¿La inercia de seguir igual o cambiar el mundo?

No hay peor enemigo que la comodidad. Esa fuerza invisible que que a veces nos encadena y nos inmoviliza frente al televisor. Bueno, no siempre es frente al televisor. A veces nos inmoviliza frente a un cliente que nos pide un descuento o frente a un jefe que nos da miedo. Sí, no actuar por miedo también es paralizarse en nombre de la comodidad. Después de todo, evitar el miedo es más cómodo que enfrentarlo.

Hacer un cambio siempre requiere de energía. Y gastar energía es incómodo. Por eso es que a las personas y a las cosas les gusta permanecer igual. Y por seguir igual también me refiero a seguir el placentero camino de la entropía y descomponerse con el tiempo. Hay que reconocerlo, seguir igual es el camino de menor resistencia, siempre.

Pero el espíritu humano es fuerte y la inercia de querer seguir igual nunca lo podrá doblegar. Aunque el camino de la comodidad sea tentador hacer un cambio positivo en el mundo es mucho más atractivo. Aunque el miedo sea intenso todos pueden encontrar el valor y el coraje necesarios para cambiar aquello que más les importa.

La historia del mundo es irrefutable. El cambio es más fuerte que la inercia de seguir igual. Hoy ya no drenamos la sangre de los pacientes para curarlos y la mayoría de nosotros ya no se transporta en caballo. En la mayoría de lugares la esclavitud es ilegal y la calidad de vida promedio ha incrementado exponencialmente desde que tenemos historia registrada. Ya no usamos el truque y muchas de las transacciones financieras son electrónicas. Sin duda alguna el mundo ha cambiado, para bien.

Todas estas mejoras no fueron gratuitas. Las maravillas que hoy tenemos en el mundo moderno existen porque alguien escogió el camino del cambio en lugar de la inercia de seguir igual. Al mismo tiempo, nuestro mundo actual no es perfecto y hay muchos cambios aún por hacer. Que vamos a escoger, ¿la inercia de seguir igual o seguir cambiando el mundo?

El precio siempre sube

En el momento que una persona hace un compromiso con algo, el precio que se se paga es relativamente bajo. Conforme el proyecto avanza y los logros se van dando, el compromiso crece. La carrera se va intensificando y el precio que se paga para seguir avanzando es cada vez más caro.

Si una persona quiere que su proyecto llegue lejos se debe preparar para que su compromiso sea cuestionado a lo largo del camino. Con cada paso las pruebas serán más grandes. La inercia del proyecto hará que las dificultades que se tienen que superar para seguir adelante crezcan como la proverbial bola de nieve.

Sí, cada vez el camino es más difícil pero las recompensas también son más dulces. Pareciera ser una ley de la naturaleza. Por alguna razón lo que más cuesta es lo que los seres humanos más valoran. Es por esto que la mayoría de personas admiran tanto a los atletas profesionales y olímpicos —todos saben de alguna manera lo que cuesta llegar hasta ahí. Todos admiramos a aquellos que pagan los más altos precios para obtener los más altos honores.

Si ese proyecto que estás persiguiendo vale la pena ten por seguro que el precio que pagarás al final será caro. Nada de valor viene de gratis en este mundo. Es importante recordar esto porque cada vez que empiezas algo el optimismo es grande y el precio que pagas es bajo. Con el paso del tiempo estas dos variables se intercambian: el optimismo baja mientras que el precio a pagar sube. Cuando notes este cambio tómalo como una buena seña. Quiere decir que estás avanzando en la dirección correcta. A mayor precio, mayor recompensa.

Lo importante es jugar

Tanto en los deportes como en la vida, a veces se gana y a veces se pierde. Lo importante es jugar. Sin embargo, la gran mayoría de personas, al menos en mi experiencia, se la pasan bien cuando ganan y mal cuando pierden. Lo interesante es que cuando uno se detiene a pensarlo, es difícil encontrar una razón válida por la que se necesite ganar para pasarla bien.

Para aquellos de ustedes que me conocen, saben que soy altamente competitivo, especialmente con los deportes. Durante mucho tiempo pasé mucho malos momentos porque yo o los equipos a los que le iba perdían. También me la pasaba bastante mal al tener cualquier tipo de fracaso personal o profesional. ¡Qué perdida de tiempo! Pero gracias a los años y bastante introspección he aprendido que lo importante es jugar y que perder solo es una mensaje muy sutil de la realidad que simplemente nos está diciendo “por acá no es”.

Eso es todo. Perder, o como le quieran llamar, solo es retroalimentación. No quiere decir nada acerca de la persona que perdió. Tan solo es una indicación de que lo que se hizo no es lo que se requería para ganar. Pero esto en ningún momento significa que uno se deba sentir mal. ¿Por qué escoger sentirse mal?

Al pasársela bien, independientemente del resultado, se multiplica la cantidad de tiempo que uno puede disfrutar. Después de todo, se gane o se pierda, se debe agradecer que se tuvo la oportunidad de jugar y eso es lo importante.

El gato que luchó hasta poder dormir

Erase una vez un cariñoso gato que no le gustaba darse por vencido. Una vez que encontraba algo que quería no se detenía por nada hasta lograrlo. Es cierto, está actitud muchas veces le causa muchos problemas pero al final de cada aventura Fluffy usualmente se sale con la suya.

Y hoy el desenlace no fue para nada diferente. Fluffy, al igual que siempre, identificó algo que quería con todo su corazón y lo empezó a perseguir con todas sus fuerzas. Resulta ser que lo que quería este perseverante gato el día de hoy era dormir en mis piernas.

Hoy ha sido un día lluvioso y ha hecho un poco de frío. A esto le podemos sumar que tengo bastante sueño. Ayer me acosté bastante tarde y no dormí mucho. Ahora, no sé que tanto haya dormido Fluffy pero sospecho que durmió bastante más que yo. Eso es lo que hacen los gatos. Sin embargo, en el momento que vio que me senté en el sofá a escribir empezó a insistir con quererse subir sobre mis piernas a dormir.

¡Vaya que esta gato es persistente! Por lo menos lo bajé 7 veces y vez tras vez volvió a intentar trepar sobre mis piernas para tratar de dormir. Cómo les conté al principio de la historia, Fluffy no se da por vencido hasta conseguir lo que quiere. Claro, puede haber tomado medidas drásticas para contrarrestar su insistencia pero su cara de gato con botas de Shrek me ganó.

Así que después de la séptima u octava vez que lo bajé y que él se volvió a subir le di por ganada la batalla y lo dejé dormir sobre mis piernas. Pero eso sí, la siesta no le salió gratis. No olvidemos que yo quería escribir así que en el momento que se durmió el gato más perseverante del mundo se convirtió en una pequeña mesa sobre la cual puse mi laptop y empece a escribir estas palabras que están terminando de leer.

El ejemplo arrastra

Una acción vale más que mil palabras. El video es más poderoso que el audio. La manera en que alguien se comporta es lo que lo define como persona. Lo que alguien dice hacer tan solo son palabras al viento, la esencia de su ser tan solo se puede conocer a través de sus acciones.

El ejemplo arrastra porque es real. Un buen ejemplo no se puede fingir y es auténtico. El ejemplo se vive y se comparte, cambia vidas. El ejemplo, al final del día es lo que se es, sin máscaras ni engaños.

Todos, todo el tiempo somos un ejemplo para alguien más. Es algo que simplemente no se puede negar. Es por esto que es tan importante mantener un estándar de comportamiento alto en todo momento. Simplemente no podemos saber quién nos podría estar viendo. El ejemplo arrastra.

Todo tiene solución…

…otra cosa es que nosotros no podamos identificarla. La cantidad de opciones que hay para resolver cualquier problema son infinitas. Es la mente humana la que es limitada y muchas veces no las puede identificar. Es decir, no es que no hayan soluciones, es que simplemente nosotros no las podemos ver.

Hay que creer que algo se puede resolver antes de poderlo resolver. La incapacidad de creer que algo tiene una posible solución es la principal causa por la que tantos problemas se quedan sin resolver. Este es el primer paso para poder resolver cualquier situación, creer de todo corazón que se puede resolver.

Todo tiene solución. Tan solo se necesita de un poco de humildad para reconocer que somos nosotros los que no hemos encontrado la solución. Esto es bastante más difícil que tomar la postura de víctimas y decir “no hay nada más que yo pueda hacer aquí”. Y es esto lo que es más difícil de admitir que todo tiene solución: Si todo tiene solución y yo no puedo resolver alguna situación eso ha de querer decir que el del problema soy yo. Y sí, así es, si hay algo que no puedes resolver el del problema eres tú. Todo tiene solución.

Mañana, la excusa perfecta

Mañana es el cementerio a donde los sueños de tantas personas van a morir. Mañana es la excusa perfecta para no hacer lo que sé debiera hacer hoy. Mañana es la mentira favorita de todos aquellos que se engañan diciendo una y otra vez, “hoy sí voy a cambiar”.

Sí, mañana es la excusa perfecta. Es muy fácil racionalizar no actuar y “esperar” a que llegue el momento correcto. Los efectos siempre parecen no ser graves. “No pasa nada, mañana lo puedo hacer”, son las palabras más reconfortantes tras las que se escudan las personas que tarde o temprano tendrán que aceptar que el tiempo se les acabó cuando la muerte repentinamente llegue a tocar a su puerta.

Tener una buena excusa no es razón para no hacer lo correcto. Que sea posible racionalizar intercambiar un sueño por un poco de comodidad temporal no hace que el intercambio deje de ser un muy mal negocio. Que sea posible hacer algo mañana en lugar de hacerlo hoy y sentirse bien al respecto no quiere decir que se esté actuando noblemente. Es un acto de cobardía.

Mañana puede ser la excusa perfecta pero el momento perfecto para actuar siempre es hoy. El momento prefecto siempre es ahora.

El puente hacia mañana

El futuro se construye ahora. La decisiones que se toman hoy son las frases que escriben la historia del mañana. ¿No me crees? Solo mira a tu alrededor y te darás cuenta que en donde estás parado hoy no es más que el fruto de las decisiones que tomaste ayer.

Todos queremos un mejor futuro pero muchas veces no sabemos cuál es el siguiente paso para hacerlo realidad. Si en donde estamos parados hoy es el fruto de las decisiones que tomamos ayer, entonces las decisiones que tomemos hoy serán las semillas de los frutos que cosecharemos mañana.

El puente hacia mañana se construye primero teniendo claro hacia dónde se quiere ir. Luego de tener una visión clara del futuro al que algún día se quiere llegar se debe evaluar cada decisión que se tomará hoy para ver si nos acerca o nos aleja del destino al que queremos llegar. Es decir, nos debemos asegurar de que cada decisión que estamos por tomar nos va a acercar al futuro que queremos alcanzar. De lo contrario estaremos construyendo un puente que va a directo hacia la mediocridad.

Finalmente, una vez que estamos seguros que estamos construyendo el puente en la dirección correcta, debemos empezar a colocar piedra tras piedra. Esto quiere decir que debemos ser coherentes con nuestras decisiones y actuar con disciplina y consistencia. Le diremos que no a cualquier cosa que no sea consistente con lo que queremos lograr. Tan solo le diremos que sí a aquello que sea una fundación sólida sobre la cual nos podremos parar y seguir avanzando hacia ese futuro que estamos construyendo una piedra a la vez.

Sobre el trabajo intelectual

El trabajo que más valor agrega en el mundo es cada vez más intelectual. Conforme los años han pasado y el mundo se ha vuelto más “sofisticado” la forma en que las personas crean valor ha evolucionado bastante.

Poco a poco el trabajo manual ha sido sustituido por una nueva generación de actividades que se centran en agregar valor a través de el entendimiento y la creación. La revolución industrial, la invención de las computadoras, las máquinas, el internet y los robots tan solo han ido acelerando el ritmo de esta transformación.

No creo que el trabajo manual pronto vaya a desaparecer por completo pero sí creo que en los siguientes años veremos una reducción importante en la cantidad de trabajo manual que se requiere hacer. Tan solo la llegada de los famosos vehículos autónomos eliminará cientos de miles de trabajos. ¿Pueden imaginar un mundo en donde los taxis, buses, trailers y demás vehículos comerciales no necesitan de alguien que los maneje? Yo sí.

Considero que es muy importante no entrar en pánico ante esta clara tendencia que cada vez se materializa con mayor velocidad. La naturaleza del ser humano siempre es progresar y hacer las cosas cada vez mejor. Esto necesariamente implica que seguiremos automatizando procesos, actividades y todos los trabajos manuales que la tecnología puede hacer ya por nosotros. Y no solo esto, cada día seguiremos inventando más tecnología (otro trabajo intelectual) que podrá automatizar más y más trabajos manuales que al día de hoy no pueden ser automatizados.

Creo que todo esto es muy alentador. Después de todo, esta es la única manera en que todos podremos movernos hacia arriba en la cadena de producción y utilizar nuestras mentes más que nuestros cuerpos para diseñar un mundo futuro en el cual nadie tenga que desgastar su cuerpo para agregar valor y así poder subsistir.

La alegría de competir

Es difícil encontrar competencia más feroz que la que se ve en las olimpiadas. Los atletas que ahí compiten son los seres humanos más competitivos en la faz de la tierra. Cada persona que está ahí ha intercambiado años de su vida por entrenos de alto rendimiento, dietas altamente exigentes y un estilo de vida completamente dedicado a lograr una sola meta: ganar una medalla olímpica.

Y aún así, en la gran mayoría de casos, se puede ver una gran alegría en las caras de los atletas que no ganan al ver cómo otro atleta que ha pasado por lo mismo que ellos disfruta de la victoria. Pareciera ser que el placer que estos atletas de alto rendimiento obtienen viene de una sana competencia y no del resultado final.

Esto hace toda la diferencia. Es increíble la cantidad de atletas que logran romper sus récords personales en las olimpiadas gracias a que tienen la oportunidad de competir con los mejores del mundo. El que un atleta pueda encontrar la inspiración en un rival para así poder dar lo mejor que tiene es algo fenomenal. Esa es la alegría de competir con alguien.