El segundo primer día de clases

Cuando yo era niño el primer día de clases del año era algo especial. Nunca pude tener dos en un mismo año. Aunque la resistencia de querer ir día tras día al colegio era grande, las ganas de volver a ver a los amigos después da las vacaciones de fin de año siempre ganaban. Volver al colegio dolía, pero al menos estaríamos ahí en buena compañía, eso era lo especial.

Hoy fue el segundo primer día de clases en el año para mi hijo —espero que ya no tenga más. El brillo en sus ojos, la alegría en su voz y la ilusión en su corazón me dicen que para él regresar a clases hoy fue más dulce de lo que jamás lo fue para mí.

La mano invisible dicta que la escasez es lo que hace que algo sea valioso. Pareciera ser que los niños que no han podido asistir regularmente a clases valorarán su privilegio de ir al colegio mucho más que cualquier generación anterior a ellos. Y esto es algo maravilloso.

Muchas personas que me conocen dicen que soy un optimista perdido y que a todo le veo algo positivo. ¡Acá voy otra vez!

El impacto que el último año ha tenido en nuestro hijos no se podrá cuantificar hasta dentro de algunos años. Lo que si sé es que estos niños valorarán infinitamente a sus amigos, profesores y oportunidades académicas. Después de todo, lo que cuesta vale y para ellos la pandemia convirtió al colegio en un lingote de oro que siempre querrán cuidar.

¡Feliz regreso a clases Chris!

Y hoy, ¿qué quieres aprender?

Hace un par de días empecé a leer el libro “The Psychology of Money” de Morgan Housel. Llegué a este libro gracias a la recomendación de un amigo. Ambos estamos en un grupo de Whatsapp con otras personas que, al igual que nosotros, están empezando a hacer sus primeras inversiones en el mercado. La recomendación del libro se propagó como incendio forestal por el grupo. En cuestión de minutos varios de nosotros compramos el libro en nuestros Kindles y lo empezamos a leer. ¿La moraleja de la historia? El material para cualquier cosa que se nos antoje aprender está más accesible hoy que nunca antes en la historia de la humanidad. Esto es algo muy bueno.

Querer aprender como el manejo de las finanzas personales y las inversiones se relacionan con las emociones y el comportamiento humano no es algo que muchas personas quieran hacer. Pero para aquellos de nosotros que sí queremos, el material está disponible en el instante que nosotros estemos listos.

Aún recuerdo hace muchos años estar en la biblioteca de la universidad fotocopiando libros de sistemas operativos que tenían, en ese momento, 10 años de antigüedad. El acceso al material ya no es la barrera principal. Como yo lo veo, la barrera principal es nuestra falta de ganas de querer aprender.

Al igual que algunos de nosotros ahora estamos estudiando la relación entre las emociones y las inversiones, tú podrías estar aprendiendo sobre cualquier tema que te llame la atención. El material, ya sea gratuito o premium, te está esperando. Solo lo tienes que ir a traer.

Nuevas habilidades

Conforme una persona avanza en su carrera profesional, los proyectos en los que participa exigen cada vez más habilidades.

Por ejemplo, un contribuidor individual avanza a un puesto gerencial. En ese momento los proyectos y funciones requieren el desarrolle de nuevas habilidades. En este caso hablamos principalmente de habilidades gerenciales y de manejo de personal.

Es inevitable, con el crecimiento profesional viene la necesidad de desarrollar nuevas habilidades y el desarrollo de nuevas habilidades abre las puertas del crecimiento profesional.

Hay momentos en la carrera de toda persona en los que se presenta una oportunidad o un cambio abrupto que requiere de un cambio dramático de dirección —crecimiento profesional. Muchas personas se paralizan en estos momentos y no hacen más que ver la oportunidad o la crisis pasar. Estos son momentos decisivos que tan solo se pueden aprovechar si se adquieren nuevas habilidades.

Cada situación es diferente y que habilidades se deben adquirir para salir adelante son específicas a cada oportunidad o crisis. Es de vital importancia tener la capacidad de autoanálisis para que cada quién pueda identificar de una manera honesta que puede hacer ahora y que habilidades nuevas necesita aprender. Sin este conocimiento personal es imposible identificar qué habilidades nuevas se deben desarrollar.

Es importante mencionar que este es el paso crucial en el proceso de adquisición de nuevas habilidades. Es muy fácil que una persona se engañe a sí misma y que crea que no necesita desarrollar nuevas habilidades para seguir adelante. Una vez que una persona acepta que debe cambiar para lograr más, el proceso de aprendizaje es posible.

Tanto por aprender

Cada pequeña cosa que hacemos que nunca antes hemos hecho implica aprender algo nuevo. Si somos honestos y nos detenemos a pensar un poco debemos reconocer que esto significa que tenemos mucho por aprender.

Si tomamos las cosas que ya sabemos hacer y las comparamos contra el universo total de cosas que se pueden hacer nos daremos cuenta que en realidad sabemos hacer muy pocas cosas. Y de esas pocas cosas que ya sabemos hacer, ¿Cuántas de ellas sabemos hacer realmente bien?

Creo que hacer algo con mediocridad es muy diferente que hacerlo con excelencia. Por ende, llevar nuestro nivel de experticia de mediocre a espectacular también es aprender algo nuevo. Este proceso de mejora también implica que debemos aprender los detalles escondidos de lo que queremos perfeccionar.

¿Qué es lo que da miedo de verdad? Que dejar de aprender significa congelar nuestras vidas y quedarnos tal y cómo estamos. Es seguir haciendo todo lo que hacemos exactamente igual que como ya lo sabemos hacer. Nada sería mejor y tampoco nada sería peor. Sin importar qué pase, siempre reaccionaremos de la misma manera. Si me lo pruebo se siente cómo vivir la vida de una planta. Mmm, prefiero seguir aprendiendo.

Hay tanto por aprender y tantas cosas nuevas que vivir. Hay tanto por aprender y tantas caídas por sufrir. No dejemos que la comodidad nos impida construir. Podemos ser mucho mejores si tan solo seguimos aprendiendo hasta que llegue la hora de morir.

Una carta en pro del futuro de nuestra nación (no cerremos los colegios)

Sé que cuando un gobierno toma decisiones que no son populares se generan muchas publicaciones en su contra por medio de las redes sociales. La gran mayoría de estas publicaciones son acusadoras, divisivas y muchas veces cruzan la línea para convertirse en insultos denigrantes.

No creo que este comportamiento sea correcto. Tampoco lo apoyo de ninguna manera. Aunque parezca difícil de creer, hay otras maneras de encontrar soluciones. Espero que este post sea un testamento a que aún cuando hay desacuerdo pero HAY EDUCACIÓN, se puede trabajar en conjunto para encontrar una mejor solución.

Afortunadamente he tenido la oportunidad y privilegio de recibir una educación constante durante toda mi vida. En este momento quiero recurrir a todo el aprendizaje que he tenido para solicitar de una manera cordial y asertiva a nuestro gobierno que en este decisivo momento priorice la educación. No cerremos los colegios si no es necesario.

Como emprendedor sé lo difícil que es dirigir una organización y tomar decisiones que afectan a otras personas. Sé lo difícil que es tomar la responsabilidad cuando hay mucho en juego. También sé que si el presente no se balancea con el futuro, tarde o temprano habrán problemas. Pero también sé que siempre hay una solución, incluso a aquellos problemas que parecen insuperables. Requiere de trabajo, apertura, humildad y mucha colaboración. Mientras estemos vivos siempre se puede resolver.

Estamos en un momento en el que la ciencia, afortunadamente, nos ha dado una vacuna. Lamentable ésta aún no ha sido distribuida masivamente en nuestro país. Al mismo tiempo, gracias al incansable trabajo de miles de científicos y educadores ya tenemos guías muy confiables de cómo mitigar la propagación del COVID en los colegios. Ya sabemos bastante acerca de cómo se comporta el virus.

Lo que aún no conocemos con certeza es el efecto que el confinamiento, aislamiento y falta de interacción social está teniendo en las personas que nos ha tocado vivir esta pandemia. Especialmente no sabemos cómo está afectando a los niños y adolescentes. En este momento tan solo podemos especular pero el panorama no es para nada alentador.

Compartiendo mi experiencia personal, les puedo decir que a pesar de todos los privilegios que mi hijo tiene (no me puedo imaginar lo que están atravesando otras familias con menos recursos que nosotros), su bienestar psicológico se ha visto seriamente comprometido durante este último año. ¿Cómo lo sé? Él ha tenido la oportunidad de asistir en un modelo híbrido al colegio durante los últimos dos meses y su comportamiento, patrones de sueño y bienestar en general han mejorado dramáticamente. No se necesita ser un experto para ver cuándo un niño entra y sale de una “niñez” normal. Con el regreso a clases lo vi, en cuestión de días, transformarse en otra persona. Una persona más completa, plena y llena de vida. Incluso, una persona más humana.

Señores del gobierno de Guatemala, el desarrollo integral y bienestar de las personas debe ser prioritario. Especialmente el de los niños, son nuestro futuro. Los exhorto a actuar de acuerdo. Les comparto mis pensamientos.

No tengo duda alguna de que estamos a las puertas de un posible rebrote. La semana que viene es Semana Santa. Debemos pensar, cuál va a ser nuestra prioridad, ¿Paseo y vacaciones o el bienestar y desarrollo a largo plazo de los niños guatemaltecos? Pareciese ser, al menos desde donde yo estoy viendo, que la decisión tomada hoy prioriza el paseo y las vacaciones. De lo contrario se hubiera procedido a tomar medidas de contención “turística” y no el cierre de los colegios en donde, hasta donde yo sé, ha habido pocos problemas y mucha recuperación psicológica.

El otro tema que quisiera resaltar es el ritmo de la distribución de la vacuna. Sin conocer la interioridades ni la logística, estoy convencido de que se pueden lograr mucho mejores resultados y que se debiera redoblar el esfuerzo para que nuestros maestros en todo el país puedan ser vacunados cuanto antes. Ante mis ojos, ellos son los guías de la Guatemala del futuro y eso los convierte también en trabajadores de “primera línea”. Hagámosles llegar la vacuna lo antes posible.

Señores del gobierno, hoy estamos ante una situación compleja. Creo que la única manera de salir adelante es tomar el camino difícil y defender el futuro de nuestra nación, luchar por el bienestar de nuestros niños. Como lo he dejado claro, no estoy de acuerdo con las medidas que se tomaron hoy y pretendo manifestar mi desacuerdo de una manera pacífica y EDUCADA. Creo que están respondiendo a prioridades equivocadas. También creo que hay muchas opciones de resguardar la salud de los guatemaltecos y permitir al mismo tiempo un modelo híbrido de clases presenciales. Les pido, al igual que otros miles de padres y madres guatemaltecos, que dediquen un poco más de tiempo a evaluar las posibles soluciones que tienen a la mano y actúen de una manera coherente con el bienestar de nuestros niños. La Guatemala de hoy y la del mañana se lo agradecerán por siempre.

Los padres carpinteros versus los padres jardineros

Cuando se está guiando a una persona, particularmente a un hijo o hija, básicamente hay dos posturas que se pueden tomar —la del carpintero o la del jardinero.

El carpintero tiene un plano de lo que quiere construir. Ya tiene una visión en su mente de cómo será el producto final. Lo que quiere construir tiene un propósito definido en el mundo. Si lo que construye no corresponde al plan que tenía, entonces habrás fracasado. Por ejemplo, si va a construir una silla, la silla está hecha para que la gente se siente en ella. Si por cualquier razón se requiere que la silla sirva de mesa será difícil adecuarla. Es decir, el proceso del carpintero es rígido. Finalmente, el carpintero trabaja todo el tiempo en un ambiente muy controlado, su taller en donde siempre habrán pocas sorpresas. También sabe que lo que está construyendo está destinado para ser utilizado bajo condiciones muy predecibles que ya conoce desde antes de siquiera empezar a trabajar. El carpintero siente la necesidad de controlar todo el proceso para llevarlo a un final predeterminado.

Por el otro lado está el jardinero que trabaja con plantas en el jardín. Al trabajar en un ambiente impredecible el jardinero debe interactuar con sus plantas para ayudarles a sobrevivir a los cambios climáticos que se dan en el exterior. Deberán afrontar lluvias, radiante sol, hormigas y cuántas cosas más les tire la naturaleza encima. El jardinero no puede dictarle a las plantas como crecer, todo lo que puede hacer es “guiarlas” para que puedan florecer de acuerdo a su verdadera naturaleza. El jardinero no puede saber cómo se verá exactamente su jardín cuando sus plantas terminen de crecer, y la verdad es que tampoco le debe importar. Puede tener una idea de como quiere que se vea el jardín al final pero la maravilla de su obra la dará la individualidad que cada planta y flor que ha sembrado traiga independientemente de la intención de aquel quien inicialmente la sembró. El jardinero se siente cómodo limitando sus intervenciones a guiar y tiene el corazón abierto a deleitarse con su jardín sin importar como quede al final.

Como padres de familia es muy importante tener esto muy presente. ¿Qué le quieres regalar a tus hijos? La predictibilidad, seguridad y rigidez del carpintero o la flexibilidad, adaptabilidad y oportunidad de florecer del jardinero?

El maestro que no falla

No hay mejor maestro que la cruda realidad. Sin importar cómo se le quiera llamar, consecuencias o experiencia, afrontar los efectos directos de nuestras acciones es lo único que nos cambia de verdad. Comprender claramente cómo, lo que hicimos llevó la situación a donde ahora está, es la única manera de realmente aprender.

Nos es lo mismo que le diga yo a un niño “si comes muchos dulces te vas a enfermar” que dejarle comer hasta que se sienta mal. El malestar y la identificación de la causa / efecto de lo que hizo con como se está sintiendo será una mucho mejor lección que cualquier advertencia que se le pueda dar.

Sí, aprender a veces duele y muchas veces quisiéramos evitarle el dolor a los demás. ¿Pero qué pasa si por evitarle el dolor de fallar a alguien lo que estamos haciendo realmente es quitarle la oportunidad de aprender? ¿Será posible que lo único que estamos haciendo al protegerle es privarle de crecer?

La realidad es el maestro que no falla. Si me quemo con la hornilla caliente una vez, difícilmente la volveré a tocar después. A veces nos tenemos que quemar un dedo para después no morir en una llamarada que nosotros mismos decidimos prender.

La realidad a veces duele pero siempre enseña. Evitarle el dolor del contacto con la realidad a alguien es lo mismo que quitarle la oportunidad de aprender, incluso cuando se trata de nosotros mismos.

Motivación y aprendizaje

Van de la mano. Aprendizaje es lo que sucede cuando la persona tratando de adquirir nuevos conocimientos logra comprender. Para que una persona logré aprender debe estar motivada. El aprendizaje es un proceso interno que no se puede lograr por medio de la obligación. El aprendiz debe querer aprender.

Aprender no es lo mismo que tener éxito dentro del sistema educativo. Aprender va más allá de simplemente recitar, sin un entendimiento claro, el contenido de un libro, video o lección. Lograr cumplir con un estándar de acreditación (ganar un examen u obtener un título) se puede lograr sin aprender. Para lograr esto no se necesita motivación.

Esto no es cierto para el verdadero aprendizaje. El verdadero aprendizaje requiere de pasión y curiosidad. Necesita que haya motivación y un fuerte deseo de comprender lo que se está estudiando. El aprendizaje es incómodo y exige cambiar la forma en que se piensa y en que se ve el mundo. Esto es muy difícil y si la motivación no compensa la dificultad, el aprendizaje no será muy efectivo.

Esto no quiere decir que aprender no sea divertido. De hecho, al hacerse de la manera correcta, aprender es una de las actividades que más disfrutan los seres humanos. Ojo, que algo pueda ser divertido y que se pueda disfrutar no quiere decir que por momentos no sea difícil y frustrante. Al contrario, es justamente la dificultad y la frustración lo que lo hace divertido. Y donde hay dificultad y frustración se requiere de un poco de motivación para perseverar.

Aprender no puede ser impuesto. Deba nacer desde adentro y todo lo que nace desde adentro necesita motivación para crecer. La motivación y el aprendizaje van de la mano.

Aprender jugando es mejor

Hace unos días atrás escribí acerca de la gran cantidad de tiempo que he pasado jugando Civilization VI con mi hijo y mi cuñado. Las cosas no han cambiado y hoy volvimos a pasar la mayor parte del día jugando.

Sin entrar en los detalles de cómo funciona el juego quiero relatar cómo Civilization VI ha despertado el interés por la historia, política, ciencia y economía en mi hijo de 11 años.

Realmente no hay nada como aprender jugando. Creo que se aprende más cuando no se “sabe” que se está aprendiendo. Cosas maravillosas ocurren cuando el aprendizaje viene sutilmente disfrazado como algo más. En este caso, como un juego.

Conforme nos hemos ido adentrando en el juego el domino de los conceptos que se presentan como sistemas de gobierno, políticas económicas, estructuras sociales y técnicas de negociación se vuelve necesario para seguir avanzando. Y seguir avanzando es tan divertido que los tres hemos pasado horas de horas leyendo, comprendiendo y aplicando estos importantes conceptos.

También quiero mencionar cómo los círculos de retroalimentación cortos que ofrecen los juegos son importantes en el aprendizaje. Por ejemplo, si dentro del juego elijo un sistema de gobierno que no es apto para mi situación, en un par de turnos me puedo dar cuenta que me equivoqué ya que mi situación no irá para bien. De igual manera, cuando el sistema encaja, el progreso es evidente. Este tipo de retroalimentación rápida cimienta el aprendizaje y los conocimientos de una manera experiencial.

Aprender no tiene que ser aburrido y jugar no tiene que ser “una perdida de tiempo”. Se puede jugar para aprender y aprender jugando es mejor.

Enseñar preguntando

El silencio es un regalo muy difícil de dar. Ver luchar a alguien con algo que le cuesta cuando sabemos que se lo podemos resolver tampoco es fácil. Con razón enseñar es algo tan difícil. Va en contra de las programaciones más arraigadas que tenemos.

La mejor manera de enseñar es por medio de hacer preguntas. Las preguntas estimulan el pensamiento y nos invitan a buscar nuestras propias soluciones. Ante una pregunta las conjeturas, ya sean correctas o falsas, empiezan a desfilar por nuestras mentes. No lo podemos evitar. Es gracias a este proceso que aprendemos.

Un verdadero maestro dejará a su alumno luchar con lo que no sabe. Lo verá con compasión y lo acompañará durante el proceso pero nunca le dará la respuesta pues sabe que dar la respuesta interrumpirá el proceso de aprendizaje. El maestro siempre será un guía y buscará hacer las preguntas correctas que ayuden al alumno a concluir su proceso.

No hay nada más gratificante en este mundo que ver cuando los ojos de otra persona se prenden en el momento en que entiende algo por sí misma —y saber que nosotros jugamos un pequeño rol facilitando su proceso. El momento en que se da esa conexión es mágico. Pero para poder llegar a ese momento es necesario pasar por el calvario de ver a alguien luchar con buscar su propia respuesta.

Para poder ayudar a crecer a los que nos rodean tenemos que estar dispuestos a enseñar preguntando. Y para hacer esto tenemos que destruir nuestra programación que nos lleva a no querer ver a los demás luchar cuando sabemos que les podemos ayudar.