Debo empezar diciendo que lo que San Agustín ha dejado al mundo es bastante más que la historia de alguien que se “convirtió”. Bastante más. Las Confesiones están escritas más en la forma de una conversación privada con Dios que una autobiografía. Los conceptos de humildad tratados no indican que el escrito haya sido concebido como autobiografía.
Es cierto que el libro trata la vida de Agustin desde su nacimiento en Africa hasta que se convierte en Obispo ya en la parte final de su vida. Sin embargo, las “entre líneas” del libro están saturadas de contenido filosófico que deben ser analizadas con mucho detalle.
En los primeros libros San Agustín se enfoca en relatos de su niñez y plantea varias dudas que siempre tuvo respecto a la naturaleza de Dios y los orígenes de su existencia:
- Si Dios está en todas partes ¿está todo Dios en cada parte o hay una parte de Dios en cada parte?
- Si no recuerdo haber estado en el vientre de mi madre, pero ahí estuve, ¿como puedo saber que no estuve en algún otro lugar antes?
Durante esta parte inicial del libro también trata a fondo la idea de la inocencia y como lo hará durante el resto de la obra, la humildad.
Analiza muy detalladamente su año 16 de vida y su comportamiento fuera de control, recordando con bastante remordimiento el robo de unas peras. El remordimiento se debe más al hecho de robar “por qué si” que a cualquier otra cosa.
Agustín describe sus días como estudiante en Cartago, su descubrimiento de Hortencio de Cicerón y su inclinación hacia la filosofía. Es en este punto de su vida que se empieza a apegar a los Maniqueos.
La segunda parte del libro inicia con el detalle de su año vivido entre los Maniqueos, su período como profesor en Tagaste y su relación con una amante. Durante esta etapa de su vida se siente atraído hacia la astrología y pierde un muy buen amigo, situación que lo embarca a tratar de entender la perdida y el dolor.
Hace mención de la facilidad que comprende las Categorías de Aristoteles y otros libros de filosofía mientras hace mención de haber escrito su primer libro.
Luego de conocer a Fausto, uno de los más imponente líderes Maniqueos, Agustín empieza a perder fe en la doctrina Maniquea y se dirige hacia Roma. No logra mucho en Roma y decide ir hacia Milán (quiere decir mitad, esto ocurre a la mitad del libro y a la mitad de su vida) donde conoce al Obispo Ambrosio quien tiene una profunda impresión sobre Agustín.
El principal aporte de Ambrosio hacia Agustín es que abre la posibilidad a la interpretación alegórica de las escrituras. En este punto de su vida Agustín se convierte en catecumeno Cristiano.
Su madre Mónica lo sigue hasta Roma. Agustin se une con Alipio y Nerbidrio con quienes continua su búsqueda de la “verdad”. Agustín deja a su amante y la reemplaza con otra mientras sigue su camino…
Ya en este punto Agustín comprende la incorruptibilidad de Dios y se aleja aun más de los Maniqueos. Su estudio de los neoplatónicos le da una nueva percepción pero su pensamiento aún sigue atado a las nociones materiales de la realidad. Surge una muy interesante discusión entre el Platonismo y el Cristianismo.
Esto lleva a Agustín a un diligente estudio de la Biblia y en special del Apóstol Pablo. Inicia su conocimiento de Cristo.
La siguiente parte de la vida de Agustín es probablemente la más conocida. El famoso libro 8en el cual se convierte a la fe cristiana. La historia de Simpliciano mueve a Agustín a quererse convertir pero sus incontinencia y preocupación por las cosas del “mundo” no lo dejan completar el proceso.
Otro par de relatos sobre conversiones ponen a Agustín en una furios lucha interna pero no logra romper las cadenas.
Finalmente, el llanto de un niño lo manda a leer la Biblia. Un texto de Pablo resuelve su conflicto y le informa de su conversión a su madre Mónica.
Agustín deja su trabajo como profesor. En este punto del libro ya los puntos sobre su vida son pocos y se enfoca en un fuerte contenido filosófico y teológico. Es bautizado junto con Alipio y viaja de regreso a Africa. Se menciona la muerte de su madre (lo libera).
Este punto es uno de los que más me ha gustado. El análisis de la memoria. Se analizas las razones por las que escribe las Confesiones y se busca el camino por el cual los hombres llegan a Dios. Esto lo lleva a buscar la relación entre memoria y el “yo”.
Luego de una fuerte argumentación se concluye que no se puede entender ni probar que la memoria existe. Pero se utiliza todos los días y nadie la pone en duda. Se pregunta, entonces, ¿por qué dudar en Dios? Se encuentra la necesidad de tener un “Mediador” entre hombre y Dios.
La metafisica sigue y se procede a un análisis muy profundo del tiempo y la creación del mundo de acuerdo a la Biblia. Se pregunta Agustín sobre el inicio del tiempo, el mundo y demuestra que el tiempo y la creación son contemporáneos. Se presenta un brillante análisis que detalla que es el tiempo.
Finalmente sigue analizando la Biblia y continua su análisis del “Cielo del Cielo”. Se detalla que las escrituras pueden ser interpretadas de varias maneras sin que estas pierdan su verdad y se enfatiza en la tolerancia siempre que existan varias opciones.
Agustín concluye encontrando la trinidad en el relato de la creación y detalla un análisis de la creación del hombre a semejanza de Dios. El libro termina con un llamado al descanso eterno y una meditación sobre el bien eterno.
Debo yo también confesar que no soy una persona muy “religiosa” en el sentido estricto de la palabra y que mi estudio de este libro ha sido primordialmente filosófico. Debo decir que el libro ha dejado “algo” por ahí.
El provecho de este libro lo he sacado al ir a un taller de lectura en Sophos en donde, acompañados de un filosofo muy estudiado, analizamos el libro en conjunto.