Estoy sentado en la sala de la casa de mi hermana. Nos invitaron a cenar y compartir un rato co ellos. Acabamos de terminar de comer y estamos esperando la pelea de Mike Tyson. ¡La cena estuvo buenísima!
Y acá estoy yo, conectado al mundo desde mi laptop haciendo lo que hago todos los días, publicando un post al vasto océano del Internet. Hoy mi proceso está siendo un poco diferente, lo que es bueno. Es bueno por qué al hacer algo que hago todos los días de una manera diferente estoy pudiendo apreciar las sutilezas de lo que realmente estoy haciendo.
¿Y qué es lo que hago? Pues me siento a organizar ideas en mi mente. Busco algo que considero que es importante comunicarle al mundo y poco a poco le doy forma hasta que llega a un estado en que considero que puede ser útil compartirlo. Lo reviso una última vez. Y luego presiono un botón mágico que instantáneamente hace disponible esa idea que estaba en mi cabeza hace tan solo unos minutos al mundo entero.
Este botón mágico está disponible para todos nosotros que tenemos el privilegio de tener acceso a Internet. Más que un botón mágico, lo que todos tenemos es un micrófono al mundo que nos permite comunicar nuestras ideas, anhelos y contribuciones a millones de personas en cuestión de segundos. Incluso cuando estamos terminando de cenar en la case de nuestros hermanos.