Felicidad sin condiciones

Ayer escribí sobre cómo todos queremos lo mismo, ser felices. Hoy escribo sobre cómo, aunque todos queremos ser felices, también condicionamos nuestra felicidad.

Si le pregunto a cada uno de ustedes, ¿quieres ser feliz?, la respuesta de más del 99% de ustedes será un rotundo “sí”. Ahora, si vuelvo a preguntar, ¿quieres ser feliz más que cualquier otra cosa?, una vez más la mayoría de ustedes responderían que sí. Entonces, si ser felices es lo que más queremos, ¿Por qué tan pocas personas en el mundo reportan ser verdaderamente felices?

Porque insistimos en condicionar nuestra felicidad. Cada uno de nosotros tiene un conjunto de reglas internas que determinan cómo queremos que sea el mundo para que nos demos permiso de ser felices.

“Ser feliz es lo más importante para mí pero solo si mi ropa no se mancha en el camino al trabajo. Lo que más quiero es ser feliz pero solo si mi hijo saca buenas calificaciones en el colegio. Quiero estar feliz cuando regreso del trabajo a mi casa pero solo si todo salió bien en la oficina.” Y así una y otra vez. Quiero ser feliz pero antes “necesito” que el mundo se alinee a mis expectativas.

La realidad es que nos importa más que las cosas sucedan tal y como queremos que sean que ser felices. Si la felicidad fuera nuestra prioridad número uno, escogeríamos ser felices a pesar de que las cosas no salgan como queremos.

¿La moraleja de la historia? Si quieres ser feliz, ve y sé feliz —sin condiciones. Congela una sonrisa en tu corazón y experimenta felicidad independientemente de lo que pase. De lo contrario lo que estás buscando es que algo salga cómo quieres y no ser feliz. Recuerda, en el fondo lo que todos queremos es ser felices.

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