La amistad escondida

Siempre vemos el mundo a travez de los únicos ojos que tenemos —los nuestros. La experiencia de vida que tenemos está determinada por las creencias y filtros a través de los cuales procesamos la realidad.

Si vemos el mundo como una amenaza, viviremos con miedo. Si vemos el mundo como una oportunidad, viviremos llenos de ilusión. Algo muy similar sucede con nuestras relaciones personales.

Si vemos a las personas como fundamentalmente malas, nos cerraremos y mantendremos la distancia. Si vemos las personas como fundamentalmente buenas confiaremos en ellas y nos abriremos a relaciones estrechas y gratificantes. Está en nosotros escoger cómo queremos ver el mundo y así determinaremos el tipo de relaciones que queremos tener.

Esto es especialmente importante en el ámbito de la amistad. Muchas veces podemos estar rodeados de personas que nos extienden una mano en gesto de amistad pero no lo podemos ver por estar perdidos dentro de nuestras propias inseguridades.

Resulta ser que pagamos un precio extremadamente alto debido a estas inseguridades. La incapacidad de abrirnos a otras personas muchas veces no nos deja ver las genuinas intenciones de amistad que otros nos están extendiendo. Y así es que seguimos nuestro solitario camino buscando el siguiente refugio en donde escondernos.

Pero este camino de soledad que escogemos seguir es tan miserable solo por qué nuestras propias inseguridades no nos dejan ver la amistad escondida que está todo el tiempo a nuestro alrededor.

La maravilla de escribir

Durante ya un buen tiempo me he estado sentando todos los días a escribir. A enfrentar el cursor titilando en el monitor mientras busco algo que decir. No es fácil. Pero el ejercicio de hacerlo una y otra vez me ha ayudado a obtener varias habilidades que no me había dado cuenta que había desarrollado —hasta hoy.

En los últimos meses, por diversas razones, no me he visto en la necesidad de escribir sustancialmente en el trabajo. Hoy llegó el momento. Estoy escribiendo un caso para que algunos candidatos que estamos evaluando resuelvan. Estoy bastante satisfecho con el proceso que pude llevar.

Primero, la ansiedad de empezar no estuvo ahí. Fue bastante fácil empezar a generar ideas, al menos preliminares, durante los primeros minutos. Logré generar inercia inmediatamente. Eso hizo el resto del trabajo bastante más fácil.

Después de eso pude notar que mi manera de pensar ha cambiado. La forma en que puedo ordenar mis ideas es más coherente y secuencial. Es como que si las cosas que quiero expresar salen en orden y ya no las tengo que reordenar después de haberlas escrito.

Luego me di cuenta que estoy usando frases más cortas y concisas. Estoy siendo más directo y eficiente en comunicar lo que quiero decir. Ya no hablo tantas “pajas”. También pude notar que estoy usando lenguaje bastante más activo y poderoso. Esto me ayuda bastante a consolidar los puntos que quiero hacer.

Así que este ejercicio que muchos días me cuesta tanto esfuerzo está ya pagando dividendos. Es impresionante lo mucho que se puede desarrollar una habilidad si se práctica todos los días. Aún más cuando se practica a conciencia.

10 años de Amazon Kindle

Facebook hoy me mostró una foto que subí hace precisamente 10 años. Estaba estrenando el primer Amazon Kindle que compré. Aún recuerdo la sensación de maravilla que experimenté cuando lo vi. ¿Hoy que volví a ver la foto? No tanto.

Para fines comparativos les dejo estas dos fotos tomadas con exactamente 10 años de diferencia.

También les comparto las características de cada uno de los modelos. Tan solo vean el peso, la velocidad del procesador y especialmente la resolución de la pantalla!

Este contraste me puso a pensar en que tanto he mejorado yo como persona en los últimos 10 años. ¿Será la diferencia tan marcada como la de los Kindles? Quisiera pensar que sí.

Ahora me quedo pensando en qué debo hacer para mantener la evolución durante los siguientes 10 años que vienen y poder sentirme tan satisfecho como me siento hoy.

Hay que saber escuchar el ruido

La metáfora de “ruido / señal” se usa frecuentemente para hacer referencia a algo que puede distraer o que no es de sustancia; que no es relevante. Por ejemplo, cuando se está buscando información se recomienda saber “distinguir entre ruido y señal”. Es decir, saber diferenciar entre qué información es útil y cual no.

Esta metáfora cada vez se utiliza más y más. Creo que tiene que ver con la infinita cantidad de información que nos bombardea en estos días. No sé. Lo que sí tengo muy claro es que este tema se está saliendo de control y tenemos que tener cuidado. Es importante que dejemos la tendencia de descartar por completo de manera automática cualquier cosa a la que se le refiera como “ruido”.

Es cierto, no todo tiene la misma utilidad y siempre hay cosas que son más valiosas que otras. Pero esto no significa que aquello que sea menos valioso no tenga utilidad alguna. Es como fracasar. Seguro no es tan valioso como tener éxito, pero si lo ignoramos por completo nunca aprenderemos nada. Siempre hay algo de utilidad en todo.

Lo que esto diciendo es que hay que saber escuchar el ruido. Estudiarlo, entenderlo, aunque sea de una manera superficial. No lo podemos descartar automáticamente con los ojos cerrados —¿o debiera decir oídos? Si lo hacemos, nunca podremos saber de qué nos podríamos estar perdiendo.

El proceso de aprender (Grilled Cheese)

Creí que no me gustaba cocinar. Puede ser por qué cuando era pequeño y vivía en la casa de mis papás nunca cociné. Tampoco recuerdo haber visto a mis papás cocinar. Siempre fue algo ajeno para mí. El tema es que no tengo casi nada de práctica cocinando. Y hasta hace poco, tenía la creencia de que no lo podía hacer.

Resulta ser que hace un par de meses nuestro hijo desarrolló una afición extrema a los sándwiches “grilled cheese”. Y cuando digo extrema me refiero a por lo menos uno todos los días. Hay días de 3 ó 4 sándwiches. Se cocinan bastantes de estos panes en la casa.

No sé cual sea la receta original pero acá se preparan de la manera más simple posible: 2 rodajas de pan, con 2 rodajas de queso americano en medio, tostadas en un sartén con un poco de mantequilla.

Después de ver la preparación de no sé cuantos sándwiches, un sábado por la mañana, por fin me di a la tarea de preparar un yo mismo. El resultado no fue muy bueno. La verdad es que nunca debiéramos esperar un buen resultado la primera vez que hacemos algo. El mundo no funciona así.

Después de que nuestro hijo vio que hice el intento y no fue nada fatal, lo natural sucedió después. De vez en cuando me empezó a pedir que le hiciera un “grilled cheese”. Y con esto empecé a tener un poco más de práctica preparando los sándwiches. Y cada vez fueron saliendo mejor. Esto es lo que pasa cuando practicamos, no volvemos mejores para lo que sea que estemos aprendiendo.

Así que el proceso de aprendizaje siguió. Cada vez salían mejor tostados los panes. Y así seguí haciendo sándwiches hasta que un día escuché el comentario que nunca creí escuchar. “Tostado perfecto”, decreto el comensal! Parece ser que ya estoy empezando a dominar el proceso de tostar panes para hacer sándwiches “grilled cheese”. Y esto se siente bien. Se siente muy bien. Dominar algo con cierto grado de maestría es extremadamente motivante. Nos sube el autoestima y nos estimula a querer aprender más.

Tanto así que después de una racha ya constante de “tostados perfectos” estoy empezando a ver qué más puedo aprender a cocinar. Así es como crecemos nuestras habilidades. 

Este es el proceso de aprender:

  1. Hacer algo por primer vez.
  2. No desanimarse por qué no sale bien.
  3. Practicar y practicar. Volver a practicar sin desanimarse.
  4. Llegar a dominar lo que se está aprendiendo.
  5. Expandir el conocimiento aprendiendo cada vez más detalles a profundidad.

¿Qué hace falta?

Veo tantas personas luchar con comportamientos que no necesariamente les son beneficiosos. ¿Podrá ser que estos comportamientos se originen por qué algo más les esté haciendo falta? Yo pienso que sí.

Imaginemos un niño que pasa una cantidad de tiempo desproporcionada jugando videojuegos. Lo mas probable es que algo le haga falta y lo esté compensando con el videojuego. Por ejemplo, puede ser que el niño esté extrañando jugar con sus amigos en el colegio o que le haga falta una rutina familiar que perdió por qué alguien se mudó lejos de su casa. Al momento de restablecer cualquiera de estas rutinas, el problema del videojuego desaparecerá inmediatamente.

Lo mismo ocurre con los adultos. He tenido mucha experiencia, tanto personal como a través de otras personas, con la bebida. Creanme, tomar demasiado siempre es un efecto de una carencia interna. Una vez la carencia interna es resuelta, el problema de la bebida desaparece. Lo mismo ocurre con el cigarro, las drogas y otros comportamientos nocivos. Siempre hay algo más que hace falta.

¿Y que son estas cosas que hacen falta? Usualmente son cosas como amor propio, autoestima, motivación, paz, reconocimiento, plenitud, felicidad, etc. Me resulta muy difícil visualizar a una persona que se tenga mucho amor propio auto-destruirse con drogas. No creo que una persona con profunda paz interior recurra a los cigarros para sentirse tranquila. No creo que alguien con un alto grado de motivación tenga problema para hacer ejercicio.

Por ejemplo, puede ser que una persona con sobrepeso y que no puede empezar una rutina de ejercicio esté buscando sentirse parte de un grupo de personas que buscan llevar vidas saludables. A lo mejor es posible que lo que le haga falta es un sentido de pertenencia a aquello que anhela alcanzar.

Esta manera de pensar nos ayuda de tres maneras. Primero, nos ayuda a no juzgar a las personas que tienen problemas cambiando comportamientos destructivos. Segundo, nos da una base sobre la cual empezar a ayudar a alguien que quiere cambiar algún aspecto de su vida. Y tercero, si hay algo que queremos cambiar en nuestra propia vida, nos invita a preguntarnos, ¿Qué es aquello que nos está haciendo falta?

Garantía de Apple en Ishop

Hoy terminé mi segundo proceso de garantía con productos de Apple en Ishop Guatemala. La experiencia fue igual de buena que la primera. En ambos casos la sensación de un servicio de primera, tanto de Ishop como de Apple, justifica el precio “Premium” de estos productos.

En este caso, 2 semanas antes de que expirará la garantía de mis Power Beats Pro, los llevé a revisar ya que uno de ellos siempre tuvo inconsistencias para cargar dentro de la cápsula. El problema no era tan serio como para no poderlos usar pero tener que estar pendiente de que estuvieran bien cargados cuando los iba a usar no es lo que se espera de unos audífonos de esta calidad.

En fin, la semana pasada los llevé a revisión y al día siguiente recibí una actualización confirmando que en efecto habían encontrado que uno de los audífonos tenía un problema para cargar y que Apple había autorizado el reemplazo de ambos audífonos sin costo alguno. Ojo, no la reparación sino que el reemplazo por otros totalmente nuevos.

En ese mismo correo me informaron que ya la orden estaba puesta y que en un máximo de 5 días estarían acá en Guatemala los audífonos nuevos. No sé si fue por la pandemia o qué, pero fueron 7 días hábiles lo que tardaron los nuevos audífonos en venir —no me puedo quejar.

Hace unas horas los fui a traer y los he estado probando. Todo funciona de maravilla. Adicionalmente me extendieron la garantía otros 90 días y me regalaron un set de 4 tips adicionales para ajustar los audífonos.

Durante todo el proceso la comunicación fue muy buena y todo el equipo de Ishop se portó muy amable. Casi que puedo decir que de cierta manera disfruté el proceso de resolver el problema. Este es el tipo de intangibles por los que se paga al comprar productos “Premium”.

La oficina del mañana

El concepto de la oficina se ha venido redefiniendo por varios años. El proceso se ha acelerado durante los últimos meses. Al mismo tiempo, varias empresas como Automattic y Basecamp, han estado obteniendo muy buenos resultados con sus experimentos en el área del trabajo remoto/distribuido. Podemos aprender de lo que ellos están haciendo.
Sin duda alguna, los cambios que llegaron con la pandemia, han motivado a una gran cantidad de empresas a empezar a diseñar su “oficina del mañana”. Nosotros somos una de ellas.
Para mí, el rediseño empieza con una visión clara de que se espera de una oficina:

  • ¿Qué queremos que sea la oficina para nosotros?
  • ¿Qué rol debe jugar la oficina en nuestra organización?

Para empezar a encontrar respuestas, primero hay que entender cuál era el rol de la oficina hasta ahora. La oficina era un espacio físico con el objetivo principal de proveer un área en donde realizar trabajo individual. Por trabajo individual me refiero a todo ese trabajo que hacemos solos, usualmente frente a una computadora. La gran mayoría de nuestro trabajo.
Aunque ya las organizaciones están empezando a promover rutinas de trabajo más colaborativo, estimo que un 70% del trabajo que hacemos las personas dentro de una empresa sigue y seguirá siendo trabajo individual. El restante 30% del tiempo se utiliza en reuniones, lluvias de ideas, planeaciones y colaboración en general. Un Paretto.
Para mi, la oficina debe ser el lugar en donde potenciamos al máximo ese 30% del trabajo que es colaborativo —el trabajo más valioso que hacemos. Es el lugar en donde podemos llegar a conectar con nuestro sentido de pertenencia y a construir comunidad. Es en donde nos juntamos a compartir los logros de la empresa y a desarrollar las relaciones personales que mantienen viva nuestra organización. Es donde compartimos.
La oficina debe promover el intercambio de ideas y facilitar la planeación estratégica. Debe ser un lugar en donde las conversaciones más importantes se pueden tener cara a cara y en donde nuestros clientes nos pueden visitar en cualquier momentos y sentirse en casa.
Finalmente, la oficina debe ser el lugar al que sabemos que siempre podemos llegar cuando nos sentimos perdidos o necesitamos el apoyo de un compañero de trabajo. Debe ser nuestro refugio en donde sabemos que siempre hay alguien con quien podamos contar.

Las preguntas que más ayudan a liderar

Asumamos que tienes la intención de ayudar a alguien a mejorar. También asumamos que tus intenciones son genuinas y no quieres que la mejora se dé por tu propio bien —quiero ayudar mi compañero de trabajo a ser más productivo para yo poder trabajar menos, etc.
Dadas estas premisas pasemos a distinguir los tres grandes grupos de preguntas que se le pueden hacer a una persona cuando se le quiere dar retroalimentación.

  1. Preguntas de “por qué”. Estas preguntas son las menos efectivas. Son altamente confrontativas y sé perciben como acusatorias. Ejemplos: ¿Por qué no está lista la presentación? ¿Por qué no avisaste que no ibas a terminar a tiempo?
  2. Preguntes de “que”. Estas preguntas clasifican como preguntas efectivas y ayudan mucho la receptividad evitando la sensación de confrontación. Ejemplos: ¿Qué pudiste haber hecho diferente para tener la presentación lista a tiempo? ¿Qué te impidió tener la presentación lista a tiempo? ¿Qué vas a hacer diferente la próxima vez para tener la presentación lista a tiempo?
  3. Preguntas de “como”. También clasifican como preguntas efectivas y adicionalmente invitan a la reflexión, proceso indispensable para el crecimiento. Ejemplos: ¿Cómo te sientes respecto a la entrega de la presentación? ¿Cómo te puedo ayudar a mejorar?

Sin duda alguna, la ruta más directa para desarrollar a alguien es el uso de preguntas efectivas. Pero no todas las preguntas son creadas igual. Usa las preguntas correctas y podrás multiplicar el efecto de tus esfuerzos como líder.

Si quieres

Si quieres dormir, abraza el insomnio.
Si quieres calma, acepta la ansiedad.
Si quieres felicidad, baila con la tristeza.
Si quieres amor, busca dentro de el odio que tienes dentro.
Si quieres llorar, rie.
Si quieres seguridad, aprende a tomar más riesgos.
Si quieres una vida fácil, toma las decisiones difíciles.
Si quieres ir por el buen camino toma los senderos más difíciles que puedas encontrar.
Si quieres estar bien, disfruta la incomodidad.
Si quieres riqueza, aprende a dejar ir con facilidad.
Si quieres algo, búscalo por donde no es…