El agua es increíble. Constituye aproximadamente el 60% del cuerpo humano y 71% de la superficie de nuestro planeta. Aunque su apariencia no lo refleja, el agua es uno de los elementos más poderosos que conocemos.
El agua puede ahogar y quitarle la vida a una persona y al mismo tiempo un ser humano no puede sobrevivir más de tres días sin ella. Muchos de los accidentes geográficos y la topografía del mundo han sido pacientemente tallados durante milenios por el agua.
Hoy por la mañana pude ver una corriente de agua abrirse paso montaña abajo justo al lado de la carretera por donde yo estaba corriendo. No sé si fue por el cansancio o si simplemente mi mente ya estaba buscando algo de distracción pero durante el siguiente kilómetro mi mente estuvo muy enfocada en seguir el trayecto del agua que fluidamente corría a mi lado.
¿Qué aprendí? Que el agua es tan poderosa porque es constante y fluida. Realmente no le importa que hayan obstáculos en su camino. Ella tratará de obstinadamente seguir su camino y si algo se pone en su camino, simplemente buscará la siguiente ruta más eficiente que esté disponible. No se queja ni se da por vencida. Se transforma y ajusta.
El agua rápidamente se adapta a su entorno. Si hace calor, se evapora y si hace frío, se congela. Como pude ver hoy, si hay arena en su camino primero la moja y luego poco a poco la desplaza. Cuando hay cemento o piedras que no le dejen pasar recurre a su maleabilidad y toma la forma que necesita para poder seguir su camino montaña abajo.
Y es esto último lo que me recordó el dicho del gran Bruce Lee con el que me despido hoy:
Vacía tu mente. Sé amorfo, sin límites, como el agua. Si pones agua en un vaso, ella se transforma en vaso; si la pones en una tetera, se transforma en la tetera; si la colocas en una taza, se transforma en taza. El agua puede fluir o también golpear. Sé como el agua, mi amigo.
Bruce Lee