Saber qué hacer no es suficiente para terminar ese proyecto que no termina

Sí, sí, sí, ya sé qué hacer. No me molesten. Ya me pongo a trabajar en ello y lo hago. A todos nos pasa. Ya sabemos qué es lo que que hay qué hacer pero no hay manera que movamos el proyecto hacia adelante. ¿Por qué es que pasa esto?

Porque saber qué hay que hacer no es suficiente. Claro, para poder ejecutar un proyecto es necesario saber qué hay que hacer, sino estamos perdidos. Pero el verdadero secreto está en entender qué es lo que en detalle implica hacer todo lo que hay que hacer.

En disectar cada objetivo en tareas claras y alcanzables. En encontrar las métricas específicas que permitirán “trackear” el progreso que se está logrando sobre cada objetivo. En identificar las relaciones que hay entre una tarea y otra. En transmitir una visión muy clara de por qué la compleción del proyecto es tan importante para la organización. En tener toda la información acerca del proyecto centralizada y visible para todos, todo el tiempo. En fomentar un ritmo de reportería sano y energizante. En asegurarse que cada tarea en la que se está trabajando está alineada con el objetivo que se está persiguiendo. En ordenar y agrupar las tareas de una manera secuencial que le haga sentido a todos. En alocar los recursos de una manera eficiente. En cuestionar si el trabajo que se está haciendo es el más eficiente posible. Etc.

Acá podría seguir al infinito y más allá agregando todo lo que tengo en mente que se requiere para cerrar un proyecto. Pero no vale la pena seguir sonando ese tambor. Lo que sí sirve es darse cuenta de que por qué se sabe a donde se quiere llegar no necesariamente significa que ya se sabe que es todo lo que hay que hacer para llegar hasta allá.

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