El momento perfecto

El momento perfecto no tiene nada que ver con el momento. Todo lo que puede estar pasando o no a nuestro alrededor pasará o no pasará independiente de nuestros deseos. No tiene nada que ver con nosotros. La experiencia de este momento es nuestra y solo nuestra. No es de nadie más. Ni siquiera de lo que está pasando.

Todo momento es perfecto, si lo dejamos ser. A este preciso instante que estamos viviendo no le hace falta nada para ser perfecto. Puede ser que nosotros queramos que sea diferente pero eso dice más acerca de nuestras expectativas que de la perfección del momento.

Cada segundo de nuestras vidas es perfecto. No importa que tan difícil o doloroso sea, cada momento es perfecto. La historia del tiempo se desenvolverá en la manera que está destinada a desenvolverse. No podemos hacer nada para cambiarla. Si estamos experimentando resistencia a lo que está ocurriendo en este preciso instante nos debemos responsabilizar de ser nosotros los que ponemos resistencia a lo que debe ser y no juzgar lo que está ocurriendo como imperfecto. ¿Quienes somos nosotros para decidir qué debe y que no debe ser?

Este momento es perfecto al igual que lo fue el momento anterior. No hay momento imperfecto que pueda llegar a nuestro corazón si nos logramos convencer que así debe ser. Aprendamos a ver nuestras vidas con los ojos de agradecimiento que solo la aceptación nos puede llegar a dar y entonces, y solo entonces, cada momento será perfecto.

La oficina en la nube

En este momento ya la mayoría de empresas que hemos sobrevivido la pandemia estamos luchando con la difícil decisión de cómo vamos a querer llevar nuestras operaciones de ahora en adelante.

Uno de los temas centrales que debemos resolver es qué hacer con las oficinas y qué rol jugará el trabajo remoto en la operación de la empresa. Ya las disposiciones gubernamentales, al menos acá en Guatemala, están permitiendo el retorno a las oficinas. ¿Pero es esa la mejor ruta a tomar? Es difícil decir.

En Ubiquo Labs hemos recopilado los siguientes aprendizajes que estamos tomando en cuenta:

  • La productividad del equipo de desarrollo de software incrementó con la implementación de Home Office.
  • La operación de nuestros productos (todos hosteados en AWS) no se vio afectada con el Home office.
  • No tenemos certeza de cómo se vio afectado el rendimiento del equipo de ventas ya que hay muchas variables que afectaron las ventas durante la pandemia.
  • El sentido de unión y pertenencia a la empresa decayó. Se extraña el compartir todos juntos en un mismo lugar. Se ha diluido la cultura empresarial.
  • Las personas prefieren hacer la mayoría de su trabajo en casa.
  • Los clientes, al menos en este momento, no quieren visitar nuestras oficinas. La mayoría de reuniones, incluyendo ventas, se han estandarizado como reuniones remotas (zoom, meet, etc.)
  • El costo y la complejidad de implementar protocolos para operar una oficina tiempo completo es muy alto. Causa muchas distracciones.

Después de mucho pensar creo que dada la situación actual las oficinas podrían estar en camino a la nube. No, no estoy diciendo que están muertas y que ya no las usaremos. Tan solo creo que las empezaremos a utilizar en demanda, tal y como usamos los servidores en la nube.

Creo que con lo que hemos aprendido durante los últimos meses sabemos que una estructura física disponibles 24 horas los 365 días del año no es necesaria para operar una empresa. También sabemos que hay ciertas actividades esporádicas que un equipo debe realizar en conjunto para operar a su máxima capacidad. ¿Podrá ser que una oficina en un modelo tipo nube sea la solución? Creo que sí.

El proceso creativo

El proceso creativo, si así lo deseamos, puede estar presente en todo lo que hacemos. Una actividad nunca debe ser catalogada como creativa o no creativa. Lo que realmente determina si una actividad es creativa o no es nuestra actitud hacia ella.

Muchas veces incorrectamente asociamos el proceso creativo exclusivamente con el arte (pinturas, escritura, películas, fotografía, etc). Esto es un error. ¿Por qué? Porque, al menos para mí, la definición de creatividad es “el uso de la imaginación y/o ideas originales para producir un resultado o lograr un cambio”.

No hay nada en este mundo a lo que no le podamos aplicar la creatividad. Podemos ser creativos en cómo preparamos nuestro desayuno y podemos ser creativos para resolver el problema del hambre a nivel mundial. Los emprendedores pueden ser creativos y los deportistas también. Hay creatividad en el Louvre de Paris y hay creatividad en los Slums de Calcutta.

Si así lo deseamos el proceso creativo puede regir nuestras vidas. Podemos utilizar nuestra imaginación y nuestras ideas para nunca más hacer algo dos veces de la misma manera. Podemos experimentar todos los días e imaginar un nuevo mundo en donde probamos algo diferente en cada momento. Nos podemos sorprender a nosotros mismos si tan solo le damos rienda suelta a nuestra creatividad.

Claro, ser creativos nos puede llevar a fracasar o tener contratiempos por qué ser creativo por naturaleza es riesgoso. Probar algo nuevo e imaginarnos una nueva manera de hacer las cosas por definición puede fallar. Nunca nadie antes lo ha hecho y por eso no podemos saber si funcionará. La pregunta importante a estarnos haciendo todo el tiempo es ¿y que si sí funciona?

Las situaciones que me molestan

Mientras he ido avanzando en el camino de conocerme más he aprendido a manejar de mejor manera aquellas situaciones que me molestan. Debo ser sincero, muchas de estas situaciones se pueden considerar como triviales y algunas de ellas hasta como ridículas. Hay tanto que me molesta.

Sin embargo, conforme he pasado más y más tiempo analizando y haciendo mucha introspección sobre aquello que me molesta me he dado cuenta de que las situaciones que me afectan dicen más acerca de mí que de lo que está pasando.

Poco a poco estoy aprendiendo a experimentar mi reacción como algo personal e independiente a lo que está sucediendo. Si algo me molesta no es por qué lo que está sucediendo sea intrínsecamente molesto, es por qué yo he decidido, por alguna razón, que eso es algo que me debiera molestar. Considero este reconocimiento como una gran avance.

Esta nueva descubierta habilidad de poder detenerme al momento de enfrentar una situación que considero como incómoda o molesta y poder preguntarme “¿Por qué esto me está molestando?” es la puerta a un nuevo mundo lleno de posibilidades.

Aunque aún no pueda responder la pregunta de por qué algo me molesta con total claridad, el poder detenerme y hacer la pregunta me ha dado una perspectiva del mundo radicalmente diferente. Me resulta muy difícil poner en palabras exactamente qué es lo que cambia con la pausa y la pregunta. Lo que sí sé es que aunque hay muchas situaciones que me siguen molestando, de cierta manera me siento un poco más ajeno y distante a ellas. Creo que voy por el camino correcto.

Un buen plan

Un buen plan es un mapa que se utiliza para llegar a alcanzar un objetivo claro y bien definido. No tiene mucho sentido hacer y seguir un plan si no se sabe a dónde se quiere llegar. Un buen plan siempre empieza con un objetivo.

Un buen plan es una serie de tareas y actividades qué se deben ejecutar para poder cumplir un objetivo. Cada tarea o actividad el plan debe estar claramente definida y cómo mínimo debe detallar:

  • Quien es la persona responsable de completar la tarea
  • Que es exactamente lo que se debe hacer
  • En que fecha y hora se debe completar la tarea
  • El listado de insumos y/o requisitos necesarios para poder completar la tarea

Un buen plan está diseñado para exigir lo mejor de la persona que lo va a ejecutar. Un buen plan requiere de creatividad y compromiso para poderse completar. Un buen plan permite lograr más. Los objetivos que se pueden alcanzar con un buen plan son hasta 10x más grandes que los objetivos que se tratan de alcanzar por improvisación.

Un buen plan es flexible y toma en cuenta imprevistos. Permite cambios de dirección repentinos y la búsqueda de caminos alternos que te llevan al objetivo original por otro lugar. Un buen plan está vivo y se sabe ajustar a los cambios que inevitablemente se darán. Un buen plan puede cambiar sin comprometer el cumplimiento del objetivo final.

Un buen plan incorpora un seguimiento de avances semanal. Un plan que no se evalúa, revisa y ajusta por lo menos una vez a la semana deja de ser un plan y está destinado fracasar.

Un buen plan organiza y ordena. Un buen plan da claridad y ayuda a priorizar. Un buen plan ayuda a predecir si el objetivo final se va a lograr o no.

Un buen plan ayuda a medir. Ayuda a determinar el rendimiento hasta este momento y a estimar el rendimiento futuro. Un buen plan identifica recursos faltantes que se necesitan para no fracasar.

Un buen plan es simple y elegante. Busca eliminar actividades innecesarias y enfocar todos los recursos y energía en donde más impacto pueden tener. Un buen plan es inteligente e ingenioso.

Un buen plan es la herramienta te ayuda a alcanzar lo que más quieres lograr.

Las dos maravillas de recordar

Cuando nuestros pensamientos viajan hacia el pasado, muchas veces algunos experimentamos remordimiento. Pareciera ser que nuestro pasatiempo favorito es analizar nuestras vidas con el único propósito de querer que fueran diferentes. También pasamos demasiado tiempo queriendo que nuestras vidas actuales fueran como fueron antes o queremos haber tomado decisiones diferentes para que nuestras vidas hoy fueran mejores. Si jugamos a este juego, no hay cómo ganar.

Pero hay otra manera de experimentar nuestro pasado. Hay formas de poder utilizar nuestro paso por la vida constructivamente. Aunque no nos resulte fácil, podemos utilizar nuestro pasado para mejorar tanto nuestro presente como nuestro futuro. Podemos visitar los rincones de nuestro pasado con la intención de aprender y agradecer.

Es totalmente válido querer cambiar cualquier aspecto de nuestras vidas en cualquier momento. Para realizar cambios necesitamos más información, necesitamos aprender. Si viajamos hacia el pasado no con remordimiento pero con la intención de aprender y entender que podemos hacer mejor podremos ver nuestro pasado como un eterno maestro que está siempre disponible para enseñarnos algo.

Para poder recordar nuestro pasado primero tenemos que estar vivos y luego debemos tener tiempo disponible para voltear a ver hacia atrás. Aunque no lo parezca, hay tanto que agradecer en cada momento. En especial hay mucho que agradecer respecto a las vidas que hemos tenido. Después de todo, es este camino lo que nos ha hecho las personas que somos hoy. Y si por alguna razón no nos gusta la persona que somos hoy, siempre podemos cambiar aprendiendo de la persona que fuimos ayer (nuestro pasado).

Nuestro pasado es un regalo que siempre podemos escoger aceptar o no. Tenemos la opción de tomar este regalo, abrirlo y utilizarlo para construir el resto de nuestras vidas. No lo sigamos desperdiciando.

Que lo correcto se vuelva fácil

“Todo lo que es rico hace mal” dice la gente por ahí. La verdad es que usualmente lo placentero y lo fácil en el momento resulta, de alguna manera u otra, dañino en el mediano y largo plazo.

Lo contrario también es cierto. Lo que en el momento es incómodo, requiere de esfuerzo y es difícil de hacer pagará dividendos en el futuro.

Esta realidad nos pone en un predicamento muy complicado. Lo único que podemos experimentar en nuestros cuerpos es lo que está ocurriendo ahora (ya sea algo placentero o algo incómodo). Por el otro lado, el efecto futuro de lo que estamos experimentando ahora tan solo los podemos imaginar. No es tan real y no lo podemos “sentir”.

Por ejemplo, quiero mejorar mi salud y decido ponerme a dieta. Pero ahora estoy en una fiesta de cumpleaños y tengo un delicioso pedazo de pastel de chocolate enfrente. El olor del pastel y la reacción de todos mis sentidos entran en competencia con el ideal intangible de querer estar saludable. Usualmente ganan los impulsos físicos del momento —la comodidad y el placer. Me como el pedazo de pastel.

Es por esto que es extremadamente importante que logremos construir un compromiso muy fuerte con los ideales que queremos sostener en nuestras vidas. Es vital poder cristalizar esa visión de el tipo de personas que queremos de ser. En el momento que el compromiso con esos ideales pesa más que los impulsos físicos del momento, hemos ganado. Entonces, y solo entonces, lo correcto se volverá lo fácil de hacer.

Una buena respuesta al beta

Durante los más de 10 años de existencia de Ubiquo Labs está es la primera vez en que invertimos tanto tiempo y recursos en conocer tan a fondo la necesidad de nuestros clientes. Considero que siempre hemos sido una empresa que escucha pero jamás habíamos profundizado a este nivel.

A pesar de conocer tanta teoría al respecto, nunca me hubiera podido imaginar el nivel de claridad y dirección que 2 meses de estudio profundo pueden generar. La respuesta que hemos tenido a los betas que estamos presentando, los que a su vez fueron creados sobre prototipos basados en hipótesis validadas previamente por medio de entrevistas, ha sido fenomenal.

La presentación de cada beta sigue siendo un nuevo experimento y con cada sesión estamos aprendiendo más. Los futuros clientes están muy entusiasmados y nos están dando retroalimentación que es aún más valiosa que la que obtuvimos en las entrevistas iniciales. El proceso se está desenvolviendo muy bien.

Sé que nada puede garantizar el futuro y mucho menos el éxito de un producto con el cual se está emprendiendo. Tal cosa no existe. Lo que sí sé es que encontramos una solución efectiva a un problema real por la cual el mercado está dispuesto a pagar. Es momento de apretar el acelerador y ejecutar.

El uso del tiempo y la tecnología

Sin duda alguna, la tecnología es algo que, durante todo el trayecto de la historia humana, nos ha ayudado a utilizar mejor nuestro tiempo. La tecnología es la principal razón que nos permite disfrutar las vidas que hoy tenemos. Es el motor detrás de la prosperidad de nuestra civilización.

Y aún así, la tecnología tan solo es una herramienta que amplifica los más profundos deseos humanos. Son estos deseos, lo que determinará no solo el tipo de tecnologías que crearemos, sino que como utilizamos la tecnología que ya tenemos disponible.

Y con esto vuelvo al uso de nuestro tiempo que, para el propósito de este post, es lo mismo que el uso que le damos a la tecnología. En este mundo hiper-conectado en que vivimos hoy nuestra calidad de vida, más que nunca antes, depende de cómo decidimos usar la tecnología y por ende como usamos nuestro tiempo.

Por ejemplo, estamos afuera y tenemos 10 minutos que esperar. ¿Qué escogemos hacer con nuestra conexión a toda la información del mundo? ¿Nos endormecemos con el scroll infinito de las redes sociales o leemos un articulo que nos ayude a crecer?

Nos sentimos quemados de tanto trabajar. ¿Dejamos que nuestra adicción a la pantalla nos mantenga pegados al email del trabajo hasta las 3:00am o streameamos una meditación que nos ayude a dormir mejor? Estamos aburridos y no hay nadie alrededor. ¿Vemos vídeos que se burlan de personas que tuvieron accidentes en YouTube o buscamos un tutorial que nos ayude a desarrollar alguna habilidad para crecer nuestros ingresos? Estamos con sobre peso. ¿Celebramos que ahora es prácticamente inmediato pedir comida chatarra por el teléfono o creamos y seguimos un plan de perdida de peso con una de las más de 1,000 aplicaciones gratuitas que existen?

Las herramientas sin duda alguna están ya disponibles. La más grande pregunta que afrontamos cómo especie es que vamos a hacer con ellas. Los invito a escoger sabiamente.

Es más fácil después de decidir

Tomar una decisión significa descartar todas las demás opciones y comprometerse con la elegida. Es también alinear todas las acciones subsiguientes con la opción elegida. Es decir, decisión = seleccionar una opción + actuar de acuerdo a esa elección.

Una vez se ha pasado por el proceso de tomar una decisión, todo se vuelve más fácil. Por ejemplo, he decidido que voy a escribir un post todos los días. Ya está decidido. Ya no me tengo que preguntar si voy a escribir hoy o no. ¿Escribo aunque sea tarde? ¿Escribo aunque me cueste pensar sobre que escribir? ¿Escribo aunque no tenga ganas? ¿Escribo a pesar del cansancio? Todas estás preguntas son absurdas. Las respondí todas hace más de 200 días cuando decidí escribir todos los días.