Así es como recordaré este momento congelado en el tiempo. Como “la gran pausa.” Una pausa que al parecer yo y la naturaleza necesitábamos para poder seguir adelante. Un poco de tiempo para reflexión, cambio y renovación. Un preciado momento para planear con mucha intencionalidad lo que pudiera ser el resto de mi vida.
“No es a la muerte a lo que un hombre le debe temer,” nos recuerda Marco Aurelio, “a lo que en realidad le debe temer es a nunca empezar a vivir.” Con esta pausa llega el cambio de ritmo necesario para encontrar lo que esa nueva vida pudiera ser.
Es importante en este momento, antes de seguir adelante, aclarar que no pudiese haber tenido una experiencia de vida más satisfactoria que la que he tenido hasta el día de hoy. No quisiera cambiar nada de lo que he vivido y podido construir en estos 44 años. Siento un profundo agradecimiento por la vida que he podido tener.
Sé que encontrar este siguiente nivel de vida no es algo fácil de hacer. Solo porque el ritmo de vida ahora es un poco diferente no quiere decir que las respuestas mágicamente aparecerán frente a mí. Descubrir lo que realmente es importante para uno es de las cosas más difíciles que podemos hacer.
Hay bastante trabajo por delante. Se requerirá de mucha introspección y honestidad interior; estrategia, táctica y una búsqueda de claridad. Tengo muchas preguntas pendientes por responder y diferentes caminos por evaluar. Siento cambio venir en el viento que sopla en las calles que están vacías, durante “la gran pausa”.