Adelante, no es tan malo como parece

Los miedos más grandes que tenemos usualmente vienen de historias que creamos en nuestras cabezas. Rara vez las cosas son en realidad tan malas como nos las imaginamos. Esto no solo es cierto cuando pensamos en situaciones altamente riesgosas. También aplica en las más triviales actividades de nuestro día a día.

Esta semana he estado prestando especial atención a por qué hay ciertas actividades que me digo que voy a hacer y simplemente no hago. ¿El común denominador qué encontré? Cuando pienso en empezar cada una de estas actividades genero una sensación de incomodidad dentro de mí.

¿Cuál fue el aprendizaje de estar observando mi comportamiento durante la semana? Que 9 de cada 10 veces mi reacción era completamente desproporcionada a lo que en realidad había que hacer. Y esto no es todo. También encontré que mientras más tiempo paso paralizado pensando en lo “terrible” que va a ser hacer lo que sea que me he propuesto, más intensa se vuelve mi sensación de incomodidad —un verdadero círculo vicioso.

¿Qué consejo les puedo dar? Adelante, no es tan malo como parece. No hay nada peor que sentarse a fantasear sobre lo que el cliente te va a decir en esa llamada difícil que necesitas tener. Ese problema que nunca antes has resuelto no se va a resolver solo e ignorarlo hasta última hora lo único que va a hacer es restarte tiempo para poder pensar en la mejor solución. Es reporte que es difícil de cuadrar no requiere de tanto tiempo como tu cerebro, ya en estado de pánico, te está diciendo.

La acción es el mejor antídoto para la parálisis. Ahora es momento de hacer y postergar lo inevitable no ayudará en nada. Esta manera de actuar tan solo alimentará ese monstruo ficticio que está rondando en tu cabeza. Es hora de hacer. El único camino es hacia adelante. No tengas miedo, no es tan malo como parece.

La diferencia entre observar y percibir: Superación de obstáculos

Observar es un proceso directo, crudo. Observar es ver una situación tal y como es. Cuando uno observa tan solo absorbe la información sin juzgarla.

Percibir es es un proceso refinado, elaborado. Percibir es agregar todo él bagaje emocional y las percepciones que una persona tiene a una situación determinada. Cuando uno percibe ve la situación a través del lente de sus experiencias personales y programación —la distorsiona.

Observar es completamente objetivo mientras que percibir es plenamente subjetivo. Observar está más apegado a la realidad que percibir. Una percepción fuerte se siente más segura que observar.

Al momento de querer sobrepasar un obstáculo observar es complementario a percibir. Observar permite ver el obstáculo tal y cómo es sin introducir la distorsión que la percepción siempre trae a la mesa. Percibir suma los miedos, preferencias, anhelos, experiencias e inseguridades de la persona a el obstáculo —hace que la situación se vea ya sea más simple o complicada de lo que realmente es.

Como escribe el autor Ryan Holiday en su libro The Obstacle Is the Way, “El ojo que observa es fuerte, el ojo que percibe es débil. El ojo que observa simplemente ve lo que está ahí, el ojo que percibe ve más de lo que está ahí.”

Esto no quiere decir que percibir sea malo. Al contrario, percibir no solo es bueno, es necesario. Los seres humanos son máquinas de interpretación y constantemente interpretan todo lo que sucede a sus alrededores. Con mucho esfuerzo pueden distanciarse de sus identidades y ver las cosas por lo que realmente son (observar).

El secreto está en tener presente que la percepción es subjetiva y que se puede controlar. Una percepción fuerte ayuda a sobrepasar los obstáculos mientras que una percepción débil es derrotista e inhibe la acción.

La suerte se crea

Los eventos se desenvuelven a nuestro alrededor con tal complejidad que es imposible predecir qué es lo que va a suceder en el futuro. Aunque tenemos algunos patrones identificados, nada tiene un 100% de probabilidad de ocurrir. Incluso, la salida del sol está destinada a fallar algún día.

Entonces, ¿Qué es la suerte? La suerte es la ocurrencia de un evento futuro que no no se predijo antes de suceder y que beneficia a alguien. Eso es todo. La ocurrencia de estos eventos no es personal y tan solo depende de un juego de probabilidades.

Si analizamos la suerte bajo la luz de este microscopio podemos afirmar que la suerte es algo que se puede crear. ¿Cómo? Maximizando nuestra preparación y así tener una mayor probabilidad de que cualquier evento no predecible que ocurra nos pueda beneficiar. Por ahí he escuchado un dicho que dice que la suerte es el punto en donde la oportunidad se junta con la preparación.

Creo que él dicho casi acierta. Solo hay que cambiar la palabra oportunidad por la palabra probabilidad. La oportunidad se crean por medio de la misma preparación. Lo que la suerte necesita realmente para existir es que estemos preparados para aprovechar cualquier evento que no esperamos que suceda.

Sí, nosotros controlamos que tanta suerte tenemos y lo hacemos por medio de la preparación. Mientras más habilidades desarrollamos y más experiencia tenemos, mas suerte podemos crear. Ya no nos dejemos engañar, la suerte no es algo que está totalmente fuera de nuestro control.

Si nada es suficiente…

“Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco.”

— Epicuro

¿Cómo puede alguien escribir una frase tan breve que contenga tanta sabiduría? Hay tanto ahí que no sé por donde empezar. Tal vez lo mejor es iniciar con el análisis de lo que significa “suficiente.”

El diccionario dice que suficiente es “lo adecuado para cubrir lo necesario.” Es decir, suficiente es lo mínimo que se requiere para poder estar bien. Y es acá en donde se pone interesante la cosa. Cada persona decide constantemente qué es lo que requiere para sentir que está bien (que tiene lo suficiente). Puede ser que una persona requiera tener 2 casas y 5 millones dólares en el banco para sentir que está bien mientras que otra sólo requiera estar rodeado de seres queridos. Mas allá de las necesidades básicas de supervivencia, estar bien es algo totalmente subjetivo.

Entonces, ¿Qué sucede cuando una persona cree que lo suficiente es muy poco? Naturalmente buscará más de lo “adecuado para cubrir lo necesario”. Esto es lo que hacemos los seres humanos y es la base de todo el progreso que experimentamos como especie. El hecho de no conformarnos es lo que nos mueve hacia adelante. Esto es bueno.

¿Y qué sucede cuando una persona alcanza más de lo adecuado para cubrir lo necesario pero cree que eso no es suficiente? Se siente insatisfecha y el ciclo empieza de nuevo. Y esto se vuelve a repetir una y otra vez hasta el infinito. ¿Es esto bueno? ¿Es esto malo? No les puedo decir pero creo que es una situación que todos experimentaremos en nuestras vidas todo el tiempo.

Lo que sí le puedo decir es que si está condición de “siempre querer más” se llega a apoderar de nuestras vidas nunca podremos llegar a sentirnos bien con lo que tenemos. Creo que esto es una tragedia y lo debemos tratar de evitar.

Entonces, ¿Qué hacer? Una posible solución puede ser cambiar nuestras “necesidades” por “preferencias”. Por ejemplo, es muy diferente decir “prefiero cambiar mi carro cada dos años” que decir “necesito cambiar mi carro cada dos años”. Este pequeño cambio semántico nos lleva a una situación en la cual siempre estaremos buscando obtener más mientras al mismo tiempo podemos disfrutar lo que ya tenemos y así experimentar lo suficiente cómo suficiente y no como escasez.

Alguien está soñando con tener tu vida

De experiencia personal puedo afirmar que muchas veces he soñado con tener la vida de alguien más. Algunas veces he soñado con tener la vida de un famoso deportista y otras veces con tener la vida de algún exitoso emprendedor.

Invertimos tanto tiempo queriendo que nuestra vida sea “mejor” —justo como la de alguien más. Como la vida de alguien “que lo tiene todo”.

Este es un ejercicio mental muy nocivo. Es una práctica desgastante que únicamente nos llena de envidia, avaricia e inconformidad. Estar deseando tener la vida de alguien más es un acto de violencia en contra de lo más sagrado que cada uno de nosotros tiene: nuestro tiempo en este mundo.

Hay una variación de esta compulsión de transportarnos a querer vivir la vida de alguien más que resulta ser mucho más gratificante y productiva. Es una reflexión que los estoicos vienen practicando desde ya hace más de 2,000 años. Es muy simple y puede inundar la vida de cualquiera con agradecimiento y felicidad en cuestión de solo unos minutos.

La práctica consiste en visualizar que en este preciso instante, sin importar que dificultades estes atravesando, seguro hay muchísimas personas que están soñando con tener tu vida. Cuando digo muchísimas me refiero a millones, quizás billones de personas.

Tal vez estás solo en tu casa y acabas de perder un millón de dólares. Seguro que alguien sin casa, sentado bajo la lluvia y llorando la muerte de su hijo está soñando con tener tu vida. Estás vomitando y con altas fiebres por que te enfermaste y llevas así una semana. Sin duda alguna alguien en su tercer año de quimioterapia está soñando con tener tu vida. Te acaba de dejar tu pareja y estás llorando con tus amigos después de unos cuantos tragos de más. Te puedo asegurar que alguien que vive con dos dólares al día y está solo en una finca en la mitad de la nada sin haber visto a su familia en un año está soñando con tener tu vida.

Es cierto que todos experimentaremos momentos difíciles en nuestras vidas. Muy difíciles. Pero cambiar nuestros sueños de querer tener una mejor vida, la vida de alguien más no nos ayuda en nada. Por eso los invito a recordar diariamente que en este preciso momento alguien está soñando con estar en la situación en que estamos ahora. Hacer esto durante 5 minutos todos los días hace toda la diferencia en como afrontaremos esos momentos difíciles.

Inventario de experiencias

Al final de nuestras vidas, en ese momento en donde no hay marcha atrás, lo único que nos podrá reconfortar será la calidad de vida que hayamos tenido. No haya nada más.

Hay algo que yo le llamo inventario de experiencias. Es el conjunto de memorias y recuerdos que voy recopilando a lo largo de mi vida. ¿Qué determina la calidad de mi inventario? Pues las acciones que tomo en cada momento, claro.

Para mí es importante frecuentemente recordar que algún día voy a morir. Realmente espero que no vaya a ser pronto pero eso no significa que no lo tenga presente. ¿Por qué? Porque recordar esto y saber que cuando ese momento llegue lo único que tendré será mi inventario de experiencias me hace una mejor persona hoy.

Sé que de alguna manera la experiencia que tenga en esa despedida, ese momento final, será importante. No sé que pase después —y tampoco me importa mucho— pero poder experimentar ese momento sin remordimiento alguno es vital para mi.

“El verdadero infierno”, me dijo una vez un buen amigo, “es cuando el yo que pude haber sido se encuentra al yo que soy en el lecho de muerte”. La verdad que esa idea del infierno no me llama mucho la atención. Prefiero seguir trabajando en un buen inventario de experiencias.

Lo que siempre tenemos

Un trabajo puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Lo mismo puede suceder con una relación, una casa o la cuenta de banco. Todas estas cosas y muchas otras mas —como la vida de un ser querido— son mucho más frágiles de lo que creemos y pueden desvanecer sin un previo aviso.

La gran mayoría de cosas que creemos tener caen en esta categoría de “efímeras”. Están fuera de nuestro control y tan solo podemos, hasta cierto punto, influenciarlas en maneras bastante limitadas.

A lo largo de nuestras vidas todos vamos acumulando conocimientos y destrezas que desarrollamos con mucho esfuerzo y dedicación. Aprendemos a lidiar con situaciones difíciles y a controlar nuestro temperamento. Descubrimos cómo resolver problemas, aprendemos a hablar otros idiomas y poco a poco dominamos un instrumento musical.

Todos estos conocimientos y destrezas son lo que siempre tenemos. Nadie ni nada nos los puede quitar. Son lo que nos hace únicos y nos permite aportar a las personas y comunidades que nos rodean. Son lo que nunca podemos perder.

Es en estas cosas en lo que debemos trabajar para crecer nuestro impacto en el mundo y tener una verdadera sensación de solidez bajos nuestros pies. ¿Que inseguridad puedo experimentar si sé que aunque me despidan de mi trabajo o quiebre mi empresa voy a estar bien por qué sé que lo puedo volver a hacer? Este es el verdadero secreto del crecimiento personal.

Cada día debemos voltear a ver hacia a adentro y conocernos mejor. ¿Dónde somos fuertes y en que debemos trabajar? No nos distraigamos con lo que está pasando allá afuera. Lo que hemos logrado y lo que tenemos es irrelevante —puede desaparecer en cualquier momento. Lo único que siempre tenemos es lo que somos y lo que podemos hacer.

Sin voltear a ver

Los estoicos de la antigüedad solían decir que la principal habilidad de un ser humano es poder distinguir entre lo que controla, lo que puede influenciar y lo que no controla. También decían que lo único que podemos controlar al 100% son nuestros pensamientos y las reacciones que tenemos ante las cosas que nos suceden —nuestras emociones.

Suena bastante simple de hacer pero no es así. El mundo a nuestro alrededor es complejo y poder distinguir que podemos influenciar y que no es difícil.

Sería ridículo pasar la noche en vela preocupándonos de si el sol va a salir o no al amanecer. Tiene más sentido trasnochar trabajando en una propuesta para un cliente importante.

En el primer caso, pasar la noche en vela preocupados —algo que si controlamos— se está enfocando hacia algo que no controlamos —que salga o no el solo por la mañana.

En el segundo caso, pasar la noche trabajando —algo que si controlamos— se está enfocando hacia algo que podemos influenciar —la decisión de compra del cliente. Noten que NO estoy diciendo que podemos controlar la decisión de compra, tan solo la podemos influenciar —las demás personas también tienen libre albedrío.

El camino para poder tener una buena vida se centra en no voltear a ver aquello que no podemos influenciar. El camino se forja al enfocarnos en los pensamiento que tenemos y en las acciones que tomamos. Todo lo demás, con mucha suerte, tan solo lo podremos influenciar.

Juega siempre tu mejor juego, el marcador caerá por su propio peso. Es lo único que podemos hacer.

Lo que es malo para el panal es malo para la abeja

Sí, hoy estamos viviendo momentos muy difíciles. Pero estoy convencido que podemos encontrar refugio y guía en la sabiduría de aquellos que vinieron antes que nosotros. Es en momentos como este que volver al pasado y estudiar a los más grandes de la historia puede ayudarnos a forjar un mejor futuro.

Ahora los invito a que me acompañen a regresar mas de 2,000 años a visitar al emperador romano y filósofo estoico, Marco Aurelio. Marco Aurelio siempre fomentó una postura de unión e interdependencia entre los habitantes de su imperio.

“Cuando necesitas motivación, piensa en las cualidades de las personas que tienes a tu alrededor.”, solía decir. “Esta es energía, aquella es modestia, otra es generosidad, y así sucesivamente. Nada es más fortalecedor que cuando las virtudes son visiblemente mostradas por aquellos a nuestros alrededor.”

Esta particular manera de ver la interconexión entre no solo seres humanos sino que entre todos los seres vivientes fue una de las fortalezas que le ayudó a liderar a Roma durante la Peste Antonina. Es espeluznante imaginarnos lo difícil que este reto debió ser para Marco Aurelio. Entre 3.5 y 5 millones de Romanos murieron durante la pandemia.

Sin duda alguna, su frase más conocida respecto a la interconexión entre nuestras acciones y los que nos rodean es:

“Lo que es malo para el panal es malo para la abeja” – Marco Aurelio

Y que cierto sigue siendo hoy! Si una persona es extremadamente exitosa pero su comunidad se va a la ruina, esta persona se irá a la ruina con su comunidad. Igualmente, si una persona está en la ruina pero su comunidad es fuerte, esta persona tendrá una mayor oportunidad de recuperarse.

No funciona pensar a corto plazo cegados únicamente por nuestros propios intereses. Cada cosa que hacemos afecta al panal. Para bien o para mal.

No podemos seguir haciéndonos de la vista gorda al hecho de que todo lo qué hacemos afecta a aquellos a nuestro alrededor. Y todo lo que ellos hacen nos afecta a nosotros. ¿No me creen? Pregúntenle a la persona que tuvo contacto con un murciélago en Wuhan, China a finales del 2019.

Es de vital importancia que nos sentemos a reflexionar y pensemos un poco más allá de nuestro diminuto círculo de interés. Si queremos salir de esto es muy importante que veamos un panorama más amplio.

Es primordial que reconozcamos que sí dañamos el panal, en algún momento nos veremos afectados. No podemos olvidar hoy la milenaria lección: “lo que es malo para el panal es malo para la abeja.”

Los 3 niveles de control que tenemos sobre todo lo que pasa en nuestras vidas

No se si a ustedes les pasa igual que a mi, pero a mi me gusta tratar de controlar las cosas. Por ejemplo, mi hijo tiene 6 años y a veces pienso en que quiero que sea cuando ya sea un adulto. También muchas veces envío propuestas o solicitudes en el trabajo las que espero que sean recibidas y ejecutadas tal y como yo espero. Incluso, a veces estoy viendo un partido de beisbol de mi equipo favorito y tengo la sensación de controlar quien va a ganar.

Las filosofo estoicos tienen una manera muy interesante de ver que realmente podemos o no controlar e introdujeron hace mas de 2,000 años la idea de influenciar. Loas 3 niveles de control que nos dejaron los estoicos son:

  1. Aquellas cosas sobre las que no tienes ningún tipo de control como el hecho de que si el sol va a salir mañana.
  2. Aquellas cosas sobre las que tienes control de una manera parcial o puedes influenciar como la decisión de otra persona a comprarte o no un producto o servicio
  3. Aquellas cosas sobre las que tenemos control total. Acá básicamente se refieren a 2 cosas:
    1. A nuestras expectativas de como debe ser el mundo
    2. A las reacciones que tenemos a los que nos pasa

El primer nivel creo que es muy claro. Sin embargo, quiero dejar un ejemplo de lo que son el nivel 2 y 3. Supongamos que voy a jugar una partida de tenis La realidad es que no puedo controlar si voy a ganar o no ya que esto también depende de quien sea mi adversario y como el juegue. Lo que yo si puedo controlar es como juego yo mi partido y si doy lo mejor de mi mismo. De esta manera puedo parcialmente determinar si gano o no. Finalmente, también puedo controlar como reacciono al resultado del partido y que tanto aprovecho la realidad ya sea de haber ganado o perdido.