La línea del tiempo, Loki

Recién estamos terminando de ver el segundo episodio de Loki con mi familia. La serie está muy buena pero la historia es algo compleja de seguir. La pura verdad, me siento algo perdido y por más que trato no termino de entender todo el tema de las líneas del tiempo. Espero que poco a poco, conforme se desarrolle la serie, pueda ir entendiendo mejor la trama de la historia.

Pero por hoy me quedé con esta idea básica de que un evento puede empujar la dirección de la línea del tiempo en una dirección irreversible. Es un concepto muy aplicable al desarrollo natural de nuestras vidas.

¿Qué tan grande debe ser una decisión o un evento para empujar nuestra vida en una nueva dirección que sea totalmente irreversible? Creo que no mucho. Es más, creo que cualquier decisión que se tome, por insignificante que parezca, envía nuestras vidas en una nueva dirección que aunque siempre se puede modificar, nunca podrá regresar a ser como lo era antes de que tomáramos la decisión.

Es decir que con cada decisión que tomamos estamos llevando nuestras vidas en una nueva dirección. Osea, la línea del tiempo no es recta. Es curva, muy desordenada y realmente impredecible. Nuestro destino no está escrito y somos nosotros los que estamos en control. Todo lo que tenemos que hacer para cambiar por siempre de dirección es decidir.

Una buena conversación

Una buena conversación puede hacer que el tiempo se detenga. Sí, la buena conversación es difícil de encontrar, por eso cuando se encuentra no se puede dejar escapar.

Cuando el momento es el correcto y la persona adecuada aparece, los temas no son escasos y las ideas no dejan de fluir. Los conceptos viajan de una mente a la otra y el aprendizaje es un regalo del que todos se pueden beneficiar.

Una buena conversación no tiene un desenlace predecible. Cuando inicia nunca se sabe en dónde va a terminar. Tampoco se puede saber cuánto tiempo durará. Una buena conversación simplemente termina cuando tiene que terminar. Por ejemplo, la buena conversación que tuve hoy con un gran amigo recién terminó hace unos minutos, cerca de las dos de la mañana.

Y eso es lo que más me gusta de una buena conversación, que nos envuelve y nos cautiva. No nos deja escapar. Nos hace suyos y nos hipnotiza hasta que cumple su misión.

Montgomery, Alabama 2:32 A.M.

Adaptación y cambio de rutinas (salgo de viaje)

Todos los días son diferentes y es bueno adaptarse a lo que cada uno de ellos trae. Soy una persona que cree que hay algunos tipos de rutina que son buenos y ayudan a la productividad. Pero también creo que la rutina sin la capacidad de adaptación puede ser un problema. Resistirse al cambio nunca es bueno.

Estoy escribiendo sobre esto porque en un par de horas salgo para al aeropuerto en mi primer viaje en más de un año y medio. Si alguno de ustedes está suscrito al blog o lo sigue de cerca habrá notado que durante ya más de 420 días he posteado de manera diaria. La gran mayoría de posts los escribo de noche. Esa ha sido mi rutina. Me siento cómodo dejando mi sesión de escritura para el final del día, cuando ya terminé de hacer todo lo demás que quería hacer. Es una rutina que creo que me ha ayudado. Mi cerebro ya sabe que viene cuando me siento en la computadora cuando está cayendo el sol.

Pero hoy, afortunadamente, ya estamos saliendo de la pandemia. Y las cosas están cambiando. Están cambiando más de lo que creemos. Y hoy salimos de viaje.

Mi itinerario va a estar bastante apretado y tengo bastante por manejar esta noche. Así que me estoy adaptando y hoy escribir es lo primero que estoy haciendo. No es lo último que haré hoy. Se siente extraño, diferente. Pero eso para nada es malo. Incluso en ciertos aspectos siento que es mejor. Me siento con más energía y enfoque disponibles —creo que debiera ser obvio, no es lo mismo hacer algo al inicio del día que a su final cuando ya se usó mucha energía y el enfoque es difícil de mantener.

No lo puedo negar, me está gustando esto de escribir temprano por la mañana. Creo que la disrupción en mi itinerario de hoy me está ayudando a descubrir un cambio de rutina que me puede llevar a ser mucho más efectivo. Ya veré como sigue mi itinerario durante el viaje y que decido hacer. Lo que sí es que quedo totalmente abierto a adecuarme a lo que mejor me funcione.

La paradoja del esfuerzo

“Debes ponerle más esfuerzo a algo para que parezca que requiere de poco esfuerzo. Cuando te das cuenta de esto, empiezas a hacer las cosas de manera diferente”.

— Sahil Bloom

Hoy he decidido también poner la cita original en inglés porque creo que se pierde el espíritu de la misma con la traducción.

“You have to put in more effort to make something look effortless. When you realize this, you start doing things differently”.

— Sahil Bloom

Han sido muchas la veces en mi vida que he visto a alguien hacer algo que a mi me cuesta mucho con una facilidad increíble. Y si, cada vez mi reacción inicial es siempre pensar “dichoso, que fácil es hacer X para él o ella”. El pensamiento de Sahil me invitó a reflexionar. En realidad lo más probable es que esta persona ha invertido una buena cantidad de tiempo y esfuerzo para hacer que lo que está haciendo parezca ser tan fácil.

A todos se nos olvida lo mucho que al principio nos costaba hacer cosas que ahora dominamos y nos parecen ser tan fáciles. Montar una bicicleta, manejar un carro, gerenciar una empresa, batear una pelota, escribir un artículo. Nada es fácil sin práctica, tiempo y esfuerzo.

Y es esto lo que olvidamos cuando vemos a alguien hacer algo con mucha facilidad. Olvidamos que esa persona ha trabajado mucho para llegar a donde está. Esa envidia que a veces sentimos al ver cómo alguien domina lo que hace debe ser sustituida por una saludable admiración. Una admiración no por la facilidad que está demostrando sino una admiración por todo el trabajo que hay por atrás que permite que lo que está haciendo parezca ser tan fácil.

Una guía para compartir experiencias en redes sociales

Aunque he visto muchas personas hacer preguntas en redes sociales creo que yo nunca he hecho una. Usualmente utilizo las redes sociales para compartir mis ideas y contenido como este a las personas que han decidido seguirme. Hace unos minutos hice mi primer pregunta y estoy impresionado.

Quiero saber si es factible realizar un viaje de Guatemala a Estados Unidos con un pasaporte vigente pero que tiene menos de 6 meses de vigencia. Escribí la pregunta y en menos de 4 minutos ya tenía una buena cantidad de respuestas, todas basadas en experiencias vivenciales de personas que conozco. ¿Qué aprendí?

  1. Las personas aún están dispuestas a tomarse el tiempo de leer una pregunta y responderla compartiendo sus experiencias. Todavía queremos ayudar.
  2. En cuestión de minutos se puede averiguar algo que no se sabe tan solo pidiéndole a la muchedumbre de las redes sociales que nos ayude.
  3. Hay que tener cuidado con todo lo que se lee en Internet y hay que validarlo con otras fuentes, siempre. Recibí algunas respuestas totalmente equivocadas sin fundamento alguno. ¡Cuidado de ir a ciegas!
  4. Compartir experiencias con otras personas se siente muy bien. Aunque sea por Internet, saber que alguien se tomó el tiempo de compartir su experiencia con nosotros para ayudarnos nos acerca de una manera especial a personas que no hemos visto en años.
  5. Recibir respuestas, consejos o sugerencias —como le quieran llamar— solo nos da más información. La responsabilidad de la decisión final le toca a cada uno de nosotros. Nunca abdiques tus decisiones a lo que dicen las personas en las redes sociales.

Saber esperar

Estos últimos días como que he estado obsesionado con el tema de cuándo actuar y cuándo esperar. Hoy particularmente he estado pensando en lo importante que es saber esperar.

Esperar algo por definición implica que no hay nada que se pueda hacer para traer ese algo al presente. La única opción para tenerlo que existe, valga la redundancia, es esperar, dejar que el futuro llegue a su ritmo natural. Si estamos esperando es porque la llegada de algo está totalmente fuera de nuestro control.

Es este “fuera de nuestro control” es lo que usualmente genera la ansiedad. Nos cuesta mucho estar tranquilos con algo sobre lo que no podemos ejercer control. Cuando estamos esperando lo único que podemos controlar son nuestros propios pensamientos acerca del futuro (cómo será aquello que estamos esperando que suceda.)

Saber esperar es saber darle su tiempo al tiempo. Es dejar de querer que el futuro llegue ya. Es dejar de imaginarnos como irán a ser las cosas sin tener certeza de qué es lo que realmente pasará. Saber esperar es poder vivir tranquilos hoy sin comprometer un futuro mejor.

No es lo mismo verla venir que bailar con ella

Aunque no me lo crean, estoy viendo un juego de los Chicago Cubs. En este momento estoy muy consciente de lo fuerte que es el impulso de decirle a los jugadores lo que deberían hacer o reprocharles por algo que hicieron mal. Sin duda alguna, es más fácil ver que hacer.

La tendencia a evaluar el desempeño de alguien más sin siquiera considerar las dificultades o circunstancias particulares que está experimentando es fuerte. Es tan fácil juzgar a la distancia.

Y como que si la emisión de estos juicios no fuera suficiente, muchas veces también tenemos el descaro de comentarle al mundo como nosotros lo hubiéramos hecho mucho mejor. No es lo mismo verla venir que bailar con ella.

Esperar por miedo

Hace una semana estaba reflexionando sobre la importancia de actuar hasta después de haber reflexionado y el daño que causa movernos inmediatamente sin antes pensar. Pueden leer sobre eso aquí. Sigo firme sobre lo que escribí pero hoy quiero complementar esa idea con algo que entró en mi cabeza mientras estaba meditando.

En medio de mi meditación de hoy empecé a ver imágenes de cuando era niño. Eran recuerdos. No puedo haber tenido más de unos diez u once años. Recordé estar sentado por horas en la puerta afuera del cuarto de mis papás. Esperando. Esperando tener el valor de entrar a preguntar para pedir algún permiso o comentar sobre algo que había pasado. No sé en realidad cuanto tiempo pasaba sentado esperando pero tengo muy viva en mi memoria la sensación de que eran horas las que pasaban. No me podía mover o entrar hasta que el miedo bajara un poco. Si el miedo era intenso, entonces no podía actuar.

Recordar tan intensamente estos recuerdos hoy me ayudó mucho. Me ayudó a ver que el miedo que le tenía a mis papás de alguna manera me condicionó a buscar postergar mis acciones y decisiones cuando me siento inseguro. Ahora puedo ver claramente lo mucho que retraso las cosas más importante en mi vida cuando tengo miedo. Mi respuesta por omisión ante el miedo es esperar todo lo que pueda hasta sentirme lo suficientemente fuerte para actuar. Esto a veces me detiene por meses a la vez.

Como ya lo dije al empezar hoy, me mantengo firme: actuar sin antes pensar es algo contraproducente. Pero también es contraproducente paralizarse en los momentos en que se requiere ser decisivos y actuar. Una vez que se tiene claro cuál es el siguiente paso no tiene sentido sentarse afuera del cuarto de tus papás a esperar que el miedo pase antes de actuar.

La vida no es corta

Nadie sabe cuánto tiempo tendrá en este planeta. Pueden ser solo segundos o más de 100 años lo que estemos por acá. Si hay algo que es imposible de predecir es precisamente esto: cuánto tiempo va una persona a vivir.

Es común escuchar el consejo que nos dice que debemos aprovechar nuestro tiempo porque “la vida es corta”. Esto no es cierto. La vida no es corta. Lo que pasa es que demasiadas personas desperdician una gran parte de ella.

Hay personas que pasan solo 14 ó 15 años vivos y construyen vidas trascendentales que cambian el mundo para siempre. Hacen todo lo que sueñan y más. Me resulta difícil creer que las vidas de estas personas sean cortas. Aprovechan cada segundo que tienen a su disposición antes de expirar.

Y también hay personas que viven más de 80 años y deciden ver cómo las agujas del reloj dan vueltas y vueltas sin hacer mucho más que eso con su tiempo disponible. Creo que estas vidas tampoco son cortas. Simplemente son vidas que se han desperdiciado.

Todos estamos acá por alguna razón pero ninguno sabe cuánto tiempo tendrá disponible lograr su misión. Lo único que podemos hacer es dar lo mejor que tenemos en cada momento para que cuando suene la campana, sin importar cuántos años tengamos, nadie pueda decir que nuestra vida fue corta o insignificante.

Escuchar con todo el cuerpo

Hoy por la mañana sonó mi despertador a la hora que siempre lo hace. Simplemente no me pude levantar. Me desperté una hora y media después y no salí a correr como lo había planeado hacer. Está de más decir que pasé toda la mañana con remordimiento y cargo de conciencia. “Yo tengo que hacer más y no puedo fallar”, estuvo dando vueltas en mi cabeza sin parar.

Después de almuerzo me seguí sintiendo muy, muy cansado. Hice mi meditación diaria y al terminar, ya en un estado más consciente, pude notar un cansancio muy profundo en todo mi ser. Esta ves ya no pelee en contra de lo que estaba sintiendo y me acosté a descansar. Desperté un poco más de 4 horas después.

Todavía no tengo claro qué es lo que está causando tanto cansancio. Pueden ser varias cosas pero lo que sí sé es que si estoy cansado, debo descansar. No puedo ignorar las señales que mi cuerpo me está enviando. No tiene sentido alguno negar algo que claramente es real y me está afectando.

Durante muchos años, tal vez por qué en ese momento creía era necesario probarme ante todos, ignoré a mi cuerpo, mente y alma. Ya no es algo que voy a seguir haciendo. Hoy entiendo que mi mejor desempeño se da cuando estoy al 100%. Claro, siempre estoy dispuesto a empujar los limites y dar todo lo que tengo pero no cuando estoy consciente de que hacerlo va en contra de mi bienestar.

Cada situación es única y generalizar demasiado nunca es bueno. Tener claro que está sucediendo con mi cuerpo, mente y alma en todo momento es el primer paso para decidir bien. Después, como escribí ayer, si todo está ok ya puedo proceder a actuar. De lo contrario, lo correcto a hacer es descansar y recuperarme para poder dar lo mejor cuando ya esté bien.