Creo que cómo emprendedores aprendemos muchas cosas que son súper valiosas. Aprendemos a identificar oportunidades, a inspirar a otras personas para que compartan nuestra visión y aprendemos cómo construir equipos que ejecuten planes complejos y que logren metas ambiciosas.
Hoy por la mañana estaba pensando en las infinitas horas que los emprendedores dedicamos a aprender todas estas cosas y en las infinitas horas más que le dedicamos a aplicarlas en nuestras empresas. Repentinamente, en algún momento durante esta reflexión una pregunta entró en mi mente, ¿Por qué no estoy aplicando todo esto que he aprendido como emprendedor para potenciar el emprendimiento más importante que tengo a mi cargo, mi propia vida?
Antes de seguir adelante quiero decir que creo que mi vida es maravillosa y que estoy haciendo cosas muy interesantes. Pero también sé que aún hay más. También sé que invierto la mayoría de mi tiempo en desarrollar mis emprendimientos y proyectos pero que cuando tomo un paso hacía atrás y trabajo en lo que quiero para mi vida no soy tan intencional con mis planes, metas y objetivos.
Pero las herramientas y conocimientos ya están ahí, listos para servir. Solo es cuestión de empezarlos a utilizar. Creo que la pieza que hace falta es la realización de que el proceso de construir nuestras vidas es un emprendimiento como cualquier otro. Es un proyecto que requiere de tiempo, planeación, dedicación, seguimiento, metas, motivación, colaboración, visión, etc., etc.
Sí, construir y vivir nuestras vidas es el emprendimiento más importante que cada uno de nosotros tiene a su cargo. Todo lo demás que escojamos hacer es tan solo un proyecto dentro del gran emprendimiento de nuestras vidas. Al final del día nuestros proyectos, empresas, familia, hobbies, deportes, vicios, amistades y todo lo demás que hagamos solo son componentes de nuestro emprendimiento más importante.
Esto no quiere decir que todo lo que hemos aprendido fundando y desarrollando nuestras empresas no nos pueda servir para fortalecer nuestras vidas. Todo lo que se requiere es un pequeño cambio de paradigma —darnos cuenta de que nuestras vidas son un emprendimiento como cualquier otro en el que ya hayamos trabajado y que las habilidades que hemos desarrollado en el campo de batalla empresarial también nos sirven para llevar nuestras vidas al siguiente nivel.