Lectura y estudio

Este año, por mucho, he leído más que nunca antes. Entre la cuarentena activada por la pandemia y una sed insaciable de querer descubrir más, la cantidad de páginas que he leído a crecido sin parar.

Este año ha sido muy especial respecto a mi proceso de lectura. Y esto no es sólo por la gran cantidad de libros que he leído. Es porque este año he escogido varios libros y los he leído más de 4 veces cada uno (nunca antes había hecho esto en mi vida). Puedo decir que no solo los he leído, los he estudiado. ¡Y qué diferencia ha hecho!

Mi relación con estos libros ha sido muy íntima. Las lecciones que me han dejado son muy poderosas. Los cambios que están provocando en mí son muy profundos. Cada vez que los leos descubro algo que simplemente no pude ver la vez anterior. Es como que si cada vez que termino de leer el libro me convierto en una persona diferente y cuando esa persona lo empieza a leer de nuevo, lo hace con ojos totalmente frescos que encuentran algo nuevo cada vez.

Durante este proceso he podido ver cómo los libros y sus conceptos parecieran ser cebollas. Puedes llegar entender en un primer nivel pero si tan solo sigues escarbando, siempre habrá otra capa abajo esperando enseñarte algo más. Cuanto puedes aprender de un libro tiene que ver más con la actitud con que lo estudies que con el contenido del libro mismo.

Claro que no todos los libros se deben leer así. Hay libros que se leen por el simple placer de disfrutarlos y poderse transportar a un mundo totalmente ajeno a nuestra realidad en donde podemos pasear por la mente de un autor con que nos hemos llegado a identificar. No hay nada malo con esto y es justo lo que estoy por hacer al leer la serie de Foundation de Isaac Asimov.

Un micrófono al mundo

Estoy sentado en la sala de la casa de mi hermana. Nos invitaron a cenar y compartir un rato co ellos. Acabamos de terminar de comer y estamos esperando la pelea de Mike Tyson. ¡La cena estuvo buenísima!

Y acá estoy yo, conectado al mundo desde mi laptop haciendo lo que hago todos los días, publicando un post al vasto océano del Internet. Hoy mi proceso está siendo un poco diferente, lo que es bueno. Es bueno por qué al hacer algo que hago todos los días de una manera diferente estoy pudiendo apreciar las sutilezas de lo que realmente estoy haciendo.

¿Y qué es lo que hago? Pues me siento a organizar ideas en mi mente. Busco algo que considero que es importante comunicarle al mundo y poco a poco le doy forma hasta que llega a un estado en que considero que puede ser útil compartirlo. Lo reviso una última vez. Y luego presiono un botón mágico que instantáneamente hace disponible esa idea que estaba en mi cabeza hace tan solo unos minutos al mundo entero.

Este botón mágico está disponible para todos nosotros que tenemos el privilegio de tener acceso a Internet. Más que un botón mágico, lo que todos tenemos es un micrófono al mundo que nos permite comunicar nuestras ideas, anhelos y contribuciones a millones de personas en cuestión de segundos. Incluso cuando estamos terminando de cenar en la case de nuestros hermanos.

Cansancio y satisfacción

El cansancio realmente tiene una mala reputación. Pobre individuo, nadie lo quiere. Pero resulta ser que la mayoría de las veces no es tan malo como lo pintan ser. De hecho, el cansancio en su forma más pura es muy bueno.

El cansancio, cuando es producto de una enfermedad o alguna anomalía física, es una señal de que algo no está bien con el cuerpo y que hay que empezar algún tratamiento. No hay nada malo en esto. Es más, si no existiera esta señal el tratamiento de muchas enfermedades, por poco nocivas que sean, empezaría muy tarde y la sanacion sería más larga y difícil.

El cansancio, cuando es producto de trabajo y esfuerzo es una señal de productividad. Nos recuerda que se utilizó energía en construir algo, en luchar por un objetivo. El cansancio mental y corporal se pueden ver cómo una insignia de honor. Son la evidencia de haberle ganado la batalla a la comodidad y a la inercia que muchas veces hacen prisioneras a tantas personas que ven su vida desfilar desde una cárcel de indiferencia. El cansancio es satisfacción.

Si una persona no experimenta cansancio regularmente es muy probable que no esté logrando mucho progreso en su vida. Crecer como ser humano requiere esfuerzo, mucho esfuerzo. Y realizar esfuerzos es cansado. Si no hay cansancio no hay crecimiento. Este mundo es difícil y subsistir requiere esfuerzo.

Un consejo muy provechoso es cambiar el significado que se le da al cansancio. Si el cansancio se percibe como algo malo y que es producto de haber tenido que hacer algo que no se quería hacer o que no permitió estar en comodidad, no se podrán perseguir las actividades importantes que traen de la mano el crecimiento. Se tendrá una vida difícil.

En cambio, si el cansancio se relaciona con productividad y con un trabajo bien hecho será más fácil perseguir todo aquello que fortalece el cuerpo, la mente y el alma. El cansancio será la señal de que se está logrando progreso y cuando llegue el momento de descansar se podrá experimentar el más dulce descanso por qué estaremos satisfechos de lo logrado.

¿Es muy caro o ganas muy poco?

Siempre hay 2 maneras de ver cualquier situación. Nuestra capacidad de tener éxito depende grandemente de cómo decidimos ver el mundo. Es como tener una pesada caja que tiene 2 manijas diferentes y que quieres cargar. Si la agarras de una manija, la podrás cargar, si la agarras de la otra no la podrás cargar. Tu capacidad de cargarla depende de que manija escojas utilizar.

Al momento de querer comprar algo que en el momento aún no puedes costear también hay dos maneras de ver la situación. ¿Lo que quieres es muy caro o aún estás ganando muy poco? Dependiendo de cómo respondas la pregunta (que manija decidas utilizar) podrás cargar la caja o no.

Si lo ves cómo que es muy caro te resignaras y no hay mucho más que puedas hacer. Si lo ves cómo que aún estás ganando muy poco puedes hacer un plan para crecer tus ingresos y poder costear lo que quieres en un futuro.

Recuerda que una vez un reportero le preguntó a Bill Gates que si no consideraba que haber gastado más de 2 millones de dólares en una tercer casa de campo era un exceso y Bill Gates le respondió que si acaso el pensaba que gastarse los ingresos de un mes en la casa era un exceso.

3 días en aguas

Hace unas horas finalmente terminó una travesía de más de 72 horas que puso a prueba mi paciencia. Fue una prueba que me mostró que sin importar cuánto haya avanzado con mis prácticas de meditación siempre hay espacio para mejorar.

3 días atrás empezó mi viaje con una manguera que se rompió a la salida de nuestro calentador de agua. A las 10:15pm. Esa primer etapa del viaje terminó cerca de las 2:00am con nada más que una solución temporal. El trabajo se retomó a las 9:00am del día siguiente y la manguera fue sustituida por una tubería bastante más resistente con un trabajo que terminó al rededor del medio día.

¡Misión cumplida! Ehhhh, no. Alrededor de las 7:00pm de ese segundo día se encendió la bomba de agua. 5 minutos, 10 minutos, 15 minutos. Nada. La bomba seguía funcionando sin señal de quererse detener. Esto indicaba que había otra fuga ya que no estábamos usando agua en ninguna parte de la casa. Todo alrededor del calentador se miraba bien. Después de revisar cada llave de la casa me di por vencido y decidí apagar el flip-on de la bomba e irme a dormir. Hoy pasamos de nuevo el día sin agua tratando de entender por qué la bomba no dejaba de trabajar.

Después de medio día decidí salir a revisar las llaves de agua que están en las tuberías externas de la casa. Me encontré una piscina alrededor de una tapadera que se encuentra en el fondo del jardín. La tubería que viene desde la bomba hacia la casa estaba rota justo en donde entra a la casa por abajo de la fundición.

Bueno, a llamar al plomero de nuevo. Cerca de las 4:00pm volvió a venir. Aunque no sé nada de plomería, sé que el problema no estaba fácil de resolver por el punto en que se rompió la plomería. Para aprovechar la poca luz del sol que quedaba decidimos que él se quedaría tratando de romper la losa para avanzar y yo me iría a comprar el material necesario para la reparación. Me fui camino hacia una tienda que está a un kilómetro de mi casa. Gracias al tráfico regresé hasta una hora después.

Ya trabajando con linternas y sin luz el plomero se lanzó con todo a trabajar. Un par de horas después terminó y todo estaba bien. Nos despedimos y se fue. 5 minutos después, la bomba se volvió a encender. Está vez ya sabía a dónde ir a ver. Mi peor miedo se hizo realidad. Bajo la luz de mi linterna pude ver un piscina muy similar a la que había visto una horas antes. El trabajo no había funcionado.

Llamé de regreso al plomero que afortunadamente estaba aún dentro de la colonia en donde vivo y prontamente regresó. Identificó que el problema era fácil de corregir y había sido nada más que un descuido en apretar unas piezas. 15 minutos más y el agua despareció, el plomero pudo seguir su camino y me travesía de 3 días en aguas finalmente terminó.

Dejar ir

Aprender más. Tener más. Conocer más. Viajar más. Controlar más. Ganar más. Nuestra cultura está fuertemente sesgada a creer que más es mejor. ¿Y si estamos equivocados?

La mayor parte de nuestro tiempo se invierte aprendiendo habilidades y conocimiento que eventualmente está destinado a producir más. Un mejor trabajo, un mejor salario. Un mejor carro y una casa más grande. Recién estoy terminando una plática con un muy buen amigo que me hizo cuestionarme esta manera de vivir más que nunca.

Hablamos durante más de una hora sobre lo valioso que es aprender a dejar ir las cosas. Profundizamos sobre lo importante que es cambiar nuestra manera de pensar al respecto de nuestra relación con el mundo “material”. A través de sus experiencias e historias pude conectar de nuevo con lo valioso que es dejar ir.

Mientras más podemos dejar ir, más libres somos. Mientras más podemos dejar ir, menos cárceles nos pueden encerrar. Mientras más podemos dejar ir, más gozo tendremos en nuestras vidas. Mientras más podemos dejar ir, más podremos sentir. Mientras más podemos dejar ir, más felices seremos.

Un miedo al día

Mientras más lo pienso y reflexiono se me hace tan evidente que la razón por la que mi vida no es todo lo que pudiera ser es por el miedo. Y solo para ser un poco más honesto y responsable —porque yo aún no he aprendido a manejar mis miedos.

Soy una persona que tiene todas sus facultades y ha tenido una cantidad infinita de privilegios a lo largo de su vida. Siempre he tenido todo a mi favor. Y aún así me he quedado corto de alcanzar todo mi potencial tantas veces. No me han hecho falta ni oportunidades, ni capacidad ni, conocimiento. Tan solo me ha hecho falta valor.

También debo reconocer que soy una persona altamente responsable, perseverante y que rara vez se da por vencida. Hoy hago este compromiso público y conmigo mismo de enfrentar por lo menos una cosa que me dé miedo todos los días. Estoy seguro que retar un miedo al día me dará la vida que siempre he querido tener.

La caja de pizza que se convirtió en plato

Desde que tengo uso de memoria recuerdo he comido Pizza Vesuvio. También puedo recordar la icónica caja de medio metro que tanto caracteriza esta marca. Hoy a medio día, en plena reunión con todo mi equipo de trabajo, aprendí algo acerca de esta caja que me maravilló y a la vez me pareció genial.

Antes de contarles sobre la maravillosa invención que hoy descubrí les quiero contar por qué creo que el proceso de cómo lo descubrí es tan importante.

El proceso de transmisión de este conocimiento se dio de manera totalmente orgánica. Alguien más del equipo, que ya sabía sobre la invención, la utilizó de manera totalmente natural y todos los que estábamos a su alrededor nos maravillamos de lo que hizo. Con tan sólo hacer algo que para él era totalmente natural enfrente del grupo nos regalo a todos un importante aprendizaje que ahora podremos usar de ahora en adelante. Estos encuentros casuales son una importante parte del aprendizaje que una organización puede tener. A más encuentros, más aprendizaje.

¿Pero qué fue eso tan maravilloso que hizo esta persona con una caja de pizza? Es algo tan simple que es genial. Todo empezó cuando alguien preguntó, ¿dónde están los platos? Pronto el conocedor del secreto dijo “no se preocupen, la tapa de la caja se puede rasgar y de ahí salen los platos”. Tomó la tapadera de la caja de cartón y empezó a rasgar rectángulos perfectos que pronto compartió con todos. La caja de pizza se convirtió en platos.

El proceso es gradual

Esta es una de las cosas que más me cuesta manejar en mi vida —aceptar que el proceso de mejora es gradual. Me cuesta mucho sentirme cómodo cuando yo o alguien más hace algo por primera vez y el resultado no es “el mejor”.

Por alguna razón que aun no he logrado comprender siento una necesidad muy intensa de que las cosas tengan un alto grado de perfección desde su concepción. Quiero todo de una vez. Me cuesta encontrar comodidad en aceptar que el proceso de mejora es gradual.

Nada en este mundo va de 0 a 100 en un instante. Todo necesita de aceleración y tiempo para llegar a su máxima expresión —especialmente el aprendizaje y la evolución. Tengo que dejar de pretender que yo soy el catalizador que puede romper con esta ley natural.

Sé que esto no quiere decir tolerar un paso de tortuga y el constante tropiezo contra la misma piedra una y otra vez. También sé que llevar un ritmo constante es mucho mejor que hacer un sprint corto e inmediatamente después querer abandonar la carrera. Sé que el proceso es gradual para todo, incluso para poder cambiar mi limitación de querer que todo sea perfecto desde la primer vez.

Las situaciones que me molestan

Mientras he ido avanzando en el camino de conocerme más he aprendido a manejar de mejor manera aquellas situaciones que me molestan. Debo ser sincero, muchas de estas situaciones se pueden considerar como triviales y algunas de ellas hasta como ridículas. Hay tanto que me molesta.

Sin embargo, conforme he pasado más y más tiempo analizando y haciendo mucha introspección sobre aquello que me molesta me he dado cuenta de que las situaciones que me afectan dicen más acerca de mí que de lo que está pasando.

Poco a poco estoy aprendiendo a experimentar mi reacción como algo personal e independiente a lo que está sucediendo. Si algo me molesta no es por qué lo que está sucediendo sea intrínsecamente molesto, es por qué yo he decidido, por alguna razón, que eso es algo que me debiera molestar. Considero este reconocimiento como una gran avance.

Esta nueva descubierta habilidad de poder detenerme al momento de enfrentar una situación que considero como incómoda o molesta y poder preguntarme “¿Por qué esto me está molestando?” es la puerta a un nuevo mundo lleno de posibilidades.

Aunque aún no pueda responder la pregunta de por qué algo me molesta con total claridad, el poder detenerme y hacer la pregunta me ha dado una perspectiva del mundo radicalmente diferente. Me resulta muy difícil poner en palabras exactamente qué es lo que cambia con la pausa y la pregunta. Lo que sí sé es que aunque hay muchas situaciones que me siguen molestando, de cierta manera me siento un poco más ajeno y distante a ellas. Creo que voy por el camino correcto.