Hace unos momentos estaba leyendo un poco de noticias. Como es de esperarse, dentro de mi feed de noticias hay bastante contenido deportivo (baseball).
Entre todos los resultados del día, comentarios sobre el rendimiento de ls jugadores y mucha especulación, hubo un encabezado que me llamó mucho la atención: “José Ramírez deja millones sobre la mesa para quedarse en Cleveland”.
Aunque no es común, muy de vez en nunca hay jugadores que firman contratos “amigables” para el equipo porque les gusta el equipo en el que juegan. Hay veces que la relación con los fans es muy buena. Otras veces los jugadores se sienten muy bien con los entrenadores y la organización. Hay veces que la decisión de dónde firmar no se toma principalmente por el dinero.
El caso de Ramírez es especial. Él es uno de los mejores bateadores de toda la liga y es esperaba que manejaría un contrato por arriba de los 200 millones de dólares. Cómo se puede ver en la imagen del post, firmó por $150 millones con Cleveland.
Hay un par de cosas que hacen que el intercambio entre Ramírez y los Guardians sea tan especial:
- Los Guardians fueron transparentes con Ramírez y le dijeron que aunque les gustaría que se quedara a jugar con ellos no tienen el presupuesto para pagarle lo que saben qué él vale.
- Ramírez les respondió que que su vida sería básicamente igual si gana $150 millones ó $200 millones y que prefiere tener $150 millones en Cleveland que $200 millones en otro lado
Es cierto que los montos que manejan estos atletas elite son monstruosos y que son cantidades de dinero absurdas. A mí ni se me ocurre que haría si tuviera tanto dinero. Es más que suficiente para que cualquier persona y sus siguientes x generaciones puedan vivir muy bien.
Pero también es cierto que $50 millones o más también es muchísimo dinero. Dejarlo sobre la mesa no ha de ser fácil.
Es refrescante ver que todavía, en el mundo de hoy, hay personas para las que que dinero no lo es todo. Me resulta fácil identificarme con ellos.