No importa si estamos hablando de un gobierno, un sistema financiero, una empresa o las gigantes plataformas de las que dependemos en Internet, estar atados a un modelo centralizado es una mala idea.
Sin entrar en complejos detalles técnicos o matemáticos, un modelo centralizado es aquel en el que todo el proceso depende de un único punto de falla. Es decir, todo el sistema depende del correcto funcionamiento de un componente que, cuando llega a fallar, rompe todo el sistema. Por ejemplo, un emprendimiento que solo vende por Facebook muere si Facebook cambia las reglas o, como sucedió hoy, muere.
Sin aún conocer los detalles de qué pasó hoy en Facebook, si sabemos que la falla rompió 3 de sus propiedades principales las cuales aparentemente comparten al menos un componente centralizado —las tres murieron al mismo tiempo.
De cuerdo al Twitter de John Graham-Cunning de @Cloudflare el problema tuvo que ver con problemas de BGP y DNS. Aquellos de ustedes que quieran un poco más de detalles técnicos acá está el Tweet para que puedan estudiar el thread completo:
Un proceso centralizado es peligroso y frágil. Le da, lo queramos o no, mucho poder al componente crítico del sistema. Ya sea que a este componente centralizado le llamemos banco central, presidente, data center, red social, moneda o algo similar, ponernos en una situación en la que dependemos de un sistema centralizado es una receta para el desastre. Acá les dejo otro Tweet, este de de CNN, listando el efecto que la caída de hoy tuvo en algunos emprendedores latinoamericanos quienes dependen 100% de Facebook para sus ventas:
La mejor manera de minimizar riesgos es utilizar sistemas distribuidos en los cuales cuando un componente falla este se puede fácilmente sustituir por otro. Si se cae Instagram, puedo vender en mi propia tienda en línea. Si se cae Whatsapp, mis clientes me pueden escribir en mi página Web. Claro, el trabajo necesario para construir este tipo de sistemas distribuidos es mayor que solo tener una página de Facebook y un Whatsapp for Business pero como lo pudimos vivir hoy, el precio de no hacer ese trabajo puede ser devastador.