A prueba

De vez en cuando las cosas cambian. Y estos cambios nos ponen a prueba. Ponen a prueba nuestra determinación y la capacidad que tenemos de seguir haciendo lo que nos prometimos que íbamos a hacer.

Estas pruebas son momentos importantes en nuestras vidas. Nos revelan de qué estamos hechos. Nos muestran sin sutileza alguna la cruda realidad de qué podemos y que no podemos hacer.

Muchas personas pasan sus vidas tratando de evitar estas pruebas. Pero no debemos olvidar que Seneca dijo “no hay nombre más infeliz que aquel que nunca afronta adversidad pues nunca se le permite probarse a sí mismo.”

En el fondo todos queremos ser mejores. Todos queremos saber quienes somos y cuales son nuestros límites. La única manera de saberlo es poniéndonos a prueba.

Por hoy, otra prueba ha sido superada exitosamente.

Adaptación y cambio de rutinas (salgo de viaje)

Todos los días son diferentes y es bueno adaptarse a lo que cada uno de ellos trae. Soy una persona que cree que hay algunos tipos de rutina que son buenos y ayudan a la productividad. Pero también creo que la rutina sin la capacidad de adaptación puede ser un problema. Resistirse al cambio nunca es bueno.

Estoy escribiendo sobre esto porque en un par de horas salgo para al aeropuerto en mi primer viaje en más de un año y medio. Si alguno de ustedes está suscrito al blog o lo sigue de cerca habrá notado que durante ya más de 420 días he posteado de manera diaria. La gran mayoría de posts los escribo de noche. Esa ha sido mi rutina. Me siento cómodo dejando mi sesión de escritura para el final del día, cuando ya terminé de hacer todo lo demás que quería hacer. Es una rutina que creo que me ha ayudado. Mi cerebro ya sabe que viene cuando me siento en la computadora cuando está cayendo el sol.

Pero hoy, afortunadamente, ya estamos saliendo de la pandemia. Y las cosas están cambiando. Están cambiando más de lo que creemos. Y hoy salimos de viaje.

Mi itinerario va a estar bastante apretado y tengo bastante por manejar esta noche. Así que me estoy adaptando y hoy escribir es lo primero que estoy haciendo. No es lo último que haré hoy. Se siente extraño, diferente. Pero eso para nada es malo. Incluso en ciertos aspectos siento que es mejor. Me siento con más energía y enfoque disponibles —creo que debiera ser obvio, no es lo mismo hacer algo al inicio del día que a su final cuando ya se usó mucha energía y el enfoque es difícil de mantener.

No lo puedo negar, me está gustando esto de escribir temprano por la mañana. Creo que la disrupción en mi itinerario de hoy me está ayudando a descubrir un cambio de rutina que me puede llevar a ser mucho más efectivo. Ya veré como sigue mi itinerario durante el viaje y que decido hacer. Lo que sí es que quedo totalmente abierto a adecuarme a lo que mejor me funcione.

La paradoja del esfuerzo

“Debes ponerle más esfuerzo a algo para que parezca que requiere de poco esfuerzo. Cuando te das cuenta de esto, empiezas a hacer las cosas de manera diferente”.

— Sahil Bloom

Hoy he decidido también poner la cita original en inglés porque creo que se pierde el espíritu de la misma con la traducción.

“You have to put in more effort to make something look effortless. When you realize this, you start doing things differently”.

— Sahil Bloom

Han sido muchas la veces en mi vida que he visto a alguien hacer algo que a mi me cuesta mucho con una facilidad increíble. Y si, cada vez mi reacción inicial es siempre pensar “dichoso, que fácil es hacer X para él o ella”. El pensamiento de Sahil me invitó a reflexionar. En realidad lo más probable es que esta persona ha invertido una buena cantidad de tiempo y esfuerzo para hacer que lo que está haciendo parezca ser tan fácil.

A todos se nos olvida lo mucho que al principio nos costaba hacer cosas que ahora dominamos y nos parecen ser tan fáciles. Montar una bicicleta, manejar un carro, gerenciar una empresa, batear una pelota, escribir un artículo. Nada es fácil sin práctica, tiempo y esfuerzo.

Y es esto lo que olvidamos cuando vemos a alguien hacer algo con mucha facilidad. Olvidamos que esa persona ha trabajado mucho para llegar a donde está. Esa envidia que a veces sentimos al ver cómo alguien domina lo que hace debe ser sustituida por una saludable admiración. Una admiración no por la facilidad que está demostrando sino una admiración por todo el trabajo que hay por atrás que permite que lo que está haciendo parezca ser tan fácil.

Comodidad y responsabilidad

El peor enemigo de la responsabilidad es la comodidad. ¿Cuántas veces dejamos de hacer todo lo que está bajo nuestro control para solventar una situación sólo porque preferimos estar un poco más cómodos?

Dejar la comodidad para buscar un poco más de responsabilidad e injerencia en una situación no siempre garantiza que se vaya a lograr el resultado deseado. Pero al menos maximiza las probabilidades de éxito y nos deja dormir bien por la noche al recordarnos que hicimos lo correcto.

En caso de fracaso, cambiar la comodidad por responsabilidad nos da una tranquilidad mental qué tan solo puede venir de saber que hicimos todo lo humana posible para lograr lo que queríamos. Si las cosas no resultan, pues bien. No había nada más que hacer. Hicimos todos lo que se podía. Y eso es lo que al final del día realmente cuenta —saber qué hicimos lo correcto.

Una guía para compartir experiencias en redes sociales

Aunque he visto muchas personas hacer preguntas en redes sociales creo que yo nunca he hecho una. Usualmente utilizo las redes sociales para compartir mis ideas y contenido como este a las personas que han decidido seguirme. Hace unos minutos hice mi primer pregunta y estoy impresionado.

Quiero saber si es factible realizar un viaje de Guatemala a Estados Unidos con un pasaporte vigente pero que tiene menos de 6 meses de vigencia. Escribí la pregunta y en menos de 4 minutos ya tenía una buena cantidad de respuestas, todas basadas en experiencias vivenciales de personas que conozco. ¿Qué aprendí?

  1. Las personas aún están dispuestas a tomarse el tiempo de leer una pregunta y responderla compartiendo sus experiencias. Todavía queremos ayudar.
  2. En cuestión de minutos se puede averiguar algo que no se sabe tan solo pidiéndole a la muchedumbre de las redes sociales que nos ayude.
  3. Hay que tener cuidado con todo lo que se lee en Internet y hay que validarlo con otras fuentes, siempre. Recibí algunas respuestas totalmente equivocadas sin fundamento alguno. ¡Cuidado de ir a ciegas!
  4. Compartir experiencias con otras personas se siente muy bien. Aunque sea por Internet, saber que alguien se tomó el tiempo de compartir su experiencia con nosotros para ayudarnos nos acerca de una manera especial a personas que no hemos visto en años.
  5. Recibir respuestas, consejos o sugerencias —como le quieran llamar— solo nos da más información. La responsabilidad de la decisión final le toca a cada uno de nosotros. Nunca abdiques tus decisiones a lo que dicen las personas en las redes sociales.

Creer que se puede

“Ya sea que creas que puedes o que no puedes, estás en lo correcto”, solía decir Henry Ford. Creo que esta manera de pensar tuvo mucho que ver con lo que este hombre pudo lograr durante su vida.

Este hombre lideró la revolución industrial e inventó la producción en serie. La manera de funcionar de las fábricas y la industrialización en general cambió radicalmente gracias a sus contribuciones. Todo lo que hizo fue extremadamente visionario y los cambios que introdujo a la manera de producir en el mundo fueron extraordinarios.

En retrospectiva es obvio que este hombre tenía una capacidad casi infinita de creer en que las cosas podían ser mejores y que era él quien las iba a materializar.

La energía necesaria para lograr este tipo de cambios tan solo puede venir de una fuerte convicción en que construir un mundo mejor es posible. Sin esta convicción no hay energía, no hay cambio y todo sigue igual. Así que ya sea que creas que puedes o que no puedes, estás en lo correcto. Gracias por el consejo Henry.

El peso de decidir

Decidir implica responsabilidad. Toda decisión viene con un vinculo indestructible hacia los efectos que inevitablemente causará. Todas las decisiones pesan.

Todas las decisiones pesan porque una vez tomadas cambian el futuro para siempre. Las cosas jamás son iguales después de que una decisión es tomada. Si una persona decide usar una camisa blanca para su entrevista de trabajo ya no podrá impresionar al entrevistador con su camisa negra. Si un político decide iniciar una guerra miles o millones de personas morirán y sus vidas no se podrán recuperar. Ya no habrá paz.

El peso de decidir es grande porque decidir nos da un poder indescriptible. Decidir es lo que los seres humanos usamos para moldear el mundo a nuestro antojo. El uso de este poder conlleva una gran responsabilidad —la de forjar el futuro.

La vida no es corta

Nadie sabe cuánto tiempo tendrá en este planeta. Pueden ser solo segundos o más de 100 años lo que estemos por acá. Si hay algo que es imposible de predecir es precisamente esto: cuánto tiempo va una persona a vivir.

Es común escuchar el consejo que nos dice que debemos aprovechar nuestro tiempo porque “la vida es corta”. Esto no es cierto. La vida no es corta. Lo que pasa es que demasiadas personas desperdician una gran parte de ella.

Hay personas que pasan solo 14 ó 15 años vivos y construyen vidas trascendentales que cambian el mundo para siempre. Hacen todo lo que sueñan y más. Me resulta difícil creer que las vidas de estas personas sean cortas. Aprovechan cada segundo que tienen a su disposición antes de expirar.

Y también hay personas que viven más de 80 años y deciden ver cómo las agujas del reloj dan vueltas y vueltas sin hacer mucho más que eso con su tiempo disponible. Creo que estas vidas tampoco son cortas. Simplemente son vidas que se han desperdiciado.

Todos estamos acá por alguna razón pero ninguno sabe cuánto tiempo tendrá disponible lograr su misión. Lo único que podemos hacer es dar lo mejor que tenemos en cada momento para que cuando suene la campana, sin importar cuántos años tengamos, nadie pueda decir que nuestra vida fue corta o insignificante.

Personas que admirar

Los grandes personajes de la historia nos inspiran, algunos de nuestros conocidos también. Cada uno de nosotros tiene sus propios héroes que admirar. A algunos de estos héroes los conocemos, a otros no.

Es muy reconfortante saber que en cualquier momento podemos voltear a ver a estas personas qué admiramos, subirnos en sus hombros y subir nuestro nivel de juego gracias a su ejemplo e inspiración.

Creo que parte de ser una mejor persona es encontrar cada día más y más personas que admirar. Mi recomendación es no solo buscar personajes “famosos” o históricos con los que puede costar un poco más sentirse identificado. En mi experiencia hay muchas personas que admirar en nuestras familias, círculos de amistad y relaciones profesionales. Tan solo debemos detenernos a conocerlas un poco mejor.

También creo que más que una carencia de personas que admirar lo que nos detiene hoy en día es una carencia de ganas de admirar a los demás. Cuando veo a mi alrededor veo muchas ganas de querer pasar por encima de los demás y ser el mejor a costa de todo. Es muy difícil rendirle reconocimiento suficiente a alguien como para poderle admirar cuando se cree que uno ya es el mejor.

La humildad, admiración e inspiración van de la mano. El proceso de ser mejor empieza con la humildad y el reconocimiento de que no se es el mejor. Esto nos permite admirar a aquellas personas que han logrado cosas que nosotros aún no hemos podido hacer. Al ver con un corazón abierto que otro ser humano ha logrado hacer algo que nosotros aún no hemos podido lograr nos sentimos inspirados. Inspirados sin duda alguna podemos hacer mucho más. Ve y busca más personas a quienes admirar.

En medio de todo el ruido

Hay días que pasó horas deseando que todo fuera diferente. Esos días quisiera que las cosas fueran tal y como quiero sean, que las condiciones a mi alrededor fueran idóneas para lo que quiero hacer. Reconozco que esto es una seña de debilidad y una gran perdida de tiempo. Desear esto no me lleva a ningún lugar.

Hoy es un buen ejemplo. Quería que no hubiera habido tanto tráfico y poder haber pasado más tiempo haciendo otras cosas que no fueran estar sentado en el tráfico. La realidad fue otra y no había nada que yo pudiera hacer para cambiarla.

Así que después de mucho tráfico finalmente llegué a casa y me senté, cómo lo hago todos los días, a escribir. Ya sentado enfrente de la computadora hubiera querido tener unos 35 minutos de silencio para poder concentrarme y meterme de lleno en mi escritura. Una vez más, el mundo tenía algo muy diferente planeado para mí.

Mientras escribo esto tengo a un niño jugando Minecraft ene la computadora que está a mi lado. Está hablando con un amigo por FaceTime y creanme, no a bajo volumen. Adicionalmente la televisión está prendida y hasta hace unos 20 minutos mi mente estaba distraída enfocándose en la frustración.

Afortunadamente hace unos 20 minutos tuve la lucidez de recordar que soy yo el que está en control y en lugar de seguir culpando mis circunstancias reforcé mi voluntad y me di a la tarea de escribir el post de hoy independientemente de cuanto ruido hubiera a mi alrededor.

Creo que esta es una muy buena lección de vida en general. Siempre nos podemos concentrar un poco más y hacer lo que debemos hacer, incluso cuando estamos metidos en medio de mucho ruido.