Los buenos hábitos también compiten por nuestro tiempo

De vez en cuando logramos incorporar un buen hábito a nuestra rutina diaria. A lo mejor empezamos a correr o a leer un buen libro todos los días. Tal vez empezamos a tomar más agua o decidimos preparar comida casera en lugar de ordenar comida chatarra. No importa que sean, todos estos buenos hábitos requieren tiempo.

Empezar a hacer algo nuevo siempre requiere que dejemos de hacer algo que ya hacíamos. En algunos casos lo que dejamos de hacer es holgazanear. La cosa es que conforme vamos avanzando en el camino del crecimiento personal incluso los bueno hábitos empiezan a competir por nuestro tiempo.

Por ejemplo, hoy en la mañana estaba leyendo. Leer es algo que recientemente me he tomado muy en serio y le estoy dedicando bastante tiempo todas las mañanas. De repente vi la hora y me di cuenta que si quería completar mi entreno de hoy (me estoy preparando para correr una media maratón en octubre) tenía que salir a correr de inmediato.

Unos veinticinco minutos después, ya adentrado en mi carrera, empecé a pensar en qué debería hacer en un par de semanas cuando mis entrenos sean más largos y requieran de más tiempo. Se me hizo obvio que tendría que salir más temprano para poderlos completar. Pero entonces no podría leer todo lo que estoy leyendo ahora. Así que resulta que si leo el tiempo que quiero no puedo correr todos los kilómetros que quiero y si corro todo lo que quiero entonces no puedo leer. Bueno, ¿Entonces qué queda? Pues si quiero completar mis entrenos o me tengo que levantar más temprano o tengo que leer menos.

A veces pensamos que la solución para tener una mejor vida es agregar todos los buenos hábitos que podamos encontrar. Y sí, agregar buenos hábitos a nuestras vidas es algo muy bueno. Hoy tan solo estoy acá para decirles que los buenos hábitos también compiten por nuestro tiempo y llegará el momento en que también competirán entre ellos. Definitivamente vivimos en un mundo en el cual hay que aprender a priorizar, incluso los buenos hábitos que le dan forma a nuestras vidas.

Antes de poder alcanzar cualquier meta hay que estar dispuestos…

La mayoría de personas alcanzan sus metas solo después de que están dispuestas a hacer lo que haga falta para lograrlas. ¿Por qué es esto? Porque para cumplir la mayoría de metas se requiere sobrepasar obstáculos, algo que por naturaleza requiere de convicción, es decir, esa fortaleza interna que permite a los seres humanos no darse por vencidos hasta lograr su cometido.

Todos los grandes logros de la humanidad tienen como origen un breve instante en el cual alguien, en algún lugar, tomó la decisión de terminar el trabajo sin importar que adversidades pudieran surgir en el camino. En ese momento decisivo, al inicio del camino, créanlo o no, es cuando ocurre toda la magia. El resto del camino es extremadamente importante pero es una travesía que es imposible de recorrer si no se tiene una sólida convicción desde el inicio.

Todos hemos estado ahí. Mañana, muy temprano, tenemos una reunión muy importante. Ponemos el despertador y desde el momento en que nos acostamos sabemos (estamos convencidos) de que en el segundo en qué suene el despertador nos vamos a levantar. Ahora bien, usualmente esto no funciona así cuando ponemos el despertador para hacer ejercicio el fin de semana. A veces nos despertamos y a veces no. ¿Por qué? Porque la mayoría de veces cuando nos vamos a acostar no estamos 100% convencidos de que nos vamos a levantar independientemente de cómo nos sintamos cuando suene el despertador.

Este trivial ejemplo ejemplifica el poder de la convicción, de ese casi olvidado arte de estar dispuestos a terminar el trabajo. En realidad no importa el tamaño de la meta que se esté persiguiendo. Todo empieza con la disposición de hacer lo que se requiera. Si un ser humano está convencido de que puede hacer algo, usualmente lo logra.

Aprender de los mejores

Para ser el mejor, pasa tiempo con los mejores. Estar rodeado de personas que están al más alto nivel de lo que sea que hacen es el pasadizo secreto a la grandeza.

Cuando se tiene el privilegio de ver a una persona dominar con maestría lo que está haciendo la inspiración llega. Naturalmente las ganas de poder operar a ese nivel se hacen presentes y el aprendizaje por imitación pronto llegará.

Ver a alguien hacer cosas que uno no sabía que eran posibles abre un mundo de posibilidades. Simplemente ver que alguien más las puede hacer las hace posibles para nosotros y al creer que son posibles ya se puede empezar el trabajo de crecimiento personal necesario para algún día poder alcanzarlas.

Conversaciones que cambian vidas

Hoy por la mañana tuve una larga conversación con una gran amiga. Esta amiga es una de esas personas que inspiran a cualquiera con tan solo dirigirle un par de palabras. Es una guerrera que en todo momento mantiene su humildad y genuino interés por el bienestar de los demás. No tengo más palabras para describirles todo lo que ella es. Es casi sobrenatural.

¿Saben? De vez en cuando uno se topa a la persona correcta, en el momento adecuado y se tiene conversación que cambia todo en un instante. En estos casos no se necesita tener una agenda, una lista de cosas por hacer o un problema en particular que resolver. Todo lo que hace falta es tener las ganas de conectar con la otra persona y compartir. Realmente no se necesita de nada más.

Par mi las conversaciones son más que un intercambio de palabras. Son entendimiento, comprensión y una oportunidad de mostrar empatía. Una conversación profunda puede cambiar para siempre la vida de todos los participantes. Las conversaciones cambian el estado de ánimo y las perspectivas sobre las cuales construimos nuestras vidas.

A veces resulta muy difícil describir aquellas cosas que ocurren en nuestro interior pero en este caso lo voy a intentar.

En este momento siento un sentido de posibilidad casi infinito. Siento que puedo hacer cualquier cosa que me proponga. También creo que hay un valor infinito en muchas cosas que he venido haciendo con mi vida que hasta hace unas cuantas horas creía que eran una pérdida de tiempo. Siento que mi tiempo en esta tierra está valiendo la pena y que todo lo que hago, bueno y malo, es mío y me está ayudando construir la historia de mi vida.

Amigos, ese es el poder de las conversaciones.

¿La inercia de seguir igual o cambiar el mundo?

No hay peor enemigo que la comodidad. Esa fuerza invisible que que a veces nos encadena y nos inmoviliza frente al televisor. Bueno, no siempre es frente al televisor. A veces nos inmoviliza frente a un cliente que nos pide un descuento o frente a un jefe que nos da miedo. Sí, no actuar por miedo también es paralizarse en nombre de la comodidad. Después de todo, evitar el miedo es más cómodo que enfrentarlo.

Hacer un cambio siempre requiere de energía. Y gastar energía es incómodo. Por eso es que a las personas y a las cosas les gusta permanecer igual. Y por seguir igual también me refiero a seguir el placentero camino de la entropía y descomponerse con el tiempo. Hay que reconocerlo, seguir igual es el camino de menor resistencia, siempre.

Pero el espíritu humano es fuerte y la inercia de querer seguir igual nunca lo podrá doblegar. Aunque el camino de la comodidad sea tentador hacer un cambio positivo en el mundo es mucho más atractivo. Aunque el miedo sea intenso todos pueden encontrar el valor y el coraje necesarios para cambiar aquello que más les importa.

La historia del mundo es irrefutable. El cambio es más fuerte que la inercia de seguir igual. Hoy ya no drenamos la sangre de los pacientes para curarlos y la mayoría de nosotros ya no se transporta en caballo. En la mayoría de lugares la esclavitud es ilegal y la calidad de vida promedio ha incrementado exponencialmente desde que tenemos historia registrada. Ya no usamos el truque y muchas de las transacciones financieras son electrónicas. Sin duda alguna el mundo ha cambiado, para bien.

Todas estas mejoras no fueron gratuitas. Las maravillas que hoy tenemos en el mundo moderno existen porque alguien escogió el camino del cambio en lugar de la inercia de seguir igual. Al mismo tiempo, nuestro mundo actual no es perfecto y hay muchos cambios aún por hacer. Que vamos a escoger, ¿la inercia de seguir igual o seguir cambiando el mundo?

El precio siempre sube

En el momento que una persona hace un compromiso con algo, el precio que se se paga es relativamente bajo. Conforme el proyecto avanza y los logros se van dando, el compromiso crece. La carrera se va intensificando y el precio que se paga para seguir avanzando es cada vez más caro.

Si una persona quiere que su proyecto llegue lejos se debe preparar para que su compromiso sea cuestionado a lo largo del camino. Con cada paso las pruebas serán más grandes. La inercia del proyecto hará que las dificultades que se tienen que superar para seguir adelante crezcan como la proverbial bola de nieve.

Sí, cada vez el camino es más difícil pero las recompensas también son más dulces. Pareciera ser una ley de la naturaleza. Por alguna razón lo que más cuesta es lo que los seres humanos más valoran. Es por esto que la mayoría de personas admiran tanto a los atletas profesionales y olímpicos —todos saben de alguna manera lo que cuesta llegar hasta ahí. Todos admiramos a aquellos que pagan los más altos precios para obtener los más altos honores.

Si ese proyecto que estás persiguiendo vale la pena ten por seguro que el precio que pagarás al final será caro. Nada de valor viene de gratis en este mundo. Es importante recordar esto porque cada vez que empiezas algo el optimismo es grande y el precio que pagas es bajo. Con el paso del tiempo estas dos variables se intercambian: el optimismo baja mientras que el precio a pagar sube. Cuando notes este cambio tómalo como una buena seña. Quiere decir que estás avanzando en la dirección correcta. A mayor precio, mayor recompensa.

Lo importante es jugar

Tanto en los deportes como en la vida, a veces se gana y a veces se pierde. Lo importante es jugar. Sin embargo, la gran mayoría de personas, al menos en mi experiencia, se la pasan bien cuando ganan y mal cuando pierden. Lo interesante es que cuando uno se detiene a pensarlo, es difícil encontrar una razón válida por la que se necesite ganar para pasarla bien.

Para aquellos de ustedes que me conocen, saben que soy altamente competitivo, especialmente con los deportes. Durante mucho tiempo pasé mucho malos momentos porque yo o los equipos a los que le iba perdían. También me la pasaba bastante mal al tener cualquier tipo de fracaso personal o profesional. ¡Qué perdida de tiempo! Pero gracias a los años y bastante introspección he aprendido que lo importante es jugar y que perder solo es una mensaje muy sutil de la realidad que simplemente nos está diciendo “por acá no es”.

Eso es todo. Perder, o como le quieran llamar, solo es retroalimentación. No quiere decir nada acerca de la persona que perdió. Tan solo es una indicación de que lo que se hizo no es lo que se requería para ganar. Pero esto en ningún momento significa que uno se deba sentir mal. ¿Por qué escoger sentirse mal?

Al pasársela bien, independientemente del resultado, se multiplica la cantidad de tiempo que uno puede disfrutar. Después de todo, se gane o se pierda, se debe agradecer que se tuvo la oportunidad de jugar y eso es lo importante.

Todo tiene solución…

…otra cosa es que nosotros no podamos identificarla. La cantidad de opciones que hay para resolver cualquier problema son infinitas. Es la mente humana la que es limitada y muchas veces no las puede identificar. Es decir, no es que no hayan soluciones, es que simplemente nosotros no las podemos ver.

Hay que creer que algo se puede resolver antes de poderlo resolver. La incapacidad de creer que algo tiene una posible solución es la principal causa por la que tantos problemas se quedan sin resolver. Este es el primer paso para poder resolver cualquier situación, creer de todo corazón que se puede resolver.

Todo tiene solución. Tan solo se necesita de un poco de humildad para reconocer que somos nosotros los que no hemos encontrado la solución. Esto es bastante más difícil que tomar la postura de víctimas y decir “no hay nada más que yo pueda hacer aquí”. Y es esto lo que es más difícil de admitir que todo tiene solución: Si todo tiene solución y yo no puedo resolver alguna situación eso ha de querer decir que el del problema soy yo. Y sí, así es, si hay algo que no puedes resolver el del problema eres tú. Todo tiene solución.

El puente hacia mañana

El futuro se construye ahora. La decisiones que se toman hoy son las frases que escriben la historia del mañana. ¿No me crees? Solo mira a tu alrededor y te darás cuenta que en donde estás parado hoy no es más que el fruto de las decisiones que tomaste ayer.

Todos queremos un mejor futuro pero muchas veces no sabemos cuál es el siguiente paso para hacerlo realidad. Si en donde estamos parados hoy es el fruto de las decisiones que tomamos ayer, entonces las decisiones que tomemos hoy serán las semillas de los frutos que cosecharemos mañana.

El puente hacia mañana se construye primero teniendo claro hacia dónde se quiere ir. Luego de tener una visión clara del futuro al que algún día se quiere llegar se debe evaluar cada decisión que se tomará hoy para ver si nos acerca o nos aleja del destino al que queremos llegar. Es decir, nos debemos asegurar de que cada decisión que estamos por tomar nos va a acercar al futuro que queremos alcanzar. De lo contrario estaremos construyendo un puente que va a directo hacia la mediocridad.

Finalmente, una vez que estamos seguros que estamos construyendo el puente en la dirección correcta, debemos empezar a colocar piedra tras piedra. Esto quiere decir que debemos ser coherentes con nuestras decisiones y actuar con disciplina y consistencia. Le diremos que no a cualquier cosa que no sea consistente con lo que queremos lograr. Tan solo le diremos que sí a aquello que sea una fundación sólida sobre la cual nos podremos parar y seguir avanzando hacia ese futuro que estamos construyendo una piedra a la vez.

La alegría de competir

Es difícil encontrar competencia más feroz que la que se ve en las olimpiadas. Los atletas que ahí compiten son los seres humanos más competitivos en la faz de la tierra. Cada persona que está ahí ha intercambiado años de su vida por entrenos de alto rendimiento, dietas altamente exigentes y un estilo de vida completamente dedicado a lograr una sola meta: ganar una medalla olímpica.

Y aún así, en la gran mayoría de casos, se puede ver una gran alegría en las caras de los atletas que no ganan al ver cómo otro atleta que ha pasado por lo mismo que ellos disfruta de la victoria. Pareciera ser que el placer que estos atletas de alto rendimiento obtienen viene de una sana competencia y no del resultado final.

Esto hace toda la diferencia. Es increíble la cantidad de atletas que logran romper sus récords personales en las olimpiadas gracias a que tienen la oportunidad de competir con los mejores del mundo. El que un atleta pueda encontrar la inspiración en un rival para así poder dar lo mejor que tiene es algo fenomenal. Esa es la alegría de competir con alguien.