Hay tantas cosas de las que nos quejamos. Personas, situaciones, eventos, resultados. En un buen día casi que nos podríamos quejar de todas estas cosas.
En esos momentos de frustración, negatividad y francamente, de berrinche, estamos dispuestos a hacer casi cualquier cosa para eliminar aquello de lo que tanto nos estamos quejando.
Detesto a mi jefe. Ya no aguanto a mi esposa. Mi trabajo es una porquería. Me vuelven loco mis hijos. Mi carro es una basura. Ya saben cómo es.
Pues hoy los quiero invitar a reflexionar brevemente en lo siguiente.
Si nos detenemos por un momento a contemplar cómo serían nuestras vidas sin tener aquello de lo que nos quejamos podemos empezar a apreciarlas y a cambiar todas esas quejas por un profundo sentido de gratitud. Algunos ejemplos:
¿Cómo sería su vida si no tuvieras ese trabajo de porquería? Tal vez no podrías pagar tus cuentas y estarías endeudado. A lo mejor no hubieras construido tu curriculum y no tendrías la experiencia necesaria para saltar a tu siguiente trabajo.
¿Cómo sería tu vida si nunca hubieras conocido a tu esposa? Esos niños que tanto quieres nunca hubieran nacido. Todos esos maravillosos recuerdos que tal vez no quieres revivir por despecho desaparecerían para siempre.
¿Cómo sería tu vida sin esa basura de carro? Seguro te mojarías de vez en cuando cuando llueve y tienes que caminar desde el bus hasta a tu casa. También tendrías que salir una hora antes para llegar al trabajo y regresarías una hora después todos los días.
Sí, vivir sin aquello de todo aquello de lo que te quejas sería peor. Mucho peor. Una de las decisiones fundamentales que todos tenemos que tomar es cómo vemos cada situación. Podemos escoger ver lo que le hace falta a lo que ya tenemos o podemos escoger ver cómo lo que tenemos es mucho más que nada.
Cómo una vez dijo un caballero templario en Indiana Jones: “Escoge sabiamente o morirás una muerte terrible”.