Manolo Alvarez: Blog

“Cambiar de Cassette” es bastante caro

“Cambiar de Cassette” es una expresión que sin duda alguna revela mi edad. Aunque la expresión ya casi no se usa, lo que significa sigue igual de relevante hoy que en los 80’s.

“Cambiar de Cassette” se utilizaba para hacer referencia a aquellas situaciones en las que el cambio de contexto requiere de un cambio fuerte en la manera de pensar. Un ejemplo puede terminar de clarificar la expresión:

Si por ejemplo, yo estoy concentrado escribiendo sobre el manejo de emociones y de repente entra mi hijo y me pide que lo ayude con su tarea de algebra, entonces tengo que "Cambiar de Cassette".

Como queda claro para cualquiera que haya pasado por una experiencia como la que acabo de describir, “Cambiar de Cassette” es muy caro. Por caro me refiero a que tiene un alto costo mental. El tipo de enfoque y estado mental que funciona para un tipo de tarea no es el mismo que funciona para otra. Cambiar el estado mental y el tipo de enfoque es una tarea compleja que requiere de mucho tiempo y energía.

Estar realizando estos cambios de contexto y adecuando la mente a distintos tipos de tareas cansa el cerebro. También reduce la productividad ya que un cambio de contexto de este tipo puede requerir de hasta 20 minutos para poderse completar. Cambiar de contexto es cansado y quita tiempo.

Es por esto que muchos expertos en productividad recomiendan alocar bloques largos de tiempo ininterrumpidos (de por lo menos una hora) para hacer tareas que al menos sean similares en el tipo de contexto cerebral que requieren para poderse hacer. También, evitar interrupciones, que al final del día son “Cambios de Cassette”, es otra recomendación muy común ya que cada interrupción probablemente requiera de dos cambios de contexto (uno cuando sucede la interrupción y otro para regresar a la tarea que se estaba haciendo).

“Cambiar de Cassette” es caro. Es algo que hay que tratar de evitar.

Bloques continuos de tiempo y menos interrupciones = más productividad. Una formula simple que realmente funciona.

Un día completo

Conforme voy avanzando en mi camino de crecimiento personal, estoy empezando a medir los días más en términos de la calidad de mis experiencias que de mis resultados. Un paso a la vez estoy empezando a disfrutar lo que hago por la oportunidad de hacerlo y no por cómo me fue.

Hoy para mí, fue un día completo. Puede hacer 4 actividades que disfruté mucho:

  • Puede investigar acerca de hacía dónde va la industria del comercio conversacional y destilar lo que aprendí en una presentación. Generé varias buenas ideas para robustecer aún más nuestra propuesta de valor.
  • Pude presentarle Reach a 22 potenciales clientes. Me gusta ver como lo que hemos construido está por simplificar la vida de miles de comercios.
  • Pude ayudar a una persona que estoy “coacheando” a ver que su vida puede ser mucho más de lo que cree posible.
  • Pude jugar Softball!

Ahí lo tienen, un día completo. ¿Qué si estoy cansado? Claro que sí. Pero no todos los cansancios son iguales. El cansancio que viene de un día bien vivido siempre debe ser bienvenido.

Cuando lo que importan son las experiencias que vivimos y que tan intensamente las experimentamos, podemos garantizar que todos los días serán “buenos”.

Si podemos hacer esto día tras día, realmente viviremos una vida digna de admirar.

Tan solo reparar es mediocridad

Es inevitable, más de algo de lo que hemos construido se va a romper. Siempre haremos algo que está mal y que necesita reparación. Todo el tiempo las cosas se están degradando y se necesita esfuerzo y energía para mantenerlas funcionales. ¿Entropía alguien?

Así que con eso ya establecimos que la necesidad de estar reparando cosas es constante. Es parte de la vida. Ahora lo que quiero que evaluemos es la actitud y propósito con que usualmente se percibe tener que hacer una reparación.

Para empezar, el tener que reparar es algo se considera negativo. Como una pérdida de tiempo. ¿A nadie le gusta reparar las cosas que ha construido. Pero, ¿Qué tal si reparar algo es una oportunidad para volver a hacerlo, mejor? ¿Cómo sería la calidad de nuestro trabajo si cada vez que tenemos que arreglar algo lo volviéramos a hacer pero con otro nivel de calidad?

Tener que reparar algo es una oportunidad de construir sobre la experiencia que obtuvimos al hacerlo la primera vez para ahora construir algo mejor. Reparar algo nos permite volver a hacer el trabajo ya sabiendo qué fue lo que falló la primera vez y así poderlo corregir para no volver a fallar de la misma manera.

Reparar por reparar y volver a llevar lo que hicimos a donde todo empezó es mediocridad. Imaginemos, por un instante, la calidad de trabajo que haríamos si cada vez que reparamos algo usáramos todo lo que aprendimos desde la primera vez que lo hicimos para ahora hacerlo mejor. Todo estaríamos taaaan orgullosos de el trabajo que haríamos.

De verdad, tan solo reparar sin mejorar es mediocridad.

El arte de debatir

Me parece increíble lo rápido que muchas conversaciones se convierten en competencias para ver quién puede gritar más recio y perder el control más rápido. Cuando dos personas tienen puntos de vista diferentes, especialmente alrededor de temas que les son importantes, la apertura a la postura de la otra persona es prácticamente nula.

Escuchar, debatir educadamente y tratar de buscar una postura más sensata a la que ya se tiene. Ese es el objetivo al que se aspira al momento de tener un debate con otra persona. Nunca se debe perseguir tener la razón o buscar validar lo que ya se asume que es cierto. Nada de esto. La meta siempre es buscar aprender uno del otro. Descubrir algo nuevo. Cambiar la manera en que se piensa.

Debatir es un arte —y requiere de mucha práctica. También necesita de mucha humildad. Las personas arrogantes, inseguras y llenas de ego no pueden debatir. Su inclinación es pelear. No tienen otra opción. Siempre se están tratando de defender.

El arte de debatir:

  • Aprender es más importante que tener la razón
  • Reconocer que todos saben algo que nosotros no es seña de fortaleza
  • Sentirse herido cuando se descubre que algo que se creía cierto es, en realidad falso, solo es querer seguir viviendo engañado
  • No importa cuan recio se grite, la realidad sigue siendo la realidad
  • Escapar de un debate sobre algo importante solo es restarle importancia. Es decir, “mi comodidad emocional es más importante que lo que se está debatiendo”.

Estudiar la competencia

La mejor manera de aprender es estudiar a las personas que saben más que nosotros. ¿Qué hacen bien? ¿Qué hacen mal? ¿Cuales son sus estrategias? ¿Cuales son sus técnicas? ¿Cómo se preparan? ¿Qué estudian? ¿Cómo son diferentes a nosotros? ¿Por qué nos pueden ganar? 👈 Esta última es muy importante.

Cuando se le pregunta a los mejores emprendedores y atletas del mundo cuales son los factores que más les han ayudado a desarrollar sus habilidades, la gran mayoría mencionan que han llegado hasta donde están gracias a lo que han aprendido de los competidores más fuertes que han tenido.

Estas personas, que han alcanzado la cima del Everest, han pasado años estudiando a las personas con que compiten. No con el afán de simplemente copiarlos o entrar en algún tipo de competencia desleal. No, los han estudiado porque los respetan y aprecian lo que pueden hacer. Entienden que si están teniendo dificultades para ganarles es porque ellos están haciendo algo bien. Quieren aprender de ellos.

Sin embargo, a menudo, la reacción que las personas tienen hacia la competencia es negativa. Muchas veces hay enojo de por medio. Otras veces hay frustración. Pero, ¿Cómo esperas mejorar si no tienes alguien muy bueno con quién competir? ¿Alguien que exija lo mejor de ti? ¿Alguien que te pueda enseñar?

Esto me lleva a pensar, ¿Cómo sería un mundo sin competencia? La verdad que no sé. No tengo idea. De lo que sí puedo estar seguro es que sería un mundo en donde la calidad de los productos sería mucho inferior. Nuestra calidad de vida sería mucho peor. ¿Y el rendimiento atlético? Sería paupérrimo. Todos le podríamos decir adiós al entretenimiento que nos dan los deportes profesionales.

La competencia es buena. Muy buena. Influye al mundo de manera positiva. Desde la evolución de las especies, hasta la creación de empresas innovadoras que mejoran el mundo todos los días, la competencia es el motor que nos lleva a lograr más grandes y mejores cosas.

Cuando tengas un competidor fuerte enfrente, no te frustres. Estúdialo. Aprende de ellos. ¿Y si no tienes un competidor fuerte en tu radar? Te puedes preocupar porque puedes estar seguro de que estás muy lejos de dar lo mejor que puedes dar y no tienes alguien cerca que te pueda enseñar a hacerlo de una mejor manera.

Algo siempre es mejor que nada

Aspirar a la perfección nunca le ha servido a nadie. Al contrario, esta idea ilusoria de la perfección no solo ha paralizado a cientos de miles de emprendedores, también ha sepultado millones de empresas a través de la historia.

Para empezar, nada puede ser perfecto. Todo siempre tendrá más de alguna deficiencia, ya sea percibida o real. Pero aún así, hay personas que prefieren no hacer nada que hacer algo que no sea lo “suficientemente bueno”.

Hacer algo siempre será mejor que no hacer nada. No importa qué tan corto se quede el esfuerzo, al menos haberlo intentado más de algún aprendizaje dejará.

Realmente no importa que lo que estés haciendo no llegue a acercarse a la perfección. Lo que importa es que lo hagas a lo mejor de tu capacidad con las condiciones que hay. No hacerlo solo porque el resultado no será el mejor que se puede esperar tan solo es una justificación para poderte quedar sentado de brazos cruzados viendo cómo otros toman las oportunidades que desfilan frente a ti.

Haz algo. No importa qué sea. Lo único que te puede matar es no hacer nada. Algo siempre es mejor que nada.

Relevancia

Mantenerse relevante es vital. Mantenerse relevante en este mundo tan cambiante es difícil. ¿Qué se debe hacer cuando algo vital se vuelve tan difícil? Entender.

La relevancia es vital porque el acceso a la información se ha democratizado a pasos agigantados. Hoy, la persona promedio maneja mucho más información que los más avanzados científico de hace 20 años atrás.

El acceso a la información amplia la cantidad de opciones que tienen disponibles las personas. Y cuando alguien tiene más opciones, lo más relevante es lo que gana. Ante tantas opciones, las personas se sienten más cómodas cuando encuentran lo que les es más relevante.

Cuando hay tanto ruido es difícil encontrar un poco de señal. En esta analogía, el ruido se refiere a las opciones irrelevantes y la señal es lo que es relevante. Nadie quiere ruido. Todos estamos buscando una señal clara.

Siempre se puede volver a empezar

Hay caídas, hay fracasos.

Hay momentos difíciles y también hay pasadizos que se pueden llegar poner muy obscuros.

Pero siempre se puede volver a empezar.

Hay éxito, hay metas que se cumplen.

Hay momentos de gloria y también hay resultados que nos hacen sentir invencibles.

Pero, una vez más, siempre se puede volver a empezar.

Cada día trae algo nuevo. Cada vez que despertamos, volvemos a empezar.

“¿Qué la rutina me está ganando la partida?”

¡Mentira! ¿Qué rutina?, te pregunto yo. Si cada día es diferente. Cada hora es diferente. Tal vez el del problema eres tú que con cada nuevo inicio, una y otra vez, vuelves a escoger ir a tu mismo refugio que siempre te lleva al mismo lugar.

Siempre se puede volver a empezar. Espera un momento. Eso no es cierto. Ahora que lo pienso bien, nos guste o no, siempre estamos volviendo a empezar. No tenemos opción de NO volver a empezar.

En cada segundo. Con cada respiro volvemos a empezar. Lo aceptemos o no, así es.

Todo lo que tenemos que hacer es darnos cuenta que en este instante podemos empezar algo diferente y en esa diferencia es dónde volveremos a encontrar la chispa de la vida.

¡Siempre se puede volver a empezar!

El precio de poder escoger (manejo de prioridades)

Escoger una cosa implica no escoger otra. No hay manera de darle la vuelta a esta realidad. El acto de elegir, por definición, trae consigo una pérdida: todas aquellas opciones que no fueron seleccionadas.

Escoger algo es una gran responsabilidad. Es decirle que sí a uno para decirle que no a otro millón. Cerrarle la puerta a todas las demás opciones es algo que a veces no se siente bien.

Y esto nos lleva a hablar acerca de las prioridades. Para que algo sea una prioridad algo más debe dejar de serlo. Para que una prioridad se pueda cumplir, tengan por seguro que algo más va a pagar el precio y se quedará sin hacer. Esta es la naturaleza de lo que llamamos prioridades.

Muchas veces planear se puede sentir como algo que nos limita. Que nos quita libertad. Pero, ¿Qué pasa si planear y fijar prioridades es todo lo contrario? ¿Qué pasa si priorizar y tener un plan bien estructurado realmente es libertad?

En este momento no tengo una respuesta que darles pero al menos suena a que es algo interesante en que puedo seguir pensando.

Cuando la confianza nos traiciona (una noche sin electricidad)

La verdad que vivimos en un mundo en donde confiamos en muchas cosas. Son tantas las cosas en que confiamos que ya hasta perdimos la cuenta de cuántas son. Ya ni siquiera estamos conscientes de en que tanto es en lo que confiamos.

Algunas de las cosas que me vienen a la mente en las que confiamos pero ya ni tomamos en cuenta son:

  • Que la computadora del carro presione los frenos cuando nosotros le damos la orden por medio de presionar el pedal
  • Que nos podremos comunicar con quien queramos cuando queramos desde nuestro celular
  • Que podremos pagar con tan solo sacar un rectángulo de plástico de nuestras billeteras
  • Que todo lo que hacemos en línea realmente funciona y es real

Y es acá en dónde me quiero detener a contarles la historia de por qué hoy será para mi familia una noche sin electricidad.

Resulta ser que los últimos dos supuestos pagos que realicé en línea a través de mi banco (que por guardar su privacidad permanecerá anónimo) nunca se hicieron efectivos. Resulta ser que nunca se me debitaron y la empresa eléctrica tampoco los recibió. Confié en que al tener el comprobante desplegado en mí pantalla el pago había sido realizado. Me equivoqué.

Así que hace una cuantas horas me cortaron la electricidad por falta de pago. Ni modo. Ya realicé todas las gestiones, incluso el pago del “fee” de reconexión. Ahora me queda tan solo esperar alrededor de 24 horas para que el bloqueo de la electricidad se retire. ¿Por qué hasta 24 horas se preguntan? Porque aunque usted no lo crea, el bloqueo, hoy, en pleno 2022, es físico y alguien debe venir a quitar un marchamo.

Así es que hoy va a ser una noche diferente y vamos a pasarla bien. Ya veremos qué se nos ocurre hacer. A lo mejor hasta le prendemos fuego a algo y hacemos una fogata o algo.

En fin, la moraleja de la historia es que hay que tener cuidado en qué confiamos. Cierto, no se puede vivir sin confiar. Sería demasiado caro operar sin confianza en este mundo tan complejo. Pero como bien lo dice un viejo proverbio ruso: confía pero siempre verifica.