3 días en aguas

Hace unas horas finalmente terminó una travesía de más de 72 horas que puso a prueba mi paciencia. Fue una prueba que me mostró que sin importar cuánto haya avanzado con mis prácticas de meditación siempre hay espacio para mejorar.

3 días atrás empezó mi viaje con una manguera que se rompió a la salida de nuestro calentador de agua. A las 10:15pm. Esa primer etapa del viaje terminó cerca de las 2:00am con nada más que una solución temporal. El trabajo se retomó a las 9:00am del día siguiente y la manguera fue sustituida por una tubería bastante más resistente con un trabajo que terminó al rededor del medio día.

¡Misión cumplida! Ehhhh, no. Alrededor de las 7:00pm de ese segundo día se encendió la bomba de agua. 5 minutos, 10 minutos, 15 minutos. Nada. La bomba seguía funcionando sin señal de quererse detener. Esto indicaba que había otra fuga ya que no estábamos usando agua en ninguna parte de la casa. Todo alrededor del calentador se miraba bien. Después de revisar cada llave de la casa me di por vencido y decidí apagar el flip-on de la bomba e irme a dormir. Hoy pasamos de nuevo el día sin agua tratando de entender por qué la bomba no dejaba de trabajar.

Después de medio día decidí salir a revisar las llaves de agua que están en las tuberías externas de la casa. Me encontré una piscina alrededor de una tapadera que se encuentra en el fondo del jardín. La tubería que viene desde la bomba hacia la casa estaba rota justo en donde entra a la casa por abajo de la fundición.

Bueno, a llamar al plomero de nuevo. Cerca de las 4:00pm volvió a venir. Aunque no sé nada de plomería, sé que el problema no estaba fácil de resolver por el punto en que se rompió la plomería. Para aprovechar la poca luz del sol que quedaba decidimos que él se quedaría tratando de romper la losa para avanzar y yo me iría a comprar el material necesario para la reparación. Me fui camino hacia una tienda que está a un kilómetro de mi casa. Gracias al tráfico regresé hasta una hora después.

Ya trabajando con linternas y sin luz el plomero se lanzó con todo a trabajar. Un par de horas después terminó y todo estaba bien. Nos despedimos y se fue. 5 minutos después, la bomba se volvió a encender. Está vez ya sabía a dónde ir a ver. Mi peor miedo se hizo realidad. Bajo la luz de mi linterna pude ver un piscina muy similar a la que había visto una horas antes. El trabajo no había funcionado.

Llamé de regreso al plomero que afortunadamente estaba aún dentro de la colonia en donde vivo y prontamente regresó. Identificó que el problema era fácil de corregir y había sido nada más que un descuido en apretar unas piezas. 15 minutos más y el agua despareció, el plomero pudo seguir su camino y me travesía de 3 días en aguas finalmente terminó.

Dejar ir

Aprender más. Tener más. Conocer más. Viajar más. Controlar más. Ganar más. Nuestra cultura está fuertemente sesgada a creer que más es mejor. ¿Y si estamos equivocados?

La mayor parte de nuestro tiempo se invierte aprendiendo habilidades y conocimiento que eventualmente está destinado a producir más. Un mejor trabajo, un mejor salario. Un mejor carro y una casa más grande. Recién estoy terminando una plática con un muy buen amigo que me hizo cuestionarme esta manera de vivir más que nunca.

Hablamos durante más de una hora sobre lo valioso que es aprender a dejar ir las cosas. Profundizamos sobre lo importante que es cambiar nuestra manera de pensar al respecto de nuestra relación con el mundo “material”. A través de sus experiencias e historias pude conectar de nuevo con lo valioso que es dejar ir.

Mientras más podemos dejar ir, más libres somos. Mientras más podemos dejar ir, menos cárceles nos pueden encerrar. Mientras más podemos dejar ir, más gozo tendremos en nuestras vidas. Mientras más podemos dejar ir, más podremos sentir. Mientras más podemos dejar ir, más felices seremos.

Un miedo al día

Mientras más lo pienso y reflexiono se me hace tan evidente que la razón por la que mi vida no es todo lo que pudiera ser es por el miedo. Y solo para ser un poco más honesto y responsable —porque yo aún no he aprendido a manejar mis miedos.

Soy una persona que tiene todas sus facultades y ha tenido una cantidad infinita de privilegios a lo largo de su vida. Siempre he tenido todo a mi favor. Y aún así me he quedado corto de alcanzar todo mi potencial tantas veces. No me han hecho falta ni oportunidades, ni capacidad ni, conocimiento. Tan solo me ha hecho falta valor.

También debo reconocer que soy una persona altamente responsable, perseverante y que rara vez se da por vencida. Hoy hago este compromiso público y conmigo mismo de enfrentar por lo menos una cosa que me dé miedo todos los días. Estoy seguro que retar un miedo al día me dará la vida que siempre he querido tener.

La caja de pizza que se convirtió en plato

Desde que tengo uso de memoria recuerdo he comido Pizza Vesuvio. También puedo recordar la icónica caja de medio metro que tanto caracteriza esta marca. Hoy a medio día, en plena reunión con todo mi equipo de trabajo, aprendí algo acerca de esta caja que me maravilló y a la vez me pareció genial.

Antes de contarles sobre la maravillosa invención que hoy descubrí les quiero contar por qué creo que el proceso de cómo lo descubrí es tan importante.

El proceso de transmisión de este conocimiento se dio de manera totalmente orgánica. Alguien más del equipo, que ya sabía sobre la invención, la utilizó de manera totalmente natural y todos los que estábamos a su alrededor nos maravillamos de lo que hizo. Con tan sólo hacer algo que para él era totalmente natural enfrente del grupo nos regalo a todos un importante aprendizaje que ahora podremos usar de ahora en adelante. Estos encuentros casuales son una importante parte del aprendizaje que una organización puede tener. A más encuentros, más aprendizaje.

¿Pero qué fue eso tan maravilloso que hizo esta persona con una caja de pizza? Es algo tan simple que es genial. Todo empezó cuando alguien preguntó, ¿dónde están los platos? Pronto el conocedor del secreto dijo “no se preocupen, la tapa de la caja se puede rasgar y de ahí salen los platos”. Tomó la tapadera de la caja de cartón y empezó a rasgar rectángulos perfectos que pronto compartió con todos. La caja de pizza se convirtió en platos.

El proceso es gradual

Esta es una de las cosas que más me cuesta manejar en mi vida —aceptar que el proceso de mejora es gradual. Me cuesta mucho sentirme cómodo cuando yo o alguien más hace algo por primera vez y el resultado no es “el mejor”.

Por alguna razón que aun no he logrado comprender siento una necesidad muy intensa de que las cosas tengan un alto grado de perfección desde su concepción. Quiero todo de una vez. Me cuesta encontrar comodidad en aceptar que el proceso de mejora es gradual.

Nada en este mundo va de 0 a 100 en un instante. Todo necesita de aceleración y tiempo para llegar a su máxima expresión —especialmente el aprendizaje y la evolución. Tengo que dejar de pretender que yo soy el catalizador que puede romper con esta ley natural.

Sé que esto no quiere decir tolerar un paso de tortuga y el constante tropiezo contra la misma piedra una y otra vez. También sé que llevar un ritmo constante es mucho mejor que hacer un sprint corto e inmediatamente después querer abandonar la carrera. Sé que el proceso es gradual para todo, incluso para poder cambiar mi limitación de querer que todo sea perfecto desde la primer vez.

Lo difícil es bueno

La verdad es que si fuera fácil cualquiera lo podría hacer. ¿Con cuánta gente tendrías que competir si todos pudieran hacer eso que estás soñando construir? Cuando algo es difícil se vuelve escaso y por ende valioso. Que eso que quieres sea difícil es bueno.

Es bueno por qué solo las personas tan dedicadas como tú pueden aspirar a lograrlo. Son muy pocos los que lo pueden lograr. Es bueno por qué usualmente cuando algo es difícil es por qué el resultado vale la pena. La recompensa al final de un camino difícil no solo puede cambiar el mundo, también te puede cambiar a ti para siempre.

Que algo sea difícil es una buena noticia. Quiere decir que estás trabajando en algo te te está poniendo a prueba. Que vas a crecer durante el proceso independientemente del resultado que llegues a tener. Quiere decir que no estás haciendo algo a medias y que estás buscando hacerlo con excelencia. También quiere decir que lo que has decidido hacer es algo importante. Y trabajar en algo importante es lo que le da significado a tu vida. Trabajar en algo difícil te da propósito a ti y a los que trabajan contigo.

El mundo necesita, hoy más que nunca, que haya personas trabajando en los problemas más difíciles que tenemos que resolver. ¿Quién va a coordinar a los vecinos del condominio para que se pueda construir el parque en donde los niños pueden jugar afuera? ¿Quién va a fundar esa empresa que le va a dar empleo a 6 personas muy capaces que hoy están buscando ingresos? ¿Quién va a abrir ese restaurante que incentiva a sus visitantes a comer saludable? ¿Quién va a encontrar la cura definitiva al cáncer? ¿Quién va a componer esa canción que motivará a toda una generación a cambiar el curso de la historia?

Hay muchas cosas difíciles por hacer y por definición hay pocas personas para hacerlas. Mi intención hoy es hacer la difícil tarea de lograr que alguien que lea esto empiece a ver las dificultades que tiene enfrente como buenas noticias y resuelva un problema para que el mundo sea un poco mejor.

Específico no genérico

Si se quiere que un proyecto tenga impacto real en en el mundo específico es mejor que genérico.

Específico nos compromete con algo medible. Genérico nos da un lugar en dónde escondernos.

Específico nos obliga a definir nuestro proyecto y terminarlo. Genérico nos deja encontrar excusas y procrastinar para siempre.

Específico define nuestro mercado objetivo. Genérico es un escopetazo al aire.

Específico requiere de trabajo y dedicación. Genérico no es constante y depende de la suerte.

Específico se puede medir y es concreto. Genérico es ambiguo.

Específico siempre tiene una mate clara y bien definida hacia dónde caminar. Genérico es inconsistente y no tiene dirección.

Específico tiene claramente definido qué es éxito y que es fracaso. Genérico nunca gana ni pierde.

Cuando se quiere lograr algo específico siempre es mejor que genérico.

El momento perfecto

El momento perfecto no tiene nada que ver con el momento. Todo lo que puede estar pasando o no a nuestro alrededor pasará o no pasará independiente de nuestros deseos. No tiene nada que ver con nosotros. La experiencia de este momento es nuestra y solo nuestra. No es de nadie más. Ni siquiera de lo que está pasando.

Todo momento es perfecto, si lo dejamos ser. A este preciso instante que estamos viviendo no le hace falta nada para ser perfecto. Puede ser que nosotros queramos que sea diferente pero eso dice más acerca de nuestras expectativas que de la perfección del momento.

Cada segundo de nuestras vidas es perfecto. No importa que tan difícil o doloroso sea, cada momento es perfecto. La historia del tiempo se desenvolverá en la manera que está destinada a desenvolverse. No podemos hacer nada para cambiarla. Si estamos experimentando resistencia a lo que está ocurriendo en este preciso instante nos debemos responsabilizar de ser nosotros los que ponemos resistencia a lo que debe ser y no juzgar lo que está ocurriendo como imperfecto. ¿Quienes somos nosotros para decidir qué debe y que no debe ser?

Este momento es perfecto al igual que lo fue el momento anterior. No hay momento imperfecto que pueda llegar a nuestro corazón si nos logramos convencer que así debe ser. Aprendamos a ver nuestras vidas con los ojos de agradecimiento que solo la aceptación nos puede llegar a dar y entonces, y solo entonces, cada momento será perfecto.

La oficina en la nube

En este momento ya la mayoría de empresas que hemos sobrevivido la pandemia estamos luchando con la difícil decisión de cómo vamos a querer llevar nuestras operaciones de ahora en adelante.

Uno de los temas centrales que debemos resolver es qué hacer con las oficinas y qué rol jugará el trabajo remoto en la operación de la empresa. Ya las disposiciones gubernamentales, al menos acá en Guatemala, están permitiendo el retorno a las oficinas. ¿Pero es esa la mejor ruta a tomar? Es difícil decir.

En Ubiquo Labs hemos recopilado los siguientes aprendizajes que estamos tomando en cuenta:

  • La productividad del equipo de desarrollo de software incrementó con la implementación de Home Office.
  • La operación de nuestros productos (todos hosteados en AWS) no se vio afectada con el Home office.
  • No tenemos certeza de cómo se vio afectado el rendimiento del equipo de ventas ya que hay muchas variables que afectaron las ventas durante la pandemia.
  • El sentido de unión y pertenencia a la empresa decayó. Se extraña el compartir todos juntos en un mismo lugar. Se ha diluido la cultura empresarial.
  • Las personas prefieren hacer la mayoría de su trabajo en casa.
  • Los clientes, al menos en este momento, no quieren visitar nuestras oficinas. La mayoría de reuniones, incluyendo ventas, se han estandarizado como reuniones remotas (zoom, meet, etc.)
  • El costo y la complejidad de implementar protocolos para operar una oficina tiempo completo es muy alto. Causa muchas distracciones.

Después de mucho pensar creo que dada la situación actual las oficinas podrían estar en camino a la nube. No, no estoy diciendo que están muertas y que ya no las usaremos. Tan solo creo que las empezaremos a utilizar en demanda, tal y como usamos los servidores en la nube.

Creo que con lo que hemos aprendido durante los últimos meses sabemos que una estructura física disponibles 24 horas los 365 días del año no es necesaria para operar una empresa. También sabemos que hay ciertas actividades esporádicas que un equipo debe realizar en conjunto para operar a su máxima capacidad. ¿Podrá ser que una oficina en un modelo tipo nube sea la solución? Creo que sí.

El proceso creativo

El proceso creativo, si así lo deseamos, puede estar presente en todo lo que hacemos. Una actividad nunca debe ser catalogada como creativa o no creativa. Lo que realmente determina si una actividad es creativa o no es nuestra actitud hacia ella.

Muchas veces incorrectamente asociamos el proceso creativo exclusivamente con el arte (pinturas, escritura, películas, fotografía, etc). Esto es un error. ¿Por qué? Porque, al menos para mí, la definición de creatividad es “el uso de la imaginación y/o ideas originales para producir un resultado o lograr un cambio”.

No hay nada en este mundo a lo que no le podamos aplicar la creatividad. Podemos ser creativos en cómo preparamos nuestro desayuno y podemos ser creativos para resolver el problema del hambre a nivel mundial. Los emprendedores pueden ser creativos y los deportistas también. Hay creatividad en el Louvre de Paris y hay creatividad en los Slums de Calcutta.

Si así lo deseamos el proceso creativo puede regir nuestras vidas. Podemos utilizar nuestra imaginación y nuestras ideas para nunca más hacer algo dos veces de la misma manera. Podemos experimentar todos los días e imaginar un nuevo mundo en donde probamos algo diferente en cada momento. Nos podemos sorprender a nosotros mismos si tan solo le damos rienda suelta a nuestra creatividad.

Claro, ser creativos nos puede llevar a fracasar o tener contratiempos por qué ser creativo por naturaleza es riesgoso. Probar algo nuevo e imaginarnos una nueva manera de hacer las cosas por definición puede fallar. Nunca nadie antes lo ha hecho y por eso no podemos saber si funcionará. La pregunta importante a estarnos haciendo todo el tiempo es ¿y que si sí funciona?