¿A quién vas a contagiar y de qué?

Las enfermedades se contagian fácilmente. Las buenas ideas y mejores practicas no tanto. Los comportamientos destructivos se propagan como incendios forestales mientras que los actos de bondad parecieran estar en cuarentena.

Esto no quiere decir que las cosas buenas no se puedan contagiar. Tan solo requieren de más tiempo y esfuerzo para esparcirse. Construir siempre requiere más esfuerzo y trabajo que destruir. Es como el niño que luego de que sus papás llevan 5 minutos armando cuidadosamente una torre de Legos la destruye en segundos, con inmensa felicidad.

Pareciera ser que es así como estamos programados. Al principio nos cuesta construir pero con un poco de trabajo todos podemos llegar a preferir lo positivo sobre lo negativo.

Cuando un grupo de personas (2 ó más) se une con el propósito de querer construir algo bueno en el mundo el patrón se reversa y las cosas buenas se propagan con más velocidad que el mal. Todo es cuestión de querer dar un buen ejemplo.

Todos nos están viendo todo el tiempo. Cada decisión que tomamos queda registrada en la mente de aquellos que nos rodean. Cada acción que tomamos deja una huella imborrable en la historia del universo. Con esto que estás apunto de hacer, qué vas a contagiar, ¿bien o mal?

Frio afuera, frío adentro

La temperatura afuera baja. Empiezo a sentir frío. El viento sopla y todo está obscuro. El aire gélido hace contacto con mi piel. La noche se abre paso y con cada minuto que pasa la baja temperatura me recuerda lo helado que puede ser el corazón.

Miro a mi alrededor y veo acciones que me cuestan tanto comprender. Hay mucho odio que nace sin razón de ser. Hay miles de oportunidades para ayudar a alguien más, y todas mueren antes de nacer. Hay niños que están creciendo sin amor en su corazón. Hay viejos que están muriendo sin nadie a su alrededor. Cuantas cosas que no están bien.

Realmente no solo hay frío allá afuera, también hay frío en el interior.

Está bien hacer las cosas “mal”

La sensación que se apodera de una persona cuando hace algo nuevo por primera vez y el resultado no es el esperado puede ser terrible. Puede ser tan fuerte que incluso llega a ahogar la ilusión de embarcar nuevas actividades, proyectos o maneras de hacer las cosas. Mata la innovación y el sentido de aventura que naturalmente acompaña el empezar algo nuevo.

Esto me vino a la mente hoy que estaba corriendo a un ritmo bastante mas lento de lo habitual. Me sentía cansado y débil. Tuve esa misma sensación de estar haciéndolo “mal”. Perdí el interés y a pesar de que terminé la ruta, no fue una experiencia agradable.

Minutos después pensé, “bueno, al menos corrí hoy. Hubiera sido peor no salir.” Y empecé a sentirme mejor. Visualicé que para poder correr esta ruta a un mejor paso debo antes correrla a un paso mas lento. La debo correr “mal”. La idea de que la correré bien entró inevitablemente en mi cabeza. Tan solo la debo correr varias veces “mal”. Si la debo correr varias veces mal antes de hacerlo bien,  por qué no disfrutar correrla mal????

Este principio debe estar presente en cada actividad nueva que se emprenda. Desde aprender a pintar, tocar guitarra, correr hasta incluso formar una empresa multinacional. Este principio no se debe perder. Este principio no es algo que se deba aprender. Es algo que ya todos tenemos. Tan solo miren a cualquier niño pequeño aprendiendo a caminar, comer, jugar o socializar. Lo hará cuantas veces sea necesario con gran felicidad y entusiasmo hasta que lo logre. Es su única manera de sobrevivir.