La diferencia entre observar y percibir: Superación de obstáculos

Observar es un proceso directo, crudo. Observar es ver una situación tal y como es. Cuando uno observa tan solo absorbe la información sin juzgarla.

Percibir es es un proceso refinado, elaborado. Percibir es agregar todo él bagaje emocional y las percepciones que una persona tiene a una situación determinada. Cuando uno percibe ve la situación a través del lente de sus experiencias personales y programación —la distorsiona.

Observar es completamente objetivo mientras que percibir es plenamente subjetivo. Observar está más apegado a la realidad que percibir. Una percepción fuerte se siente más segura que observar.

Al momento de querer sobrepasar un obstáculo observar es complementario a percibir. Observar permite ver el obstáculo tal y cómo es sin introducir la distorsión que la percepción siempre trae a la mesa. Percibir suma los miedos, preferencias, anhelos, experiencias e inseguridades de la persona a el obstáculo —hace que la situación se vea ya sea más simple o complicada de lo que realmente es.

Como escribe el autor Ryan Holiday en su libro The Obstacle Is the Way, “El ojo que observa es fuerte, el ojo que percibe es débil. El ojo que observa simplemente ve lo que está ahí, el ojo que percibe ve más de lo que está ahí.”

Esto no quiere decir que percibir sea malo. Al contrario, percibir no solo es bueno, es necesario. Los seres humanos son máquinas de interpretación y constantemente interpretan todo lo que sucede a sus alrededores. Con mucho esfuerzo pueden distanciarse de sus identidades y ver las cosas por lo que realmente son (observar).

El secreto está en tener presente que la percepción es subjetiva y que se puede controlar. Una percepción fuerte ayuda a sobrepasar los obstáculos mientras que una percepción débil es derrotista e inhibe la acción.

Que pasa cuando el dinero es mas importante que la propia vida

Y poder escribir este post me ha llevado mas de 20 años. Durante años de años estuve en la obscuridad y simplemente no lo podia ver. Sin embargo, ahora ha llegado la claridad. En los últimos días he estado pensando mucho en las multas y castigos que se imponen en muchos países a las personas que manejan ebrias. Las ideas principales cuajaron durante una plática que tuve durante la cena en una boda a la que asistí recientemente.

La pregunta que surgió que detonó todo fue: ¿Que dice de nosotros que necesitamos multas para no manejar ebrios? Es una pregunta bastante simple y directa que a la vez trae consigo implicaciones muy serias y profundas en relación a como muchos de nosotros vemos el mundo y experimentamos nuestros valores.

Lo primero que vino a mi mente fue, ¿por qué existen las leyes de tránsito? Es obvio! La seguridad de todos nosotros cuando estamos manejando. De esta observación naturalmente fluyó la pregunta de por qué se castiga manejar en estado de ebriedad. La respuesta debe ser la misma: nuestra propia seguridad. Nos deben castigar para que protejamos nuestras vidas. Y es en este punto donde surge la disyuntiva. Déjenme explicar.

Manejar en estado de ebriedad pone potencialmente nuestra vida en peligro. Pero esto no es suficiente! Otra vez: Que nuestra vida esté en peligro no es suficiente para cambiar nuestro comportamiento. Los datos y la proliferación de multas apunta a que tener el riesgo de perder dinero es más efectivo que saber que manejar ebrios pone en riesgo de morir.

¿Que quiere decir todo esto? Una de las posibilidades, y una de las mas nefastas, es que hay veces que nos importa mas perder dinero que perder la vida. Otra puede ser que nos creemos inmortales y no podemos conectar con lo frágil y preciada que es la vida. Una tercera pudiese ser que nos creemos tan especiales que pensamos que eso que hemos visto suceder una y otra vez no nos puede pasar a nosotros. Cualquiera de estos tres caminos no nos lleva a ningún lugar y nos indica que algo está mal.

Escribo estas reflexiones después de haber tenido un fuerte accidente por manejar ebrio, haber experimentado la muerte de un muy buen amigo luego de un accidente relacionado con el alcohol y otros cientos de kilómetros recorridos manejando ebrio. Pero, ¿por qué? ¿Por qué no apreciamos nuestras vidas y necesitamos de castigos para cuidarnos?

Creo que esta es una respuesta muy personal y cada quien debe dedicarle tiempo a encontrarla. Para mi, la respuesta estaba escondida detrás de el reconocimiento de tener una experiencia de vida superficial en la que lo mas importante durante muchos años fue “sentirme” bien. Con el pasar de los años, mucha reflexión y el poder estar rodeado de personas muy especiales que han aportado tanto a mi vida, poco a poco he despertado a lo especial que es estar vivo y todo lo que dejamos sobre la mesa en nuestras vidas. La vida bien vivida es lo mas preciado que tenemos y para poderlo experimentar tenemos que empujar con todas nuestras fuerzas. Creanme, vale la pena.

Cada vida es muy, muy especial y no debiéramos tener que tener miedo a ser castigados para empezar a cuidarla. La vida en si puede ser nuestro mas alto valor, si así lo queremos.