Las mejores oportunidades están reservadas para los valientes

En el mundo no hacen falta oportunidades. En el mundo lo que hace falta son personas valientes que no solo sepan identificar estas oportunidades sino que también tengan las agallas para ir tras ellas.

El valor de la recompensa que se encuentra detrás de cualquier oportunidad es directamente proporcional al riesgo que involucra tomarla. Es un tipo de ley universal, a mayor riego, mejor la recompensa.

Es por esto que no es sorpresa que las mejores oportunidades, aquellas que retornan las mejores recompensas, están reservadas para los más valientes. Son las más riesgosas.

Una buena oportunidad trae consigo un alto costo de oportunidad, es decir, se debe dejar de hacer algo más para poderla perseguir. En estos escenarios, la valentía juega un rol crucial.

Para obtener un mejor trabajo, se debe dejar el trabajo anterior. Para cambiarse de industria, se debe dejar la industria en donde actualmente se participa. Para empezar una nueva empresa, se debe invertir tiempo que ahora se usa para algo más.

Perseguir algo nuevo, algo más grande, algo mejor, siempre es riesgoso. Pero no se puede negar que quedarse en donde ya se está es mucho más riesgoso. Seguir como se está, por seguro que se sienta, no es una buena opción.

Se requiere de valor para seguir nuevas oportunidades. Se requiere de aún más valor para seguir las mejores.

Las mejores oportunidades están reservadas para los más valientes. Reserva la tuya hoy mismo.

Recorrer viejos caminos

El inexorable paso del tiempo no se puede detener. Los años no pasan en vano. Cuando unas cuantas vueltas al sol han quedado atrás, algunos viejos caminos se dejan de recorrer.

Ah, pero aunque un camino quede atrás, si sus senderos son dulces, la memoria nunca lo olvidará. Puede ser que los cambios en circunstancias de vida y nuevas prioridades creen un desvío temporal pero el anhelo de regresar siempre arde en el corazón.

Recorrer de nuevo un viejo camino es volver a nacer. Una vez que se da ese primer paso que nos transporta a otros tiempos, a otros lugares, el deseo de vivir regresa en fracciones de segundo. Las sensaciones de estar de nuevo en un lugar tan familiar son a veces más intensas que las que se sintieron la primera vez que en ese camino se empezó a caminar.

Largos años pueden pasar entre recorridos pero no hay suficiente tiempo que haga que un camino tan especial se pueda olvidar. Tarde o temprano, lo que es vuelve y los sentidos vuelven a despertar. La emoción se vuelve a apoderar del ser y el propósito se hace presente.

Recorrer viejos caminos sin duda alguna, es algo muy especial.

De una manera u otra, todos estamos relacionados

Hay eventos que ocurren en la distancia. La distancia puede ser geográfica o temporal. Es decir, estos eventos ocurren ya sea fisicamente lejos de donde estamos o en tiempos lejanos al que ahora estamos viviendo.

Es tan, pero tan difícil relacionarse con todos estos eventos que ocurren lejos. La experiencia de ver que están asaltando a alguien a nuestro lado es muy distinta a la que tenemos cuando vemos la historia de un robo en otro país en algún noticiero internacional.

Esa diferencia en cómo nos relacionamos con los eventos “distantes” nos lleva a caer en una horrible trampa. Porque la afectación emocional que tenemos ante ellos es menor, por alguna razón creemos que estos eventos no nos afectan. Que no tenemos nada que ver con ellos. Que no nos debemos involucrar. Nada está más lejos de la verdad.

De una manera u otra todo lo que pasa en el mundo nos afecta. Y al menos por esto nos debiera importar. Ninguno de nosotros es un ser independiente. Todos estamos conectados.

Conozco a muy pocas personas que hoy se despertaron y desayunaron comida que ellos mismos produjeron. No conozco a nadie que haya hecho su propio carro o computadora. Necesitamos a los demás.

Creo que si la tragedia que nos tocó vivir en estos dos últimos años no nos enseño esta lección de interdependencia nada nos la podrá enseñar.

De una manera u otra, todos estamos relacionados. Comportemonos como tal.

Alguien con quien hablar, alguien que sepa escuchar

Todos necesitamos a alguien con quien hablar. Un amigo, un familiar, alguien en quien confiar. “Somos animales sociales”, afirmó Aristóteles hace miles de años. Es por esto que todos tarde o temprano buscamos a alguien con quien hablar.

Pero por cada persona que habla se necesita otra que sepa escuchar. Nadie gana nada al hablar si no se siente escuchado. Si tener a alguien con quién hablar es una necesidad, saber escuchar es una habilidad que todos van a apreciar.

Hablar, y por qué no decirlo, a veces hasta ponernos a gritar se siente bien. Todo esto en el nombre de sentirnos escuchados. Tener alguien con quién hablar es algo que se siente tan bien. Pero una vez más, para sentirnos escuchados, tiene que haber alguien del otro lado que sepa escuchar.

Tal vez es momento que unos cuantos más de nosotros dejemos esta necesidad de estar hablando y hablando y nos tomemos un breve instante para aprender a escuchar.

Cerca de perder algo muy importante (Opening Day 2022)

El beisbol es una de las cosas más importante en mi vida. Por alguna razón, desde pequeño, ha sido el deporte que más me ha llenado. Lo he jugado desde los 10 años y ahora mi hijo también lo juega. Él empezó a los 2 años. La cosa es que no solo practicamos el deporte, también lo vemos —todos los días durante la temporada. Y esa tradición está en riesgo hoy.

Aquellos de ustedes que siguen el deporte saben que en este momento hay un disputa laboral entre la liga (MLB) y la asociación de jugadores (MLBPA). No quiero entrar en detalles de qué es lo que están disputando.

El contrato colectivo que rige las finanzas y las reglas del juego expiró en diciembre. Al día de hoy los lados no se han podido poner de acuerdo en los términos de un nuevo convenio. Estamos a una hora de que empiecen a cancelar los partidos de la temporada que se supone que arrancaría el 31 de Marzo.

¿En qué momento se convierte un juego lleno de tanta pasión en una batalla campal por dinero? ¿En qué momento se pone en juego la felicidad que tantos millones de personas obtenemos de este bello deporte por querer sostener el ego de unos cuantos? No tengo respuesta a estas preguntas.

Con esto no quiero decir que la MLB o la MLBPA debieran jugar el rol de ser una caridad. Tan solo estoy diciendo que ambos lados, particularmente la liga, tienen amplio rango para hacer concesiones en la negociación.

Si no se ponen de acuerdo tan solo espero que ninguno de los dos lados culpe al otro y todos los involucrados asuman su responsabilidad de destruir algo tan valioso que se podía rescatar.

Acá seguimos esperando una buena noticia que sabemos que algún día llegará.

El vacío de no saber qué hacer

Cada vez que se hace algo nuevo, no sé sabe qué hacer. Todas las situaciones que se afrontan por primera vez dejan un vacío en el estómago, precisamente porque no sabemos qué hacer.

Es algo contra intuitivo, ¿no? ¿Por qué debiéramos saber hacer algo que nunca antes hemos hecho? No tiene sentido alguno. Pero aún así nos petrificamos y sentimos ese vacío cuando no sabemos qué hacer. La vergüenza que sentimos es casi infinita.

Sí, ese vacío se siente incómodo y es algo que a nadie le gusta sentir. Pero ese no es el verdadero problema. El problema es que ese maldito vacío no nos deja pensar. Nos congela y no nos deja aprender de la situación que tanto nos quiere enseñar. Si tan solo pudiéramos actuar a pesar de el vacío, ¿cuánto más pudiéramos aprender?

Sólo hay dos formas de salir de este predicamento. Una es aprender a dominar las sensaciones incómodas del cuerpo y seguir adelante sin importar qué tan incómoda sea la sensación de vacío. La otra es desconectar de fondo la falsa creencia de que no saber qué hacer es algo malo. Que cuando no sabemos qué hacer nos debemos avergonzar.

No cabe duda alguna de que esta segunda estrategia es la más efectiva y a la que todos debemos aspirar.

Las tres dimensiones en que experimentamos nuestras vidas

Adentro de cada uno de nosotros, lo hayamos descubierto o no, hay un testigo por medio del cual experimentamos todo lo que ocurre en nuestras vidas.

Este testigo es realmente quienes somos. Todo lo demás, son construcciones mentales que hemos desarrollado por encima de la pureza de nuestra conciencia durante muchos años.

Este testigo experimenta la realidad en tres distintas dimensiones. Listadas de más “lejanas” a más “cercanas”, las tres dimensiones son: eventos y objetos en el mundo externo, emociones y pensamientos.

Los eventos y objetos en el mundo en el externo son los más fáciles de identificar. Básicamente son todo lo que está más allá de nuestra piel. El mundo físico, las cosas que suceden y las demás personas. Al ser tan obvia de identificar, esta dimensión (mundo físico) es la más fácil de catalogar como ajena a nosotros mismos.

Luego vienen las emociones. En esta dimensión ya estamos lidiando con nuestro mundo interno. Las emociones son todos esos patrones de energía que experimentamos en respuesta a los pensamientos que nuestro cerebro genera. Al vivir en el mundo interno, las emociones ya son un poco más difíciles de distinguir del testigo. Es muy fácil perder objetividad y confundir a nuestro testigo con nuestro estado emocional.

Finalmente hablemos de la dimensión del pensamiento. La distinción entre en el testigo y los pensamientos que ve pasar es muy difícil de hacer, particularmente de una manera consistente. Se requiere de algo de trabajo para poder llegar al punto en que una persona pueda experimentar a su testigo “viendo” sus pensamientos y no sintiendo qué “es” sus pensamientos. El comportamiento natural es que la conciencia (el testigo) se enfoca con tal intensidad en los pensamientos que la persona constantemente confunde su identidad con sus pensamientos.

Recapitulando, todo experimentamos el mundo en 3 dimensiones, todos el tiempo. El mundo físico, nuestras emociones y nuestros pensamientos. Todas las situaciones que experimentamos necesariamente se experimentan en estas tres dimensiones.

Desarrollar la conciencia suficiente para saber que no somos ni lo que nos sucede, ni lo que logramos, ni lo que tenemos, ni lo que sentimos, ni lo que pensamos es una de las actividades más gratificantes y nobles que una persona puede llegar a perseguir.

Tan fácil qué es olvidar

Invertimos tiempo en aprender, en conocer cosas nuevas. Luego utilizamos todos los recursos a nuestra disposición para cambiar nuestros comportamientos y así poder afirmar que estamos aplicando lo que ya hemos aprendido. Y las cosas mejoran, por uno cuántos días. Luego olvidamos lo que hemos aprendido y regresamos a buscar refugio en nuestros antiguos patrones de conducta.

Tan fácil que es olvidar aquello que es nuevo y tanto beneficio trae a nuestras vidas. Los viejos hábitos pesan tanto más que las ganancias que llegan con los nuevos aprendizajes que prontamente descartamos lo recién aprendido.

Aprender no es fácil pero aplicar lo ya aprendido es aún más difícil. Conocer algo nuevo requiere de esfuerzo, cambiar la manera de actuar en base a esa nueva información muchas veces es imposible.

La integración de nueva información, a un nivel profundo, es necesaria para la transformación. Aquella persona que realmente desea empezar a vivir una nueva vida no solo necesita aprender, también debe transformar su manera de actuar. En otras palabras, no puede olvidar todo lo que tanto ha invertido en aprender.

Se mejora haciendo

La única forma de mejorar como se hace algo es claro, haciéndolo. No existe otra forma de lograrlo. Los grandes escritores se hacen escribiendo, al igual que los grandes deportistas se hacen entrenando. Los grandes emprendedores se hacen emprendiendo y los más grandes músicos se hacen tocando sus instrumentos.

¿Qué quieres hacer con tu vida? No importa cual sea tu respuesta a esa pregunta, la única manera en que lo vas a lograr es empezando a hacerlo ahora. Sí, vas a fracasar y te vas caer cientos de veces. En un principio no lo vas a hacer bien, al igual que cuando aprendiste a caminar tampoco lo hacías bien. Pero para aprender a correr, primero hay que lograr caminar.

Cada fracaso trae dentro de sí un aprendizaje y con cada aprendizaje nos acercamos a la perfección de lo que sea que estamos haciendo. Para ser de los mejores en nuestros respectivos campos hay que invertir mucho tiempo y dedicación. Infinitas repeticiones y largas horas de práctica. “Este es el camino”, diría Mando.

Llegar a dominar cualquier habilidad es una larga tarea que no es fácil ni inmediata. Pero la recompensa es dulce. En el camino aprendemos a apreciar la sutilezas de lo que sea que estemos aprendiendo y desarrollamos un genuino amor por la habilidad que estamos desarrollando.

Para llegar a estos altos niveles los libros y videos de YouTube se quedan cortos porque la única manera de mejorar es claro, haciendo.

Decisiones imposibles (un minuto para desearle lo mejor a las personas en Ucrania)

En este preciso instante, en ambos lados de la frontera entre Ucrania y Rusia, hay niños, mujeres y hombres teniendo que tomar decisiones imposibles.

Hay familias que están teniendo que decidir entre permanecer unidas o buscar alguna otra opción para seguir con vida. Hay padres de familia teniendo que decidir entre dejar ir a sus hijos pequeñitos o arriesgar verlos morir a su lado. Hay hombres y mujeres decidiendo entre quedarse para luchar por su nación o dejar sus hogares para más nunca volver.

Al mismo tiempo hay soldados muy jóvenes que están decidiendo entre cumplir las órdenes que han sido su única razón de ser desde que nacieron o dejar a personas inocentes vivir. Hay miles de personas, justo ahora, decidiendo entre entregarse a sus miedos o morir por hacer lo correcto. Hay miles de ciudadanos rusos decidiendo entre arriesgar ir a la cárcel y, probablemente morir, o alzar su voz por lo que creen que es correcto.

Todas estas son decisiones imposibles que ningún ser humano jamás debiera tener que tomar. Ante mis ojos estas son situaciones que nunca tendrían ocurrir en este planeta y para serles muy franco, no las puedo entender. Pero la realidad es que él que yo no las pueda entender, no las hará desaparecer.

Estoy triste, muy triste. Me siento impotente y no sé qué hacer. Tengo muchas ganas de que todo esto se detuviera por tan solo instante y que alguien me despertará diciéndome que todo está bien y que solo tuve un mal sueño. Esto no va a suceder.

Para mí es extraño que la reacción que estoy teniendo a lo que veo que está ocurriendo al otro lado del mundo por Twitter sea tan fuerte. Me está afectando bastante. Aunque me duele mucho, al mismo tiempo, hay algo en mí que agradece esta conexión que por primera vez estoy logrando tener con personas que no conozco y que la están pasando mal, muy mal.

Las decisiones imposibles debieran ser solo eso, imposibilidades de este mundo que no debieran existir. Lastimosamente en este momento para miles, sino es qué millones de personas, tenerlas que tomar es la dura realidad.

Tomemonos un momento para desearles lo mejor.