Erase una vez un cariñoso gato que no le gustaba darse por vencido. Una vez que encontraba algo que quería no se detenía por nada hasta lograrlo. Es cierto, está actitud muchas veces le causa muchos problemas pero al final de cada aventura Fluffy usualmente se sale con la suya.
Y hoy el desenlace no fue para nada diferente. Fluffy, al igual que siempre, identificó algo que quería con todo su corazón y lo empezó a perseguir con todas sus fuerzas. Resulta ser que lo que quería este perseverante gato el día de hoy era dormir en mis piernas.
Hoy ha sido un día lluvioso y ha hecho un poco de frío. A esto le podemos sumar que tengo bastante sueño. Ayer me acosté bastante tarde y no dormí mucho. Ahora, no sé que tanto haya dormido Fluffy pero sospecho que durmió bastante más que yo. Eso es lo que hacen los gatos. Sin embargo, en el momento que vio que me senté en el sofá a escribir empezó a insistir con quererse subir sobre mis piernas a dormir.
¡Vaya que esta gato es persistente! Por lo menos lo bajé 7 veces y vez tras vez volvió a intentar trepar sobre mis piernas para tratar de dormir. Cómo les conté al principio de la historia, Fluffy no se da por vencido hasta conseguir lo que quiere. Claro, puede haber tomado medidas drásticas para contrarrestar su insistencia pero su cara de gato con botas de Shrek me ganó.
Así que después de la séptima u octava vez que lo bajé y que él se volvió a subir le di por ganada la batalla y lo dejé dormir sobre mis piernas. Pero eso sí, la siesta no le salió gratis. No olvidemos que yo quería escribir así que en el momento que se durmió el gato más perseverante del mundo se convirtió en una pequeña mesa sobre la cual puse mi laptop y empece a escribir estas palabras que están terminando de leer.