Hace un par de días tuve la oportunidad de entrevistar a Marcos Antil. Aquellos de ustedes que leen seguido el blog recordarán mi reseña de su libro Migrante. A los que no la hayan leído los invito a leerla aquí.
Durante nuestra plática Marcos mencionó algo que me dejó pensando durante todo el fin de semana. “Soñar es gratis, ¿así que por qué no soñar grande?” me dijo. “Puede ser que sea más difícil lograr un sueño grande que uno pequeño, pero soñar con cualquiera de los dos cuesta lo mismo”.
Hay bastante que desempaquetar en estas pequeñas frases. Lo primero que me viene a la mente es que la imaginación no tiene límites. Realmente se puede imaginar lo que uno quiera. También resulta ser cierto que antes de poder construir algo hay que imaginarlo (soñarlo) primero. No se podrá construir algo que no se imaginó primero. Así que el tamaño de lo que se puede construir o lograr en el mundo está limitado por el tamaño de los sueños que se tienen.
Los sueños motivan. Dan fuerza y son el motor que permite levantarse después de caer. Son estrellas guía que muestran el camino a seguir. Mientras más grande sea el sueño más motivación, más fuerza y más determinación. Una vez más, no tiene sentido alguno no ir tras el sueño grande.
Finalmente, cualquier sueño que valga la pena perseguir requerirá de trabajo y esfuerzo para materializarse. Pero ningún sueño, por pequeño que sea, se cumplirá solo por qué sí. Así que si se va a decidir empezar a trabajar por algo, ¿por qué no trabajar por algo que pueda cambiar el mundo? ¿Por qué no trabajar por un sueño que cambie tu vida? ¿Por qué no soñar y trabajar por cambiar las vidas de los demás?
El resto de tu vida empieza con los sueños que tengas hoy. No límites hasta dónde puedes llegar por no querer soñar en grande. No tengas miedo y deja libre tu imaginación. Después de todo, soñar es gratis sin importar el tamaño del sueño que quieras alcanzar.