La semana pasada corría la 1/2 maratón de Cobán en su 40 edición. Debo confesar que aunque terminé la carrera mi cuerpo no estaba preparado. Debo entrenar mas. Con esa confesión fuera del camino, paso a reconocer que el hecho de que la haya logrado terminar se lo debo a “Pocho”, una persona que conocí el kilómetro 11, saliendo de Carchá.
En este punto, con 10 kilómetros aún por correr ya estaba “reventado”. Pocho me vio, se me acercó y me dijo algo parecido a “no voy a dejar que te des por vencido, vas muy rápido y te voy a ayudar a encontrar tu paso. Viene una subida dura y la tenemos que subir mas despacio. Dejame escuchar tu respiración. No camines, te vas a enfriar. Seguí mi paso”.
El hecho de que alguien se haya detenido a ayudarme, que haya visto la importancia de que todos lográramos terminar la carrera me inspiró mucho. Así que decidí en ese momento que iba a agarrar el paso sugerido y que en forma de tributo a su apoyo iba a terminar la carrera fuera como fuera.
Bajé el paso, escuché mi respiración y empecé a subir. Cada vez con mas calor y humedad cada kilómetros fue mas difícil que el otro. En el kilómetro 14 Pocho me dijo, “seguí con ese ritmo, ya vas bien, dale hasta el final”. Y con se apretó su ritmo y se fue a una velocidad impresionante. Había dedicado 3 kilómetros de su carrera a ayudarme. Donde quiera que estés en Carchá, Gracias Pocho!
7 kilómetros después entré con un profundo sentido de interdependencia al estadio Verapaz. Había llegado y no lo había hecho solo. Tuve un amigo anónimo que estuvo presencialmente conmigo 3 kilómetros y empujo mi determinación el resto del camino. Que bien se sintió.