendo y desarrollamos un genuino amor por la habilidad que estamos desarrollando.

Para llegar a estos altos niveles los libros y videos de YouTube se quedan cortos porque la única manera de mejorar es claro, haciendo.

Incluso los días largos terminan

Hay ciclos de veinticuatro horas que son más difíciles de manejar que otros. Unos están más cargados, otros menos. Aunque no hay día que no dure veinticuatro horas, sin duda alguna, algunos se sienten mucho más largos que sus hermanos “pequeños”.

Todo es cuestión de percepción. Qué tan largo es un día no tiene nada que ver con la cantidad de horas que tenga (ya en el párrafo anterior quedó definido que todos los días tienen veinticuatro horas), tiene que ver con cómo se interpretan los sucesos que durante ese tiempo ocurran.

La cantidad de actividades que se realicen durante un día no es relevante a la percepción del paso del tiempo. Si se están realizando actividades agradables, el tiempo pasa volando. Por el contrario, si lo que se está haciendo no se percibe como agradable, las agujas del reloj se pueden llegar a paralizar.

No hay dos días en los que una persona haga exactamente las mismas actividades. Todo los días son diferentes. Esto necesariamente implica que habrán muchos días en los que todos tendremos que hacer cosas que no nos gustan. Todos tendremos días difíciles en lo que las cosas no salen como queremos. Estos son los días a los que usualmente se les reconoce como “días largos”.

Pero, incluso los días largos terminan. No hay día alguno que tenga más de veinticuatro horas y las agujas del reloj siempre regresan a las 12:00 para empezar de nuevo.

Mañana, nosotros también podremos volver a empezar de nuevo.

El sprint final

No importa de que largo sea la carrera, el sprint final siempre es lo que más cuesta. Esos metros finales que demandan todo lo que a el cuerpo le queda y un poco más son lo que determina al ganador. Muchas veces lo que define quién llegará primero no es la habilidad sino que la voluntad de querer ganar.

En esos momentos en que la meta se ve en el horizonte pero el cansancio es abrumador es importante recordar por qué se empezó a correr. Es en ese propósito inicial que se esconden la energía y la motivación para seguir adelante y terminar.

Ya al estar tan cerca de llegar nada ni nadie puede correr por ti. Si a estas alturas aún quieres ganar, poner el cansancio detrás de ti y enfocarte en lo poco que queda por recorrer es la estrategia a seguir.

Estás ya en el sprint final. Queda poco por recorrer. Puede ser que ganes, o no. En realidad no importa mientras no te rindas y termines lo que empezaste. Muy pronto sabrás si lo lograste o no y con eso llegará la recompensa de descansar sabiendo que diste todo lo que tenías para dar, incluso en este sprint final.

El más alto nivel, inspirado por los mejores del mundo

Hoy es el Super Bowl LVI. Millones de personas alrededor del mundo se reunirán a pasar el día juntos, culminando la jornada viendo el juego. Aparte de los fenomenales anuncios que se pueden ver durante el partido, la oportunidad de ver a los mejores atletas del mundo batallar entre sí para saber quién ganará uno de los campeonatos más importantes del mundo es una experiencia sin igual.

Realmente no importa si se es fan de los deportes o de el futbol americano, ver a los mejores del mundo competir al más alto nivel es algo fuera de este mundo. Todavía no conozco a alguien que no aprecie y se llene de inspiración cuando ve a otra persona competir al más alto nivel.

Esta admiración, claro está, no es exclusiva a los deportes. Ocurre en otras facetas de la vida. ¿Cómo no sentirse inspirado al ver a un papá que es de los mejores del mundo para guiar a sus hijos? ¿O cuándo se ve a un emprendedor cambiar el mundo con su empresa? ¿O cuándo se tiene la oportunidad de aprender de un profesor que nos despierta pasión por una materia en particular?

Ver a los mejores del mundo es inspirador. Estar rodeado por ellos es aún mejor. Pero intentar a jugar a ese nivel es algo que todos podemos hacer para inspirar a alguien que sin que lo sepamos está siguiendo cada movimiento que hacemos.

Nueva información, somos nosotros los del problema

Todo el tiempo estamos recibiendo nueva información. Con cada instante que pasa aprendemos algo nuevo. Nada se queda igual y todo cambio que percibimos enriquece nuestra percepción de la realidad. Con cada segundo tenemos más elementos para armar el rompecabezas.

Ahora, con eso dicho viene una pregunta muy importante, ¿Qué estamos cuándo tenemos nueva información? ¿La ignoramos? ¿Pretendemos que no está ahí? ¿Tratamos de aprender de ella? ¿Nos enberrinchamos? ¿La tratamos de entender? ¿La desvalidamos? ¿Tratamos de aprender?

Muy a menudo escucho a muchas personas decir que están “estancadas”. Creo que estar “estancado” es una decisión más que una situación de vida. Si todo en este mundo constantemente está cambiando y todo el tiempo tenemos nueva información, es obvio que si estamos estancados somos nosotros los que no queremos mejorar.

Cualquier otra cosa es mejor

Cuando hay una tarea enfrente que no se quiere hacer, cualquier otra cosa es mejor. En esos momentos puliremos los zapatos blancos, ordenaremos la oficina, haremos despechadas e incluso veremos Betty la Fea por tercera vez con tal de no hacer lo que tenemos que hacer.

Idealmente lo correcto es llevarnos a hacer lo que hay que hacer, ahora. Pero todos estamos hechos de carne y hueso. Hay veces que simplemente la fuerza de voluntad está en escasez. No puedo hablar por los demás, pero al menos el resultado que yo obtengo en esos momentos es que paso horas a la vez castigándome por no estar haciendo nada; mientras sigo ahí sentado sin hacer nada.

Después de hablar al respecto con varias personas me estoy dando cuenta que esto es mucho más común de lo que antes creía. Le pasa a muchas personas.

Varias de ellas me han sugerido que reconocer que en ese momento no vamos a hacer nada es un buen primer paso. Luego de eso, salir a caminar y estar afuera para despejarse puede ser una buena idea. Es importante tomarse el tiempo que sea necesario para entrar en un estado productivo. No tiene sentido regresar antes de estar listos para volver a sentarnos a no hacer nada.

En los momentos en que las cosas no se están dando y estamos atorados, hacer cualquier otra cosa es mejor.

El beneficio de tener un buen proceso

Los procesos son fenomenales. Estos infinitos círculos de actividades cuidadosamente seleccionadas pueden cambiar los resultados que una persona obtiene en cualquier área de su vida.

Construir un buen proceso debe ser el principal enfoque de alguien que quiere mejorar sus resultados. Tristemente de niños a todos nos dijeron que lo único que importa son los resultados (¿Recuerdan la presión por sacar buenas notas en el colegio sin importar cómo?) Es por esto que nos cuesta tanto dejar los resultados temporales a un lado para enfocarnos en desarrollar un buen proceso.

Un proceso efectivo eventualmente dará buenos resultados. Los buenos resultados sin un proceso que los sostenga tan solo es tener buena suerte. Es preferible tener un mal resultado generado por un buen proceso que lograr el mejor de los resultados sin un proceso que haga que ese resultado sea replicable.

Cada vez que haya una elección entre usar el tiempo para mejorar un proceso o lograr un resultado inmediato el recurso se debe invertir en mejorar el proceso. La gran mayoría de las veces los buenos resultados pueden esperar pero un mal proceso que se convierte en mal hábito puede destruir el futuro.

Sé que es difícil de aceptar pero para poder tener una vida exitosa hay que quitar la mirada del premio y enfocarse en el camino. Si el camino es el correcto, eventualmente la tierra prometida llegará.

Fuera de proporción (no seas hiperbólico)

Si no se tiene cuidado, la mente humana puede ser el más grande amplificador que existe en este planeta. Puede tomar cualquier cosa y multiplicarla 100 veces hasta convertirla en una quimera indomable. En otras palabras, uno de los pasatiempos favoritos de la mente es sacar las cosas de proporción.

Desafortunadamente, no hay mente humana que pueda percibir la realidad tal y como es. Todos tenemos mecanismos de percepción personales que toman los estímulos externos y los “traducen” en experiencias internas. Son estas experiencias lo único a lo que le podemos llamar realidad. Es en base a estas experiencias que reaccionamos. En realidad, estas experiencias son lo único que podemos percibir.

Ah, la mente, fiel ángel guardián cuyo único trabajo durante millones de años ha sido mantenernos a salvo. ¿Cómo no ser hiperbólica cuando su razón de ser es protegernos? Es algo tan natural. Pero todo esto no quiere decir que sacar las cosas de proporción siempre sea la mejor opción.

La mente es maravillosa, se puede autoregular. Con un poco de práctica la mente aprende a observar sus propios pensamientos. Cuando la mente llega a este punto, la multiplicación, el ruido y la distorsión se hacen evidentes a el “observador”. Lo único que queda es claridad y paz. El mundo se percibe tal y cómo es y las situaciones se pueden atender por lo que son, no por lo que la mente hiperbólica las pinta ser.

Esto hace toda la diferencia del mundo. En este estado de lucidez hasta las situaciones de vida o muerte que se pudieran llegar a afrontar se perciben de una manera más serena, cristalina. Es irrefutable, todo lo que sucede tiene consecuencias. Algunas son buenas, otras malas. Lidiar con ellas frenéticamente nunca ayudo a alguien.

Percibir cualquier evento tal y como es no es lo mismo que restarle importancia. Manejar una situación de peligro o riesgo con calma no quiere decir que seamos indiferentes a lo que está pasando. Mantenernos centrados no quiere decir que no vayamos a resolver.

Recuerda, reaccionar con miedo, ansiedad y premura porque nos “vamos con la finta” de la historia exponencial que nos está contando nuestra mente NO quiere decir que estemos lidiando con la situación en una manera efectiva. Tan solo quiere decir que estamos reaccionando en una manera muy similar a la que lo pudiera hacer un pequeño animalito.

Los limites se pueden mover

Un limite es el punto en donde algo termina y algo mas empieza. Podemos decir que el limite de la paciencia es dónde la cordura termina y la locura empieza. En la misma línea, el límite de nuestras capacidades es dónde termina lo que podemos hacer y en donde empieza nuestra oportunidad de aprender cómo hacer algo nuevo.

Muchas personas creen que los limites son estáticos, que no se pueden mover. Creen que solo se tiene cierto nivel de paciencia y que solo se puede manejar hasta x ó y nivel de complejidad. Creen que tan solo se puede manejar cierto grado de presión y que no se puede generar más ingresos de los que ya se están generando. Todo esto es falso.

A través de la constancia, el aprendizaje y si, mucho fracaso, los limites se pueden mover. Por medio de el esfuerzo y la introspección se puede desarrollar más paciencia. Con entrenamiento físico se puede aumentar la resistencia y la fuerza corporal. Con dedicación y capacitación se puede hacer explotar cualquier carrera profesional.

La caja en la que sentimos que estamos encerrados no es real. Esos limites que creemos que nos encierran solo están en nuestras cabezas. La caja puede crecer. Los limites se pueden mover. Solo tenemos que empujar.

Pero primero tenemos que convencernos de que los limites sí se pueden mover.