5 razones de por qué si los profesores fueran mas como granjeros, el mundo estaría mejor

Con un hijo de 5 años pareciera ser que veo enseñanza, motivación y crecimiento en todos lados. Estos temas están tomando mucha importancia para mi. Preguntas como ¿cual es la mejor manera de ayudar a un niño a aprender? ¿cómo se puede motivar a alguien para que realmente quiera aprender? ¿que pasa si un niño no quiere hacer algo que realmente lo va a ayudar

a crecer? han estado dando vueltas en mi cabeza todo el tiempo.

Con tanto tiempo dedicado a tratar de entender esto de una mejor manera y al estar trabajando muy de cerca con un grupo muy especial de personas que están apasionadas por las mismas preguntas creo que estoy logrando ver algunas cosas.

  1. Para que un niño realmente aprenda y pueda “florecer” es indispensable que libremente lo quiera hacer. Una vez se interesa por algo y lo quiere aprender, el aprendizaje no tiene límites. No debemos forzar el aprendizaje.
  2. Los niños pequeños se están empezando a entender como funciona el mundo y sus cerebros aún no son completamente lógicos. Necesitan de alguien que los guíe a descubrir las actividades que mas interesantes son para cada uno de ellos. Expongamos a los niños a la mas diversa cantidad de actividades posibles para que puedan encontrar su verdadero llamado.
  3. No podemos encasillar a todos los niños en un mismo esquema. Cada uno tiene intereses y habilidades únicas. Debemos ayudarles a encontrarlas y personalizar su aprendizaje para que cada uno de ellos pueda ser las mejor versión de si mismo.
  4. A todos los niños les gusta fracasar (así aprenden a caminar, a comer, etc.) No podemos ponernos en su camino y empezarles a reprochar cuando intentan algo nuevo y les sale mal. A costa de todo, dejemos intacta la ilusión de los niños de seguir aprendiendo cosas nuevas por medio de una genuina curiosidad y la falta total del miedo al fracaso.
  5. Nosotros no somos nuestros niños. Nuestro valor no depende del éxito o no que logren tener nuestros niños. No tengamos miedo de que sean ellos mismos. Nuestra función debe ser guiarlos como seres libres para que algún día puedan ser miembros felices y productivos de la sociedad. Cualquier otro interés que tengamos es puramente nuestro y no tiene nada que ver con el desarrollo del niño.

Todo esto me suena mucho a como los granjeros logran crecer sus cultivos.  Un granjero no puede obligar o darle órdenes a sus cultivos para que crezcan. Lo que si pueden hacer es entender que necesita cada uno de ellos  y encontrar la manera de dárselo justo en el momento en que mas lo necesita.

Esto es todo lo que se requiere para que nuestros niños puedan florecer en los adultos que van cambiar el mundo.

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