Algo que cuidar al tomarle la temperatura a un niño

El día de ayer le tomamos la temperatura por primera vez en mucho tiempo a nuestro hijo. Utilizamos un termómetro digital en el área de la frente. El resultado: 38.9 grados. Esto se considera como una fiebre y dada la situación de pandemia decidimos seguir monitoreando la temperatura.

La siguiente vez que tomamos la temperatura un resultado de 37.5. Muy extraño el cambio tan repentino. Luego 38.6, 37.2, 38.7. Todo esto sin administrar medicina ni poder ver un mayor cambio evidente en él. No mostraba síntomas de nada relacionado con fiebre o COVID-19. Tampoco se quejó de sentirse mal.

Después de estar monitoreando durante dos días mi esposa encontró un patrón! Cuando nuestro hijo tenía la frente cubierta con pelo (por la misma pandemia está super peludo), la temperatura era alta. Al tener el pelo hacía atrás y la frente descubierta, la temperatura bajaba hasta 2 o más grados.

Ninguno de nosotros dos es médico y esto no es un consejo profesional. Solo es nuestra experiencia. A nuestra manera de verlo tiene mucho sentido. Una de las funciones principales de el pelo es mantener el calor corporal. Si la frente está cubierta con pelos, puede ser que el termómetros detecte una temperatura más alta.

Así que si están utilizando un termómetro digital y ven variaciones extrañas en la temperatura de un niño(a) con pelo largo, dejen la frente al descubierto de pelo por unos 10 minutos y vuelvan a intentar.

Les dejo un texto extraído de la página de Braun quien fábrica el termómetro que tenemos:

“Hair can insulate the forehead and make it slightly warmer. Make sure to move hair away from the forehead and wait 10 minutes before taking a measurement.”

Braun Healthcare

Un momento para sanar

Un pasatiempo que sabe aliviar el corazón. Un grupo de amigos y el sonido de la risa de los niños bañándose bajo el sol. La mañana hoy empieza muy temprano y la ilusión de volver a jugar beisbol se despierta en el corazón.

Pareciera ser que no ha sido tanto tiempo. Todo vuelve a sentirse tan normal. Los meses que hemos pasado esperando este momento desaparecen en un instante al escuchar el añorado “Playball!”. Al igual que la plática con un viejo amigo con el que no te has visto en años, todo se siente tan natural. Acá es donde debemos estar.

Hoy tuvimos un momento para reponer. Fue un momento para sanar. Cada uno de nosotros ha hecho lo que le ha tocado hacer. Nos ha tocado vivir tiempos difíciles que sin duda alguna no están por terminar. Pero si algo pudimos recordar hoy es que el beisbol no se ha olvidado ni de nosotros ni de nuestros hijos. Hoy recordamos lo que es salir al aire libre y respirar felicidad. Hoy recordamos lo que es jugar beisbol!

A la luz de la vela

Al día de hoy he escrito más de 700 artículos. Este es el primero que escribo a la luz de una vela. No lo estoy haciendo por elección. No hay electricidad acá en la casa. Hace unos minutos algo explotó afuera. Ya pronto me enteraré de qué fue lo que pasó.

Para mientras seguiré disfrutando del silencio y la obscuridad. Hay una tranquilidad ensordecedora que se pasea por toda la casa en la ausencia de la electricidad. Debo decir que la ausencia de electricidad solo es relativa. Estoy escribiendo en la laptop (que afortunadamente estaba cargada), mi teléfono también está cargado (y me da acceso a Internet) y el iPad de mi hijo está funcionando con una batería móvil.

La manera en que estoy escribiendo también es diferente. Para empezar solo tengo IA Writer abierto. Todas las demás aplicaciones están cerradas. Quiero que la batería de la laptop me dure lo más posible. También, en lugar de configurar la luz de mi oficina a cierta tonalidad con un app, estoy viendo una vela titilear. No tengo música puesta y puedo escuchar el sonido de unos grillos que jamas antes había escuchado por acá.

La cena también fue diferente. Me gustó que todos comimos juntos por una vez. Debo reconocer que no es algo que hagamos muy seguido. Fue muy divertido y a aprovechamos para ponernos al día. El ritmo de la comida fue bastante más pausado de lo usual. Muy agradable.

Quin lo diría, pero ahora que leo lo que estoy escribiendo, hasta me atrevería a decir que me estoy disfrutando el apagón. Estoy seguro que un par de días más de esto y me volvería loco. Se los puedo garantizar. Pero por ahora voy a conectar la laptop al Internet del celular y publicar este post. Les escribo otra vez mañana.

Alto rendimiento

Pareciera que el tiempo se detiene. Lo hombros se tensan y la respiración se acelera. Toda el peso del mundo está sobre tus hombros. No hay mirada en este mundo que no esté sobre ti. Decir que hay presión es poco. Ha llegado el momento de la verdad.

Todos esos años de entreno, sacrificio y dedicación pasan en un instante frente a tus ojos. Sabes que estás preparado y no vas a dejar que nadie te quite lo que has venido a reclamar. Sabes que este es tu momento y no estás dispuesto a fallar.

Por un instante la competencia deja de existir y lo único que puedes visualizar es el objetivo. Pocas personas en el mundo pueden alcanzar el nivel de concentración y enfoque que tu puedes lograr. Nada te puede distraer. La intensidad que hay en cada fibra de tu cuerpo pudiera detener un huracán. Has venido a “ganar”.

Sabes bien que el resultado no importa. Toda tu vida has trabajado en dar lo mejor de ti sin importar el resultado. Entiendes bien que la única persona a la que le debes responder eres tú mismo. Nadie más en este mundo importa. Esto es lo que te hace tan peligroso a la hora de competir. Estás luchando para ti. No por alguien más.

Poco a poco vas subiendo de nivel y con cada paso vas construyendo una mejor versión de ti. Te estás convirtiendo en un verdadero atleta de alto rendimiento y con eso en una persona excepcional. Estoy orgulloso de ti.

Ayer soñé que era libre

Ayer soñé que era libre. Me pareció extraño porque ya soy libre. Siempre lo he sido y siempre lo seré. En mi sueño nadaba mar adentro sin preocuparme por lo que vendría después. Era de noche y lo único que tenía para guiarme era mi intuición.

El viento soplaba cada vez con más fuerza y las olas crecían. Y con el crecer de las olas también crecía mi confianza. Sin importar que ocurriera a mi alrededor, sabía que yo iba a estar bien. No había miedo. Nada me podía tocar.

Los últimos destellos de la luz de la luna fueron opacados por grises nubes que amenazaban con desatar una tormenta sobre el mar. Podía ver con claridad lo que estaba por suceder. Y aún así mi alma mantenía un estado de profunda tranquilidad. Recuerdo pensar: “yo soy la calma antes de la tormenta.”

Y así seguí nadando mar adentro. Mi intención no era llegar a ningún lado. No quería encontrar nada en particular. Mi única motivación era seguir experimentando esa sensación de libertad que solo la ausencia de miedo puede generar.

La tormenta vino para quedarse. Vi la muerte directo a los ojos sin parpadear. Mis músculos se quedaron sin fuerza y la marea poco a poco le ganó la batalla a mi cuerpo. A mi nunca me pudo tocar. Mientras el momento inevitable llegaba, mi alma se mantuvo firme. La felicidad nunca me abandonó y el miedo no pudo entrar en mi jardín. Ena ese momento supe que había llegado. Que era realmente libre. Ni siquiera la muerte me pudo perturbar.

Un toque de magia

Cada uno de nosotros es un ser verdaderamente mágico. Tenemos la capacidad de regalar un toque de magia en cada interacción que tenemos con alguien más. Tan solo debemos estar abiertos a entregarnos. También podemos encontrar un toque de magia hasta en las cosas más cotidianas de nuestras vidas. Tan solo debemos estar abiertos a ser receptivos.

Un corazón abierto a aceptar el mundo como es, eso es magia. Un corazón que no necesita que las cosas ocurran según sus caprichos para ser feliz, eso es magia. Un corazón que encuentra la maravilla escondida en cada detalle y en cada obstáculo, eso es magia.

Cada respiro que se nos ha regalado es un toque de magia. Hay un toque de magia en cada amanecer y en el último respiro antes de perecer. Todo es magia. Que nos reusemos a querer verlo así —eso es otra cosa.

Hay un toque de magia en ese problema que no nos deja dormir. De lo contrario ¿cómo podríamos descubrir de que estamos hechos? Hay un toque de magia en ese dolor que a duras penas nos deja respirar. De lo contrario, ¿cómo conoceríamos lo más profundo de nuestra humanidad?

Estamos rodeados de magia. Y nosotros mismos somos magia. Hay magia por todos lados. Tan solo hay que creer. Cada segundo que pasa en el que no queremos abrir nuestros corazones a la magia que nos rodea es un segundo perdido. Cada segundo que pasa en el que no queremos regalar nuestra magia al mundo es otro segundo perdido. Ya no perdamos más tiempo, ¿sí?

Diferentes posturas en la transición fuera de la pandemia

Mientras el mundo sigue su inevitable camino hacia la transición fuera de la pandemia, nuestra fibra social está por ser puesta a prueba.

El proceso de transición estará fundamentado en la libertad del individuo. Con esto quiero decir que conforme las autoridades en cada país restauren más libertades, la responsabilidad de cada persona será mayor. Que exista la libertad de hacer algo NO quiere decir que exista una obligación de TENERLO que hacer.

Y es sobre este punto que nos estaremos poniendo a prueba. Algunas personas se sentirán cómodas enviando a sus hijos al colegio, otras no. Algunos querrán ir a los cines, otros no. Algunos harán fiestas, otros no. Algunos viajarán, otros no. Algunos visitarán a sus familiares, otros no. Cada persona tendrá su propia postura sobre qué considera adecuado hacer y que no.

Desafortunadamente con esta situación, no habrán respuestas correctas. Cómo se puede ver en el párrafo anterior, cada persona tiene la libertad de participar en las actividades que considere apropiadas. No hay “bueno” y no hay “malo”.

Cada quien seguirá su propio camino y se le debe respetar. No importa cuánto miedo sintamos o que tan en desacuerdo estemos, la postura correcta debe ser no querer imponer nuestra manera de ver las cosas sobre los demás. La libertad de decidir en qué actividades se desea participar no da el derecho de decidir por otras personas en que debieran o no participar ellos.

Una aclaración final. Con cada decisión, sea cual sea, se debe considerar siempre la salud de las personas con las que se pudiera estar en contacto. La libertad debe ser respaldada por la responsabilidad de seguir los protocolos de seguridad necesarios para cuidar la salud del grupo. En ningún momento estoy abogando por irresponsabilidad.

Quemar los barcos

“Quemar los barcos” es una frase que se le atribuye a Hernán Cortez quién en 1,519 le propuso a sus hombres quemar sus naves durante la conquista de México. De esta manera no habría marcha atrás, el único camino sería hacia adelante.

La idea de decidir ponerse voluntariamente en una situación en donde no haya otra opción más que enfrentar lo que más se teme me llama la atención. Me aterra, pero me llama la atención.

Los seres humanos siempre hacemos lo que no resulta más fácil o cómodo. Mientras los barcos estén ahí, en cualquier momento nos daremos la vuelta y correremos hacia ellos. Si de verdad queremos abrir brecha tierra adentro, lo mejor que podemos hacer es destruir cualquier ruta de escape posible.

Al final del día esto esto no solo es un tema de compromiso y convicción. Es un tema de naturaleza y fragilidad humana. Si el compromiso es lo suficientemente fuerte, no necesitas quemar los barcos por qué bajo ninguna circunstancia saldrías corriendo para escapar en ellos. Pero, si este es el caso y nunca más usarías los barcos, ¿por qué los dejarías sin quemar?

Armar rompecabezas

No sé cuántos años han pasado desde la última vez que armé un rompecabezas. Hace unos cuantos de días Elena tuvo la genial idea de comprar un par y los empezó a armar.

Su iniciativa está poco a poco ganando tracción acá en la casa —por lo menos conmigo. Christian está empezando a mostrar un mínimo interés. Hace unos momentos empecé a armar el segundo ya que el primero lo terminamos de armar un par de días atrás.

La experiencia de armar un rompecabezas tiene un aspecto casi hipnótico. Es como entrar en un pequeño trance. No sé si se deba a lo diametralmente opuesto que se siente el proceso versus estar enfrente de pantallas digitales todo el día pero que bien se siente.

Hoy empecé a armar el segundo rompecabezas y hasta que un pequeño dolor en mi espalda me trajo de vuelta a la realidad estuve “perdido” clasificando todas las piezas de la orilla. Una vez “regresé”, las ganas de terminar la orilla antes de finalizar la sesión le ganaron al dolor. Y seguí adelante. Un momento después llegó Elena a ayudar y avanzamos más rápido. Terminamos la orilla!

Estoy viendo un nuevo interés nacer en mí. Todavía no le he dedicado suficiente tiempo para identificar de una manera precisa que es lo que tanto me está gustando pero sé que hay algo ahí. Voy a seguir despejando mi mente con este nuevo hobby y sin duda alguna lo voy a empezar a hacer en lugar más cómodo. Ahorita ya estoy pagando el precio con todo e intereses!

La práctica no siempre hace al maestro

Un consejo prácticamente universal que se escucha muy seguido es “la práctica hace al maestro”. Comprendo de donde viene la idea y sé que la intención de las personas que lo dan es buena. También creo que el consejo está equivocado, al menos debo decir que es incompleto.

Lo que sucede es que si se hacen 500 repeticiones de un movimiento pero cada una de esas repeticiones está mal hecha lo único que se está logrando es instalar un mal hábito. Este mal hábito será muy difícil de romper después.

Así es que quiero complementar el consejo y modificarlo un poco a “La práctica perfecta hace al maestro.” En inglés suena aún mejor “Perfect practice makes perfect”.

Así es que la calidad de las repeticiones es más importante que la cantidad. Primero asegúrate que cada repetición esté bien hecha e incorpore la técnica ideal. Una vez que logres una repetición bien hecha es momento de repetir y repetir y repetir.