Tan fácil qué es olvidar

Invertimos tiempo en aprender, en conocer cosas nuevas. Luego utilizamos todos los recursos a nuestra disposición para cambiar nuestros comportamientos y así poder afirmar que estamos aplicando lo que ya hemos aprendido. Y las cosas mejoran, por uno cuántos días. Luego olvidamos lo que hemos aprendido y regresamos a buscar refugio en nuestros antiguos patrones de conducta.

Tan fácil que es olvidar aquello que es nuevo y tanto beneficio trae a nuestras vidas. Los viejos hábitos pesan tanto más que las ganancias que llegan con los nuevos aprendizajes que prontamente descartamos lo recién aprendido.

Aprender no es fácil pero aplicar lo ya aprendido es aún más difícil. Conocer algo nuevo requiere de esfuerzo, cambiar la manera de actuar en base a esa nueva información muchas veces es imposible.

La integración de nueva información, a un nivel profundo, es necesaria para la transformación. Aquella persona que realmente desea empezar a vivir una nueva vida no solo necesita aprender, también debe transformar su manera de actuar. En otras palabras, no puede olvidar todo lo que tanto ha invertido en aprender.

Se mejora haciendo

La única forma de mejorar como se hace algo es claro, haciéndolo. No existe otra forma de lograrlo. Los grandes escritores se hacen escribiendo, al igual que los grandes deportistas se hacen entrenando. Los grandes emprendedores se hacen emprendiendo y los más grandes músicos se hacen tocando sus instrumentos.

¿Qué quieres hacer con tu vida? No importa cual sea tu respuesta a esa pregunta, la única manera en que lo vas a lograr es empezando a hacerlo ahora. Sí, vas a fracasar y te vas caer cientos de veces. En un principio no lo vas a hacer bien, al igual que cuando aprendiste a caminar tampoco lo hacías bien. Pero para aprender a correr, primero hay que lograr caminar.

Cada fracaso trae dentro de sí un aprendizaje y con cada aprendizaje nos acercamos a la perfección de lo que sea que estamos haciendo. Para ser de los mejores en nuestros respectivos campos hay que invertir mucho tiempo y dedicación. Infinitas repeticiones y largas horas de práctica. “Este es el camino”, diría Mando.

Llegar a dominar cualquier habilidad es una larga tarea que no es fácil ni inmediata. Pero la recompensa es dulce. En el camino aprendemos a apreciar la sutilezas de lo que sea que estemos aprendiendo y desarrollamos un genuino amor por la habilidad que estamos desarrollando.

Para llegar a estos altos niveles los libros y videos de YouTube se quedan cortos porque la única manera de mejorar es claro, haciendo.

Decisiones imposibles (un minuto para desearle lo mejor a las personas en Ucrania)

En este preciso instante, en ambos lados de la frontera entre Ucrania y Rusia, hay niños, mujeres y hombres teniendo que tomar decisiones imposibles.

Hay familias que están teniendo que decidir entre permanecer unidas o buscar alguna otra opción para seguir con vida. Hay padres de familia teniendo que decidir entre dejar ir a sus hijos pequeñitos o arriesgar verlos morir a su lado. Hay hombres y mujeres decidiendo entre quedarse para luchar por su nación o dejar sus hogares para más nunca volver.

Al mismo tiempo hay soldados muy jóvenes que están decidiendo entre cumplir las órdenes que han sido su única razón de ser desde que nacieron o dejar a personas inocentes vivir. Hay miles de personas, justo ahora, decidiendo entre entregarse a sus miedos o morir por hacer lo correcto. Hay miles de ciudadanos rusos decidiendo entre arriesgar ir a la cárcel y, probablemente morir, o alzar su voz por lo que creen que es correcto.

Todas estas son decisiones imposibles que ningún ser humano jamás debiera tener que tomar. Ante mis ojos estas son situaciones que nunca tendrían ocurrir en este planeta y para serles muy franco, no las puedo entender. Pero la realidad es que él que yo no las pueda entender, no las hará desaparecer.

Estoy triste, muy triste. Me siento impotente y no sé qué hacer. Tengo muchas ganas de que todo esto se detuviera por tan solo instante y que alguien me despertará diciéndome que todo está bien y que solo tuve un mal sueño. Esto no va a suceder.

Para mí es extraño que la reacción que estoy teniendo a lo que veo que está ocurriendo al otro lado del mundo por Twitter sea tan fuerte. Me está afectando bastante. Aunque me duele mucho, al mismo tiempo, hay algo en mí que agradece esta conexión que por primera vez estoy logrando tener con personas que no conozco y que la están pasando mal, muy mal.

Las decisiones imposibles debieran ser solo eso, imposibilidades de este mundo que no debieran existir. Lastimosamente en este momento para miles, sino es qué millones de personas, tenerlas que tomar es la dura realidad.

Tomemonos un momento para desearles lo mejor.

Cuando las cosas cambian (berrinches empresariales)

El entorno en el que las empresas operan constantemente cambia. Esto es cierto hoy más que nunca. Es por esta razón que es tan importante detenernos un momento y reflexionar sobre cuales son las posibles posturas que una empresa puede tomar cuando algo cambia.

Es prudente empezar el ejercicio listando algunos de los cambios de entorno más comunes con los que las empresa deben lidiar:

  • Un producto nuevo se lanza al mercado
  • Se inician operaciones en una nueva región
  • Se introduce un producto existente a un nuevo mercado
  • La empresa embarca en una nueva dirección estratégica
  • Nace un nuevo competidor en el mercado
  • etc.

Todos estos son cambios que requieren una reconfiguración interna de cómo se hacen las cosas en una empresa. Es posible que se requiera de nuevo personal, procesos actualizados, nuevos indicadores y otro sin fin de ajustes de fondo para que la empresa pueda tener éxito en el nuevo entorno en el que ahora debe operar.

La primer reacción que muchos de los líderes dentro de las empresas tienen al momento de afrontar un cambio de esta naturaleza es culpar al nuevo entorno. En el momento en que las cosas dejan de funcionar adentro, aparece el villano favorito de los ejecutivos modernos: el cambio que se está dando afuera.

Con esto me refiero a que cuando las cosas cambian, muy pocos líderes se sientan a evaluar cómo están haciendo las cosas adentro y se aferran a la terca postura de que el problema está afuera. “Los clientes no debieran exigir tanta calidad”, “El proveedor debiera darnos mejor calidad”, “Nuestros costos de materia prima debieran ser más bajos”, “El competidor no puede estar vendiendo tan barato”, “El ritmo al que nos piden mejoras al producto no debiera ser tan intenso”, etc.

Cuando las cosas cambian, estas posturas no sirven de nada. Tan solo son berrinches de adultos que nunca se debieran dar en un ambiente profesional. No aportan nada y son un reflejo de la falta de responsabilidad que existe en nuestra sociedad.

Cuando las cosas cambian se debe reconocer que la única manera de lidiar con ellas es cambiar nuestra interacción con el nuevo entorno que nos rodea. Desear que las cosas no hubieran cambiado y pretender que de alguna manera siguen siendo como eran antes es cometer suicidio empresarial.

La alternativa es preguntar ¿Qué debemos cambiar para operar exitosamente en este nuevo entorno? Para interactuar de manera positiva con este tipo de pregunta primero se debe aceptar, de todo corazón, que las cosas ya cambiaron y que ahora son como son.

La postura exigente de los clientes es la que es. La calidad que ofrece el proveedor es la que es. El precio del competidor es el que es. Nada de esto es el problema. El problema es que la manera en que se está operando internamente ya no es relevante en el nuevo entorno en el que se está operando hoy.

La única manera de sobrevivir cuando las cosas cambian es cambiando con ellas.

Incluso los días largos terminan

Hay ciclos de veinticuatro horas que son más difíciles de manejar que otros. Unos están más cargados, otros menos. Aunque no hay día que no dure veinticuatro horas, sin duda alguna, algunos se sienten mucho más largos que sus hermanos “pequeños”.

Todo es cuestión de percepción. Qué tan largo es un día no tiene nada que ver con la cantidad de horas que tenga (ya en el párrafo anterior quedó definido que todos los días tienen veinticuatro horas), tiene que ver con cómo se interpretan los sucesos que durante ese tiempo ocurran.

La cantidad de actividades que se realicen durante un día no es relevante a la percepción del paso del tiempo. Si se están realizando actividades agradables, el tiempo pasa volando. Por el contrario, si lo que se está haciendo no se percibe como agradable, las agujas del reloj se pueden llegar a paralizar.

No hay dos días en los que una persona haga exactamente las mismas actividades. Todo los días son diferentes. Esto necesariamente implica que habrán muchos días en los que todos tendremos que hacer cosas que no nos gustan. Todos tendremos días difíciles en lo que las cosas no salen como queremos. Estos son los días a los que usualmente se les reconoce como “días largos”.

Pero, incluso los días largos terminan. No hay día alguno que tenga más de veinticuatro horas y las agujas del reloj siempre regresan a las 12:00 para empezar de nuevo.

Mañana, nosotros también podremos volver a empezar de nuevo.

Más no siempre es mejor

No sé si a ustedes les pasa lo mismo pero mi cerebro muchas veces llega automáticamente a la conclusión de que más es mejor. Más funcionalidades, mejor. Más caro, mejor. Más tecnología, mejor. Más contenido, mejor. Más data mejor. Esta conjetura de que más es lo mismo que mejor es peligrosa y no siempre se cumple.

Por ejemplo, tener más opciones no siempre es mejor. Hay un sin fin de estudios que muestran que arriba de una cierta cantidad de opciones nuestra capacidad de tomar la decisión correcta disminuye. También, que algo sea más caro tampoco significa que necesariamente sea mejor. Puede ser que algo de mayor precio nos haga sentir mejor pero que objetivamente la calidad sea inferior (efecto placebo).

Ahora, un poco más relacionado a lo que hago, más funcionalidad en un producto no es mejor. Más de la funcionalidad correcta SÍ puede ser mejor. Más texto en un “copy” de mercadeo no es mejor. Un pitch más largo no es mejor. Un manual de usuario más grande no es mejor. Una presentación de ventas más larga no es mejor. Una reunión más larga no es mejor. Un período de adopción más largo no es mejor.

Ahora que lo pienso, creo que el post se debió haber llamado “La mayoría de las veces más es peor”.

pd. Puntos extras al primero que deje un comentario explicando la imagen del post.

Un guatemalteco que me inspiró: sabias palabras

Recién estaba regresando de correr y una persona, de esas que muchas veces pasan desapercibidas, como fantasmas, captó mi atención. Esta vez no seguí de largo. Me detuve unos momentos a platicar con él. Los siguientes minutos cambiaron mi vida.

Su nombre es Florencio y tiene un trabajo fisicamente demandante. Su horario es extenso y muchas veces trabaja hasta el fin de semana. De lo poco que pudimos platicar percibí que Florencio es una persona muy feliz y pude ver en sus ojos cansados una dignidad que muy pocos seres humanos llegan a tener.

Lo que este hombre, de unos cincuenta y cinco años de edad, actualmente hace para sostener a su familia es cargar garrafones de agua (cada uno pesa 44 libras – 20KG) para entregarlos a domicilio. Esta pesada tarea la hace a diario, con la fuerza y elegancia de un Hércules moderno.

No tuve más de 4 ó 5 minutos para hablar con él. Me presenté y su respuesta inmediata fue cordial y muy servicial. Estaba muy interesado en saber cómo me podía ayudar. Le conté sobre este blog y que quisiera, si no retrasaba mucho su trabajo, saber un poco más de él para poder escribir este post.

Sin dudarlo me dijo que sí y empezamos a conversar. Con muy pocas palabras me transmitió el orgullo que siente en “poder traerle agua a las personas de la colonia” todos los días. “Es cansado pero mi trabajo me ayuda a hacer ejercicio y a mantener mi cuerpo sano y fuerte”, me dijo.

“Gracias al trabajo que tengo no nos hace falta nada en mi casa”, prosiguió. “Estoy muy agradecido de poder hacer algo importante y honesto que me ayude a cubrir mis gastos.”

En este momento, Florencio estaba interesado en saber qué hago yo. Le conté que tengo y dirijo una empresa de tecnología y que también me gusta mucho escribir. Me preguntó si “eso de escribir” era una trabajo para mí. Le respondí que no y le dije que solo lo hacia como pasa tiempo.

Con un tono muy casual, casi indiferente, me vio a los ojos y me dijo, “¿sabe? No hay nada más bonito que cuando uno trabaja en lo que más le gusta hacer.” Sabias palabras.

Platicamos unos minutos más y luego nos despedimos, espero no para siempre. Él siguió su camino entregando agua, y yo, seguí en el mío, cuestionando si estoy haciendo lo que más felicidad me puede dar.

Gracias por tus sabias palabras Florencio.

Lo más moderno no siempre es mejor (consejo para comprar)

El avance de la tecnología va a un ritmo frenético. Los productos que nos satisfacían ayer son basura comparados con los que tenemos hoy. Todo mejora con la siguiente iteración. Cada cambio es algo que vale la pena tener. Puede ser que esto sea cierto, o tal vez no.

Como casi todo lo que se puede discutir, rara vez hay absolutos y la respuesta apropiada casi siempre cae en un punto medio. Sí, algunos cambios tecnológicos son significantes y actualizar un producto por la versión más reciente vale la pena. Pero otros no.

Un ejemplo que viene a la mente es el salto cuántico que llevó los televisores de blanco y negro a color. Es obvio que esta es una actualización que vale la pena. Lo mismo sucedió cuando los televisores se fueron de definición estándar a alta definición. Y luego de alta definición a 4K. Todos estos avances tecnológicos fueron sustanciales y convirtieron a sus antecesores en reliquias obsoletas.

Pero no todos los avances que nos da la tecnología son así de sustanciales. Quedándonos, por fines ilustrativos, con el ejemplo de los televisores hay que reconocer que han habido ciertos mejoras que se han presentado como “la siguiente gran maravilla del mundo” pero que resultaron ser tan solo esquemas de mercadeo para tratar hacer que los consumidores cambiaran sus televisores existentes por uno nuevo.

¿Alguno de ustedes recuerda cuándo los televisores 3D eran la moda que había que tener? ¿O los televisores curvos? ¿U hoy en día los televisores con capacidades HDR? Todas estas tecnologías, sí mucho, son mejoras increméntales que no siempre funcionan mejor.

Todas estas son historias de precaución y cuidado. Sí, usualmente la nueva tecnología que se hace disponible es mejor que la anterior. Pero esta no es una regla escrita en piedra.

Al final del día, la decisión de comprar algo nuevo es subjetiva y emocional. Lo mejor que se puede hacer es investigar para no invertir en algo que realmente no valga la pena comprar.

Ver más allá

Cada persona con que interactuamos y cada evento que ocurre en nuestras vidas es maravilloso —si tan solo nos detenemos a ver un poco más allá. La falta de inspiración y maravilla en el “día a día” no es nada más que la manifestación de nuestra incapacidad de detenernos y profundizar.

Esa persona que te está atendiendo en el restaurante y aquel vendedor que vez trabajando en la calle esconden una cantidad infinita de magia que te puede inspirar —si tan solo te detienes a ver más allá.

Esa torta de concreto sobre la cual vas caminando y el cielo azul que te rodea desde las alturas son fenomenales, ambos tienen el poder de transportarte a otro mundo —si tan solo te detienes a ver más allá.

Todo, absolutamente todo lo que nos rodea nos puede enseñar a ver cosas que aún no hemos podido ver. Podemos aprender a ver amor en la exigencia y misericordia en la tragedia. Podemos ver riqueza en una persona que está experimentando pobreza económica y amor en los ojos de un ladrón que en determinado momento no supo tomar una mejor decisión. Podemos aprender a ver la sabiduría de la naturaleza en la muerte de un ser querido y la soberbia del humano en una oferta que nos pudiera cambiar la vida para siempre.

El mundo no es cómo lo vemos. El mundo es mucho más hermoso que eso. El mundo es perfecto en todo aspecto y es nuestra falta de percepción lo que no nos deja verlo así.

Este es un buen momento para bajar el teléfono en donde estás leyendo esto o alejarte de tu computador y así poder empezar a ver un poco más allá.

Ahora que te desconectaste, ¿Qué estás viendo que no podías ver hace un instante atrás?

El sprint final

No importa de que largo sea la carrera, el sprint final siempre es lo que más cuesta. Esos metros finales que demandan todo lo que a el cuerpo le queda y un poco más son lo que determina al ganador. Muchas veces lo que define quién llegará primero no es la habilidad sino que la voluntad de querer ganar.

En esos momentos en que la meta se ve en el horizonte pero el cansancio es abrumador es importante recordar por qué se empezó a correr. Es en ese propósito inicial que se esconden la energía y la motivación para seguir adelante y terminar.

Ya al estar tan cerca de llegar nada ni nadie puede correr por ti. Si a estas alturas aún quieres ganar, poner el cansancio detrás de ti y enfocarte en lo poco que queda por recorrer es la estrategia a seguir.

Estás ya en el sprint final. Queda poco por recorrer. Puede ser que ganes, o no. En realidad no importa mientras no te rindas y termines lo que empezaste. Muy pronto sabrás si lo lograste o no y con eso llegará la recompensa de descansar sabiendo que diste todo lo que tenías para dar, incluso en este sprint final.