El miedo a perder algo es usualmente más fuerte que el deseo de ganar. Hoy llevo 45 minutos tratando de decidir sobre qué escribir. Nada de nada. Estoy cansado y con ganas de cerrar la computadora. Hoy no quiero escribir. Pero también tengo miedo.
Tengo miedo a perder la racha que he venido construyendo durante los últimos 29 días. No escribir significa que para volver llegar a donde estoy hoy tendré que trabajar un mes más. No se siente bien.
Hay algo especial en hacer algo todos los días y ver una racha crecer un día a la vez. Se va construyendo un tipo de inercia y un compromiso que no se quiere romper. Se desarrolla un respeto hacia lo que se ha logrado construir. No se quiere perder.
Hay ocasiones en que no se busca darlo todo e ir ganar. Hay ocasiones cuando lo único que se quiere es no perder. Hoy es uno de esos días para mí. Pero no querer perder también se vale. Al final del día no importa por qué se hace algo. Lo importante es hacerlo.
Y después de hacerlo una sensación de logro y bienestar sin duda llegará. Por qué lo hiciste y cumpliste con lo que dijiste que ibas a hacer. Aunque no querías. Aunque lo hiciste por miedo a perder algo.
Este es el poder de las rachas. Te ayudan a no caer en los días difíciles. No te dejan darte por vencido cuando quieres parar. Hacen que detenerte no sea una opción y que continuar sea el camino más fácil.
Este proceso repetido una y otra vez desarrolla fuerza de voluntad y ayuda a construir habilidades y destrezas que requieren constancia, practica y dedicación. Los beneficios son grandes a nivel práctico y personal.
Así que la racha sigue viva y espero que mañana sea un poco más fácil escribir. Por hoy puedo decir misión cumplida. Ya son 29.