Acompañado se logra más

La razón por la cual muchos emprendedores no logran objetivos o proyectos más grandes es por qué tratan de hacer demasiado solos. Su instinto usualmente los lleva a tratar de resolver todo por si mismos. Creanme, trabajar así no es una buena experiencia.

Al momento de pensar en un proyecto grande la reacción es casi automática —eso es demasiado para mí, no lo lograré. Es en este momento que se recurre a definir proyectos más pequeños que la persona siente que puede manejar mayormente sola.

Esta manera de pensar nace debido a una pregunta que se ha plantado en nuestras mentes desde que éramos pequeños en el colegio: ¿cómo lo hago? El proceso va así: primero visualizo un proyecto de gran impacto que me entusiasma mucho y que puede cambiar el mundo, luego me pregunto cómo puedo hacer para ejecutar YO TODO el proyecto y finalmente reduzco el proyecto por uno más pequeño por qué me doy cuenta que no puedo hacer todo lo que se requiere para ejecutar el proyecto grande.

Pero al mismo tiempo, vemos proyectos gigantes a nuestro alrededor todo el tiempo. ¿Cómo hacen estas personas para lograrlos? Es simple, después de visualizar su gran proyecto cambian la pregunta “¿cómo lo hago?” por “¿con quién lo hago?”. Esta es una pregunta mucho más poderosa que, aunque requiere de profundos cambios de paradigma para funcionar bien, puede cambiar completamente la vida de un emprendedor y el impacto de los proyectos que logra realizar.

¿Con quién lo hago? es muy poderoso por qué invita a pensar en las mejores personas que pueden ejecutar mejor que nosotros mismos alguna parte del proyecto. Al mismo tiempo nos libera de el agobio de sentir que tenemos que hacer todos nosotros mismos. Nos lleva a crear grandes equipos.

Esta pregunta nos lleva a identificar la capacidad de encontrar ey enrolar expertos comprometidos y profesionales como la habilidad número 1 que todo emprendedor debe tener. De lo contrario no es un verdadero emprendedor.

Es indispensable dejar de pensar en el “cómo” y empezar a pensar en el “con quién”. Personalmente sé que esto es algo que ha limitado el tamaño de los proyectos que he podido manejar. Es por esto que estoy leyendo el nuevo libro Who not How que acaba de publicar Dan Sullivan. El libro está buenísimo y si alguien se siente identificado con lo que he escrito acá puede profundizar mucho más comprando el libro con un gran descuento ($0.99) por tiempo limitado acá:

Cuando no es fácil, vale más

Hacer lo que se debe hacer cuando se tienen las ganas de hacerlo es fácil. Los verdaderos profesionales hacen lo que deben hacer incluso cuando no tienen las ganas de hacerlo. En ellos no pueden nacer las excusas. Esto es lo que hace los hace únicos. Los hace de cierta manera, mejores.

La constancia y compromiso con cumplir, independiente de el nivel de motivación que se pueda tener, es lo que diferencia a las personas exitosas de los demás. Son estas personas, aquellas que logran vencer la comodidad, las que logran llegar más lejos en el camino de la vida.

De cierta manera todo lo bueno que tenemos hoy a nuestro alrededor se ha construido gracias a la perseverancia y tenacidad de unos cuantos. Para poder haber llegado a donde estamos, sin duda alguna, muchas personas hicieron miles de cosas aun cuando no tenían las ganas de hacerlo. ¿Qué mejor manera de honrarlas que nosotros haciendo lo mismo?

Un estándar diferente

Todo empieza con un estándar. El estándar determina quién está cumpliendo y quién no. Es en base al estándar que se decide quién se va y quién se queda. Sin un estándar el rendimiento que se puede esperar es impredecible y la mayoría de veces es bastante pobre.

Un estándar por definición es subjetivo. La persona encargada de definir el estándar —usualmente el fundador o CEO— determinará el estándar en base a su expectativas y sus experiencias personales. Si esta persona no sé a expuesto a estándares altos, su punto de referencia será bajo y estará satisfecho con poco.

Es por esto que es muy importante que cualquier gerente que tenga personal a su cargo se exponga constantemente a estándares diferentes. Que pueda ver lo que otras personas fuera de su organización son capaces de hacer. Que mida sus estándares contra los mejores. De lo contrario, lo que cree que su equipo es capaz de hacer no se podrá comparar con lo que la mejor competencia está haciendo.

A veces creemos que lo que las otras empresas que admiramos están logrando es por arte de magia. Esto no es cierto. Lo que sucede es que ellos tienen estándares diferentes. Tienen estándares más altos y solo trabajan con personas que son capaces de cumplirlos. Esto es lo que hace toda la diferencia en lo que se puede llegar a lograr.

Lo más difícil de aceptar

Lo más difícil de aceptar también resulta ser lo más cercano que tenemos. No, no es nuestra familia ni nuestra forma de caminar. Es algo que es aún mucho más personal que eso. Es algo tan íntimo que nos causa mucha ansiedad y sufrimiento las 24 horas de cada día.

Es algo que es más sólido que el titanio pero a la vez más maleable que la plasticina. Esto es algo que no se puede poner en palabras y en su ausencia no podemos estar realmente en paz.

Cada mañana luchamos por esconder a este prisionero ya que si logrará salir nos condenaría a morir. Constantemente cuidamos nuestras espaldas ante el hecho de que pudiera escapar. Nos aterra que pudiera salir y nos llegara a desnudar.

Estoy hablando de nuestro auténtico ser. De ese ser humano único, vulnerable y maravilloso que se esconde detrás de la falsa construcción mental que hemos desarrollado para poder sentir seguridad. De esa alma eterna que está muerta en vida por qué queremos fingir ante los demás que somos algo mejor. De acá es que nace el impulso a dedicar todo nuestro tiempo a fingir ser aquello que creemos que los demás quieren admirar.

Por alguna razón nos cuesta tanto aceptarnos tal y como somos. Es algo tan incómodo que dedicamos la mayoría de nuestro tiempo y energía a construir y presentarnos como alguien más. Alguien que consideramos que es suficiente para los demás. Si tan solo nos detenemos a pensar cómo vivimos en realidad nos daremos cuenta de lo ridícula que es la situación.

Nos despertamos y estamos preocupados que pensarán los demás de como está nuestro pelo hoy. Manchamos nuestra camisa antes de una reunión y el mundo se acabó. Viene el verano y o nos matamos por vernos bien en traje de baño (por qué eso es lo que realmente queremos, nunca queremos bajar de peso) o empezamos a hacer planes para noaparecernos en la piscina. Alguien nos pregunta algo y mentimos antes de decir no sé por qué queremos aparentar ser más inteligentes o capaces. La verdad que es una mentira tras otra todo el bendito día.

¡Esto no tiene por qué ser así!

Aquello que es lo más difícil de aceptar es a su vez el regalo más grande que tendremos en todas nuestras vidas. Soltemos el miedo y abramos ese regalo que está clamando por dejarse mostrar.

ps. Un muy buen amigo que me ha ayudado en este camino de aceptación me envió hoy la foto que acompaña este post. ¡Gracias por ayudarme llegar hasta acá y poder escribir sobre el tema!

Procesando

Para aquellos de nosotros que estamos en el mundo de las computadoras y tecnología el mensaje de “procesando…” es bastante común. Este mensaje le indica al usuario que tenga paciencia. Le notifica que lo que sea que se le pidió a la máquina que haga se está trabajando y pronto se entregará el resultado. Los seres humanos también estamos “procesando…” desde que nacemos hasta que morimos.

Desde el segundo que nacemos —y probablemente desde que estamos en el vientre— estamos absorbiendo información de nuestro entorno. Constantemente estamos procesando toda esta información y esto es lo que nos hace crecer como seres humanos. Toda nuestra vida es un constante proceso de procesar información.

Toda persona con que tenemos contacto está procesando. Esta digiriendo sus experiencias de vida y tratando de hacer lo mejor que puede con ella. Es particularmente importante recordar esto cuándo vemos que alguien comete un error o tiene una falta hacia nosotros. Rara vez hay mala intención. Casi siempre esto se debe a un error de proceso. Enojarse con alguien que cometió un error de procesamiento no tiene mucho sentido y no ayuda a nadie.

Los niños en el colegio están procesando. Los jóvenes en la universidad también. Los padres de familia estamos procesando al igual que los empresarios que trabajan sin cesar. Todos estamos procesando todo el tiempo.

Si vamos a pasar todo nuestro tiempo procesando información, puede ser una buena idea buscar mucha información de calidad y exponernos lo más posible a situaciones que podamos utilizar para crecer. Todo lo demás puede ser que esté de más.

Energía

La cantidad de energía que sentimos de un momento otro puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Recibimos una mala noticia y pareciera ser que el universo completo consume hasta la última gota de energía en nuestro cuerpo y alma. Nos enteramos que esa noticia era falsa minutos después y sentimos que tenemos suficiente energía como para noquear a Mike Tyson de un solo golpe.

Nuestra energía y subsecuentemente nuestro estado de ánimo vienen de cómo decidimos experimentar los eventos que ocurren a nuestro alrededor. Si quieres vivir con más energía empieza por cambiar la manera en que ves el mundo.

La lucha por bajar de peso (mental)

Al escuchar “bajar de peso” inmediatamente pensamos en dietas, ejercicio y ropa apretada. Creanme, yo he estado ahí. Al día de hoy he bajado 130 libras desde que alcance mi peso máximo de 300 libras. Hoy peso 170 libras. Esa batalla ya fue ganada.

Ahora les digo que ganar la lucha por bajar peso corporal es difícil. Requiere de disciplina, autocontrol y constancia. Pero con todo esto, que es bastante, bajar peso corporal es un juego de niños comparado a bajar peso psicológico.

Sí, “bajar de peso” no solo aplica al cuerpo. También aplica para la mente. El peso de pensamientos negativos, miedos, angustias, remordimientos, apegos, dudas, etc. que cargamos con nosotros día tras día es lo más difícil de vencer.

El cuerpo se acostumbra a ciertos hábitos de alimentación y ejercicio. Cuando los hábitos son dañinos, el cuerpo se reciente y en muchas ocasiones sube de peso. De igual manera, la mente se acostumbra a ciertos patrones de pensamiento e interpretación que cuando son destructivos hacen que nuestra experiencia de vida sea pesada y mayormente negativa.

Al igual que cuidamos nuestro cuerpo, debemos cuidar la mente. De esto depende nuestra felicidad. El problema es que, a diferencia de lo que sucede con el cuerpo, con la mente ni siquiera nos damos cuenta que necesitamos bajar peso. Al principio nos resulta imposible ver que estamos mal y que necesitamos cambiar. Tomamos nuestra situación actual como “normal”.

Y no estoy hablando de desordenes psicológicos o psiquiátricos extremos. Estoy hablando de la experiencia diaria que todos tenemos viviendo nuestras vidas. Seamos honestos. Nuestras experiencia no es tan “ligera” que digamos.

Vivimos adictos a la aprobación de otras personas y cualquier rechazo nos desarma por días a la vez. Nuestras mentes están constantemente fabricando historias de horror que nos mantienen ahogados en miedos que nunca llegan. Los errores del pasado jamás nos liberan de culpas que no existen. Nuestras relaciones están manchadas con enojos y envidias. Sufrimos por creer que necesitamos esto o aquello para ser felices. Esto no es cierto. Esta no es manera de vivir.

Bajar peso psicológico requiere que despertemos, que aceptemos que no estamos bien y que deseemos vivir nuestras vidas más cerca de la realidad. Esto resulta ser difícil. Muy difícil. La programación que hemos recibido desde pequeños luchará contra nosotros hasta el final.

Cambiar nuestra psicología es bastante más difícil que bajar 130 libras. De hecho, no podemos bajar 130 libras sin antes cambiar nuestra manera de pensar. Es ahí en donde debemos trabajar primero.

Pero vale la pena. La recompensa de la liberación mental es bastante más gratificante que bajar cualquier cantidad de peso corporal.

Interpretación y verdad

Hoy pasé por una televisión en donde estaban dando una película de Harry Potter. La película tenía el audio y los subtítulos en español prendidos al mismo tiempo. Por si alguien no supiera, todo el material de la serie de Harry Potter se generó originalmente en inglés. ¡Qué problema!

No vi más de 3 minutos. Tampoco puedo recordar exactamente cuales fueron las palabras que confundieron mi cerebro. Lo que sí tengo muy presente es que las palabras que estaba escuchando no eran las mismas palabras que estaba leyendo. ¿Cuales son las palabras correctas? ¿Cuales debo tomar como “verdad”?

Si no hubieran estado prendidos los subtítulos, ni siquiera me lo hubiera cuestionado. En ese caso hubiera asumido —como lo hacemos con casi todo en nuestras vidas— que esa es la única y “verdadera” narración que existe. Pero al tener los subtítulos al mismo tiempo que el audio surge la duda.

Qué se acerca más a lo que JK. Rowling quiso decir, ¿los subtítulos o el doblaje? Quién será mejor traductor, ¿el que subtituló o el que dobló? ¿Que versión es mejor? Estás son todas preguntas sin respuestas. Todo es un juego de interpretación. Lo que sí queda muy claro es que ninguno de los dos pudo replicar de manera exacta lo que J.K. Rowling quiso decir en sus libros originales.

Este fenómeno no solo ocurre con la traducción de películas. Ocurre en la traducción y edición de libros. Ocurre cuando una persona le cuenta a otra lo que alguien más dijo. Ocurre cuando un publicista comunica lo que un político dijo. Ocurre cuando le contamos una historia a alguien. La comunicación no es perfecta y debemos tener mucho cuidado con lo que decidimos hacer con ella.

¿Qué hacer? La única salida sensata a este enredo es saber que no tenemos acceso directo a la verdad absoluta. Todo lo que vivimos es solo una interpretación personal de una realidad que es tan compleja que simplemente no podemos experimentar de manera directa. En todo momento estamos corriendo nuestro proceso personal de interpretación.

Ahora, volviendo al tema de Harry Potter. Seguro que la persona que dobló la película vio exactamente la misma película que la que vio la persona que la subtituló. Lo único que pasó es que cada una de ellas interpretó de manera distinta lo que vio y esa interpretación quedó plasmada en el doblaje y en los subtítulos respectivamente.

Millones de personas han visto la versión doblada y millones de personas han visto la versión subtitulada —cada una siendo una película totalmente distinta. Cada persona que ha visto la película, sea cual sea la versión que haya visto, la ha interpretado de manera única e irrepetible. Es complejo. Muy complejo.

Y aún así nos esmeramos en pelear a la muerte por defender algo que leímos en Internet o algo que creemos que es cierto por qué alguien más nos dijo que es verdad.

Cuidado, todo es una interpretación.

Aprender enseñando

El privilegio de poder enseñar no debe ser tomado a la ligera. Poder contribuir en la transformación de otras personas —esperamos que para bien— es algo que se debe tomar muy en serio.

Ser un buen profesor, maestro, coach o como se le quiera llamar, requiere de una gran cantidad de cualidades. Se debe contar con:

  • Paciencia
  • Sabiduría
  • Empatía
  • Buena comunicación
  • Claridad
  • Conocimiento de materia
  • y mil cosas más

Pero sobre todo, para poder enseñar se debe amar aprender. No se puede enseñar algo que aún no se ha aprendido. “La única manera de garantizar que has aprendido algo es poderlo enseñar”, decía Aristóteles. Una vez más, estaba en lo correcto.

Enseñar es la manera más noble de aprender. Es un circulo virtuoso fenomenal. Siempre y cuando el objetivo sea ayudar lo más posible al estudiante, el maestro estará destinado a crecer. Lo que sucede es que enseñar y aprender no son calles de una sola vía. El verdadero aprendizaje se da cuando hay un intercambio genuino entre dos personas.
Mi sueño es aprender enseñando.

Prisión

Prisión no es un lugar al que alguien más te puede llevar para privarte de tu “libertad”. Prisión no es un lugar físico del que tu cuerpo no puede salir. Prisión no es a donde los “culpables” van a pagar por sus infracciones. No, nada de esto es una prisión.

Prisión es no poder escapar de los impulsos de tu cuerpo. Prisión es ser esclavo de una adicción. Prisión es la incapacidad de poder cambiar tu manera de pensar. Prisión es creer que tu manera de ver el mundo es lo mismo que la realidad. Prisión es sacrificar lo más sagrado una y otra vez por no poder vencer ese miedo que no te deja vivir.

La prisión nunca es algo que está allá afuera. La verdadera prisión siempre está dentro de ti.